Habilidad, suerte y artimañas le han permitido a Álvaro Uribe sortear con éxito los ventarrones que él mismo propicia. Pero la continua revelación de errores, abusos e inequidades carcomen el andamiaje del presidente, que a codazo limpio busca otra reelección. En el horizonte económico hay nubarrones, y, como dice Jorge Robledo, es muy difícil hacer […]
Habilidad, suerte y artimañas le han permitido a Álvaro Uribe sortear con éxito los ventarrones que él mismo propicia. Pero la continua revelación de errores, abusos e inequidades carcomen el andamiaje del presidente, que a codazo limpio busca otra reelección. En el horizonte económico hay nubarrones, y, como dice Jorge Robledo, es muy difícil hacer buena política con mala economía. YVKE Mundial habló con el senador sobre estos y otros temas.
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Jorge Enrique Robledo nació en Manizales, en el departamento de Caldas, en 1950. Una región de colonización paisa, montañosa, de una gran riqueza agrícola y un verdadero enclave cafetero. Jorge es un luchador de vieja data; desde hace más de 30 años está vinculado al Movimientos Obrero Independiente Revolucionario, el MOIR, el cual hace parte actualmente del Polo Democrático Alternativo. Es senador desde 2002 y ejerce actualmente su segunda legislatura.
El senador es una de las voces más significativas de la política colombiana. Sus posiciones presentan una virtud extraña en nuestro tiempo: la coherencia. En un estamento legislativo que parece una vitrina, en donde muchos senadores y representantes se ofertan al mejor postor, o donde ya están vendidos de antemano, a narcotraficantes, paramilitares, o a DMG, o al presidente, quienes andan con la dignidad acuestas no la tienen fácil.
En Colombia la maldad y la corrupción sí pagan. Dan más réditos, agencian más control de licoreras, loterías o auxilios, y más pantalla y entrevistas con Claudia Gurisati en RCN, o en cualquier otro programa de la farándupolítica. Así que a las dificultades propias de la oposición política, hay que añadirle las aún mayores de esa contravía que es la honestidad senatorial, consigo mismo, con la institución, y, sobre todo, con el país.
Jorge Robledo ha puesto la cara por el campo, en un país con el musgo todavía fresco, en el que lo rural no importa o se desprecia. Por la educación, por los derechos humanos, por las minorías, en fin. Y es conocida su oposición a los TLC. Sus críticas han sido un dolor de cabeza para el gobierno, empecinado en sacar adelante esta arma de doble filo. A continuación, la entrevista sostenida con el senador Robledo.
En materia económica, todos los indicadores andan de capa caída. Y hay un contexto de crisis mundial. El gobierno colombiano habla de que está blindado, de que se han tomado medidas eficaces, y la oposición y otros sectores sostienen que eso no es así, y que hay una dificultad creciente en una economía dependiente y con problemas sociales estructurales y gravísimos. ¿Cómo ve usted esta situación?
Todo indica que la crisis, que empezó en EE.UU. y que es mundial, va a tener proporciones gravísimas. América Latina va a sufrir, sin duda alguna, en todos sus países, y de acuerdo con mis análisis, Colombia es uno de los países que más va a padecer. Colombia depende mucho de sus ventas a los EE.UU., y una parte grande de la exportación de materias primas está cayendo. Y depende bastante de las exportaciones a Ecuador y Venezuela, que son economías que seguramente van a resentirse. Hay un déficit grande de la balanza de la cuenta corriente, tenemos déficit fiscal, tasas de interés altas, tasas de inflación altas, uno de los mayores desempleos del continente, luego, por donde lo miremos, están prendidos todos los bombillos rojos del tablero que marca la economía colombiana.
El presidente Bush fue un defensor de los tratado de libre comercio. El nuevo gobierno de Barak Obama seguramente traerá nuevas prioridades y otros vientos. El TLC con los Estados Unidos, que tanto ha buscado el gobierno de Álvaro Uribe, ¿en qué está ahora? ¿Ha muerto, o es una vaga idea que aún puede revivir?
