«Por cada inocente que caiga serán ajusticiados diez elementos marxistas indeseables …» Bando N° 30 de la Intendencia de la Provincia de Cautín. Temuco, 17 de Septiembre de 1973. «Todos los caminos llevan a Roma», dice el adagio popular, aunque a algunos los lleven de una manera forzada, sin que lo hubiesen pensado, como fue […]
Bando N° 30 de la Intendencia de la Provincia de Cautín.
Temuco, 17 de Septiembre de 1973.
«Todos los caminos llevan a Roma», dice el adagio popular, aunque a algunos los lleven de una manera forzada, sin que lo hubiesen pensado, como fue el caso de Alfonso Podlech que de Madrid voló a Roma, donde lo esperaba el fiscal Gian Carlo Capaldo. Nada de esto estaba programado en su viaje turístico a Europa. Podlech está acusado por la justicia italiana por la muerte y desaparecimiento de Omar Venturelli. Su juicio acaba de ser fijado por los tribunales para el 18 de Noviembre próximo. La querella contra Podlech, la presentó su viuda Fresia Cea, en 1998. Italia pidió la extradición de Pinochet por el caso Venturelli, cuando el dictador se encontraba detenido en Londres.
A más de un año de su detención en Madrid por el juez Baltasar Garzón en cumplimento de la orden emitida en Italia, el fiscal militar de Pinochet, que ejerció su función con mano de hierro, permanece encarcelado en el recinto de Alta Seguridad de Rebibbia (en los alrededores de Roma), donde están encerrados muchos otros peligrosos criminales como él. Podlech, lo dijo una vez, mostrando así sus profundas convicciones: «mal que mal un hombre que se ha jugado el todo por el todo» en la represión masiva, en la zona de la Frontera, en el sur de Chile, «y que tiene claro que volverá a ser militar el día que se lo pidan». Con estas afirmaciones demuestra bien que está consciente de lo que hizo, no se arrepiente y peor aún que volvería hacerlo (ver entrevista al «ex fiscal» en la Revista Hoy del 9 al 15 de febrero de 1983).
Desde el interior del Regimiento Tucapel de Temuco, Podlech, el hombre de confianza de Pinochet, trabajó sin descansar durante los 10 primeros años de la dictadura (1973 a 1983), a la cabeza de la represión a los partidos de izquierda y a todas las organizaciones sociales que canalizan la libertad de expresión de toda la ciudadanía, tales como: sindicatos, juntas de vecinos, asentamientos campesinos, centros de reforma agraria… de de la región de «La Araucanía». Como ya lo hemos señalado el hombre tenía convicciones políticas de ultra derecha y motivaciones no le faltaban para cumplir con su misión de: torturar, encarcelar, asesinar y hacer desaparecer. De fiscal militar, puesto que asumió, el mismo 11 de septiembre de 1973, continuó escalando grados hasta llegar a ser el jefe máximo de la Fiscalía Militar, «a contar del 14 de Febrero de 1974», según confirma la revista Hoy antes citada, donde aparece dando una entrevista, en los momentos que renunciaba a su cargo.
En el corto tiempo, solo 15 días, que estuvo en España, Podlech fue interrogado por el juez Garzón, cumpliendo con el procedimiento de extradición reclamado por Italia. Y alcanzó también a recibir la visita de «cortesía humanitaria» del cónsul chileno en Madrid. Ya en la capital española, las tentativas de sus abogados para liberarlo, por razones jurídicas o seudo-humanitarias, no tuvieron ningún éxito, considerando los contundentes antecedentes que avalan la solicitud de captura internacional.
La orden de extradición se aceleró tanto que el acusado no tuvo el tiempo de preparar su contraataque, por lo tanto no puso ninguna resistencia importante. Así el 13 de agosto del año 2008, el fiscal de los Consejos de Guerra del Regimiento Tucapel, ingresó a la cárcel romana. Y de ahí, hasta ahora no ha podido liberarse. Todas sus tentativas de su defensa en Italia por obtener el arresto domiciliario o la libertad condicional han recibido un categórico rechazó por parte del fiscal Capaldo y del Tribunal de la Libertad de Roma.
