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El feminismo de Paula

Fuentes: ELN

Para las luchas que libramos los pueblos y sectores subalternos, rebeldes e insurgentes es un acto de justicia tener presente la memoria, honrar la vida y ejemplo de aquellas(os) que nos han precedido, que irrumpieron frente a lo establecido, normado y tradicional de sus tiempos. En preparativos al Mes internacional de las mujeres trabajadoras y […]

Para las luchas que libramos los pueblos y sectores subalternos, rebeldes e insurgentes es un acto de justicia tener presente la memoria, honrar la vida y ejemplo de aquellas(os) que nos han precedido, que irrumpieron frente a lo establecido, normado y tradicional de sus tiempos.

En preparativos al Mes internacional de las mujeres trabajadoras y de las luchas de las mujeres de nuestros pueblos, que se posicionan como anti neoliberales y antiimperialistas, nosotras, jóvenes elenas, nos hemos propuesto recuperar y reflexionar a partir de la vida y legado de la comandante Paula, conocida como la Perla Negra del Ejército de Liberación Nacional – ELN, quien falleciera el 9 de enero del presente año. La fuente que usamos son las palabras directas de la comandante en una entrevista realizada en el 2004, por el Sistema Informativo Patria Libre -Sinpal- [*].

De Familia Comunera

Paula nació en una familia de clase media, ganadera. En su entorno familiar desde muy joven, halló la libertad de decisión y capacidad de asumir las consecuencias tanto positivas como negativas de sus elecciones. Su padre llevó su crianza (después de quedar huérfana de madre a sus 4 años) y la de sus hijos varones, ésta estuvo caracterizada por condiciones de igualdad, don Crescencio respetaba sus decisiones de la misma manera que la de sus hermanos, ella reconoce que no tuvo una formación familiar diferenciada por el hecho de ser mujer.

Pudo compartir sus primeros quince años de vida con él, quien se oponía con fervor a la violencia física contra las mujeres. La figura paterna marcó en gran medida su ideal y accionar en la dirección grupal, sus compañeros de lucha califican a la comandanta como una mujer fuerte, leal y consecuente con el reglamento de la organización y sus principios, a la vez humana y capaz de escuchar y entender las sensibilidades individuales de las personas que la rodeaban. Hoy, sus compañeros la recuerdan por su gusto a escuchar noticias en la radio y a la poesía, características compartida con su padre.

Por sus hermanos(as) y padre supo que su madre fue una mujer muy trabajadora, que hacia cualquier labor en igualdad de condiciones que los hombres del hogar, una madre amorosa no solo con sus propios hijos(as) sino con las niñas(os) de su comunidad. Por ello, más allá de su familia consanguínea, la comandanta guerrillera consideró siempre al ELN como su familia, sin orden de distinción entre una u otra, siguiendo los valores inculcados de honradez, solidaridad y teniendo la claridad que, más allá de los tres hijos(as) que concibió, los elenos(as), miembros de la organización a la que había dedicado su vida, también podrían amarla como una madre y viceversa, dado que les demostraba su afecto en el ejercicio de la escucha hacia sus situaciones personales. Su familia era el pueblo, la clase humilde, trabajadora, los explotados(as) del mundo y por ellos y ellas luchaba.

Estudiando en un internado, siendo adolescente e influenciada por un profesor con ideas marxistas y revolucionarias, en pleno calor de los años 60, cargados de revoluciones y luchas que revolcaron las ideas de la época, como la revolución cubana, la guerra de Vietnam, el Mayo francés y el propio ambiente político en Colombia, empiezan los caminos políticos y clandestinos de nuestra Perla, participó en núcleos de la organización, asume responsabilidades en la militancia urbana, enfrentó tres detenciones, estuvo en varios espacios de conducción, hasta llegar a la Dirección Nacional en el año 2004, posteriormente encargada de responsabilidades diplomáticas e internacionales en el 2006, y por último en la Delegación de Diálogos con el Gobierno. En consecuencia, militó por cinco décadas en el ELN.