La prensa en Washington dice que ese tratado ha muerto. Que si más adelante viene uno con el gobierno de los EE.UU., tendría que ser otro, con otro trámite. Ahora, la pregunta que habría que hacerse es si el nuevo gobierno de Barak Obama va a promover la idea de esos tratados de libre comercio o no. Tengamos en cuenta que el impacto de la crisis económica en el libre comercio puede ser importante, por lo menos formalmente. Son cada vez más los estadounidenses que le adjudican a efectos del libre comercio su desempleo y su pobreza, cosa en la que tienen razón. Así que temo que ese tratado está definitivamente empantanado. Primero, por las razones económicas que hemos hablado, y segundo, porque el presidente Uribe nunca pudo explicarle a los demócratas norteamericanos las muchas cosas que lo untan, o que lo vinculan, con los horrores del paramilitarismo en Colombia, y de la violencia contra los sindicalistas.
Usted ha advertido que los tratados de libre comercio que el país pretende firmar con Canadá y la Asociación Europea de Libre Comercio (Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein) son copias del TLC con los Estados Unidos. ¿Qué son, verdaderamente, estos tratados?
Cucarachas del mismo calabazo, con respecto al de Estados Unidos, dirían aquí con gracias nuestros compatriotas costeños. Es la misma lógica del libre comercio, o sea, es ese mundo que quieren organizar en función de las transnacionales y de los imperialismos, en donde los pueblos, como el colombiano, los latinoamericanos, somos la carne del cañón, en beneficio de minorías cada vez más poderosas, de escala global, y de minorías vendidas, entregadas, o regaladas en estos países a esos intereses extranjeros. Son expresiones de eso. El gobierno ha tramitado esos dos tratados, y está tramitando uno con la Unión Europea, que hay que denunciar con especial fuerza, porque la Unión Europea suele presentarse en América Latina como una cosa diferente al imperialismo norteamericano, y cada vez se comprueba que no es así. Europa ha acabado de romper la unidad que se creó alguna vez en la Comunidad Andina. Y eso hay que denunciarlo, señalar que son cucarachas del mismo calabazo, diseñadas en beneficio de los poderosos de la tierra y para hambrear más a los pueblos del mundo, particularmente, a los pueblos de América Latina, y, en este caso, al de Colombia.
El país está en un aprieto fuerte con el derrumbe de las pirámides y la intervención de captadoras de dinero, como DMG. ¿Cuánto puede llegar a afectar realmente este tema la economía general del país?
No es fácil. Todavía no se conocen cifras precisas. Se habla de dos y hasta tres billones de pesos, y de un millón de colombianos afectados. Una cosa sí es segura: en ciertas regiones del país el impacto ha sido inmenso, como en los departamentos de Putumayo, Nariño, Cauca, etc., lo que contribuye con la complicación de las cosas. Yo he dicho que este fraude de las pirámides va a ser como la sal en la herida, que se le va a echar a la crisis económica general. Recordemos que no sólo es el impacto de la crisis mundial lo que está afectando a Colombia. La economía colombiana empezó a caer fuertemente desde hace un año, antes de que empezaran los efectos de la crisis económica mundial. Así que tenemos tres cosas juntándose: una desaceleración grande de la economía, ajena o por lo menos no determinada por la crisis; la propia crisis mundial, y, además, el problema de las pirámides. A mí no me sorprendería, entonces, que 2009 y 2010 sean años muy difíciles para la economía colombiana.
Colombia fue evaluada hace poco por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Hubo tres informes totalmente distintos, del gobierno, de la comisionada de la ONU, y de las ONG. ¿Qué cambios, para bien o para mal, han habido en Colombia en esta materia?
El gobierno nacional alega que las cosas han mejorado bastante. Sin embargo, si uno se atiene a los informes de la Organización de Estados Americanos, de Human Rights Watch, de las organizaciones de derechos humanos en Colombia, de los propios escándalos, pues tenemos que la situación sigue siendo extremadamente grave. En Colombia, la vida se pierde con bastante facilidad. No es cierto que el paramilitarismo haya desaparecido. La guerrilla sigue actuando con fuerza en no pocas regiones del país. Hay horrores, como eso que se ha llamado «el escándalo de los falsos positivos», donde miembros del ejército, en número importante, contrataban secuestros con organizaciones delincuenciales, para después asesinar a jóvenes de los barrios populares y cobrar algún tipo de recompensas por ellos. Así que la situación de los derechos humanos en Colombia sigue siendo muy grave. El número de sindicalistas muertos este año sigue siendo alto. Colombia es el país del mundo con el peor record en muerte de sindicalistas. Estamos bien lejos de tener un escenario que se parezca siquiera de modo remoto a la normalidad.