Por más que Podlech abogue su inocencia, sus argumentos no son creíbles, frente a las acusaciones que la justicia Internacional recibió por parte de las víctimas sobre: crímenes, torturas, desapariciones forzadas de personas y todo tipo de violaciones de Derechos Humanos, cometidas por él y toda su banda organizada en la cacería humana (muchos de ellos eran especializados en torturas). Los equipos de torturadores, tanto de su propia Fiscalía Militar o de los Servicios de Inteligencia militar (SIM), trabajaban de una manera mancomunada, en el «genocidio de toda la izquierda», de la región sur del país. Con dedicación especial en la represión contra el pueblo Mapuche, con brutal ensañamiento; tal como lo confirma en una entrevista, Jeremías Levinao, cuando dice que la represión: «fue masificada contra el pueblo mapuche por haber participado, de una manera destacada, en la profundización del proceso de la reforma agraria» (entrevista del mes de diciembre pasado, en Roma, de Annalisa Melandri, publicada en Chile en elclarin.cl). La venganza y el odio de clases de los poseedores de la tierra, grandes terratenientes del cual Podlech y toda su familia formaba parte, los llevó a realizar detenciones masivas. (Ver las largas listas de personas citadas a presentarse al Regimiento Tucapel, a través de los Bandos militares aparecidos en la prensa y radio.) Un solo ejemplo nos basta para darnos cuenta de esta característica, el Bando N.° 11 cita a 87 personas; entre ellas aparecen los nombres: del Dr. Hernán Henríquez, Esteban Pesle y Jécar Neghme (Diario Austral de Temuco del 13 de septiembre de 1973).
Según datos entregados por el funcionario de prisiones, Alfredo García Díaz, más de 2000 presos políticos habían ingresado a la cárcel por el solo mes de septiembre del 73 (testimonio del 7 de enero de 2002), información ratificada por los primeros presos políticos que llegaron a la cárcel de Temuco. Los equipos de Podlech y Ubilla, no descansaban ni de día ni de noche para desarticular los partidos de la izquierda y las organizaciones del tejido social, de la región. Había que eliminar a «los dirigentes del pueblo». La tortura fue el arma de guerra favorita que aplicaron sistemáticamente a la gran mayoría de los presos políticos. Sin contar las personas detenidas en sus casas, tanto en el campo como la ciudad y que en sus propios domicilios fueron interrogadas y torturadas. Nadie podía escapar a la máquina infernal que sembraba la muerte, el terror y que Podlech dirigía contra: jóvenes, viejos o niños. Respecto de esto último, detención de niños, un ex preso político de Temuco dice: «fui detenido con toda mi familia, mi esposa, mi hija de 5 años, mis tíos, mis primos de 8 y 14 años, no quedó nadie en casa» ( extracto del testimonio de la querella contra Pinochet, de Carlos López, en Madrid (24 de abril de 1999). La Fiscalía Militar desde el Regimiento impartía las órdenes a partir de las listas negras hechas por los Servicios de Inteligencia y de las informaciones obtenidas bajo tortura. También había listas que les llegaban a los militares de parte de los civiles que fueron opositores al gobierno de la Unidad Popular (UP) y que se aprovechaban de la oportunidad que les brindaba el golpe, para vengarse de sus vecinos, conocidos o cualquier otra persona que se suponía era de izquierda.
Lo que Podlech negó al conjunto de los presos políticos (hace ya más de 30 años), él lo tiene ahora, en Roma: un trato humano, el derecho de la legítima defensa, la protección de su persona, de sus familiares, condiciones de detención dignas (comida, atención médica, visitas de Cónsules, Obispos…). De todo esto, hoy día, Podlech puede beneficiar, además de hacer valer sus legítimos derechos de acusado. Paradójicamente, ninguna de las personas que fueron arrestadas por órdenes de la Fiscalía Militar que él dirigió, pudieron tener las más mínimas de estas garantías, anteriormente enumeradas. El fiscal Podlech, el capitán Ubilla y todos los otros miembros del equipo, se dedicaron a sembrar el terror, quebrando así numerosas vidas humanas. Resultado de toda esta terrible represión, la región sur de Chile cuenta hoy día con: 122 detenidos desaparecidos, 72 ejecutados, miles de ex presos políticos, centenares de condenados por los consejos de guerra, donde Podlech era el fiscal acusador. Únicamente en el mes de Marzo de 1974, más de 50 personas fueron condenadas por estos tribunales militares, según el Diario Austral de Temuco (del 23 de marzo de 1974). Presos políticos que pasaron años confinados en la cárcel de Temuco y otras cercanas de la región. Con el broche de oro final por los sobrevivientes, partir al exilio forzado que envió a «los 4 vientos», una gran mayoría de los presos políticos, familiares de estos y de los desaparecidos y tantas otras víctimas.