Paula y sus Afectos

Para las tareas que asumió en la organización, el desprendimiento de sus hijos(as) desde sus primeros años de vida significó un proceso complicado, doloroso, pero voluntario. En la lectura de la entrevista se puede apreciar que la comandanta posee una concepción de la maternidad, como papel secundario o subordinado a la lucha armada y popular, en una guerra donde muchos otros hijos e hijas del pueblo, han quedado desprotegidos ante el sistema asesino y opresor capitalista.

Paula fue una mujer que nunca se negó el placer de amar y ser amada. Anunciaba desde un inicio que su primer y mayor compromiso era con el trabajo de la organización. La combatiente no respondería a la idea de mujer dentro del concepto de familia tradicional, noción que aún no supera los estigmas de «mujer dentro del hogar», «buena esposa de…», «ama de casa ejemplar», «madre sacrificada», «fiel a pesar de cualquier circunstancia y comportamiento de su pareja», entre otros.

Desde su pensamiento y contexto, llegó a considerar el amor en su forma más amplia y profunda, sin ataduras que comprometieran los sueños y las labores de cada integrante de la pareja, por materializar sus expectativas personales. Para las mujeres como ella, en la que sus mayores problemas y angustias radicaban en la política y la revolución, el hecho de no sacrificarse y dejar de lado sus sueños por la vida de esposa y compañera, parece ser una anomalía. Tanto hombres como mujeres elenas con nuestras experiencias afectivas estamos llamados a construir practicas distintas, en las que juntos podamos amarnos sin renunciar a nuestros proyectos militantes, sin que para las mujeres se exijan sacrificios de pasar de ser sujeta social, a ser disminuida a otros roles fuera de la participación activa, para las que lo deseamos.

Mujer y Comandanta

Paula ha sido hasta el presente la única mujer en la Dirección Nacional del ELN, y una de las compañeras que ha reflexionado sobre el machismo en lo interno y los obstáculos para ejercer liderazgos, en una organización político-militar revolucionaria. Si bien no se reconoce como feminista, su vida y sus reflexiones dejan un legado, para las nuevas generaciones de mujeres, que permite ver los distintos matices presentes en el calor de la lucha de clases, junto con el peso de otros sistemas de opresión, que a veces quedan subsumidos o dejados en segundo plano, por lo que generalmente consideramos más importante. Frente a la lucha de clases, las luchas anti patriarcales y anti coloniales suelen quedar para después, no solo en el ELN sino en la gran multiplicidad de organizaciones marxistas-leninistas.

Paula como mujer elena revisaba y cuestionaba la organización, podemos decir que, desde su lucha contra la sociedad de clases, también estaba atravesada y confrontada por el machismo que la obligaba a esforzarse siempre el doble y a extremar actitudes duras y fuertes, para que no cuestionaran su autoridad y sus capacidades.

La comandanta Paula enuncia algunas dificultades para el ejercicio del mando, que nos permite de manera trans-generacional comentar y cruzar con otras vivencias de las que podemos hacer algunas consideraciones. En primer lugar, el ejemplo de Paula es considerado un caso extraordinario, ella, con sus herramientas cuestionó siempre el lugar de «reconocimiento» dado tradicionalmente a las mujeres como «la compañera de…» es la hora para que seamos reconocidas por nuestros propios méritos, nombradas por nuestros propios nombres y no a partir del compañero, con el que tengamos vida afectiva.

Como mujeres, el acceso, la disputa y el ejercicio del poder es un asunto fundamental para la construcción de nuestros liderazgos, en palabras de la comandante «si usted investiga sobre el comportamiento de mujeres jefes de personal, directoras de cárceles u hospitales, etc., son muy duras porque a la mayoría de los hombres, les queda grande aceptar una mujer de jefe, entonces a las mujeres nos toca extremar y asumir actitudes machistas, para evitar que nos violenten o para decirlo más concretamente, que nos saboteen nuestra autoridad».

