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Sin chistar y con la casa ardiendo

El incendio del subpresidente

Fuentes: Rebelión

El espejo. La inspiración

En 1932, hace 88 años, el Partido Nazi alcanzó la victoria electoral, el 30 de enero de 1933 Adolf Hitler asumió su cargo como canciller alemán, el 27 de febrero siguiente se produjo el incendio del Reichstag que era el edificio del Parlamento; del hecho se culpó a un joven comunista, albañil, migrante, quien sería torturado, juzgado y ejecutado. Hoy es mayoritaria la posición con base en serias investigaciones, que señala cómo fue en realidad un plan urdido por el nazismo para posicionar su proyecto criminal, lo que se llama una operación de falsa bandera.

Efectivamente tras el incendio comenzó la etapa firme de la dictadura criminal de Hitler, paso a paso, salto a salto; la primera medida fue decretar un estado de emergencia, normas para autorizar detenciones de sospechosos, de comunistas, de socialistas, se suspendieron garantías constitucionales de la República de Weimar sobre protección de Derechos Humanos (DDHH); hubo nuevas elecciones el 5 de marzo que atornillaron más al nazismo en el poder. Hitler fue acabando las formas democráticas, quemó lo que restaba: se disolvió el parlamento, se dictaron medidas como la Ley Habilitante que le daba capacidades para expedir Leyes o Decretos directamente, se disolvieron los partidos, 96 fueron los parlamentarios de oposición asesinados por los nazis.

La experiencia alemana del nazismo o la italiana con Mussolini, se encumbraron exactamente hace un siglo, parecen ajenas y se ven muy distantes, representan una parte del fascismo; este como un gran tronco tiene demostraciones históricas más sutiles, ha tenido otras expresiones dentro de la “formalidad democrática”, sin golpes de Estado, con parlamentos títeres, con el motor constante de la propaganda y la complicidad de los medios de comunicación.

Colombia en ese tronco

El Gobierno del subpresidente Duque corresponde a esas experiencias que se camuflan en las leyes y en la fachada de un Estado de Derecho, para sembrar y recoger debidamente los frutos de una estrategia en la que se igualan esos poderes con Hitler, al menos cinco son sus evidentes similitudes, dentro de muchas otras:

1- Ascenso y afianzamiento de la violencia genocida orientada por los aparatos represivos del Estado. Esta misma semana, la última de enero de 2021, el Tribunal Permanente de los Pueblos instancia ética internacional vuelve a confirmar que en Colombia existe un Genocidio en marcha; las estadísticas y consolidados son innegables, comprobada la intención desde las elites de acabar con las organizaciones sociales y políticas que hacen oposición de alguna manera al status quo.

2-  La concentración de poderes o manipulación de los órganos de control dentro del Estado. El uribismo, las castas y las mafias que pusieron a Duque de subpresidente, tienen mayorías parlamentarias, suya es la Procuradora Cabello, suyo es el desmañado Fiscal Barbosa, suyo el Contralor Córdoba, suyas son las Cortes o Altos Tribunales, así como otros órganos que no objetan ni refutan en lo más mínimo las políticas gubernamentales que llevan a Colombia al abismo; y por supuesto enteramente suyas son las Fuerzas Armadas estatales, sumisas, serviles, que viven entre el paramilitarismo y el sicariato como eran las hordas de Hitler o Mussolini.

3- Una permanente intoxicación mediática a través de quienes divulgan noticias falsas, desinforman, omiten, engañan, sirviendo a una maquinaria de propaganda permanente que inocula del Estado a la sociedad y de arriba abajo, que transmite todos los elementos para sumar a un discurso de exclusión de quien piensa distinto y de odio para eliminarle.

4- El negacionismo simultáneo al crimen, el que prepara el camino para la negación final de toda la estrategia Genocida y su perversión, consistente en negar al adversario político y social, negar la existencia de un Conflicto como indiscutiblemente sucede en Colombia, con raíces y demandas sociales y económicas; negar al opositor que se le resiste, negarle cualquier derecho o garantía en la que pueda amparar su legítimo accionar, negar las leyes humanitarias para así acondicionar toda la estructura al objetivo último de la impunidad y la reproducción de ese poder político totalitario.

5- Expedir medidas de represión de la protesta social, de las acciones ciudadanas en pro del cumplimiento de pactos de los cientos que ha firmado el Estado colombiano y que sistemáticamente incumple; y al tiempo buscar todavía más el cierre de espacios de diálogo político, acudiendo a “leyes antiterroristas”, como lo hizo Pinochet, otros dictadores y tiranos. Veamos este último paso que delata qué guión sigue Duque y cómo terminará.

Sin derecho a protestar

Ese camino de autoritarismo hace incompatibles los DDHH personales y mucho más los colectivos, por eso éstos se violan con hechos ilegales como matar líderes, amenazarlos o aterrorizando comunidades, o se desconocen usando la ley misma que dicta y emplea ese Estado genocida cada vez más totalitario y delirante en sus modos, disparando contra la población inerme como en septiembre pasado en las calles de Bogotá y otras ciudades, encarcelando dirigentes o activistas, investigándolos arbitrariamente y prohibiendo o interviniendo en las libertades del pueblo a manifestarse.

Tras la masacre policial del 9 de septiembre de 2020 diferentes organizaciones insistieron en que se reestructuraran las directrices sobre uso de la fuerza en las manifestaciones, y asistieron a una Mesa de Trabajo conformada para ello con el Gobierno, pidiendo una reglamentación respetuosa y garantista del derecho a la protesta social y la protección a la vida, integridad personal, libertad de expresión y el debido proceso en el marco del ejercicio de este derecho.

