En las últimas elecciones generales Podemos en alianza con otras formaciones, como Compromis en el País Valenciano, Barcelona en Comú en Cataluña o la Marea gallega, rozaron los 5,2 millones de votos (26,6%). Izquierda Unida junto a otros partidos como la Chunta Aragonesista, Alternativa Socialista e Izquierda Asturiana alcanzó los 923.000 votos (3,67%). Con independencia […]
En las últimas elecciones generales Podemos en alianza con otras formaciones, como Compromis en el País Valenciano, Barcelona en Comú en Cataluña o la Marea gallega, rozaron los 5,2 millones de votos (26,6%). Izquierda Unida junto a otros partidos como la Chunta Aragonesista, Alternativa Socialista e Izquierda Asturiana alcanzó los 923.000 votos (3,67%). Con independencia de los procesos electorales, la movilización popular ha dado muestras en los últimos años de una palmaria capacidad de convocatoria. No sólo por la irrupción en las plazas del 15-M a partir de mayo de 2011, también por las Marchas de la Dignidad que congregaron a medio millón de personas el pasado marzo en las calles de Madrid, y a un millón de personas un año antes. O por la acción de plataformas como la PAH, que ha paralizado 1.663 desahucios y realojado a 2.500 personas. Con este potencial sociopolítico, ¿hay mimbres para tejer un nuevo proyecto de país? ¿Es posible construir la Unidad Popular?
El politólogo Manolo Monereo y el inspector de Trabajo y de la Seguridad Social, además de portavoz de la Mesa Estatal del Frente Cívico, Héctor illueca, aportan elementos para la reflexión en el libro titulado «Por un nuevo proyecto de país», publicado por «El Viejo Topo» y prologado por la diputada electa de Podemos, Tania Sánchez Melero. La fotografía de la portada, un muro en el que aparece dibujada una niña con un globo, sentada y mirando a un costado, contiene una leyenda desiderativa que resume el texto de 257 páginas: «El futuro existe». El libro se vertebra en cuatro bloques, integrados por varios artículos, en los que los autores desgranan su propuesta: «Por un proyecto de país», «Construir la unidad popular», «Europa como problema» y «El mundo del trabajo».
El libro comienza con una frase demoledora, mortífera, una espita que acelera el reguero de reflexiones: La precariedad está actualmente en todas partes, como advertía el sociólogo Pierre Bourdieu. Esta precarización de la existencia no es un fenómeno meteorológico ni una casualidad sin responsables, tampoco la consecuencia «natural» de una crisis económica cíclica e inevitable. Como señalan Monereo e Illueca, es más bien «el resultado de una intensa actividad reformista conscientemente desplegada por el poder público» y de la que resultan efectos devastadores: «La clase trabajadora se encuentra completamente subordinada a la eficiencia económica y a las cambiantes circunstancias de la vida empresarial». Las garantías recogidas en el Estatuto de los Trabajadores de 1980 parecen hoy una lejana utopía.
El modelo neoliberal trasciende la realidad cotidiana de la empresa -la relación entre capital y trabajo- para impregnar la vida de las personas más allá de su condición de trabajadores. «El futuro ha dejado de ser algo predecible y controlable para convertirse en un problema político y existencial», sostienen Héctor Illueca y Manolo Monereo. Personas aisladas, con miedo, que viven «a salto de mata» y sin derechos, con una vida instalada en la incertidumbre, conforman el patrón de las sociedades occidentales. En los albores de la crisis económica (año 2007), Ulrich Beck dejaba unas notas poco esperanzadoras en su obra «Un mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización». Afirmaba que la «inseguridad económica» será el rasgo distintivo que caracterice en el futuro el modo de vida de la mayoría de los humanos. El neoliberalismo configura, por tanto, un modelo de vida y de relaciones humanas, y es también una concepción antropológica que supera las ideas de mercado, oferta y demanda.
Entre las diferentes propuestas del libro destaca la de «desglobalizar» o «desmundializar». De hecho, según Manolo Monereo y Héctor Illueca, cualquier alternativa al neoliberalismo imperante carece de sentido sin aumentar la autonomía económica, política y social de los Estados. En numerosos artículos publicados en Público y Cuartopoder los dos autores han insistido en la relación casi colonial actualmente establecida entre el norte y centro de Europa, y la periferia. No resulta exagerado afirmar, en consecuencia, que España es una colonia alemana y que la moneda única (el euro) actúa como piedra angular de esta relación. «Sin un control a la libre circulación de capitales no parece viable ningún proyecto alternativo a lo existente». Otra idea esencial para los autores de «Por un nuevo proyecto de país» es la «desmercantilización», que pone en el centro la idea de «comunidad» frente a la mercancía, adquiera ésta forma de dinero, naturaleza, tierra o fuerza de trabajo. Otros dos ejes, «despatriarcalizar» y «democratizar», completan el programa de las cuatro «D» para romper con el neoliberalismo.
