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El futuro de la izquierda

Fuentes: La Hiedra

Debate iniciado en la revista La Hiedra sobre el futuro de la izquierda anticapitalista, propuestas de orientación y la cuestión de la confluencia: Manuel Márquez (historiador y fundador de Kaosenlared), Josep Lluís del Alcázar (Lluita Internacionalista / Lucha Internacionalista) y Joel Sans (En lluita / En lucha) La profundización de la crisis económica y de […]

Debate iniciado en la revista La Hiedra sobre el futuro de la izquierda anticapitalista, propuestas de orientación y la cuestión de la confluencia: Manuel Márquez (historiador y fundador de Kaosenlared), Josep Lluís del Alcázar (Lluita Internacionalista / Lucha Internacionalista) y Joel Sans (En lluita / En lucha)

La profundización de la crisis económica y de los recortes en derechos sociales, laborales y políticos, han provocado el inicio de un nuevo ciclo de resistencias a nivel global. Este escenario de incremento de la movilización, que en el Estado español va desde el movimiento 15M hasta la exitosa huelga general del 29M, ofrece nuevos retos y oportunidades para la izquierda anticapitalista. Hemos querido iniciar un debate en La Hiedra sobre el futuro de la izquierda anticapitalista, tratando propuestas de orientación y la cuestión de la confluencia, en el que participan activistas de diversas organizaciones e independientes y al que daremos continuidad en el próximo número.

Por un frente democrático y anticapitalista

Manel Márquez es historiador y fundador de Kaosenlared. Terrassa.

Al enfrentarnos la izquierda plural anticapitalista a la pregunta: ¿Qué hacer hoy, para construir el mañana? Tenemos que aceptar algunas premisas básicas. Claro, eso si queremos ganar. La primera, la humildad. Este debe ser el punto de partida, la soberbia no puede ser nuestra divisa. Recordemos que somos juntos y, por separado, los derrotados y que nuestras prácticas no nos han conducido de momento a ninguna victoria significativa, ni en el conjunto del Estado español, ni en prácticamente ningún lugar del mundo.

La segunda es la imprescindible tarea y necesidad inaplazable de analizar, en común, el mundo en que vivimos. Claro está, si es que realmente queremos influir en la realidad y no ser meros comentaristas, henchidos de una verdad supuestamente infalible en la que nadie cree, ni defiende.

La tercera cuestión, en estos tiempos de derrota es comprender, como lo han hecho otras izquierdas -por ejemplo en Euskal Herria-, que la unidad de las fuerzas civilizatorias de la izquierda plural es indispensable para derrotar a los enemigos de la democracia real y la justicia social, en definitiva, al capitalismo. Por último, debemos abordar con respeto las posiciones políticas que consideran que la vía de la representatividad electoral burguesa no conduce al triunfo del pueblo. Es más, debemos forjar una estrecha colaboración y unidad de acción, entre los que creemos en que todas las vías que sean útiles al pueblo trabajador deben ser usadas y los que buscan otros modelos de representatividad (15M, libertarios, etc.), pues es más lo que nos une que lo que nos separa.

Humildad, análisis, reflexión, unidad, acción y respeto a la pluralidad de las vías de transformación social deben ser los elementos básicos para una nueva política anticapitalista transformadora. Si no entendemos esto, es más, si no ponemos en práctica estos principios, estamos destinados a instalarnos en la derrota y el fracaso autocomplaciente (un diputado más o menos). ¡Nacimos para ganar! Por eso debemos trabajar para la victoria. Somos la mayoría: o avanzamos juntos o nos hundimos por separado.

Ganar la batalla ideológica

Tenemos que hacer frente al nuevo capitalismo que aparece como desbocado, pero nada más lejos de la realidad. Su aparente descontrol fue urdido desde el núcleo duro del poder capitalista -el complejo militar-industrial, financiero y su clase política- fundamentalmente dirigido por los EEUU, con el apoyo sumiso y complaciente de la UE y Japón. Pero este mercado con normas «liberalizadoras», aprobadas por los parlamentos de la democracia formal y destinadas a enriquecer a este núcleo de poder de forma fraudulenta, nos pueden llevar al fascismo -forma extrema del capitalismo- o simplemente a una sociedad sumisa y alienada incapaz de responder a la pauperización a que está siendo sometida la humanidad en benéfico de una minoría explotadora.

La crisis capitalista, que ha llegado a Europa en forma de brutales recortes de derechos sociales, laborales y políticos, hay que verla como una oportunidad. Hay que lograr que las clases populares descubran el carácter inhumano y miserable del sistema, que antepone los intereses económicos a la vida de las personas.