En el tiempo que Podlech lleva preso, en Roma, sus abogados y todos los otros que de una u otra manera lo apoyan, en ningún momento, lo han abandonado. Pero las cosas no tan sólo se han movido del lado de Podlech, también las víctimas directas que estuvieron en el Regimiento Tucapel, se han movilizados, para entregar sus testimonios a la Justicia Italiana; elementos que han ido conformando el puzle judicial, que el fiscal Capaldo ha ido dilucidando para llegar a la verdad, con las pruebas en la mano aportadas por las víctimas. Todos los indicios llevan al fiscal Podlech: testimonios escritos, orales, declaraciones de denuncias en los diarios, encuentros de víctimas en Roma etc., etc. Para muchos el camino que los llevó a Roma, empezó hace más de 35 años, en Temuco, en el Regimiento Tucapel o la Penitenciaría de la capital de la Frontera. ¿Quién de las miles de víctimas, chilenas o extranjeras, hubiera pensado que un día se encontrarían en Roma? La Justicia Internacional los reunió, porque en Chile la impunidad protege a los violadores de los Derechos Humanos. La justicia chilena, desde décadas hizo caso omiso, en un primer tiempo, de los recursos de amparo, habeas corpus (en la época de la dictadura) y posteriormente de las querellas presentadas por los familiares de los desaparecidos. Ellas duermen durante años en los tribunales, para después ser rechazadas, sobreseidas o se le aplica la Ley de Amnistia (de 1978). Por el caso Venturelli, cuatro rechazos, tres por Esteban Pesle y uno por el Dr. Hernán Henríquez, por mencionar los casos más conocidos, tanto en el plano nacional como internacional. Aunque el esfuerzo material, para las víctimas sea colosal, todas ellas no tienen otra alternativa que confiar en la Justicia Internacional. Los crímenes de lesa humanidad y los genocidios son imprescriptibles, los responsables de estos delitos, sean ellos con uniforme o no, no podrán nunca más estar tranquilos. Las víctimas los seguirán denunciando hasta que comparezcan delante de un juez, para rendir cuenta de sus fechorías. Y ninguna ley de punto final podrá protegerlos en Chile.
Desde los primeros días de su detención hasta ahora, el fiscal Podlech ha mantenido el mismo discurso: que él «es inocente», «que no tiene nada que ver en las exacciones relativas a Derechos Humanos». A fin de cuentas él es una especie de «blanca paloma». Pero detrás de la cínica máscara de: hombre de «leyes», abogado, empresario, profesor universitario, un «noble» muy respectado de la región sur de Chile, miembro del Tribunal Calificador de Elecciones, se esconde el fiscal militar, jefe supremo de la Fiscalía Letrada Militar de Temuco, el hombre frío, calculador, el cerebro, en tanto que planificador y el ejecutor «en la guerra sucia», con su compinche, el Capitán Ubilla jefe del SIM. Estos dos siniestros personajes son los que están en lo más alto de la pirámide de mando militar, en lo que concierne la represión. Nadie más que ellos dos tenían el poder de decisión sobre la vida o la muerte de los presos políticos que entraban en el vientre de la «bestia inmunda» del fascismo chileno de Pinochet.
Hoy día la defensa de Podlech es débil, en resumen, él no era fiscal militar entre el 11 de septiembre de 1973 a febrero de 1974. Según él, su cargo de fiscal militar lo había asumido, en marzo del 74, justo cuando se dieron los grandes Consejos de Guerra, contra los dirigentes sociales y el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Burda coartada que no le protege en nada. Basta tomar algunos casos emblemáticos de detenidos desaparecidos para desmentirlo, así como algunas declaraciones de ex presos políticos y de ciertos uniformados que se han visto forzados a declarar respecto a Podlech.
Casos de Detenidos Desaparecidos del sur de Chile:
Caso Esteban PESLE.
El caso Esteban Pesle, un ciudadano franco chileno detenido desaparecido de la zona, del cual se perdió su rastro el 19 de septiembre de 1973. En el expediente que se encuentra en la justicia francesa, querella interpuesta por sus familiares en París, el nombre del fiscal Podlech aparece como el hombre que en la primera detención, el 12 de septiembre, decidió de dejarlo en libertad, para algunos días después decidir de arrestarlo una segunda vez y así hacerlo desaparecer. Como puede verse Podlech desde el 11 de septiembre de 1973 tenía un poder enorme: libertad o cárcel, vida o muerte.
