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El frenesí emprendedor del hijo y nuera de Bachelet

Fuentes: Punto Final

El periodo más negro en la carrera política de la presidenta Michelle Bachelet se inició en la mañana del 6 de febrero de este año, cuando la revista Qué Pasa reveló la existencia de un jugoso y oscuro negocio de especulación inmobiliaria entre la empresa Caval y el Banco de Chile, propiedad del grupo Luksic, […]

El periodo más negro en la carrera política de la presidenta Michelle Bachelet se inició en la mañana del 6 de febrero de este año, cuando la revista Qué Pasa reveló la existencia de un jugoso y oscuro negocio de especulación inmobiliaria entre la empresa Caval y el Banco de Chile, propiedad del grupo Luksic, el mayor del país. Aparecieron involucrados su hijo mayor, Sebastián Dávalos Bachelet, y su nuera, Natalia Compagnon Soto, propietaria del 50% de Caval.

La escandalera pública que siguió a la denuncia periodística arrastró a la mandataria hacia una brusca y profunda caída en los indicadores de aprobación ciudadana de su gobierno, al mismo tiempo que un fiscal regional iniciaba una investigación por los presuntos delitos de revelación de secreto, negociación incompatible, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias y estafa.

Sebastián Dávalos se vio forzado a renunciar a su cargo de Director Sociocultural de la Presidencia -equivalente al papel que cumplen habitualmente las primeras damas- donde dirigía siete fundaciones de ayuda social y se vinculaba a las principales empresas del país en busca de recursos para financiar las actividades de esas entidades.

EL «GALAN RURAL»

Dávalos, además, protagonizó una sorda pugna con el entonces ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, considerado el hijo político de Bachelet, quien lideraba una tendencia del oficialista Partido por la Democracia llamada G90 y que, finalmente, también debió alejarse del gobierno al verse implicado en otro escándalo por el financiamiento irregular de actividades políticas con dineros provenientes de la empresa minera no metálica Soquimich, propiedad de Julio Ponce Lerou, ex yerno del dictador Augusto Pinochet.

El 6 de febrero, al conocerse el caso Caval, Bachelet se encontraba de vacaciones en la Región de La Araucanía, 700 kilómetros al sur de Santiago. Peñailillo -«el galán rural», según Dávalos- la llamó varias veces a su teléfono móvil. Cuando por fin logró comunicarse con la presidenta, ésta sólo le dijo: «¿Quieres hablarme sobre mi hijo?», y le cortó el enlace.

Ese mismo día llegó al sur el matrimonio Dávalos Compagnon y tuvo que dar explicaciones a la mandataria. En los días siguientes la pareja regresó a Santiago, para enfrentar las fuertes réplicas del escándalo originado cuando se supo que el Banco de Chile había otorgado a Caval un crédito por 6.500 millones de pesos -poco más de nueve millones de dólares- a fines de 2013, un día después de que Bachelet ganara las elecciones presidenciales. El crédito estaba destinado a comprar un terreno de 44 hectáreas en la comuna de Machalí, considerada el «barrio alto» de la Región del Libertador Bernardo O’Higgins, inmediatamente al sur de la Región Metropolitana.

La indignación pública se multiplicó cuando se supo que Compagnon y Dávalos se habían reunido con el dueño del banco, el empresario Andrónico Luksic, quien ordenó cursar el préstamo para que Caval pagara los 6.500 millones por el predio a la familia Wiesner, y lo vendiera poco después a la empresa Silca, del inversionista Hugo Silva, en 9.500 millones. Caval liquidó de inmediato el crédito, más 500 millones de intereses, y obtuvo en la «pasada» una ganancia de 2.500 millones.

Lo más sorprendente, sin embargo, era que el banco de Luksic había cursado el crédito a una empresa creada 18 meses antes con un patrimonio que alcanzaba sólo a seis millones de pesos, facilidad bancaria a la que casi ningún chileno puede aspirar. Los socios de Caval individualmente tampoco tenían la solvencia económica suficiente y la firma, incluso, carecía hasta de oficinas.

La nuera de Bachelet y sus socios habían conseguido una información muy reservada que transformaba el negocio en una verdadera mina de oro: el plano regulador de Machalí estaba a un paso de ser modificado y los terrenos pasarían de rurales a urbanos, subiendo ostensiblemente su valor. La comuna había duplicado su población en la última década y los predios deseados por Caval se situaban justo frente al Club de Polo de la zona y del prestigioso Colegio Coya. Eran, en resumen, un lugar ideal para emplazar un gran centro comercial, un hotel y condominios residenciales. Compagnon y sus socios estimaban que podrían pagar a 0,6 UF el metro cuadrado y venderlo en 2 UF o más, cuando cambiara el plano regulador. Los optimistas ejecutivos de Caval calculaban una ganancia de 450 mil UF, algo más de 11 mil millones de pesos, unos 22 millones de dólares en aquellos momentos.