Para que estas ideas calen en la conciencia de los hombres y mujeres es necesario ganar la batalla ideológica y eso se hace ganado la cotidianidad de las gentes, participando en ella, de forma que no aparezcamos como elementos ajenos a la misma, sobretodo porque no lo somos. Pero para esto también resulta imprescindible, además de las organizaciones y movimientos sociales de base y fuertemente conectados con los intereses del pueblo, la existencia de medios de comunicación propios y populares.

La patronal y partidos del sistema nos presentan los recortes sociales y laborales como medidas económicas neutras e inevitables. Intentan que los trabajadores crean que todo lo conseguido tras años de luchas y autoorganización es un regalo y no una conquista del movimiento obrero. Pretenden que renunciemos y perdamos los derechos adquiridos después de duras movilizaciones sociales como: educación pública, el derecho a la salud, las pensiones, las bajas de enfermedad o el cobro del paro, etc. Por eso quieren impedir las movilizaciones y criminalizar las protestas, por eso hace falta defender la democracia. Para detener estos ataques, del gobierno central y de los autonómicos, es imprescindible la lucha popular de base protagonizada por los afectados (maestros, médicos, parados, ancianos, jóvenes, mujeres, pensionistas, etc.) y con el apoyo de la ciudadanía y de las fuerzas políticas de izquierdas anticapitalistas y democráticas presentes en los parlamentos

La clase dominante capitalista, que se sabe en este momento todopoderosa y omnipotente, nos ha ganado la batalla ideológica. La clase gobernante encuadrada en partidos, organizaciones y medios de manipulación ideológica, también nos ganan las elecciones «democráticas» y, sin ningún rubor, nos aplican legislaciones de excepción, que vulneran de forma flagrante los derechos humanos, democráticos y civiles. Y lo hacen avalados por esos resultados electorales (como hizo en Inglaterra, la reaccionaria Margaret Thatcher) lo que les permite presentarse con el derecho a gobernarnos con un simulacro de democracia autoritaria y fuertemente represiva.

Objetivo básico: la unidad

Debemos derrotarlos en su terreno, podemos hacerlo, debemos hacerlo, y algunos ya lo han hecho en el ámbito municipal (Bildu, Amaiur o IU). Tenemos que crear un frente democrático anticapitalista, si no lo hacemos corremos el peligro de ser destruidos políticamente. Y lo que es peor, con la aquiescencia de la fracción más alienada y sumisa de los trabajadores, que aún confían en que el capitalismo les salvará y con la indiferencia suicida de los que asumen su derrota e impotencia.

El poder está dispuesto a todo con tal de asegurar su modelo de dominación. Ahora nos amenazan con nuevas leyes de excepción, que tienen como objetivo desmantelar cualquier forma de resistencia. Da igual que seamos gentes cultas, pacíficas, democráticas y civilizadas, pues eso es justamente lo que ellos no son y con lo que quieren acabar. Usan todos los medios para manipular a la opinión pública (calumnias, insidias, falsedades, fabulaciones y mentiras) y atacar cualquier disidencia. Su democracia formal es cada vez menos sensata y más criminal. Ya no están a salvo de los ataques antidemocráticos de la derecha gobernante y dominante ni los partidos de izquierda con representación parlamentaria (IU, Amaiur, ERC, BNG, etc.) y esta situación irá incrementándose según aumente la voracidad depredadora de este nuevo modelo de expoliación que el capitalismo monopolista ha puesto en marcha.

La solución, si partimos de los principios enunciados al inicio de este artículo, es que nos impongamos como objetivo básico, de todos y todas, la unidad de las fuerzas de izquierdas anticapitalistas en todas la naciones y autonomías que componen el Estado español. Posteriormente deberíamos intentar construir con las otras fuerzas de izquierdas, que no se definen como tales, un frente democrático, para recuperar los derechos y libertades que el capitalismo nos ha arrebatado y arrebatará. Claro, eso si queremos ganar.

La propuesta no es nueva, de hecho así ha ganado las elecciones la izquierda vasca (Bildu o Amaiur), sumando, multiplicando y ¡No restando y dividiendo! Pero claro, eso se ha aprendido tras muchos años de sufrimiento y asumiendo que es preferible una política de consenso que consiga innegables beneficios para el pueblo trabajador que ir de derrota en derrota.

No es tiempo de de mezquindad, quizás tenemos los días contados, posiblemente mañana ya sea tarde.