Caso Hernán HENRÍQUEZ.
En el caso del asesinato y la posterior desaparición del cuerpo del Dr. Hernán Henríquez, su viuda Ruth Kries relató, al fiscal Capaldo, (el 2 de diciembre pasado) que ella se entrevistó varias veces con el fiscal Podlech, para suplicarle que le entregara, aunque fuera sin vida, el cuerpo de su amado. También aquí fue el fiscal Podlech quien decidió: «que los marxistas no tenían derecho a tener una sepultura».
Caso Omar VENTURELLI.
Respecto del caso del detenido desaparecido, Omar Venturelli, existe el testimonio directo de Pablo Berckenko, que dice haber visto a Omar en el interior del Regimiento Tucapel, en muy mal estado físico y que incluso pudo intercambiar brevemente un diálogo. Venturelli por intermedio de Berchenko, le envió un mensaje a su esposa : «que se asilara con su hija» (menor de edad). Lo que demuestra bien que Venturelli estaba consciente del peligro que estaba corriendo, en manos de sus represores y torturadores. El profesor Berchenko de la Universidad Católica de Temuco, conocía bien a Omar Venturelli ya que eran colegas de trabajo.
Venturelli del Regimiento fue trasladado a la cárcel de Temuco, donde estuvo con varios otros presos políticos, con los cuales convivió, hasta que la fiscalía militar, emitió una orden de «libertad» (firmada por Podlech). En realidad Venturelli fue excarcelado con este pretexto, pero en las puertas de la penitenciaría lo esperaban los militares que se lo llevaron y lo hicieron desaparecer, el 4 de octubre de 1973, como lo hicieron con otros detenidos a lo largo del pais.
Testimonios de ex uniformados contra Podlech:
Testimonio del gendarme GARCÍA.
Existen numerosos testigos importantes, incluso de ex uniformados los que declaran haber visto a Alfonso Podlech, con uniforme, tanto al interior de la cárcel de Temuco, como en el Regimiento Tucapel, ejerciendo su función de fiscal militar. El testimonio del teniente de Prisiones Alfredo García señala que para el día del golpe, el martes 11 de septiembre, se encontraba de turno, en la guardia interna de la penitenciaría, éste recuerda bien que pudo ver la llegada de Podlech, con uniforme verde oliva del ejército (del careo en Chile, entre el gendarme García y Podlech, en Enero de 2002). El fiscal llegó allí, el primer día de haber tomado su cargo, con el fin de liberar los militantes del grupúsculo armado de «Patria y Libertad» (de ultra derecha), del cual él mismo formaba parte. Estos miembros de «Patria y Libertad», estaban en la cárcel por delitos de terrorismo y sabotaje, durante el gobierno de Salvador Allende.
El sargento MORENO del SIM acusa al fiscal militar.
También el testimonio de su colega del SIM, el sargento Orlando Moreno Vasquez, quien lo conoció bien, acusa Podlech de ser el jefe de la Fiscalía (testimonio, en Chile, del ex uniformado Moreno del 18 de Julio de 2003). La mayoría de los presos políticos que pasaron por la salas de tortura del Regimiento Tucapel, conocieron bien el no menos siniestro sargento Moreno, quien además de pertenecer a los equipos de torturadores, tenía la misión del traslado de los presos, del Regimiento a la cárcel. O bien, en el traslado de la cárcel al regimiento. Era el sargento Moreno quien llegaba a la cárcel, con las órdenes firmadas por Podlech, para que el preso político fuera inscrito en los libros de registros de detenidos. Esta contabilidad de ingresos y salidas de presos, es la que permite, en el caso de Venturelli, de llegar a esta última información. Los registros de la cárcel son indesmentibles y pese al golpe de Estado estas normas de seguridad administrativa, se reforzaron aún más. Nadie tenía la posibilidad de fugarse de la cárcel, los controles eran estrictos. Los presos políticos estaban a la disposición de la Fiscalía Militar y en cualquier momento Podlech podía mandar al sargento Moreno u otro funcionario, para que lo llevaran de nuevo al Regimiento.
Testimonio de las víctimas:
Víctor MATURANA, ex preso político de Temuco.
