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El humor en tiempos de cólera

Fuentes: Rebelión

Moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. – C. Vallejo Los caricaturistas de este hueco apartado del mundo civilizado, ese rincón nauseabundo que se llama Latinoamérica; acá los caricaturistas que nos hemos comprometido con las causas sociales vivimos a diario la doble reacción de algunos que ven en la […]

Moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
– C. Vallejo

Los caricaturistas de este hueco apartado del mundo civilizado, ese rincón nauseabundo que se llama Latinoamérica; acá los caricaturistas que nos hemos comprometido con las causas sociales vivimos a diario la doble reacción de algunos que ven en la caricatura un chiste para divagarse de la miseria humana y la cólera de los más soberbios dueños del Poder que saben que los procesos de comunicación en este continente tienen más efectividad en las imágenes y menos en las palabras. Theodor Adorno lo entendió muy bien al apoyar los esfuerzos por crear fenómenos de masas a través del entretenimiento televisivo.

Desde un suburbio donde el silencio y la calma reina por sobre el bullicio y el miedo turbulento de la ciudad, y los pájaros ponen sus nidos y no son despedidos por la estridencia urbana, fui sorprendido como Caricaturista de la muerte de varios compañeros en Francia; que algunos conocí personalmente, por mi interés en saber de buena tinta las huellas de la diatriba religiosa visceral.

En Honduras nos dan premios Guines por la mortandad diaria, pero París la que se perfuma con Chanel 5, la única ciudad luz se convirtió en un jueves oscuro y la danza de la muerte se estacionó allí. La prensa internacional se abalanzó para condenar la masacre, porque los muertos occidentales pesan más en la balanza, de los que asesinan a miles de personas que son indignos e infrahumanos, y no merecen vivir como los Iraquíes, los afganos, los libios, los palestinos y nuestros periodistas hondureños muertos que están en el país como en el mundo, el sueño de la intrascendencia de cifras.

Ninguna persona con sensibilidad va a celebrar estas muertes, porque cualquier muerte de cualquier ser humano nos disminuye, y las campanas siempre siguen doblando por todos, pero siempre existe un espacio para la explicación y la fenomenología de los hechos: Hace mucho tiempo, Tomas de Aquino, para explicar la existencia de Dios, recurrió a la categoría filosófica de Causa y efecto, y esta elemental herramienta medieval puede arrojar luz sobre esta tragedia.

Nadie desconoce el papel imperialista de Francia en África, en Argelia y en el Medio oriente con su participación en las hordas fascista de la OTAN, sin embargo, esta Francia violenta y despiadada intenta vender su civilidad con cafés, pasarelas de Moda, galerías de artes, puertas del triunfo y festivales de Cine. Francia y Estados Unidos siempre sufren de sus propios proyectos belicistas, y resulta que los que antes eran revolucionarios políticos y aliados para invadir Libia, Afganistan, Siria, Malí e Iraq son ahora los que no soportan que se irrespeten las figuras religiosas de Alá y Mahoma.

La Censura se puede hacer en cualquier parte del mundo. Por ejemplo yo puedo decir que Vargas Llosa no merecía el Premio Nobel de Literatura, por evidentes plagios a Jean Cocteau, a Fuentes y de Euclides Da Cuna. No obstante, eso no me da ningún pretexto para borrarlo del mapa de las letras al servicio del poder, ni la OTAN tiene derecho de extender su dominio de territorios y matar a miles, porque ninguna idea, ni ningún sistema tiene la fundamentación axiológica y antropológica de pasar sobre el cadáver de ningún ser humano.

En Honduras pese a la mediocridad del medio social, no existe ninguna burla contra las religiones. No lo he visto ni en mis compañeros, y quizás desde mí interpretación marxista comprenda que la religión es parte de la superestructura o de los aparatos ideológicos del Estado o un fetiche como lo señaló don Carlos Marx, Althuser y Georgy Lucas.

No obstante, estas en algún momento de la historia han hecho germinar procesos de liberación como el caso de Acción Católica en Europa, y la vida de Monseñor Romero y los Jesuitas Muertos en El Salvador con las comunidades eclesiales de base, y los procesos sociales de descolonización en el seno del mundo musulmán.

Pese al hermetismo de la institucionalidad, Mahoma y Jesús abogaban por los huérfanos, por la viuda y los menesterosos. Claro, hay que defender la Libertad de Expresión pero esta, éticamente, no debe desencadenar masacres ni auxiliar los planes macabros del poder.

Pobrecitos los compañeros colegas que cayeron en el juego absurdo de la preeminencia de las civilizaciones, y en el más claro afán de descalificar una cultura a través de las viñetas, para que el imperio francés la domine a punta de bombas y Drones, que matan apocalípticamente en nombre de la Paz, y del amor creado en occidente con tarjetitas plásticas e insignias militares que veneran el patriotismo de los asesinos. Pobrecitos los colegas que en un afán ateísta convirtieron sus trabajos en opio del pueblo.

Ahora se han convertido en los héroes de la Libertad de expresión. 

Los yihadistas pueden ser ingenuos políticamente pero son radicales y son capaces de inmolarse o matar por sus creencias religiosas. Sin embargo, asumieron su destino con estoicismo y fueron instrumentalizados con su ateísmo práctico que directamente benefició a los loadores de la cultura y civilización occidental.

El Humor no puede ser convertido en una burla. Eso es demasiado sencillo y superficial. La clave del humor es desmitificar toda la tragedia humana en una línea, usar la tinta para crear belleza en medio de la soledad, tener ese aparatito de sacapuntas para redimir el filo de la realidad perdida, y solo usar el borrador para eliminar la angustia de la gente que nos mira desde el otro lado del papel… todo lo demás es el silencio fundamentalista que le gusta a los poderosos.

– Allan Mcdonald. Caricaturista político. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.