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El futuro inmediato de la izquierda

Fuentes: Portal Rodriguista

Después de 20 años de gobierno, la Concertación está pasando por un período de rebeldía y desgaje en sus filas. De ella han emergido seis precandidatos en el presente proceso electoral, Frei, Zaldívar, Gómez, Arrate, Enríquez-Ominami y Navarro. En la derecha aliancista el panorama no es mejor, aunque las apariencias indican mayor cohesión. Es la […]

Después de 20 años de gobierno, la Concertación está pasando por un período de rebeldía y desgaje en sus filas. De ella han emergido seis precandidatos en el presente proceso electoral, Frei, Zaldívar, Gómez, Arrate, Enríquez-Ominami y Navarro. En la derecha aliancista el panorama no es mejor, aunque las apariencias indican mayor cohesión. Es la mejor oportunidad que se le ofrece a la izquierda, desde la Política de Rebelión Popular de Masas de la época de la dictadura, para presentar un proyecto independiente.

No obstante la izquierda está cada vez más dispersa y confusa, y por otra parte paradójicamente, su participación es cada vez mayor, con más fuerza y ascenso en todo tipo de actos sociales y políticos. Solo falta que se una para que tenga peso real en la política chilena. Es notorio que todos los sectores de la izquierda están de acuerdo en que la unidad es vital pero cada uno prioriza su propia propuesta como la mejor, sin ceder lo más mínimo de sus posturas.

En la Izquierda hay que diferenciar dos bloques: uno que participa en las elecciones y otro que lo rechaza por considerarlo inconducente; el electoral y el asistémico.

En el bloque electoralista están quienes creen que el mayor éxito de la izquierda es romper con la exclusión a los centros de poder como el Congreso. Para ello no trepidan en formar alianzas con la concertación y votar por un candidato cuyo partido fue el principal promotor del golpe contra la UP y Salvador Allende. Uno de ellos son el ex-Podemos con Arrate, el Partido Comunista e Izquierda Cristiana. En cualquier caso no es de extrañar en los comunistas: ha sido su política desde los años 30 del siglo pasado. Ni siquiera en los períodos de ilegalidad se han apartado de esta línea cuya lucha se basaba en regresar a la institucionalidad burguesa y de ahí llevar la «batalla por el socialismo».

Otro sector que considera que la izquierda debe llevar una propuesta electoral «independiente» son el Movimiento Amplio Social, Generación 80 y Pamela Jiles con la candidatura de Alejandro Navarro. En el fondo su propuesta es formar una concertación sin la Democracia Cristiana o más progresista. Entre planteamientos muy loables como el apoyo a la revolución bolivariana y apoyo al ALBA caen en contradicciones de participar en agasajos a Agustín Edwards, dueño de El Mercurio.

Se suma con una candidatura el sector que se separa de las políticas más derechista de la concertación pero sin renunciar totalmente a ella, liderado por Marco Enríquez-Ominami y que aglutina a personalidades empresariales, profesionales, intelectuales, ecologistas y al Partido Humanista que fue parte del conglomerado de gobierno y desafectó por desacuerdo con su políticas neoliberales.

Independientemente del candidato único que pueda surgir de la izquierda, en la segunda vuelta se votará por Frei. Solo se vería amenazado si algún partido como el Socialista o PPD se saliera del bloque.

El bloque asistémico lo constituyen cientos, aun miles de colectivos y organizaciones pequeñas que optan actuar al margen de los procesos electorales. Son los que provinieron de organizaciones más radicales como el MIR, FPMR, Lautaro, anarquistas, trotskistas, los escindidos del PC y muchos más surgidos en torno a movimientos sociales, sobre todo iniciados en la lucha contra la dictadura.

Como agrupación más destacada se encuentra el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores (MPT) que se constituyó como instrumento de lucha política anticapitalista. Aparte de definiciones generales no han elaborado una propuesta o un plan claro de lucha con principios y objetivos definidos. Por ser una agrupación federativa donde se aglomeran, principalmente, corrientes políticas e ideológicas bien divergentes como anarquistas, trotskistas, marxistas, movimientistas, etc., es muy difícil que puedan, en algún momento, ponerse de acuerdo en un proyecto conjunto. En última instancia, superando las barreras de las discusiones ideologizadas, los resultados solo pueden ser superficiales o recargados en frases comunes, predominando más las formas que los contenidos para así poder mantener la unidad y cierta cohesión.

La realidad económica

Todo proyecto debe partir de una realidad concreta y ésta no puede soslayar su fundamento económico.

La producción nacional se distribuye de la siguiente forma: las micro, pequeña y mediana empresa (MIPYMEs) representan el 99% de las empresas, abarcan el 80% de la fuerza laboral, su producción abarca el 17% del PIB y el 1,7% de las exportaciones. La gran empresa, a la inversa, representa el 1% de las empresas, abarca el 20% de la fuerza laboral, el 83% del PIB y el 98,3% de las exportaciones. Las grandes empresas aportan el 10% del empleo nacional. Está basada en el modelo capitalista neoliberal globalizado.