Otra prueba contundente que acusa a Podlech, es el testimonio del ex preso político Víctor Maturana, que fue detenido el 13 de septiembre, en los primeros días del golpe en Temuco. Estuvo condenado en primera instancia, por la Fiscalía, a la pena de muerte y posteriormente su condena definitiva fue de presidio perpetuo más 5 años, «por traidor a la Patria». Maturana era un ex oficial de Carabineros acusado de tener militancia de izquierda. Víctor Maturana, en uno de los tantos viajes que hizo de la cárcel a la Regimiento donde era torturado, tuvo una entrevista con Podlech. Maturana no pudo olvidar que estuvo frente al «Sr. fiscal de la vida o de la muerte» y según él: «era Podlech quien hacía y deshacía», aunque en esos primeros días del golpe, en el mes de septiembre de 1973, Podlech todavía no era el jefe de la Fiscalía Militar Letrada de Temuco, ya que en el papel aparecía el Segundo Comandante del Regimiento, Luis Jofré. Maturana afirma haber visto en la entrevista «a Podlech de uniforme, revólver al cinto». Era éste quien llevaba la batuta en las operaciones represivas.
El testimonio legalizado, Maturana lo entregó al cónsul de Italia en Argentina, lo que significa que su declaración ya debería estar en manos del fiscal Capaldo, junto a los otros testimonios que siguieron sumándose al sumario…
Los testimonios de las víctimas reunidas en Roma.
Dentro de las pruebas y acusaciones que han ido apareciendo, desde que Podlech llegó a Roma y que vale la pena señalar, está el grupo que se reunió en la capital italiana y que declaró ante el fiscal Capaldo, en los primeros días de diciembre pasado. Este pequeño grupo de víctimas, originarios de la región de la Araucanía y que conocieron bien al fiscal militar Podlech estaba formado por: Ruth Kries, esposa y viuda del Dr. Hernán Henríquez, Jeremías Levinao, dirigente campesino-Mapuche y Carlos López, estudiante universitario (en la época). Estas dos últimas personas son ex presos políticos de la cárcel de Temuco, torturados y condenados en Consejo de Guerra por el fiscal acusador Alfonso Podlech. Estas tres víctimas de Podlech viajaron a Roma, desde Alemania y Francia respectivamente, donde continúan el exilio y se entrevistaron con el fiscal Capaldo, aportando nuevas pruebas de la responsabilidad que Podlech tiene en los casos de desaparecidos, torturados o ejecutados por ordenes de la Fiscalía Militar de Temuco.
Ruth Kries hizo su viaje a Roma para relatar el caso de su esposo, el Dr. Henríquez, cuyo cuerpo jamás ha encontrado, pese a sus innumerables gestiones para poder obtener, aunque fuera una «pequeña lucecita de la verdad». También el caso del Dr. Henríquez se asemeja mucho al de Omar Venturelli, ambos aparecen al mismo tiempo en los Bandos Militares, pasaron por el Regimiento Tucapel de Temuco, estuvieron en las mismas manos de los equipos de torturadores y desaparecieron casi al mismo tiempo. La única diferencia está, que en el caso de Dr. Henríquez, hubieron dos Bandos Militares, el primero al momento de su detención (Bando N° 11, una lista con 87 personas) y el segundo para confirmar su muerte, por «ley de fuga» (una burda mentira que se le aplicaba a todos los presos que fueron fusilados). El testimonio que entregó Ruth Kiries a la Justicia en Italia fue tan irrefutable que el fiscal Capaldo determinó inmediatamente preparar un careo, entre la viuda del Dr. Henríquez y Podlech. El testimonio de Ruth hunde mucho más el acusado, a tal punto que es muy probable que la justicia italiana abra una nueva querella contra el fiscal militar de La Araucanía.
Una larga entrevista de Ruth Kries apareció en el diario electrónico rebelion.org, donde cuenta cómo enfrentó al asesino de su esposo y como en la propia cara de Podlech le dijo que era «un criminal». Ruth se acuerda bien que en Chile se entrevistó, «al menos en tres o cuatro oportunidades», con el fiscal militar de Temuco y que incluso en una de esas entrevistas, cuando quería retirar el cuerpo de su esposo, «para acariciarlo por última vez antes de entregarlo a la tierra, el fiscal Podlech se lo negó» y con prepotencia le dijo: «los enemigos de la patria no tienen derecho a una tumba».Con esta frase Podlech muestra el profundo odio que lo lleva incluso a vengarse de los muertos, rompiendo con el deber humano, que toda sociedad civilizada tiene, de darle una digna sepultura a todos sus muertos. Podlech con esta frasecita resume perfectamente el terror, la barbarie y el poder absoluto que reinó, durante todo el período dictatorial.