El 1 de mayo de 2015 Monereo publicaba un artículo en Cuartopoder en el qué se preguntaba «¿Qué es la Unidad Popular?» y señalaba un gran objetivo que cobra plena vigencia cinco meses después: «Construir la alternativa al bipartidismo y gobernar para transformar». El politólogo andaluz recoge una idea del sociólogo Boaventura de Sousa Santos que apunta al nudo de la cuestión y a la esencia de la Unidad Popular: «democratizar la democracia». Esto significa combinar un trabajo riguroso en la Institución con la tarea paciente y tenaz de los movimientos sociales. Dado que las instituciones no son neutras y es un error dejárselas al enemigo, Manolo Monereo propone aprovecharlas para conquistar espacios. «Una gestión institucional que genere conflicto y no paz social, que fomente la autoorganización de sujetos sociales fuertes». Además, muchos de los últimos análisis del militante histórico del PCE han ahondado en la experiencia de histórica de Syriza y las posibles lecciones. Una de las principales es que, dada la disminución del poder de los gobiernos, cualquier esperanza de transformación social dependerá de que se forje una mayoría social, unida y organizada. Lo contrario supone mantener la hegemonía de la Europa alemana del euro y el capital monopolista financiero.
Si hubiera que resumir en pocas palabras la propuesta de Illueca y Monereo, ésta remitiría a otra experiencia política, la de América Latina. De ella tomarían el Proceso Constituyente, al que dotarían de un contenido fuerte y emancipador: una democracia republicana, económica, ecológica y feminista. Este ideal emancipador se traduce en diez puntos, explicados de manera clara y breve en el texto, de los que tal vez se podría subrayar uno: situar al Estado en el puesto de mando de la economía, mediante la nacionalización de la banca y los sectores estratégicos. Marxistas ambos, Héctor Illueca y Manolo Monereo no se dejan amilanar por las críticas al aparato estatal que, por distintas razones, se vierten a izquierda y derecha del espectro. Al final, la gran pregunta aquí y ahora puede sintetizarse en estos términos: ¿Puede la izquierda permitirse el lujo de cederle a los grandes poderes la herramienta estatal? ¿Se le puede hacer frente al monstruo neoliberal sólo en la calle, sin luchar por el BOE o instrumentos como los presupuestos generales del estado? El séptimo punto del decálogo de los autores se refiere a «un Estado fuerte que regule eficazmente el mercado, redistribuya la renta, planifique el desarrollo y defienda los intereses internacionales del país».
Personas próximas a Julio Anguita, con quien comparten militancia en el Frente Cívico y el PCE, Illueca y Monereo dedican unas páginas a explicar la lucidez política del excoordinador de IU en sus análisis. También a subrayar una afirmación que siempre han tenido bien presente y que en la izquierda muchas veces se ha desconsiderado: «El verdadero partido del Régimen es el PSOE». O a destripar los retos de Podemos, su relación con Izquierda Unida y, dentro de esta formación, el proceso de refundación pendiente durante años. O a desarrollar la idea de «Europa como problema», más aún, a explicar «la verdadera historia del euro». Héctor Illueca destaca algunas claves interpretativas que en su día ya enunció el economista italiano y marxista, Giorgio Gattei: «Los nazis preveían la constitución de un gran espacio de alcance continental, basado en el marco como moneda común, y gestionado por un Banco Central Europeo, que haría posible el desarrollo económico e industrial de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial». Este espacio controlado por Alemania exhibiría una fractura territorial que hoy se aprecia fácilmente, entre unos países que generan excedentes y una periferia subyugada. Puede que en este punto se escondan los orígenes de lo que Monereo titula como «España, neocolonia de una Europa alemana». O el análisis de Héctor Illueca, siguiendo al geógrafo marxista David Harvey, sobre la actual «acumulación por desposesión en Europa». Este proceso puede cuantificarse de muchas maneras, por ejemplo, a partir de la caída de los salarios reales desde 2010: un 20% en Grecia, un 7% en Portugal y un 6,4% en España.
El último apartado del libro se dedica al mundo laboral, e incluye textos sobre la iniciativa de «trabajo garantizado», que en las últimas elecciones Izquierda Unida recogía en su programa y que tiene precedentes en Estados Unidos durante la presidencia de Roosevelt, en Argentina e India, entre otros países. También el Estado posee un papel esencial para desarrollar la idea del «trabajo garantizado». A partir de su experiencia profesional, Héctor Illueca profundiza en las funciones de la Inspección de Trabajo. Por último, el coautor de «El huracán neoliberal: una reforma laboral contra el Trabajo» (2012) dedica unas páginas a glosar una propuesta que hoy parece preterida, pese a formar parte del acervo reivindicativo del movimiento obrero desde sus orígenes: la reducción de la jornada laboral. La celebración del Primero de Mayo está relacionada con la Revuelta de Haymarket (1886) y los Mártires de Chicago, que aspiraban a las ocho horas de trabajo diarias.
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