El café, según el director de la Federación Nacional de Cafeteros, Miguel Silva, pasa por un buen momento. Usted, que conoce de cerca el tema, ¿ve tan halagüeña la realidad de los cafeteros?
En un debate reciente en el Senado, sobre seguridad alimentaria, señalé cómo uno no encontraba cuáles podían ser las razones del doctor Silva para el optimismo. Él dice que estamos en una situación muy buena, pero los precios internacionales del café han bajado 40 centavos de dólar en los últimos seis meses. Una caída bárbara, de uno sesenta y algo a uno veinte. Un indicador bien malo. Los precios internos están en 500 mil pesos por carga, que en las condiciones de los costos colombianos es bastante malo. Y hay disminución de la cosecha. Por eso creo que no es cierto que las cosas estén bien. Más en un sector, y esto se oculta de manera sistemática, en donde el 95% de los cafetales son inferiores a 5 hectáreas. O sea, estructurado sobre la base del minifundio, con toda la pobreza que va implícita en tal situación. Entonces lo que tenemos son frases para la propaganda y para halagar al gobierno, porque la Federación Nacional de Cafeteros es una especie de extensión, de Ministerio del Café, controlado por el jefe del estado. Son más bien asuntos publicitarios y no que las cosas estén realmente bien.
El petróleo en Colombia no brota de ningún pozo ni aparece por ningún lado. Se habla de ingresos por más de 4000 millones de dólares, a raíz del alza reciente, lo que equivale a unos ingresos 160% más altos que los del año anterior. Pero los precios internacionales vuelven ahora en picada hacia abajo, y las perspectivas parece que cambian. ¿Cómo está el país en materia petrolera?
Ahí tenemos dos dificultades. Una, de corto plazo, que usted menciona, de la caída de los precios internacionales. Colombia no es un gran exportador de petróleo, pero exporta una suma para nosotros significativa. La caída de los precios internacionales, que, me temo, se va a estabilizar o va a aumentar en su descenso, nos crea un problema. Pero lo más grave que vive la economía petrolera colombiana es de orden estratégico. Colombia viene perdiendo su autosuficiencia petrolera desde hace rato, las reservas del país descienden hace bastante, y las medidas equivocadas del gobierno no han podido corregir el fenómeno. Entonces, estamos en una situación difícil, porque Colombia podría terminar convirtiéndose en un país importador de petróleo, perdiendo su autosuficiencia y, por supuesto, su capacidad para exportar.
¿Qué hay de la educación en Colombia? El gobierno hace explícita su generosidad hacia el sector. La inversión, no obstante, en realidad decrece. El cálculo es que, por cada estudiante, ha bajado en un 40% sólo en los tiempos recientes.
Esa es una de las cosas más graves que sucede en Colombia, y en la que es más evidente la naturaleza profundamente retardataria y manipuladora del gobierno nacional. Las transferencias del Ministerio de Educación Nacional a la educación superior hace casi 15 años que están congeladas en términos reales. No aumenta el presupuesto hace tres lustros, y, sin embargo, este gobierno ha presionado muchísimo para que aumente la cobertura, el número de cupos, lo que han hecho los rectores bajo pena de sanción. Eso ha conducido a las universidades públicas colombianas a una crisis inmensa. La Universidad del Atlántico, por ejemplo, esta en Ley de Quiebras. A la Universidad de Pamplona acaba de estallarle un déficit de 50 mil millones de pesos. La Universidad de Tunja está en graves problemas. La del Cauca, la de Caldas, en fin. Se ha promovido una cosa horrible: aumentar la cobertura sin aumentar los recursos, lo que ha generado la crisis. Además, desde antes se generó un deterioro de la calidad de la educación, que está documentado. Porque en estos años, para sobrevivir, los rectores lo que han hecho es golpear el número de profesores de tiempo completo, las inversiones en laboratorios y bibliotecas, en calidad de la educación, en general. Entonces, estamos en la peor de las políticas, unas universidades colapsando luego de haber sufrido un deterioro inmenso en su calidad. Por supuesto, esto poco le importa al presidente Uribe, porque él lo que muestra son cifras de cobertura, con las cuales hace demagogia en sectores de la opinión pública que no están al tanto de la gravedad de lo que pasa.