Testimonio de Herman CARRASCO, sobreviviente del caso «Asalto al Polvorin en Temuco».
También como uno de los últimos testimonios claves, que declaró ante el fiscal Capaldo y que se careo con el acusado tenemos la declaración de Herman Carrasco, quien viajó a Europa, por la primera en su vida, para aportar su relato como uno de los sobrevivientes de la matanza del caso denominado «El asalto al Polvorín del Regimiento Tucapel». Herman Carrasco era un estudiante de la Universidad de Chile de Temuco, dirigente estudiantil y encargado las Juventudes Comunistas, era miembro de la dirección regional de su partido. Nueve miembros de esa oraganización fueron arrestados y torturados en el Regimiento Tucapel y sólo dos miembros de ese grupo se salvaron «de milagro»: el profesor Buholzer de la Universidad Técnica y el estudiante de la Universidad de Chile Herman Carrasco Paul. Según este último una verdadera «orgía de torturas indescriptibles» fue el calvario a los que fueron sometidos estos presos por el equipo de Podlech y el Capitán del SIM Nelson Ubilla. Como ya estaba predestinado que todos iban a morir, en una de las últimas sesiones de torturas, los militares actuaron a rostro descubierto quitándoles las vendas a sus victimas.
Herman Carrasco y el profesor Buholzer se salvaron porque eran familiares directos de uniformados, que debieron rogar a Podlech y Ubilla que se les perdonara sus vidas. Y fue así como una hora antes que fusilaran sus compañeros, Carrasco y Buholzer fueron traslados a la cárcel de Temuco (el 10-11-1973). El día 11 de noviembre, el diario «Austral de Temuco titulaba: «Intentaron volar el polvorín de Tucapel». El artículo habla que la noche del 10 de noviembre «a las 23.45 horas un grupo de terroristas intentó volar el polvorín del Regimiento Tucapel» de Temuco. La verdad de esta masacre es que Podlech y Ubilla habían determinado aniquilar físicamente la dirección del partido Comunista de la región de Cautín de la época. Fue una operación de descabezamiento de los comunistas, a tal punto que eran muy pocos los presos políticos que se encontraban, en la cárcel como militantes del Partido Comunista (PC). Aparte de Carrasco y Buholzer, Podlech nunca pudo hacer pasar por sus Consejos de Guerra, a ningún miembro de este partido. Sin embargo los dos únicos sobrevivientes «de la masacre del Polvorín» estuvieron presos hasta mediados del año 1975, pese a que no tenían ninguna acusación concreta. Carrasco el mismo día de su liberación supo que el fiscal Podlech había determinado de arrestarlo de nuevo, para eliminarlo. Por lo tanto Herman Carrasco huyó a Santiago, donde se sumergió en la clandestinidad.
Herman Carrasco quien nunca ha podido olvidar este episodio sangriento y el montaje grotesco que los militares hicieron: que él y sus compañeros habrían planificado e intentado asaltar el polvorín del Regimiento Tucapel, en los momentos en que ya todo estaba controlado en Temuco, desde el primer día del Golpe de Estado. Es más, al momento del montaje de la Fiscalia ellos llevaban varios días siendo torturados en el Regimiento. Es por todo lo anterior que Herman Carrasco sigue luchando en Chile para rescatar el honor de sus compañeros, su compromiso es tan grande que no dudó ni un minuto y en tanto supo que debía venir a Europa, decidió inmediatamente tomar el primer avión y presentarse ante el fiscal Capaldo. Y después de relatar con lujo de detalles, durante horas y horas, lo que Podlech y Ubilla hicieron con él y sus compañeros, el fiscal Italiano decidió que Herman Carrasco enfrentara Podlech. A más de 35 años del famoso «asalto al polvorín», uno de los sobrevivientes de esta masacre enfrentó al fiscal militar Alfonso Podlech, ya no desnudo e inerme como las veces anteriores, ni amarrado a «la parrilla eléctrica» o colgado. Carrasco se enfrentó cara a cara con el criminal el 5 de febrero del presente año, en una cárcel de Roma. Todas los actos de tortura, crímenes contra la humanidad, casos de desapariciones forzadas de personas, víctimas de la «ley de fuga» etc., conducen al fiscal Alfonso Podlech, que sigue detenido en la cárcel de Roma, a la espera de su juicio que se iniciará el 18 de noviembre próximo.
Difusión: Collectif des Droits de l’Homme au Chili (en France)