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El Goebels del pinochetismo

Fuentes: Rebelión

Con el descubrimiento del ADN se pudo comprobar que los humanos somos parientes cercanos de todos los seres del reino animal (y también de los otros reinos) y nos guste o no, somos parientes, (¡menos mal que no tan cercanos!) de las ratas. Aquellos animalillos peligrosos que gustan de vivir en las cloacas y que […]

Con el descubrimiento del ADN se pudo comprobar que los humanos somos parientes cercanos de todos los seres del reino animal (y también de los otros reinos) y nos guste o no, somos parientes, (¡menos mal que no tan cercanos!) de las ratas. Aquellos animalillos peligrosos que gustan de vivir en las cloacas y que poseen un grado de inteligencia bastante avanzado que les permite adaptarse a todas las condiciones y todos los cambios del medio ambiente. Pero estos parientes cercanos a veces salen de sus cloacas y aparecen en público para desafiar a la especie humana. Algunos de estos animales se parecen mucho a nosotros. Hasta visten como nosotros y se pasean por la vía pública orgullosos de ser representantes de su especie. Son animales astutos que saben cuando pueden asomar su rostro, sobre todo, cuando el clima político les indica que es apropiado hacerlo.

Pero como en todo lo que ocurre en el mundo, con algunos seres vivientes hay los que se escapan de la generalidad y actúan extrañamente, como si la realidad no existiese y todo fuese obra de la fantasía. Así vivió Goebels, uno de los criminales de guerra del nazismo hitleriano. El hombre de los bandos públicos que engañaba a la masa del pueblo alemán con noticias falsas y distorsionadas sobre los sucesos de la guerra. Entre esos hechos, los crímenes que ocurrían en los campos de concentración nazis. Se decía y todavía sus seguidores dicen, que los judíos asesinados por ellos eran sólo unos pocos miles (aunque para la humanidad no tiene mucha importancia la diferencia de cantidad, es el hecho mismo él que importa) y no 6.000.000 como es la cifra aproximada a la realidad.

En Chile, los pinochetistas se han visto obligados a aceptar la evidencia comprobada de más de 3.000 «desaparecidos», es decir, chilenos y extranjeros asesinados y cuyo paradero fue ocultado por la dictadura. El ex jefe de la DINA reconoce publicamente que se aesinó gente y que se les hizo desaparecer, algunos de ellos lanzados en alta mar. Pero hay muchos muertos más que no están «desaparecidos», sino enterrados en silencio por sus familias o por amistades que retiraron sus cuerpos de la morgue, ya sea de Santiago o de otras ciudades. Y muchos que nadie reclamó y que fueron a dar a fosas comunes. ¿Cuántas son esas víctimas? Nadie lo sabe porque nunca se ha hecho una investigación completa y minuciosa de eso. Tal vez, suman varios miles o decenas de miles. Recuerdo que por aquella época la morgue de Santiago estaba tan llena de cadáveres que hasta los pasillos estaban repletos, apilados unos cuerpos sobre otros. En Santiago se asesinaba a diario en distintos lugares públicos aprovechando el toque de queda que impedía que la gente pudiese presenciar esos crímenes. Ejemplo de ello era la zona cercana a la industria Sumar en la carretera panamericana norte, en donde todos los días, durante más de una semana se ejecutaba jóvenes de ambos sexos y sus cuerpos se lanzaban a las escasas y sucias aguas del río Mapocho. Después, ya entrado el día, llegaban furgones policiales y simulaban hacer una «investigación», una suerte de show para engañar a la opinión pública, y después de eso terminar inculpando de esos crímenes a la izquierda en general o a los «extremistas» como ellos nos apodaban. Escenas que pude presenciar y que no me fue transmitida de oídas.

Y de la cloaca asomó un personaje que tiene la desvergüenza de negar todos esos hechos y de tener el cinismo de decir en una entrevista publicada en el número 153 de la revista chilena «The Clinic», entre otras cosas que: «Muchos de ellos murieron en combate. Según lo que dicen los militares». Como si este personaje asomado de la cloaca, de apellido Puga no lo supiese. Trata de engañar a la opinión pública y no comprende que hoy después de los numerosos documentos y declaraciones de testigos está claro como una gota de agua destilada lo que ellos hicieron. No puede seguir «ignorando» estas verdades a la vista, tampoco creo posible que no estuviese enterado de todos esos horrores, porque él ocupaba un puesto importante dentro del gobierno de la dictadura pinochetista. Este personaje de cloaca fue uno de los que llamaron y participaron en las acciones publicitarias incitando al golpe de estado. No debemos olvidar toda la campaña realizada por la derecha golpista anunciando: «Y a viene Yakarta», es decir, recordando la masacre de comunistas en Indonesia. Esa propaganda era obra de los «cloaquistas». De individuos frustrados, que sienten amenazada su existencia privilegiada y de allí, esa reacción hostil hacia el pueblo al cual en su fuero interno reconocen no pertenecer. Además, el ansia de Poder. De mantener las cosas como estaban y de oponerse a redistribuir el ingreso que favorecía sólo a ciertas clases, como ocurre también hoy en día. Yo me pregunto si en individuos que hoy emergen de la cloaca, tratando de mostrarse como individuos «idealistas» que promovieron un golpe de estado sagriento, según ellos para «detener el comunismo», no hay una buena dosis de sadomasoquismo, de la necesidad de un gobierno autoritario, dictatorial en el que ellos pueden ocupar un lugar por su tendencia a querer dominar a muchos y también a ser dominados. Por esta razón este señor de la cloaca rechaza la democracia, como lo expresa en la entrevista. Para él, la dict adura debería haber durado 25 años, a lo menos. Todos los gobiernos de los últimos 70 años eran izquierdistas, incluso los gobiernos de derecha como el de Gonzáles Videla y el de Alessandri entre otros. Gobiernos al servicio del capital y profundamente represivos. Da la triste impresión de desconocer la historia de nuestro país. O, tal vez, vivió un mundo semiparalelo en la cloaca y cree que es el mundo real.