Por un plan de lucha y un frente político revolucionario

Josep Lluís del Alcázar es miembro de Lluita Internacionalista/Lucha Internacionalista en Barcelona.

La ofensiva capitalista supone: destrucción de empleo y salarios, retroceso en derechos y conquistas, recortes en servicios públicos, privatizaciones, y la desarticulación de toda respuesta colectiva de los trabajadores y trabajadoras. No son medidas nuevas que impone el capital, en los años 90 fueron las mismas recetas del FMI en América Latina las que hundieron las economías del cono sur. Ante la crisis, el capital se dispone a una destrucción masiva de fuerzas productivas, para mantener su tasa de beneficio. Ahora esa realidad golpea al corazón del sistema capitalista en Europa y los Estados Unidos y arrastra a la economía del planeta hacia una profunda depresión.

Continuidad de la lucha

La respuesta a esta ofensiva debe combinar el plan de lucha que dé continuidad a la huelga general recientemente convocada y propuestas políticas que permitan ir construyendo una respuesta. La huelga general llegaba tarde y mal, con una dirección de CCOO y UGT que habían firmado el acuerdo de pensiones y el Pacto salarial con la patronal, y un precedente -la huelga general de septiembre de 2010- que llevaba a muchos a cuestionar su utilidad, si no se le daba continuidad y se limitaba a una jornada de protesta. Por eso los debates el mismo día de la huelga giraban en torno a la continuidad: un plan de lucha se impone, con nuevas convocatorias de intensidad creciente y nuevas fechas de huelga general.

Pero no sólo se trata de luchar para impedir la Reforma Laboral o los recortes presupuestarios en temas tan sensibles como sanidad, educación o servicios sociales. Hay que ir avanzando propuestas que alimenten el plan de lucha. Hay una disyuntiva que está abiertamente planteada por el gran capital y que es inaplazable: o se paga la deuda pública con la banca nacional e internacional o se pagan pensiones, salarios, servicios públicos, un plan de reactivación del empleo…Y como en Argentina o Brasil en los 90, hay que alzar la voz para decir: No al pago de la deuda, porque primero es la población trabajadora. Y porque su lógica de asegurar (¡hasta por vía constitucional!) el pago de la deuda lleva a hundirnos en la destrucción masiva de la economía y de las condiciones de vida. Esa es la realidad que se constata en Grecia, Portugal o Irlanda. No hay más que recordar cómo toda la Europa de los mercados tembló cuando un Papandreu acorralado planteó la convocatoria de referéndum. Ese es nuestro derecho, que el pueblo decida.

Esa lucha entronca con otras dos medidas igualmente necesarias: la nacionalización de la banca para poner los recursos al servicio de los trabajadores y de un plan por el empleo, y la ruptura con la UE, que hoy es más claramente que nunca la Europa del capital contra los trabajadores y los pueblos. Para nosotros, son esas las llaves para avanzar en un plan obrero de urgencia contra la crisis, con el reparto del tiempo de trabajo sin pérdida salarial, la recuperación de salarios y pensiones, inversiones para la creación de empleo, potenciación de servicios públicos, etc.

La ofensiva del capital es brutal, la clase obrera está a la defensiva, el grado de desmovilización impuestos en los centros de trabajo por las direcciones de CCOO y UGT a lo largo de años es un lastre que hay que vencer con urgencia, pero que aún pesa decisivamente. Incluso entre sectores trabajadores que sienten simpatía y participaron en movimientos como el 15M, se manifestaba la indignación como ciudadanos en enormes manifestaciones de fin de semana, pero el lunes al entrar a la empresa vuelve la desmovilización y, por qué no decirlo, el miedo. Así ,la patronal ganó los referéndums de SEAT, NISSAN, TV3…Y una cosa tenemos claro, que sin la reacción de la clase obrera, la situación no tiene salida para las clases populares. En esta huelga se ha vuelto a ver el peso determinante que mantiene CCOO y UGT en las fábricas a pesar de las traiciones de sus direcciones, por ello, cualquier política revolucionaria debe luchar por reactivar la movilización con una política de unidad, sin sectarismos hacia todos los sindicatos, por la recuperación de las asambleas, que no por ello debe olvidar la crítica y denuncia a las responsabilidades de las direcciones mayoritarias.