Paula no habla de manera individual, su enunciación incluye a otras compañeras, lo manifiesta como una característica asumida. Nos preguntamos ¿Por qué la autoridad está asociada mayormente a los hombres? En lo concreto, la feminidad, la ternura y otras formas de dirección y conducción asociadas a las mujeres, son consideradas como señal de debilidad o condescendencia. Esta característica no es una regla o imposición del ELN, no está establecido en los estatutos ni reglamentos, pero nuestros dilemas no se escapan de lo que históricamente es, el despojo del poder y de la autoridad de las mujeres en la política y en las actividades militares. En la sociedad colombiana y latinoamericana las mujeres del pueblo no tienen muchas opciones de aspiración al poder, pero nosotras(os) como sujetas(os) de cambio, tenemos el deber de responsablemente enfrentarnos a este hecho, para erradicar estas contradicciones que nos alejan del mundo que apostamos construir.

En medio de las luchas por el reconocimiento por parte de nuestros compañeros varones, entre mujeres nos queda también el desafío de superar la competencia, la envidia, la falta de reconocimiento y las dificultades para admirarnos entre nosotras. Reflexiones de otras compañeras con responsabilidades de conducción, expresan la dificultad muchas veces de ser reconocidas por sus congéneres, estas situaciones son producto de las barreras existentes para la autoafirmación, la seguridad, la alta autoestima y el constante esfuerzo por demostrar todo el tiempo, cada segundo de nuestras vidas, que somos valiosas, buenas y capaces. Ya bastante dura ha sido la sociedad machista y capitalista con nosotras, bastante complicado es ganar reconocimiento en espacios de militancia, como para hacernos el camino más duro.

Nuestro Camino

Para quienes la leemos hoy, ya pasados catorce años de ser enunciadas estas reflexiones, es conveniente considerar el contexto al que perteneció Paula y en el que hoy vivimos y nos desarrollamos las elenas y elenos, como parte del sistema y cultura patriarcal imperante.

La guerrillera, con una perspectiva crítica señaló que, aun cuando el pensamiento de la organización es de trabajar por la transformación social, el aumento de la participación femenina y la igualdad de deberes y derechos entre hombres y mujeres, se pueden reconocer actitudes machistas, que atraviesan la vida y el accionar militante, como el juicio de valor más severo frente a la «inestabilidad afectiva» en las mujeres; la reproductiva identificación discriminante de un «sexo débil» y otro fuerte; la tardía promoción femenina en comparación al reconocimiento del trabajo masculino; de la «pareja ideal» como meta donde la figura femenina queda subordinada a la masculina.

Se pueden identificar retos en el trabajo de formación dentro de la organización, algunos ya los menciona en sus respuestas la dirigente guerrillera, otros, apreciables en el mismo discurso y en la cotidianidad de la organización, también deben ser visualizados para su transformación. Entre los otros desafíos podemos decir que todavía en el ELN persisten las dificultades para la promoción y el ascenso de compañeras en la línea de mando; se encuentra la lucha contra el ideal de masculinización de la mujer y de la toma por las mismas del machismo, como herramienta para la legitimación del poder; la imagen infravalorada de la paternidad en comparación con la maternidad, aspecto que afecta principalmente al hombre que queda privado de dar muestras de sentimientos y entrega total a sus hijos (as) porque, a interpretación del sistema machista, esa es una labor de las madres; la culpabilización de la mujer por su papel social, sin el debido análisis de que somos sujetos, también pertenecientes a dicho sistema, que nos consume por todas las vías posibles.

En comparación con la sociedad neoliberal, criminal, violenta y feminicida, el ELN representa para nosotras un hogar, una familia, una opción de emancipación y lucha, una organización en la que podemos debatir y construir con nuestras manos e ideas, además que avanza a la justicia y la no-impunidad ante violencias contra las mujeres, pues el acoso, la agresión física y la violencia sexual, son castigados. En el ELN está nuestro lugar y desde aquí nos posicionamos a lo interno de la organización y frente a la situación de las mujeres del pueblo en el país.

Entrevista completa en http://bit.ly/2qYjGeA

Notas

[*] Ana Salavarrieta. «Una Perla Negra». SINPAL, noviembre de 2004.

Fuente original: http://www.eln-voces.com/index.php/voces-del-eln/militancia/1464-el-feminismo-de-paula