Entre la gestión incompetente e irresponsable de la pandemia, las maniobras informativas y de amedrentamiento a organizaciones sociales, el Gobierno Uribe-Duque preparó dos medidas que van de la mano, siguiendo la misma línea fascista o del nazismo; esta vez dentro del trastorno que le causa a la extrema derecha ver que los sectores populares toman conciencia, se organizan y luchan, programa una furibunda respuesta:

*             Mediante el Decreto 003 de enero 5 de 2021 el Gobierno valida la base existente con la que se ha actuado en descargas criminales de la Policía, como las Resoluciones 2903 y 3002 de 2017 con las que arremete de manera violenta usando armas letales, burlando las propuestas de organizaciones civiles para vigilar quiénes y de qué manera dentro de la Policía manejan esos operativos; así como rechazando la plena inclusión del respeto a la misión periodística, a la labor de documentación en los casos específicos donde se presentan focos de violencia, e impidiendo monitorear y acompañar cuando se efectúan capturas y traslados durante las manifestaciones, y la posibilidad de que las organizaciones de DDHH ejerzan una labor de verificación de la integridad personal de las personas afectadas.

*             La otra propuesta es igualmente patética y corrobora el alto estado de desasosiego y descomposición del régimen mafioso en su propio laberinto, se trata de la creación de más burocracia de encorbatados que juegan a la Guerra, con un Programa Presidencial para la Prevención del Terrorismo [1] que tendrá como instrumentos el Centro Integrado de Información e Inteligencia contra el Terrorismo, el Centro de Coordinación Contra las Finanzas de Organizaciones de Delito Transnacional y Terrorismo, la Estrategia para la Prevención de la Radicalización y el Extremismo Violento.

En el texto que está terminando de pulir manifiesta el inquilino de la Casa de Nariño y su séquito que se necesita además un empleo de las comunicaciones, como era el papel de Joseph Goebbels Ministro de Propaganda en la Alemania Nazi; de ahí que se ordena que la Consejería Presidencial para las Comunicaciones acompañe y asesore el componente de comunicaciones de la Estrategia para la Prevención de la Radicalización o Extremismo Violento.

Buscan: “Desincentivar la radicalización violenta, la incitación al odio o cualquier vinculación de los ciudadanos con intenciones terroristas; prevenir o mitigar los efectos del miedo social que pretenden imponer las estructuras criminales, grupos armados organizados, delincuencia organizada u otras expresiones de radicalización violenta con fines terroristas”.

Siembra vientos, recogerás tempestades

El subpresidente Duque ya está pensando en el 2022, o mejor dicho: ya está haciendo lo que Uribe le ordena para agarrarse de lo que sea y mantener la ultraderecha como gobierno, pasando por encima de todo obstáculo.

Necesita un país sumergido en la mayor zozobra y desorientación para sacar partido del caos y la frustración que planta; prohibiendo las marchas de la gente y buscando hallar detrás de la ciudadanía a supuestos incentivadores del odio terrorista, según la tesis de que es la guerrilla la que instruye y activa esas movilizaciones, en especial a la juventud.

Esto explica lo que en el Artículo sexto del Proyecto de antiterrorismo se manifiesta: “Las acciones de sensibilización y pedagogía considerarán tanto espacios territoriales como virtuales, se potenciará el uso de las redes de participación ciudadana, estarán dirigidas a todos los sectores de la sociedad con especial atención a la población joven, escolar, universitaria o aquella que se identifique como vulnerable ante procesos de radicalización violenta o reclutamiento ilícito. Deberán considerar, fortalecer y promover el papel de las autoridades locales y departamentales, en el diseño e implementación de programas y proyectos con este fin”.

Goebbels que soñaba con exterminar al enemigo marxista escribía un diario, y en él llegó a escribir sobre Hitler: “Lo adoro… Ha pensado en todo lo que quiero (…) Adolf Hitler, te amo porque eres grande y sencillo al mismo tiempo, lo que alguien llamaría genio / Somos los amos (…)”. Los ayudantes que llevarán a cabo las ocurrencias de Uribe y Duque, los empleados que se esforzarán en complacer a sus pequeños führer o caudillos, ya pueden ir preparando sus alabanzas, las lisonjas; sin embargo, no olviden ver muy bien quién lleva a la radicalización violenta, quiénes incitan al odio y amparan las riquezas de unos pocos, quiénes causan miedo social, pobreza, desesperación.

Camilo Torres Retrepo explicaba: “Cuando las decisiones se adoptan para las minorías, cuando los que controlan más o menos la situación del poder son minorías, no hay recurso dentro del Gobierno para apoyarse en su popularidad en las mayorías y tiene que recurrir a la fuerza, a la fuerza pública, del ejército, de la policía o cualquier tipo de fuerza externa para poderse mantener” [2].

La comparsa de Uribe-Duque puede tomar nota. Goebbels al final, después de ordenar inyectar morfina y cianuro a sus seis niños, con su esposa Magda caminó hasta el jardín de la Cancillería, donde se suicidaron. En tiempos del incendio causado, los propagandistas y consejeros de Uribe y Duque deben ver bien qué hacen. Siembra vientos, recogerás tempestades, es un viejo y sabio refrán.

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[1] Proyecto de decreto por el cual se crea el Programa Presidencial para la Prevención del Terrorismo. Presidencia de la República de Colombia, 9-12-2020.

[2] Conferencia en la Universidad de Nariño, mayo 19 de 1965.