La presidenta Bachelet, en tanto, dijo que se había enterado de los negocios de su hijo y de su nuera «a través de la prensa».

LA «NATITA»

El abuelo materno de Natalia Compagnon era Hernán Soto Soto, campesino de Cocalán, en la Sexta Región, que con su esposa Hilda tuvo catorce hijas y un hijo. La familia se trasladó a Santiago, a la comuna de La Cisterna, a fines de los años 60. El abuelo desapareció en diciembre de 1973 cuando salió a las calles en horas del toque de queda.

Margarita Soto, la madre de Natalia, tuvo una relación amorosa con Jorge Compagnon, de la cual nació Natalia el 29 de marzo de 1983. El padre no asumió sus responsabilidades y la niña fue criada por su tía Lire, la mayor, mientras su madre trabajaba como asistente dental. Rápidamente la niña se transformó en la regalona y centro de atención de sus tías. En 1991, Natalia, su madre y algunas de sus tías se trasladaron a vivir a Puente Alto.

Una de las tías -Gricela- logró estudiar ingeniería comercial en la Universidad de Santiago y se casó con Waldo Rojas Soto, un ingeniero comercial de la Universidad de Chile. El matrimonio apadrinó a Natalia e influyó decididamente en la formación de la adolescente, llevándola incluso a un curso de intercambio por tres meses a Michigan, Estados Unidos.

Natalia volvió en 2001 y entró a estudiar derecho en la Universidad Central, apoyada por su tío Waldo. Cuando cursaba segundo año conoció a Sebastián Dávalos, quien terminaba su quinto año de ciencias políticas en la misma universidad. El tenía 24 años, ella 19. Michelle Bachelet, madre de su pololo, ya era ministra de Defensa. La muchacha hasta entonces tenía sus principales amigos entre jóvenes que pertenecían a Renovación Nacional y a la Unión Demócrata Independiente, los partidos que conformaban la derecha chilena. No dudó en renunciar a ellos y se inscribió en el Partido Socialista, donde militaba Sebastián. También abandonó derecho y se matriculó en la misma carrera que cursaba su pareja.

En enero de 2006, cuando ya llevaba tres años junto a Dávalos, Natalia subió al escenario levantado junto al Hotel San Francisco, en el centro de Santiago, para celebrar con la familia Bachelet el triunfo de Michelle en las elecciones presidenciales. Al año siguiente, en 2007, la joven pareja viajó a Ginebra, donde se instalaron, y recorrieron Europa durante varios meses. De regreso a Chile decidieron vivir juntos en el departamento que tenía Michelle Bachelet en Américo Vespucio con Apoquindo, a la entrada del barrio alto de la capital. Frente a ellos vivía Angela Jeria, la madre de la presidenta, con quien Natalia cultivó una estrecha amistad. De allí la empezaron a llamar «Natita». En 2008 llegó el primer hijo, Damián; al año siguiente, el segundo, Lucas. Poco después compraron una casa en La Reina, en el mismo condominio donde hoy tiene su residencia la mandataria.

LA HORA DE LOS NEGOCIOS

En febrero de 2012, Natalia inscribió la sociedad Caval Ltda. junto a Mauricio Valero, ejecutivo del ámbito informático que había trabajado con su tío Waldo y que conoció a través del empresario de locales nocturnos Bernardo Carrasco, sobrino del mítico José Aravena, el rey de la noche santiaguina durante los primeros años de la dictadura militar, dueño de la boite La Sirena. Uno de los primeros contratos de la nueva empresa lo consiguió Natalia con Gonzalo Vial Concha, hijo de Gonzalo Vial Vial, dueño de Agrosuper, el mayor productor y exportador de cerdos y pollos del país.

La nuera de Bachelet fue particularmente versátil en la oferta de negocios a Vial Concha. Le propuso pertenencias mineras en diversas regiones del país, búsqueda de yacimientos de cobre, hierro y oro, estudios de factibilidad para construcción de puertos y prospecciones de profundidades marinas, proyectos inmobiliarios, un centro de hipoterapia, un museo y planes de seguridad informática. Incluso gestionó una reunión con un grupo asiático a la que asistió Sebastián Dávalos, por entonces funcionario de la Dirección de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería. El resultado de las gestiones de Natalia con Vial Concha le reportó ese año a Caval pagos superiores a los 1.200 millones de pesos.