¿Qué es lo que pasa al interior del Polo? Se critica bastante su papel como fuerza opositora. Se debe a condescendencias, a negociaciones por el poder, o es que es muy difícil hacerle oposición a Uribe. ¿Cómo analiza usted lo que está sucediendo?
El Polo es una organización con un origen que, por definición, le hace complejos los procesos. Al menos, inicialmente. El Polo es la suma de un número muy grande de sectores políticos nacionales y regionales, que un día decidimos unirnos en torno a unos estatutos y un programa de izquierda democrática. Ese origen genera tensiones. Hay un proceso de acoplamiento y hay resistencias. De otro lado, nacemos en un momento difícil de la vida nacional, con un presidente con una enorme capacidad de manipulación. No es sorprendente, pues, que se hagan discusiones que tienen que ver con cómo avanzar mejor. Hay integrantes, particularmente, el ex alcalde de Bogotá, el doctor Luis Eduardo Garzón, que han intentado llevar el Polo hacia el centro, que dice él, y que yo llamo más bien hacia la derecha. Incluso, dado que en la geometría el centro está a la derecha de la izquierda. Eso ha generado un debate grande dentro de la organización. Sin embargo, acabamos de hacer elecciones internas, y hubo 670 mil participantes y 12 mil candidatos. Pensamos que el congreso que vamos a hacer en febrero será muy exitoso. Cada vez más comentaristas señalan que el Polo tiene muchas posibilidades de ganar las elecciones de 2010. Hay que agregar que nuestras contradicciones internas, que son naturales, las exageran, las aumentan los medios de comunicación, en general, controlados por la derecha del país. Así que vamos bien. En especial, si escogemos como candidato a Carlos Gaviria, podemos terminar ganando las elecciones en 2010. Además, es evidentemente el proceso de descomposición del uribismo, de aguda crisis en ese sector. La propia crisis económica que se ve venir, que es negativa, tiene como aspecto positivo que las fuerzas de oposición vamos a poder explicar con más razones nuestras verdades.
Toca usted un tema que creo que es necesario ahondar: la crisis del uribismo. Las expresiones de inconformidad que se vienen dando en el país, algunas ya las mencionado usted, de los trabajadores, de los estudiantes, de los indígenas, y la apertura de ollas mal tapadas, como las de la parapolítica y la yidispolítica, o los descubrimientos de los «falsos positivos», ¿qué expresan en relación con el uribismo? Con todo esto que se ve en el país, ¿es que ya es muy difícil «sostener el cañazo» de un gobierno tan bien fundamentado y correcto?
No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. La explicación principal del éxito del presidente Uribe tiene que ver, primero, con que lo coge un alza de la economía mundial, que en algo hizo crecer la economía colombiana y algún empleo generó. Pero, sobre todo, se relaciona con su inmensa capacidad para manipular. Él es un maestro en el arte de impostar, de simular, de transmitir ciertas cosas que son falsas. Eso es lo que yo digo que no puede durar toda la vida. El hecho cierto es que en Colombia la gente se sigue muriendo de hambre, está sin empleo, sigue careciendo de salud, techo, educación. La corrupción apesta, la violencia no se resuelve. Colombia sigue siendo un país que tiene todos sus problemas estructurales vivos y coleando. Entonces, como es natural también, el pueblo va abriendo los ojos, y, por supuesto, van generándose estrellones, incluso duros, con el gobierno nacional, como las que usted menciona: El paro de los jueces, las marchas de los indígenas, el paro de los corteros de la caña de azúcar, las luchas estudiantiles y de los profesores. Son expresiones de que el fraude de Álvaro Uribe se hunde. Las contradicciones internas, en el propio uribismo, también lo acosan de muchas maneras. Y lo que se está reflejando y se indica es que avanza una tendencia de cambio, que los días en que aquí se podía engañar impunemente a los colombianos están terminando, y en ese sentido somos optimistas con respecto a los avances del Polo Democrático Alternativo durante los próximos meses.