Había que terminar con la izquierda, con el movimiento de masas, dice. Odiaba, como lo expresa en la entrevista, aquel eslogan nuestro: «Pan, techo y abrigo». Dice que eso no se puede ofrecer al país. ¿Entonces, qué hay que ofrecerle al pueblo? ¿Mano dura? ¿Cesantía? ¿Miseria? ¿Un orden troglodita y criminal? ¿Fuego de fusilería? Este individuo escapado de la Edad de Piedra, tan inteligente y tan agudo, dice que: «Si a mí me ofrecen «pan techo y abrigo» no voy a trabajar más. Yo lo creo. Hay seres que son capaces de todo, aunque se ahora oculten sus hábitos detrás de frases altisonantes. Seguramente la UP le ofrecía al pueblo que dejasen de trabajar porque les íbamos a regalar todo. ¡Qué profundo es el análisis de este cloaquista!

Los bandos de la Junta en esos días eran obra de él. Se jacta de que fue el único civil que entró al ministerio de defensa para participar del golpe. En ningún momento niega su participación en los preparativos del golpe. Parece, más bien, uno de aquellos que lo instigaron y que se ocultaban en la profundidad de la cloaca. Es, entonces, uno de los autores intelectuales de esos crímenes. En muchos países se condena con más energía a los autores intelectuales, a los que incitan a los crímenes, que a los autores físicos, porque ellos son los peores, los culpables con letra mayúscula, los otros son los feroces cómplices. Por esa razón era más culpable Goebels de los crímenes nazis que los soldados de las SS. Por esa misma razón Álvaro Puga es tan o más culpable de los crímenes de la dictadura como lo son los esbirros de la DINA o de la CNI como después se le llamó. Además, se ha sostenido en varias publicaciones que este individuo era miembro de la DINA, cuestión que él niega. Si n embargo, no tiene empacho en presentar a esa banda de criminales como «buenos muchachos que los malvados comunistas les imputan crímenes que no cometieron, sino algunos que se dejaron llevar por pasiones personales o en que la CIA estaba involucrada». Aunque así exactamente, con esas palabras no lo dice, eso es lo que quiere expresar. Incluso presenta al general Contreras, el jefe de esa banda criminal, como «que fue sobrepasado por agentes de la CIA». De esa forma nadie de la jefatura, de la superestructura de ese organismo criminal y terrorista, tenía alguna responsabilidad. Es interesante que diga que habían sido sobrepasados por la CIA. ¿Es entonces muy claro que en esa institución represiva y criminal chilena había también agentes de la CIA? Y, ¿cómo es que este individuo, si no pertenecía a este cuerpo, lo sabía? O, tal vez, hay mucho de cierto que era uno más de esa banda compuesta de terroristas y psicópatas. Sus expresiones alabando el autoritarismo y el poner en un pedestal a esa banda criminal me hace pensar que puede tratarse de un individuo que siente la necesidad de dominar a otros, si no por la razón, mediante el empleo de la violencia, típico en aquellos que sufren de impulsos sadomasoquistas. Típico de las personas que no pueden aceptar la inteligencia en otros de condición social inferior. De aquellos que sólo ven al mundo compuesto de seres superiores y de seres inferiores. Jefes y masa. Por eso también se manifiesta en contra de las mujeres. Para él es absurdo que en Chile haya candidatas a la presidencia de la república. Pues, se trata de seres inferiores. Cuando el periosista le pregunta las razones de eso, responde con todo desparpajo: «Porque son mujeres.Si en Chile las mujeres ganan el 30% de lo que ganan los hombres (quiere decir que son menos capaces). Es machista este país. Van a ser títeres, etc». Es un problema de sexo. Habría que hacerle un examen hormonal a cada uno para valorar su capacidad de dirigir. No vaya a ser que su nivel de testosterona deje mucho que desear.