Paralelamente, ese mismo 2012, Valero se contactó con Saydex, una empresa de informática médica que se dedica al diseño de software para el manejo de datos de pacientes en redes hospitalarias. El contacto se lo hizo Patricio Cordero Barrera, ex administrador municipal de Joaquín Lavín en Las Condes y Santiago, hermano de Luis Cordero, uno de los fundadores de la UDI. La tarea de Caval consistió en actuar como intermediaria entre Saydex y la Subsecretaría de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud. El resultado no pudo ser mejor: Saydex colocó su programa «Florence» en once hospitales y el programa «Rayén» en más de 600 servicios de atención primaria. El monto de los contratos superó los 22 mil millones de pesos.

Por esos días, Natalia empezó a comprar obras de arte, un departamento en San Alfonso del Mar, en Algarrobo, y dos automóviles Lexus, convertibles, avaluados en 30 millones de pesos cada uno. Valero, a su vez, adquirió otros dos vehículos similares. Caval navegaba con viento a favor y sólo el primer año de gestión les reportó contratos por más de 1.500 millones de pesos. Natalia y Sebastián mantenían jugosas cuentas bancarias e incluso depositaron más de 100 millones de pesos en fondos mutuos, como reservas para el futuro.

El año 2012, en octubre, se coronó con el matrimonio entre ambos celebrado en el fundo Haras de Callanas, en Paine, propiedad de Gonzalo Vial Concha, que lo facilitó sin costo para la pareja. El padrino de la novia fue el tío Waldo Rojas y la fiesta la amenizó la muy de moda orquesta de Chico Trujillo.

EL RUBRO INMOBILIARIO

En julio de 2011 Herman Chadwick Larraín, sobrino del entonces ministro del Interior -Andrés Chadwick Piñera- y del presidente Sebastián Piñera, fue designado síndico de quiebras en un convenio judicial preventivo solicitado por el empresario frutícola de Machalí, Patricio Wiesner, para liquidar cerca de 80 hectáreas de terrenos en esa comuna. A comienzos de 2012, Juan Díaz, gestor inmobiliario, histórico militante poblacional de la UDI, comenzó a ayudar a Chadwick Larraín en la venta de los terrenos.

Fue Díaz quien le ofreció el negocio de las 44 hectáreas en Machalí a Valero. Patricio Cordero también influyó al mostrarle al socio de Caval una tasación de los predios realizada por la arquitecta Cynthia Ross Wiesner, sobrina del dueño, quien también asesoraba al Departamento de Obras del municipio de Machalí. Otro importante papel le cupo al abogado Raúl Contreras, fundador del estudio Guerrero Olivos, del que era socio el hoy complicado «coronel» de la UDI, Jovino Novoa, quien se benefició de las platas políticas repartidas desde SQM por Julio Ponce Lerou.

¿Sabían los hombres de la UDI involucrados en estos negocios que en Caval estaban el hijo y la nuera de la presidenta Bachelet? ¿Sólo querían obtener algunas ganancias o buscaban involucrar al joven y ambicioso matrimonio en un escándalo de corrupción y enriquecimiento ilícito? Las respuestas aún no las sabemos.

LA INFLUENCIA DEL TIO

Waldo Rojas Soto, el tío ingeniero y lobbista profesional, tuvo influencia decisiva en el interés por los negocios de su sobrina Natalia. Así, por ejemplo, cuando el tío asesoró a la Gobernación de San Juan, en Argentina, de cara al corredor bioceánico entre Brasil y el país trasandino que llegará hasta Coquimbo por el lado chileno gracias a la construcción de un túnel y una carretera en el Paso Agua Negra, en la Cuarta Región, Natalia Compagnon compró doce terrenos de cinco mil metros de superficie cada uno en un loteo ubicado en la comuna de La Higuera, por los cuales pagó 78 millones de pesos. La ubicación de esos predios es prometedora: están junto al futuro corredor bioceánico, en su alrededor existen cerca de 120 faenas mineras, incluido el proyecto Dominga de Carlos Alberto Délano, y un futuro puerto que planifica la Compañía de Aceros del Pacífico (CAP). ¿Cómo se enteró Natalia Compagnon que existía un loteo que aseguraba un explosivo aumento en el valor del suelo y un potencial cambio en el Plan Regulador?

El tío Waldo es muy cercano al lobbista Alexis Yáñez, formado políticamente al alero de Francisco Vidal en La Moneda en los gobiernos de Ricardo Lagos y en el primero de Michelle Bachelet. Actual dueño de Santa Sofía Consultores, Yáñez es socio de Rojas en Lumina SpA, donde también figura el periodista Juan Carlos Osega, asesor histórico del fallecido ex senador y ex embajador en Argentina, Adolfo Zaldívar. (Ver mayores antecedentes de Waldo Rojas en: https://www.facebook.com/elmomercados/posts/627368404030109).

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 842, 3 de diciembre, 2015

 

www.puntofinal.cl