El sistema económico mundial está atravesando por una crisis considerada la más grave desde el advenimiento del capitalismo en el mundo. Chile no es ajeno a ello. Solo para señalar algunos ejemplos vemos que en el último trimestre el desempleo subió al 10,7%, la producción industrial y actividad minera bajaron un 8,3% y 2,4% respectivamente.

La supervivencia de la humanidad clama por el cambio del modelo económico, necesita con urgencia la superación del capitalismo.

Estos datos nos permiten determinar varios factores que son necesarios para elaborar una propuesta popular y progresista con vistas al socialismo.

Distribución social y de clases

En primer lugar, el sector predominante es la gran empresa cuya fuerza laboral principal es la que mejor se encuentra económica y organizadamente, son los trabajadores sindicalizados. Son los que tiene mejores salarios y previsiones pero, paradójicamente, son los más explotados, cuestión que se disimula por la envergadura de la producción que desarrollan. Posteriormente están los subcontratados que, haciendo las mismas labores que los de planta, obtienen la un tercio o menos de lo que ganan éstos; son doblemente explotados, tanto por la plusvalía extraída por la gran empresa como por la contratista. La economía chilena se sostiene sobre sus manos. En general es un sector de los trabajadores que está en mejores condiciones y ajustado al sistema. Las movilizaciones de los mineros de planta y subcontratados, más los de las madereras han sido los únicas capaces de quebrarle la mano a los patrones y gobierno. La incorporación de la clase obrera a la lucha política, por el rol que juega en la producción, constituye el factor determinante para cualquier cambio que pueda plantearse nuestro pueblo y por el socialismo.

Las transnacionales y grupos económicos dueños de estás empresas son los verdaderos amos y poder del país. No llegan al 1 % de la población.

En segundo lugar, la gran mayoría de la fuerza laboral está agrupada en torno a las MIPYMEs. Son miles de micro y pequeñas empresas que desarrollan una producción marginal y que mayormente no incide ni en las exportaciones ni en la estabilidad económica del país. A pesar de abarcar a la mayoría de la población su capacidad adquisitiva y de decisión no es de envergadura. La forma de desarrollar su labor productiva hace dificultoso o imposible desarrollar su capacidad de organización, tanto por razones de leyes laborales como por la diversidad de intereses que sustentan. Son comuneros mapuches, artesanos, feriantes, comerciantes, todo tipo de servicios, profesionales, etc. Tan fragmentados en lo laboral como también están en las organizaciones políticas. Este es el mundo popular oprimido por el modelo que impide no solo su desarrollo sino también su estabilidad económica y seguridad de vida. No es el sector más explotado pero sí el más oprimido.

La realidad política

Hasta el momento todas las propuestas existentes tanto de derecha como de la izquierda electoral se plantean desarrollar sus políticas dentro del marco del neoliberalismo y su institucionalidad. Los marginados no tienen propuesta concreta.

La crisis global cada día muestra más el fracaso del modelo neoliberal no solo en sus aspectos económico y financieros sino también en los aspectos institucionales, en su superestructura jurídica y política. La crisis está en pleno desarrollo y aun no se vislumbra claramente su desenlace tampoco su fin.

Es la crisis del modelo que ha penetrado también a la concertación, administradores por 20 años del neoliberalismo impuesto por Pinochet. Los sectores de izquierda se sienten incómodos en el conglomerado oficialista y algunos incluso incurren en la defección siempre que sus alternativas no se salgan del marco neoliberal. La diferencia que pudiera haber entre un gobierno de la derecha aliancista y uno de la concertación es tan tenue que el argumento de votar para evitar el triunfo de Piñera nadie lo «compra». Ambos se inclinan más hacia las políticas imperialistas de EEUU que a las de la América Latina. Ya no se sabe cuál es el mal menor.

El descrédito de las instituciones gubernamentales, judiciales y legislativas llegan a los niveles más bajos en el período post dictadura. Ha sido el año electoral con menos ciudadanos inscritos, los cuales permiten que los potenciales votantes que no participen en las elecciones, junto a los votos nulos y blancos, superen el 40%. Un gran sector de la juventud rechaza lo que le ofrece el sistema y tampoco vislumbra una alternativa; no acepta como modo de vida las categorías y valores mercantiles que impone el capitalismo, donde la amistad, el amor, la ética, la moral, las relaciones sociales, la cultura, la salud, etc. se establecen con dinero, por la oferta y la demanda; la conveniencia y el pragmatismo.

La Constitución del 80 está en crisis, no por ser de Pinochet y votada con un sistema espurio, sino por estar tan amarrada al modelo neoliberal. En 20 años han sido imposible cambios sustanciales en sus artículos y leyes. Todas las Constituciones en la historia de Chile han sido elegidas con métodos democráticos cuestionables y correspondiendo sólo al momento en que un grupo, clase o política dominante ha sido instaurada en el poder. Por ello se colige que la Asamblea Constituyente debe ser una consecuencia de un nuevo modelo económico.

