Hace unas décadas atrás Fujiyama, proclamo el fin de la historia de la humanidad, a muchos nos tomo por sorpresa semejante afirmación (el titulo de un libro y el desarrollo de una teoría), pero hoy en agosto de 2009 declarar el FIN de la Concertación, como el conglomerado que ha gobernado Chile por espacio de […]
Hace unas décadas atrás Fujiyama, proclamo el fin de la historia de la humanidad, a muchos nos tomo por sorpresa semejante afirmación (el titulo de un libro y el desarrollo de una teoría), pero hoy en agosto de 2009 declarar el FIN de la Concertación, como el conglomerado que ha gobernado Chile por espacio de 20 años, no debería tomar por sorpresa a nadie.
Aquellas figuras que fueron visionarias y lograron desplazar a la dictadura enfrentándola en con las reglas del juego emitidas por ella misma, han pasado a segundo plano y no lograron crear bases ni personajes que interpreten el cambio, tanto interno del país, ni mucho menos de las condiciones internacionales vigentes.
La dirigencia, renovadora y revolucionaria de aquella época (fines del 80) se al quiloso, envejeció y se acomodo a transformarse en la administradora del legado legal dejado por la dictadura. Sus gobernantes que pasaron 8 años aterrados con un Pinochet empoderado y vigente ( 90-98 ) no fue capaz de crear las bases políticas de un cambio radical, se dedico a parchar la Constitución espuria del 80 y a colgarse de mala forma del proyecto económico de los neoliberales.-
Se pueden hacer muchas lecturas, acerca de los avances de los gobiernos de la Concertación, fundamentalmente en las políticas sociales implementadas por la presidenta Bachelet en estos últimos años, de allí su popularidad particular en la gente modesta y el beneplácito de quienes ven en el dialogo blando, la continuidad de sus privilegios.
Pero la gente cambia, la juventud se desencanta, se pierde el impulso de un objetivo común, como fue el origen de la Concertación, que no era otro que tumbar a la dictadura más sanguinaria que nos tocó vivir en toda nuestra historia republicana.
Las promesas incumplidas, de generar una sociedad más justa, menos individualista, más solidaria, con más igualdades de oportunidades en todos los campos, principalmente en la educación, se fueron transformando en frustración colectiva.
La falta de justicia y la corrupción que ha marcado el paso de los últimos años en los gobiernos concertacionistas, donde una situación como el emblemático proyecto del transantiago, no tiene un solo personaje enjuiciado ni mucho menos preso. Donde el presidente del senado un ex subsecretario del Ministerio del Interior de Pinochet (con responsabilidades políticas en los asesinatos de destacados dirigentes de oposición de la época) y el actual presidente del Tribunal Constitucional (otro personaje siniestro de la dictadura militar), son un reflejo flagrante del contubernio ha que se ha llegado para seguir en la teta del poder político.
Una cosa es el dialogo civilizado, para llegar a acuerdos de gobernabilidad y otro muy distinto es ponerse al servicio de los poderes fácticos, que están detrás de todas estas movidas políticas de inmovilización de la gente y adormecimiento de las conciencias.
La Concertación fracaso en todo esto y por ello pagara el costo, pues se vera reemplazada en las próximas elecciones presidenciales, donde además tiene al peor candidato que podía escoger, como es Eduardo Frei Ruiz Tagle, un personaje amorfo, sin gracia personal, que ha tenido que bailar al ritmo que le han puesto los partidos concertacionistas, haciendo piruetas para mantener el equilibrio en una repartija de los rastrojos de poder administrativo que les queda.