Ninguno de estos episodios racistas ha derivado en la suspensión de un encuentro. Solo una vez un partido ha sido aplazado: el Rayo Vallecano – Albacete. ¿La razón? La afición vallecana llamó nazi a Roman Zozulya.
El pasado domingo 4 de abril, marcado como el Domingo de Resurrección se armó un pitote en el encuentro de la Liga entre el Cádiz y el Valencia. Lo que parecía que iba a ser un encuentro tranquilo, con la única tensión del fantasma del descenso se convirtió en lo más comentado del día. Este domingo, en el Ramón de Carranza, resucitó una de las manchas más graves de este deporte: el racismo. Diakhaby acusó a Juan Cala de haberle llamado “negro de mierda” y su equipo se marchó del campo… para volver cinco minutos después. Vamos a intentar explicar todo lo sucedido y sus posibles consecuencias desde el principio.
El fútbol es el deporte popular por antonomasia, el que tiene entre sus seguidores más miembros de la clase trabajadora. No obstante, mientras las hinchadas trabajadoras se agolpan en los fondos a pleno sol, la burguesía observa el partido tranquilamente desde la sombra y los palcos. Las clases más alta, los poderes económicos de las diferentes ciudades, aparecen por los palcos de autoridades y, más allá de ver el partido, planean sus siguientes pasos en los negocios; estos que afectarán a todos sus empleados, aquellos que están rezumando pasión en los fondos con palmas, canciones y gritos de ánimo a sus equipos. Al menos esto ocurría cuando la covid-19 permitía entrar a los estadios. ¿Les suena?
Eduardo Sachieri, Mickael Correia, Simon Kuper, Eduardo Galeano… son muchos los periodistas, sociólogos o ensayistas que han tildado al fútbol de espejo/reflejo de la sociedad. Todo el entramado económico/social, la diferencia de clases, el amor, el odio, los prejuicios… absolutamente todo lo que aparece, aunque sea mínimamente, en nuestro esquema social, se magnifica en el fútbol. Los aspectos negativos son los que más llaman la atención y los que más se acentúan, entre ellos, el racismo.
Es imposible saber cuál fue el primer caso de racismo en el fútbol español, ya que, durante el franquismo, la lupa no estuvo colocada sobre el prejuicio y la marginalidad respecto al tono de piel. Sí hay que destacar a Larbi Ben Barek, el primer futbolista africano (marroquí) que jugó en el fútbol español y que luchó activamente contra el racismo, fuera del territorio patrio. Apodado la ‘Perla Negra’ (¿podemos tildar esto de microrracismo?) llegó en 1948 al Atlético de Madrid y estuvo seis años en el Metropolitano. Ganó dos Ligas y una Copa Eva Duarte. El futbolista sí sufrió un episodio racista en Nápoles, en un partido entre la selección francesa y la italiana.
Ben Barek abrió camino y tras él, fueron muchos los jugadores africanos que llegaron al fútbol español. Hasta que Wilfred Agbonavbare, portero nigeriano del Rayo Vallecano, se hartó. Durante un partido en el Santiago Bernabéu contra el Real Madrid en mayo de 1993, tuvo que soportar como el fondo sur le cantaba al unísono: “Negro, cabrón, recoge el algodón”. El meta afirmó: “En España hay racismo” y muchos se echaron las manos a la cabeza. La primera vergüenza marcada de nuestro fútbol.
Wilfred no fue el primero, ni el último. Tras él, llegaron otros muchos casos como aquel cántico del Frente Atlético “Roberto Carlos es un puto chimpancé”, los gritos de “salta la valla” a Kameni o el lanzamiento de plátanos a Dani Alves. A principios del siglo XXI incluso fue una moda. Parte de las aficiones locales recibían a los jugadores de raza negra con el grito onomatopéyico del mono (uh, uh uh). Eto’o se reveló. El jugador del Barcelona quiso abandonar el estadio. ¿Adivinan qué pasó? Fue criticado por aficionados, jugadores y medios. Según ellos, le gustaba llamar la atención.
