Vicente Torrijos fue nombrado y renunció el mismo día a la dirección del CNMH. Mientras el gobierno insiste en que se reescriba la memoria histórica del conflicto armado para que le dé gusto a la derecha, las organizaciones de víctimas insisten en que se garantice la idoneidad, la legitimidad y sus derechos con la selección […]
Vicente Torrijos fue nombrado y renunció el mismo día a la dirección del CNMH. Mientras el gobierno insiste en que se reescriba la memoria histórica del conflicto armado para que le dé gusto a la derecha, las organizaciones de víctimas insisten en que se garantice la idoneidad, la legitimidad y sus derechos con la selección de la persona que dirigirá esta entidad.
Jefe por un día
Tras dos meses de barajar nombres de candidatos para la dirección general del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el gobierno de Iván Duque decidió nombrar a Vicente Torrijos Rivera.
Entre los otros nombres considerados estuvieron académicos y analistas políticos como Eduardo Pizarro y Alfredo Rangel. Igualmente, circularon nombres no tan reconocidos pero muy polémicos por sus posiciones de extrema derecha, como Mario Javier Pacheco y Fernando Vargas Quemba.
Finalmente, Torrijos decidió renunciar a la dirección el mismo día en que fue nombrado y ahora el gobierno tiene que elegir a otro director o directora.
Más allá de si el debate público fue suficiente y de si las cadenas de rechazo a algunas candidaturas tuvieron algún efecto, es importante preguntarnos:
1. ¿Quién salió de la dirección y qué hizo?
2. ¿Cuáles son los aportes del CNMH a la memoria del país?
3. ¿Qué desafíos tendrá la nueva dirección?
¿Quién sale?
Gonzalo Sánchez Gómez fue director general de esta entidad durante cerca de siete años, hasta que presentó su renuncia a mediados de agosto de este año y esta fue aceptada por el presidente.
Este filósofo, abogado y doctor en Sociología Política de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París ha sido durante más de 30 años uno de los académicos con más experiencia en la comprensión del rompecabezas de las violencias colombianas y en la exploración de las maneras de superarlas. Fue coordinador de la Comisión de Expertos de la Violencia en 1987 y del Grupo de Memoria Histórica entre 2007 y 2011.
Se está cocinando una operación de revisionismo de las políticas públicas de memoria.
Lo más seguro es que con él también salga del CNMH un importante equipo de profesionales que lograron construir, con aciertos y desaciertos, una gran base de conocimiento en el trabajo con las memorias y la relación con las víctimas. Varios de ellos estuvieron vinculados primero al Grupo de Memoria Histórica y luego a algunas áreas del Centro, como archivos, construcción de la memoria histórica y pedagogía de la memoria.
El que casi fue director
A pesar de que declinó su postulación, conocer la hoja de vida de Torrijos nos puede servir para ver que proyecta para este puesto el gobierno Duque. Torrijos fue hasta hace poco y durante 19 años profesor de planta de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
Periodista de formación y magíster en Relaciones Internacionales, tiene experiencia docente, investigativa y de consultoría en política exterior, asuntos estratégicos de seguridad nacional y cooperación entre Estados Unidos y Colombia. Ha sido asesor del Ministerio de Defensa y miembro de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas en 2015.
Es reconocido por ser un defensor de la memoria histórica institucional de las Fuerzas Armadas y un crítico del proceso de paz con las FARC y de la mesa de diálogos con el ELN.
Según algunos medios de opinión su desvinculación de la Universidad del Rosario se debió a la falsedad de su título doctoral en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y de una supuesta estancia posdoctoral en Asuntos Estratégicos en Seguridad y Defensa. Este escándalo nos puede dar una idea de lo que está en juego con alguien así en la dirección de una entidad encargada de pluralizar las memorias del conflicto.
El CNMH debe hacer una lectura compleja de las lógicas regionales, de la multiplicidad de agentes armados implicados, de las consecuencias que han sufrido los civiles en el conflicto armado, para llegar a una construcción del pasado.
Uno de los logros del Centro es haber transitado el difícil camino de posicionar relatos en plural sobre lo sucedido en el conflicto político y armado en Colombia. Esta memoria se vería seriamente cuestionada si se fortalece la posición, que muchos asociaban con Torrijos, según la cual los militares y policías han sido víctimas del conflicto armado que se pueden poner al mismo nivel de los civiles que han padecido la guerra.