Una alternativa política

Pero avanzar en esa lucha, más allá del imprescindible trabajo sindical y de constitución de plataformas o movimientos amplios, pasa necesariamente por la construcción de una alternativa política. Desde Lucha Internacionalista hemos venido participando en reagrupamientos a la izquierda de IU, con algunos ejes básicos: 1) un compromiso con la lucha de los trabajadores/as y de medidas anticapitalistas, 2) la defensa de la libertad de los pueblos, el apoyo al derecho de autodeterminación contra la Monarquía, 3) Internacionalismo, solidaridad con la lucha de los trabajadores y trabajadoras y los pueblos y denuncia del imperialismo, empezando por el que ejerce el Estado español; 4) desarrollar el reagrupamiento político esencialmente en la lucha cotidiana. Desde esta óptica intentamos un amplio acuerdo en las elecciones europeas del 2004 por el No a la Constitución Europea, por una Europa de los trabajadores y los pueblos, pero quedó limitada. Más tarde, vimos con ilusión Iniciativa Internacionalista convencidos de que en ese acuerdo debía haber una confluencia con la izquierda nacionalista. Después, en las elecciones autonómicas catalanas impulsamos Des de Baix (DDB) y, en un sentido de continuidad con DDB -aunque era dudoso si se trataba de su liquidación-, en las últimas generales con Anticapitalistas. Sin embargo y, a pesar de que se aseguraba en la campaña electoral que no se trataba de acuerdos electoralistas, en realidad han sido acuerdos electorales. Ni siquiera tras los resultados de Anticapitalistas se recuperó el proyecto unitario de DDB, aunque era muy significativa la diferencia de votos que se obtuvo en las circunscripciones en las que se presentaba como un frente, de donde concurría como una sola organización. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. El plus que aporta la unidad va más allá de la suma de fuerzas, responde a una reacción positiva del trabajador y del joven. Más allá de reagrupar un puñado de votos y ver cómo cada organización intenta aprovechar para construirse hoy, en la izquierda revolucionaria es imprescindible una reagrupamiento político, el reconocimiento mutuo de la necesidad de un marco abierto, en el que participen organizaciones revolucionarias como tales y militantes sindicales o de movimientos sociales que hoy no tienen un referente político y que hagan vivir esa unidad en lo que para nosotros es determinante: la lucha del día a día. Cambiar esa situación es la gran tarea que tenemos por delante.

La necesidad de confluir en un espacio anticapitalista unitario

Joel Sans, es miembro de En lluita / En lucha en Barcelona.

En el último año y medio hemos visto algunos ejemplos inspiradores que ponen luz a la sombría situación de crisis y recortes generalizados, como las revoluciones en el norte de África, el 15M y el movimiento de las ocupaciones a nivel internacional. Más recientemente, el éxito de la huelga general del 29 de marzo y una disminución electoral del Partido Popular en Andalucía empiezan a sugerir que nos encontramos en el inicio de un nuevo ciclo político de radicalización política y de confrontación generalizada hacia el gobierno del PP. Esto abre un mayor espacio a la izquierda anticapitalista, con oportunidades y desafíos.

Ganar espacio al reformismo

El 15M ha mostrado que existe una capa de población, sobre todo jóvenes, desafectos a las izquierda tradicional y que no tiene referente. Sin embargo, tenemos la dificultad de cómo conectamos con la multitud de personas que están dispuestas a luchar contra los recortes y la derecha, que incluso cuestionan el sistema, pero que no tienen una perspectiva claramente revolucionaria. Aunque hemos visto la debacle electoral del PSOE, las ideas del reformismo -cambiar el mundo a través de una consecución de mejoras- continúan teniendo mucha influencia. Y los sindicatos mayoritarios, pese a su política pactista, continúan contando con una gran influencia sobre la clase trabajadora y con capacidad de movilización.

Como pasó en el período 2000-2004 -con un PP en el gobierno ampliamente contestado en las calles- es muy previsible que la izquierda institucional y los sindicatos mayoritarios hagan una mayor apuesta por la movilización.

En este escenario, la actitud extendida en la izquierda radical y la izquierda sindical de rechazar participar en las movilizaciones convocadas por CCOO y UGT, conlleva el problema de aislarse de una amplia audiencia de personas. Contrariamente, el estar en las grandes convocatorias, apostando por la unidad y defendiendo una posición crítica e independiente, presionando para subir el tono de las luchas y difundiendo las ideas del anticapitalismo revolucionario, nos abre oportunidades. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que sea la izquierda institucional quien termine capitalizando la oposición al gobierno del PP, como sucedió en 2004.