Cuando el periodista le pregunta si él creía que la DINA torturó, responde: «Pienso que sí. Pero no creo que halla sido la DINA. Yo pienso que son personas que estaban en la DINA. Pienso que sí, el abuso de autoridad uno lo ve todos los días». O sea, no era la institución la que aplicó una política de torturas psíquicas y física, violación sexual de mujeres y niñas menores, asesinatos en los domicilios de las víctimas y en los campos siniestros de la dictadura (Sólo en el Estadio Nacional se torturó a cerca de 120.000 personas). Se trataba, según este personaje de cloaca, de algunos extralimitados que le dieron muerte a 3.000 personas reconocidas y ubicables y quién sabe a cuántos más, cifra que él encuentra pequeña comparada con cifras de otras dictaduras y de lo que él se imagina que iba a hacer la UP, que no mató a nadie y que respetó los derechos humanos en toda su extensión. A otra pregunta sobre la DINA responde: «La institución (La DINA) actuaba limpiamente, lo que p asa es que algunas personas de esa institución, no» (muy limpio eran para él las aplicaciones de corriente eléctrica en las partes más sensibles del cuerpo humano; el meter la cabeza dentro de un tacho lleno con bencina o petróleo y otras barbaridades). De esa forma, todos esos criminales como Contreras, Marcelo Moren, Krasnoff, Espinoza y otros, eran personas correctas y sobrepasadas por algunos indisciplinados que hacían lo que querían. ¡Vaya, vaya! Piensa que somos idiotas que nos vamos a tragar semejantes explicaciones. Los asesinatos que cometió personalmente Moren con un cuchillo corvo contra prisioneros en el norte de Chile durante la famosa y tenebrosa «Caravana de la Muertge» fue obra de «personas indisciplinadas». Moren ni se enteró. Seguramente dormía cuando su mano derecha empuñando ese temible corvo asesinaba en forma brutal y tan horrible a sus víctimas. Y el General Contreras (amigo de la infancia de «el cloaquista» como él mismo lo declara en esa entrevista) no sabía nada de eso. Era un pobre monigote que vivía en un mundo fantástico, muy acolchado, en donde no llegaban los gritos de las víctimas. Jamás nadie le informó a Contreras de esos crímenes. ¡Qué gente más desleal! Como para creerlo. Este ser tan «inteligente» piensa que diciendo estas bobadas el pueblo lo va a creer. Como si todavía estuviese sentado detrás de los micrófonos del comando pinochetista mintiéndole al pueblo chileno. Por eso asegura este individuo que «Contreras jamás torturó». La mala explicación que da «el Cloaquista» es una estupidez que ni los niños de pecho pueden aceptar. Se parece mucho a unos neonazis que andan por ahí negando el holocausto de los judíos en la Europa ocupada por las fuerzas hitlerianas. Y ahora cuando muchos de los torturados piden ser indemnizados por el estado, dice: «todo eso de las torturas actuales es una farsa, es para darle plata a un grupo de gente. Cada uno se ha ido apoyando con otro en el asunto de la mentira». Seguro, así lo ve él, porque sabe como ellos han mentido una y mil veces y con esos argumentos sin ningún peso cree poder borrar de la historia esa terrible verdad. Ni lo piense. Quedaron enlodados para siempre y tarde o temprano llegará el tiempo de la verdad y de la justicia.

¿Y por qué razón salió de la cloaca? Por narcisismo, ¿tal vez? Estaba cansado de que todos esos terribles personajes salieran a la luz del día con sus crímenes, sus robos del erario fiscal y a él nadie lo presentaba como uno más de la pandilla, un héroe del pinochetismo. Quería pasar a la historia como Goebels, claro está que éste tuvo el valor de pegarse un tiro, en cambio el cloaquista sólo de sacudirse toda la inmundicia de la cloaca y que querer presentarla como algo diferente de la realidad, cuando hiede a kilómetros de distancia. Aunque en lo que respecta a los robos de Pinochet no sabe que explicación y justificación darle, sólo cuestionar la veracidad del Senado de USA y del Banco Riggs, tal vez, piensa, están confabulados con los comunistas, al puro estilo Mac Carthiano. Por tener esa mentalidad masoquista desea ser castigado por esos crímenes de los cuales es también culpable. Aunque sea subconciente o inconcientemente. Y él no lo entiende. Aunque sabe que nadie lo va a llevar a enfrentar la justicia. No en este instante. La ley de amnistía lo protege. Pero no quiere pasar a la historia como un personaje ignorado. Quiere figurar al lado de sus amigos como el siniestro Contreras. Al menos, que se lea en algún libro escolar el siguiente paragrafe: Álvaro Puga, instigador de crímenes de lesa patria, vivió oculto en una cloaca y salió a la luz para confesar sus crímenes, aunque no todos.