Usted que siempre ha estado en la orilla opuesta, siendo sobre todo muy crítico con temas de fondo, por su experiencia, su conocimiento, ¿qué es hacer una oposición fuerte en Colombia en un gobierno como el actual, en unas circunstancias como las que el país conoce?
Digamos que no es fácil. En general, yo diría que la oposición en ninguna parte es fácil. En Colombia, probablemente, sea un poco más difícil, por los niveles de violencia que se padecen, porque tenemos un gobierno, como ya lo decía, diestro en el arte de engañar, pero además tremendamente agresivo y virulento, y desproporcionado en su formas, y eso por supuesto nos crea dificultades. Una clase política como la colombiana, diestra también en el arte de engañar, corrupta hasta el tuétano, pero hábil a la hora de arriar electores a las urnas. En Colombia la oposición nunca ha sido fácil. Pero también, en contraste, tenemos un pueblo valeroso, inteligente, creativo y luchador como el que más, y hemos logrado mantener una fuerza importante, que prende una luz en medio de la oscuridad prevaleciente. Ese ha sido un poco el papel que hemos jugado en el Polo Democrático Alternativo, las centrales, los movimientos indígenas, las organizaciones de derechos humanos, y estamos seguros de que vendrán tiempos mejores y de que cada vez más colombianos abrirán los ojos, y que para esos días el triunfo es seguro que será nuestro.
En el ámbito internacional, las relaciones del gobierno colombiano con los vecinos han sido bastante tensas en varias ocasiones. Sobre todo, con Ecuador, y en varios momentos con Venezuela. Será que las cosas ya se tranquilizaron…
En alguna medida se han tranquilizado, cosa que me agrada. He sostenido siempre que los gobiernos deben hacer esfuerzos porque las relaciones entre sus países sean buenas, aunque ellos tengan muchas diferencias. En la medida en que se apliquen los criterios del respeto mutuo, del beneficio recíproco en los intercambios, de la no injerencia de los unos en los asuntos internos de los otros, o sea, las normas del Derecho Internacional, no tienen porque suceder los choques que han sucedido entre tres países que están, entre comillas, «condenados» a ser hermanos por los siglos de los siglos. En algo han mejorado las cosas, sin embargo, todavía no se alivian lo suficiente. Seguimos con las relaciones prácticamente rotas con Ecuador. En el caso del Polo, insistiremos hasta el último instante en hacer llamados a esos gobiernos, para que, repito, de acuerdo con las normas del Derecho Internacional, y así existan todas las diferencias políticas del mundo, se resuelvan las contradicciones. Al final, cuando las relaciones se dañan, los que sufren no son los gobiernos, sino los pueblos, particularmente, los pueblos fronterizos, de uno y otro lado, y, en general, toda la economía y toda la sociedad. Entonces, hagamos votos porque esto se resuelva cuanto antes. Y en lo que tiene que ver con el presidente Uribe, insistirle en que no es maltratando estos países como se va a desarrollar una buena relación de vecindad.
El senador Jorge Robledo concluyó el diálogo con YVKE insistiendo en una idea:
La crisis económica, empezó por los EE.UU. y que ya es mundial, es una crisis con unas proporciones que pueden espantarnos el día de mañana, por sus consecuencias sociales y económicas. Soy muy pesimista con respecto al tsunami económico que viene rodando por el mundo. Y estoy seguro de que los grandes imperios, empezando por EE.UU., van a intentar trasladarle la crisis a los pueblos pobres de la tierra, cosa con respecto a la cual debemos estar alertas y en actitud de resistir. Hay que enfatizar que esta crisis es la prueba reina del rotundo fracaso de las concesiones, de la globalización neoliberal, del Fondo Monetario Internacional, de las órdenes de Washington, de la Organización Mundial de Comercio, y que ahora más que nunca se vuelve urgente construir teorías y prácticas que conduzcan a un mundo interrelacionado, por supuesto, pero no a un mundo de mulas y jinetes, como el que se plantea por cuenta del libre comercio. O sea, que los tiempos son buenos para el avance ideológico, y teórico, y práctico de las fuerzas democráticas y progresistas del mundo entero.