El hasta ayer, último episodio de racismo en el fútbol sucedió en Cornellà, durante un encuentro entre el Espanyol y el Athletic Club. Iñaki Williams, futbolista vasco de origen africano, fue sustituido. Varios aficionados le despidieron con el grito del simio. El fiscal Miguel Ángel Aguilar abrió la primera querella por delitos de odio y discriminación de la historia del fútbol español. Actualmente, varios hinchas pericos están siendo juzgados. Williams, en su declaración, afirmó haberse “sentido humillado”.
Hasta ahora, solo me he centrado en insultos lanzados desde la grada; no son los únicos, ni mucho menos. Los jugadores de raza negra también han tenido que soportar insultos racistas de sus rivales. Uno de los episodios más destacados ocurrió en un clásico, el choque entre Real Madrid y Barcelona. Marcelo, lateral del Real Madrid, acusó a Busquets de llamarle “mono”. El Barcelona se defendió y afirmó que su futbolista había dicho “mucho morro”. No se pudo demostrar nada y salió inmune. Jonathan Lerma acusó a Iago Aspas de haberle dicho “negro de mierda”, la sentencia fue la misma: ninguna.
El racismo no ha sido la única lacra que ha asolado el fútbol. La homofobia también ha sido protagonista. Jugadores como Michel, Guti o Guardiola han tenido que soportar, día sí y día también, insultos de está índole. Desde los “Guti maricón” hasta algún cántico que insinuaba que Guardiola tenía sida porque “hoy por Chueca se te ve”.
Solo un partido aplazado
Sin embargo, ninguno de estos episodios ha derivado en la suspensión de un encuentro. Solo una vez un partido ha sido aplazado: el Rayo Vallecano – Albacete. ¿La razón? La afición vallecana llamó nazi a Roman Zozulya, jugador ucraniano del Albacete que ha reconocido abiertamente su relación y financiación a la milicia neonazi Pravy Sektor.
Ahora sí, llegamos al encuentro entre el Valencia y el Cádiz. En torno al ecuador de la primera mitad, Dakhaby tuvo un ataque de cólera y se lanzó a por Juan Cala. El defensa valencianista acusó al jugador del conjunto gaditano de haberle llamado “negro de mierda”. El conjunto ché, en solidaridad con su compañero, se retiró del terreno de juego.
El partido se suspendió durante cinco minutos y, tras las conversaciones entre bastidores, los dos equipos volvieron a saltar al campo. Diakhaby no regresó y se quedó en el banquillo, Juan Cala sí. Los valencianistas han recibido muchas críticas por no apoyar al jugador hasta el final y asumir todas las posibles consecuencias de su lucha contra el racismo. Más todavía si tenemos en cuenta que, por simple cuestión de imagen, hubiera sido muy probable una excepción a la norma.
¿Por qué volvieron a jugar el partido? Según ha denunciado el Valencia en un comunicado, el árbitro amenazó al equipo para que volviera al césped. La RFEF lo niega y el comité de árbitros, según reveló Isaac Fouto en El Partidazo de COPE, afirma que David Medié Jiménez, tan solo informó de las posibles consecuencias, como marca su labor arbitral. Esto es lo que dice el artículo 142 del Código Disciplinario de la RFEF:
1. La incomparecencia de un equipo a un partido oficial, producirá las siguientes consecuencias:
a) Tratándose de una primera incomparecencia: – Tratándose de una competición por puntos, se computará el encuentro por perdido al infractor, descontándole, además, tres puntos en su clasificación, declarando vencedor al oponente, por el tanteo de seis goles a cero. – La incomparecencia determinará la imposición al club infractor de ua multa en cuantía de hasta 1.500 euros.
El Valencia, en el comunicado ya citado, respalda a Diakhaby y denuncia la amenaza. Este es el comunicado del conjunto ché:
1. Mouctar Diakhaby se ha convertido hoy en otra víctima del racismo en el fútbol.
2. Después de sufrir un intolerable insulto racista, todavía ha visto la tarjeta amarilla por protestar.
3. Estamos orgullosos del apoyo que ha recibido Diakhaby por parte de sus compañeros y de la decisión de abandonar en bloque el terreno de juego.