Impulsar estrategia

Además de mantener una actitud no sectaria hace falta desarrollar una estrategia para reforzar las luchas con una perspectiva desde abajo. La bajada del 15M después de la manifestación del 15 de octubre está relacionada con la dificultad de tener una línea estratégica básica que sirva para hacer confluir el conjunto del movimiento en fechas y reivindicaciones clave. La izquierda anticapitalista puede jugar un papel importante en este sentido aportando su experiencia y reflexión.

Esto ya se vivió, por ejemplo, en las primeras semanas del 15M en Barcelona, donde un sector de activistas de distintas organizaciones de la izquierda sindical y la izquierda anticapitalista trabajaron conjuntamente en favor de determinadas orientaciones, ayudando a la consolidación y radicalización del movimiento en esta ciudad.

En la actualidad, la alianza entre organizaciones de la izquierda anticapitalista para empujar los movimientos y aportar elementos estratégicos ayudaría a superar momentos de descoordinación y dispersión.

Un espacio político anticapitalista

Para poder llevar a cabo este empuje estratégico y para disputar el espacio al reformismo sería muy útil crear un espacio político anticapitalista y unitario en el que se reunieran organizaciones y activistas, de una forma abierta y flexible. Además, un espacio político sería un altavoz del anticapitalismo en el plano ideológico. Y es que cada vez es más importante defender un programa anticapitalista de salida de la crisis, con medidas como dejar de pagar la deuda a manos de especuladores, la nacionalización del sistema bancario o la expropiación de las viviendas vacías en manos de los bancos.

Tener este espacio anticapitalista no tendría que entrar en contradicción con mantener las organizaciones existentes. Simplemente crearía una sinergia que ampliaría el espacio del anticapitalismo, ganando con ello todo el mundo. Este tipo de experiencia se dio en parte, aunque de forma limitada en el tiempo, con el proyecto en Catalunya de Des De Baix (DDB), la coalición que se creó para las elecciones a la Generalitat de 2010 y que tuvo continuidad con varias jornadas y la participación en manifestaciones durante los meses siguientes. Un proyecto en el que En lucha, como hemos reconocido, entramos tarde, ya después de las elecciones.

De no crear algún espacio político conjunto, la izquierda radical nos enfrentamos a encontrarnos solamente en dos ocasiones. La primera, en aquellas coincidencias accidentales -aunque afortunadas- en las luchas y movimientos sociales. La segunda, en la creación, en el último momento, de candidaturas para las elecciones que al final consiguen un poco más de votos que en la anterior ocasión pero que después no tienen continuidad. Es lo que pasó con las experiencias, por otro lado positivas, de DDB en 2010 y Anticapitalistas en las últimas elecciones generales. Esta última candidatura, impulsada por Izquierda Anticapitalista a nivel estatal, tuvo en Catalunya un perfil más unitario, con la participación de En lluita y Lluita Internacionalista. El trabajo anterior de DDB y la aparición a lo largo de la campaña de varios núcleos locales de Anticapitalistes con una participación significativa de personas independientes parecían ser la base para dar continuidad en el tiempo a esta candidatura en forma de espacio político, algo que por el momento han decidido rechazar los compañeros y compañeras de Revolta Global. Aún así, el mantenimiento de un activo núcleo local de DDB en Cornellá o de Anticapitalistes en Hospitalet sugiere que hay una capa potencial de activistas que se sumarían a una iniciativa unitaria.

Que los momentos de mayor unidad dentro de la izquierda anticapitalista en los últimos años se hayan dado para participar en el terreno electoral conlleva algunos problemas. Por un lado, da poca confianza a las personas que esperan una actitud diferente y no electoralista de la izquierda anticapitalista. Por el otro, no proporciona en los momentos no electorales -la mayoría- el tipo de trabajo unitario del anticapitalismo que ayudaría a fortalecer las resistencias en un momento en el que difícilmente podría ser más necesario. Además, un trabajo continuo permitiría presentarse con un músculo mayor en las campañas electorales, importantes en sí mismas para construir el espacio anticapitalista a medio plazo.

Sería un paso adelante, pues, avanzar en construir un referente unitario estratégico, ideológico y político. Lo podríamos hacer respetando los ritmos, las dinámicas y la personalidad de las distintas organizaciones que formamos la pequeña constelación de la izquierda anticapitalista. Pero deberíamos dar pasos para converger ya que, como sabemos, aunque estén muy cerca, unas líneas paralelas no llegan nunca a encontrarse.

Artículos publicados en la revista anticapitalista La hiedra:

http://enlucha.org/site/?q=node/17313