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El hastío

Fuentes: Rebelión

(Foto: RCN) Esta foto de relleno, o molienda diaria, publicada por RCN (21.01.2012) ilustra una información de las Fuerzas Militares de Colombia, sobre el enésimo cambio de estrategia para combatir lo que el presidente JM Santos calificó «como una muestra del desespero y la debilidad en que se encuentran las Farc después la muerte de […]

(Foto: RCN)

Esta foto de relleno, o molienda diaria, publicada por RCN (21.01.2012) ilustra una información de las Fuerzas Militares de Colombia, sobre el enésimo cambio de estrategia para combatir lo que el presidente JM Santos calificó «como una muestra del desespero y la debilidad en que se encuentran las Farc después la muerte de Alfonso Cano».

Tomada a cierta distancia, al parecer en un pueblo de tierra caliente del departamento del norte de Santander (¿Catatumbo, rivera del Magdalena?) y en un (también) enésimo consejo de gobierno de la autoridades cívico-militares nacionales y de la región, con participación de la «comunidad», que parecen ser los familiares de los militares allí acantonados, es una muestra de la evolución tórpida en la que se encuentra el llamado conflicto histórico social y armado de Colombia.

En una tarima alta camuflada con la bandera colombiana, a la derecha y detrás de una mesa cubierta con la sábana azul o bandera del partido conservador, están los jefes militares de la llamada Fuerza Pública, acompañados de unos amodorrados y aburridos funcionarios civiles de espesas y oscuras gafas. Tienen botellas de agua para calmar la sed y miran con resignación su público distraído o desatento, a lo que parece ser la parte más importante de la escena: El discurso del ministro de defensa Pinzón Bueno, quien detrás de un atril con un gran emblema militar y luciendo una camisa azul, como las que les hacía poner el dictador Ospina Pérez y su esposa a las juventudes conservadoras de aquella época, en una mano aferra un micrófono y con la Izquierda trata de enfatizar sus «no publicables» argumentos para exterminar la lucha guerrillera, ya generalizada en toda Colombia.

Detrás hay un grupo de soldados pasmados y, a su lado está el presidente de Colombia JM Santos agobiado por el calor de la modorra equinoccial, con una gorra roja de beisbolista llamada localmente «cachucha», calada hasta los ojos, las piernas abiertas y relajadas, las manos abandonadas sobre el bajo vientre y, la cabeza flejada sobre le pecho, en uno de esos momentos somnolientos de «meditación» de su rutina diaria.

Dos días después, el periódico El Espectador (23.01.2012) en una amplia y exclusiva entrevista al presidente JM Santos, trasluce el estado de ánimo canicular que le capturó esta fotografía: El Hastío, que cualquier lector desprevenido puede percibir al leer el texto completo (Ver: http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-322243-llegada-de-petro-una-buena-senal)
Hastío, del latín «fastidium», significa repugnancia, o disgusto. El castellano, que como lo dijo un gramático de la aristocracia bogotana de fines del siglo XIX, «es el latín de los pobres» o latín del vulgo, ha usado simultáneamente todos esos sinónimos; pero además y venturosamente, gracias a la revolución informática, el latín ha dejado de ser del dominio esotérico y exclusivo de la Curia romana y de los gramáticos de la aristocracia bogotana, para ser usado por quien lo desee y como a bien lo tenga.
Y eso es lo que segrega la famosa entrevista citada: El fastidio o el hartazgo (en Colombia decimos «hartera» con jota) de un jugador compulsivo de cartas, que pudo unir todas las fracciones de su clase social para repartirles la burocracia, presupuesto y contratos; pero no ha podido aún unirla en torno al problema fundamental social, económico y político, de cómo resolver políticamente y de manera civilizada, el histórico conflicto armado y construir la Paz, a la que lo obliga la Constitución vigente que juró defender, aquel día en que la lluvia fue detenida sobre su cabeza por un pobre albañil metido a mago, con unas plomadas misteriosas y, por cuatro vulgares millones de pesos colombianos.

Pregunta el periodista: ¿La paz, entonces, es un tema de su segundo gobierno? A lo que JM Santos responde: ..» La paz, SI viene, vendrá cuando las circunstancias se den. No hay que precipitarlas, no hay que tener afán para buscarla. Si se dan esas circunstancias, pues se comienza un diálogo, y si no, pues que el que venga afronte la situación como mejor le parezca…»
Lo demás viene por añadidura: «No peleo con Uribe Vélez, solo le quito sus seguidores». ¿Luis Carlos Restrepo y demás excompañeros Uribeños de gabinete como Andrés Felipe Arias, Bernardo Moreno o María del Pilar Hurtado y el generalísimo Montoya?: «Ojalá puedan demostrar su inocencia ante la justicia». Angelino, pueda ser que se la patria se lo quite de encima enviándolo a la OIT. Sobre el ministro de defensa venezolano: «No interfiero en los asuntos internos de otros países», para eso están los montajes de la falsimedia adicta. Sobre la llamada «reforma» de la Justicia: «Es mejor ser rico que pobre como dijo el boxeador Pambelé». ¿Y Petro?: «Es una buena señal»

Y así, respuesta tras respuesta, va mostrando ese desdén o desprecio aristocrático, ese tedio, o «jartera», producidos por la compulsión invencible de quien no halla diversión, o distracción suficiente en lo conseguido y en el juego que se está sucediendo, y, sin prisa (en Colombia decimos sin afán) espera pasando con golpecitos de los dedos en la mesa, las sucesivas manos de juego, hasta poder a sacar el as que tiene reservado o escondido en la manga.

Como tratando de decirnos que todo su rústico y atrasado plan de gobierno y de una imposible Paz para la Colombia del futuro, se reduce al refrán que repetían en sus largos viajes los antiguos arrieros colombianos: «No hay afán, el que venga atrás, que arree».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.