4. Confiamos en que se investigue este suceso.
5. Para nuestra decepción, no se tomó ninguna decisión.
6. El Club en ningún momento insta a sus jugadores a volver al césped. El árbitro traslada a los jugadores las potenciales consecuencias de no volver al terreno de juego. Los jugadores, forzados a jugar bajo amenaza de penalización después de los insultos racistas y la tarjeta amarilla a Diakhaby, deciden regresar al terreno de juego.
7. Diakhaby ha pedido a sus compañeros volver a salir al terreno de juego y luchar. Sus compañeros han respetado su voluntad.
8. Lo que ha sucedido hoy no debería volver a ocurrir jamás en el fútbol.
9. El Valencia CF está en contra del racismo y manifiesta su total apoyo a Diakhaby. Hoy es un día triste para nuestro deporte.
10. Lo que hoy hemos perdido no es un partido, hoy se ha perdido el respeto y el espíritu del fútbol y el deporte.
El árbitro, en el acta arbitral, afirma no haber escuchado ningún insulto sobre el defensa valencianista:
Otras incidencias: En el minuto 29 interrumpí el partido debido a una confrontación entre jugadores de ambos equipos. El jugador Nº 12 del Valencia C.F. Mouctar Diakhaby, una vez amonestado por discutir con un contrario, me dice textualmente: “Me ha llamado negro de mierda” en referencia al jugador Nº 16 del Cádiz C.F. Juan Torres Ruiz. Este hecho no fue percibido por ningún integrante del equipo arbitral. Transcurridos unos instantes, el Valencia C.F. decide abandonar el terreno de juego. Por este motivo el partido es temporalmente suspendido. Ambos equipos se introducen en sus respectivos vestuarios. Después de unos minutos de suspensión, el delegado del Valencia C.F. David Rangel Pastor, en presencia del delegado del Cádiz C.F. Antonio Navarrete Reyes, nos comunica que deciden realizar la sustitución del jugador Nº12 Mouctar Diakhaby y continuar con el partido. Además, se acordó dar cinco minutos de calentamiento para ambos equipos con el objeto de evitar lesiones. El juego se reanudó 24 minutos después de detenerlo, desarrollándose a partir de ese momento con normalidad.
El Cádiz, por su parte, ha emitido otro comunicado en el que afirma “estar en contra de cualquier situación de racismo” y que todos los autores de este delito, sean o no del Cádiz, “deben pagar por ello”. El club defiende a su futbolista y afirma no dudar “de la honestidad de todos los integrantes de nuestra plantilla, que son firmes defensores de la lucha contra el racismo”.
Juan Cala, el acusado, mostró una reacción pasiva en el estadio. Miró hacia abajo e hizo como si todo lo ocurrido no fuera consigo, no se acercó a dar explicaciones ni al jugador ni al árbitro. Saltó al césped tras el parón y fue sustituido en el descanso. El futbolista ha dado una rueda de prensa en la que niega la mayor y ha afirmado que tan solo le dijo “déjame en paz”.
Mientras esto sucede, la Liga y la RFEF investigan lo sucedido y han pedido a Mediapro y las diferentes productoras todos los planos de cámara posibles para intentar descubrir qué dijo Juan Cala. En caso de poder demostrar un insulto racista, el jugador, según el artículo 72 del Código Disciplinario de la RFEF, por la participación activa en un acto racista o xenófobo podrá enfrentarse a:
– Inhabilitación para ocupar cargos en la organización deportiva o suspensión o privación de la licencia federativa. La sanción se podrá imponer con carácter temporal por un período de dos a cinco años.
– Sanción pecuniaria de 18.001 a 90.000 euros.
Así se ha labrado el penúltimo episodio de racismo en el fútbol español y la reacción que pudo haber marcado un nuevo camino. Los jugadores del Valencia, con el antecedente cercano del Basaksehir – PSG en el que los jugadores no regresaron al campo y el partido se aplazó, decidieron volver al césped por temor a una sanción federativa. Tal vez, y solo tal vez, si el partido no se hubiera reanudado, hoy España sería un ejemplo contra el racismo. La imagen que se ha hecho viral es la de Diakhaby de brazos cruzados en el banquillo mientras el partido continúa como si no hubiera pasado nada. El dato más señalado, la suspensión del Rayo – Albacete por señalar a Zozulya como nazi. Show must go on.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/el-futbol-espanol-una-historia-de-racismo