El 18 de febrero comenzó en Bogotá el “I Encuentro Regional de Foro Madrid” organizado por el partido de ultraderecha español VOX con el objetivo de frenar “la posible victoria del Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla en Brasil y Colombia”, que representaría “un grave peligro para los demócratas”.
Ante el fracaso de los partidos de derecha latinoamericanos de consolidar proyectos comunes, VOX, desde la llamada “madre patria”, tomó la iniciativa de darle un marco de referencia a un conjunto de partidos y personalidades de la derecha conservadora tradicional y de la nueva -y vieja- ultraderecha regional.
Los gobiernos progresistas, en el más amplio sentido de la palabra, son vistos desde los adherentes al Foro a través de una óptica reduccionista y sin matices, como si fueran un bloque homogéneo que habría caído en las garras de comunistas de toda calaña. Utilizando el lenguaje típico de la “guerra fría” que atrasa 50 años el Foro Madrid alerta del avance amenazante del “castro-comunismo”.
Para contrarrestarlo, dicen que hay que “impulsar proyectos que sirvan para difundir y consolidar la cultura judeocristiana occidental a ambos lados del Atlántico, frente al embate de la guerra cultural marxista, que busca demoler los cimientos de nuestra civilización”. Asombra -o tal vez no- la utilización de términos similares al lenguaje de los militares que encabezaron tantos golpes de Estado en el siglo pasado e instauraron algunas de las dictaduras más sangrientas de la historia latinoamericana.
No es casual, VOX es la continuidad del franquismo, que llegó al poder por medio de un golpe de Estado, instauró una dictadura sangrienta, asesinó y desapareció a miles de personas y enterró la democracia en nombre de la “libertad”.
El evento, inaugurado desde Madrid por Santiago Abascal, el líder de VOX y con una bandera del Reino de España a sus espaldas, contó con representantes de diferentes países, incluyendo al expresidente de Colombia Álvaro Uribe y María Corina Machado de Venezuela.
Esta última es recordada por su participación en el golpe de Estado que derrocó por 48 horas a Hugo Chávez en abril 2002 y por haber firmado el acta que designaba a Pedro Carmona como presidente de Venezuela mientras se ordenaba la disolución de la Asamblea Nacional electa democráticamente.
La elección de Bogotá para realizar el Foro no es casual. El 19 de mayo hay elecciones presidenciales y el progresista Gustavo Petro aparece como el favorito que incluso puede ganar en primera vuelta. Por eso no llamó la atención que para demonizar a Petro lo acusaran de querer “entregar Colombia a las mafias del narcotráfico”, como si Colombia no fuera hace décadas el principal exportador de cocaína del mundo y no hubiera estado gobernado durante ocho años por Álvaro Uribe, justamente uno de las figuras más reconocidas del Foro Madrid.
Como dato anecdótico vale señalar que el argentino Javier Milei, recientemente elegido diputado y considerado la nueva “estrella” libertaria, no participó porque lo hicieron esperar cuando tenía que hablar y dijo que su agenda era muy apretada “para tales errores”.
Las palabras que más se escucharon durante el Foro fueron las seductoras “libertad” y “democracia”. Pero son máscaras huecas que esconden ideas autoritarias y conservadoras acordes a las peores tradiciones políticas del siglo veinte.