Siete años del CNMH
El CNMH ha sido durante siete años un espacio de investigación académica, divulgación pública y sensibilización social sobre los diversos sentidos de la violencia en el país. Su trabajo ha permitido «valorar socialmente» y «articular institucional y globalmente» estrategias, prácticas, recursos y principios de trabajo con las víctimas.
Todo esto no puede tirarse a la basura con la escoba de una nueva dirección. En un reciente informe de balance hecho por el mismo Centro, se destaca que en estos siete años el CNMH logró:
- Hacer 140 publicaciones, incluyendo 80 informes de esclarecimiento;
- Recoger 13.000 testimonios de desmovilizados;
- Sistematizar 330.000 archivos de derechos humanos;
- Adelantar el proyecto Museo de Memoria Histórica de Colombia, y
- Crear un Observatorio de Memoria y Conflicto Armado con bases de datos de 592 fuentes institucionales y 10.236 documentos.
El CNMH ha sido una pieza en un tablero más grande de instituciones que trabajan por la construcción de las memorias, la búsqueda de la paz y el posicionamiento de la justicia transicional en el país. A pesar de todas las críticas que este trabajo ha recibido, se puede decir que el Centro ha sido una pieza sólida que debe mantenerse en diálogo con otras, como la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, Convivencia y No Repetición (CEV).
No se puede perder de vista uno de los dilemas que ha estado en el corazón del CNMH desde su inicio: ser parte de una matriz gubernamental y al mismo tiempo ser un espacio de pluralización de las memorias, de compromiso con las víctimas y de cogestión de los actores de la sociedad civil.
La intención de Duque de nombrar a Vicente Torrijos en la dirección de esta institución demuestra que se está cocinando una operación de revisionismo de las políticas públicas de memoria. Esta receta se está condimentando además con una endeble implementación, por parte del gobierno, de lo acordado en la paz firmada recientemente y con inmensos nubarrones sobre la Jurisdicción Especial para la Paz y la Comisión de Esclarecimiento.
El CNMH adelantó camino en la construcción de la memoria nacional, pero el trayecto sigue siendo largo.
Lo que posicionó con fuerza al CNMH en esta última década fue integrar los relatos en plural sobre lo sucedido en la guerra con explicaciones contextuales. De esta manera el Centro construyó lo que llamó memoria histórica. La nueva dirección no puede soslayar la importancia de reconocer lo hecho en esta materia, por respeto a las víctimas y a la sociedad, en general.
Pero no basta con el relato plural, ni con la explicación del contexto, dado que hay una nueva institución que exige mucho apoyo, como lo es la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad. Allí la apuesta es por una «narrativa integradora de sentidos», según ha dicho Francisco de Roux, su presidente. La nueva dirección del Centro tiene el reto de mantener el diálogo y la contribución a esta integración.
Hay que reconocer que el CNMH adelantó camino en la construcción de la memoria nacional, pero el trayecto sigue siendo largo. A esta construcción han contribuido múltiples actores políticos, académicos y comunitarios, en coyunturas de guerra y paz, violencias y transiciones. La nueva dirección debe ser consciente de este legado.
Lo más preocupante es que el nuevo gobierno parece no querer deslindarse de una memoria justificadora, heroica y legitimadora de las acciones de la Fuerza Pública en sus relaciones, muchas veces violentas, con territorios, pobladores y comunidades en todo el país.
Si se insiste en defender la hipótesis de que unas cuantas «manzanas podridas» desconocieron el deber esencial del Estado y actuaron por fuera de su misión asignada, habremos ratificado y consumado una vez más el revisionismo histórico de la derecha. Corresponde a las organizaciones de víctimas, a la academia y a la sociedad no dejar esta importante entidad a la merced del fantasma del revisionismo.
Jefferson Jaramillo, Profesor asociado y director del doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana.
Érika Parrado, Historiadora y politóloga, estudiante de la maestría en Estudios de Paz y Resolución de conflictos de la Pontificia Universidad Javeriana. Investigadora del equipo de Iniciativas de Paz del Cinep.