Al participar la izquierda electoral sin una propuesta alternativa al modelo, sólo lo afirma y pierde una oportunidad histórica para hacer cambios que favorezcan a nuestro pueblo.

Propuesta

Las crisis en la historia del capitalismo atraviesan diferentes fases partiendo por el financiero pasando al de la producción. En nuestro país estamos pasando a la etapa del desempleo.

Su siguiente paso, producto de la incapacidad por subsistir, generará convulsiones sociales y se originarán los movimientos de lucha política. Para ello es necesario tener la capacidad de darle cauce a metas que permitan pasar a niveles superiores de desarrollo social. Para ello es imprescindible un proyecto propositivo y de accionar que sea un elemento aglutinador, organizador y orientador de la izquierda, del pueblo y su lucha.

Todos los gobiernos tanto de la dictadura como de la concertación han sido fieles administradores de la gran empresa y sus intereses. De los actuales candidatos ninguno se aparta de esta idea central; impulsar la gran empresa, su defensa, pero manteniéndola en manos privadas. La mayor parte de las ganancias van a bolsillos del exterior y manos privadas.

Las condiciones económicas para pasar al socialismo son mejores que nunca, pero no es posible que nos las planteemos ahora porque los factores subjetivos no lo permiten. Aún no existe la conciencia en la mayoría de los explotados de luchar por un sistema socialista ni hay tampoco una organización política capaz de llevar adelante un proyecto de este tipo. Pero sí es plenamente factible impulsar un proyecto que vaya creando las bases y las condiciones para la construcción del socialismo.

Toda propuesta tendiente a resolver los problemas económicos y sociales de nuestro pueblo debe partir por el hecho de pasar la gran empresa a manos o control del Estado. Los grandes recursos generados por estas empresas deben ser destinados a resolver los problemas sociales, subsidiar la educación, la salud, la cultura y apoyar a las MIPYMEs para su desarrollo e ir industrializando el país para hacerlo no solo políticamente independiente sino también económicamente autosuficiente.

Las AFP, las empresas energéticas, estratégicas y de agua deben también ser controladas por el Estado. El sistema bancario estatal debe superar al privado.

Pasar a un Estado fuerte, que controle la gran empresa y utilice sus recursos en función de los intereses del pueblo es el punto de partida para ir construyendo una sociedad más justa. Un modelo de Capitalismo de Estado con una Democracia Popular es el preámbulo para construir las bases del socialismo.

La integración regional es base de cualquier política de un país que pretenda su desarrollo económico e independencia política. Las relaciones con la región, tanto por sus intereses comunes, por su cultura, perspectivas de desarrollo como por los lazos históricos, tienden a ir conformando una sola comunidad de naciones. En este sentido la apertura de fronteras con los vecinos, estrechamiento de las relaciones diplomáticas, culturales y económicas harán caducar todos los diferendos habidos, favoreciendo a nuestros pueblos. Asumir una postura de defensa de la región ante las injerencias imperialistas con el rechazo de todas sus bases militares. No hay golpe en América Latina en que no estuviese involucrado EEUU, no hay país en América Latina que no haya sido humillado por el imperialismo norteamericano. El principal obstáculo para el desarrollo de la región ha sido el imperialismo norteamericano con las grandes transnacionales.

Las Fuerzas Armadas históricamente han jugado un rol en defensa de los intereses de las clases dominantes contra la mayoría de nuestro pueblo. Los participantes en la violación de los DDHH y del golpe de Estado deben comparecer a la justicia y ser dados de baja. No se puede repetir el golpe de 1973 o algo similar a lo que acaba de acontecer en Honduras. Esto sólo se impedirá con la reestructuración tanto de su doctrina como de su oficialidad. Deben establecerse en base a la defensa de los intereses de nuestro pueblo como de toda Latinoamérica, en el empeño de la integración regional.

La Democracia Popular basada en un sistema de estamentos que pueden partir por manzanas, barrios, comunas, regiones, avanzará a lo nacional en torno a cabildos o asambleas populares. El sistema revocatorio debe ser inherente a este sistema como principio. La Asamblea Nacional sustituirá al actual Congreso Nacional. La Democracia Participativa es la real alternativa al fracaso del sistema representativo.

Son miles los problemas que aquejan a nuestro pueblo, pero las soluciones deben partir por los puntos mencionados.

Es responsabilidad de la izquierda aprovechar la oportunidad que se está presentando. Las diferencias teóricas, ideológicas, de intereses políticos y de principios no son mayores al común de las necesidades de nuestro pueblo, son superables. Es responsabilidad de los sectores más conscientes de los trabajadores organizar, planificar, elaborar propuestas y conducir al pueblo a la victoria, a un gobierno popular, al socialismo.