Recomiendo:
0

El juego de «divide y reinarás» de Santos en el Cauca y la apuesta por la unidad de los que luchan

Fuentes: Rebelión

La búsqueda del quiebre de potenciales escenarios de unidad de los que luchan por los cambios sociales en Colombia, se ha realizado recurrentemente mediante la práctica de la zanahoria y el garrote por parte del Estado. Obsérvese, por ejemplo, la manera en que el establecimiento ha dividido a la izquierda colombiana en las últimas décadas […]

La búsqueda del quiebre de potenciales escenarios de unidad de los que luchan por los cambios sociales en Colombia, se ha realizado recurrentemente mediante la práctica de la zanahoria y el garrote por parte del Estado. Obsérvese, por ejemplo, la manera en que el establecimiento ha dividido a la izquierda colombiana en las últimas décadas entre la izquierda «respetable» y la izquierda «sospechosa», dando credibilidad y prebendas a la una, y estigmatizando y persiguiendo a la otra. Por eso aterra escuchar a gente como Carlos Gaviria o la autocrática dirección del Polo Democrático Alternativo repetir señalamientos respecto a la Marcha Patriótica, sumándose al coro histérico del Ministro Pinzón y de los generales recalcitrantes.

Estos señalamientos irresponsables e inaceptables son funcionales a esta política de aislar a los movimientos que luchan para facilitar su exterminio. Por eso es que, en medio del ascenso de las luchas populares y ante la profundización de la guerra sucia y del despojo violento por parte del Estado, es muy necesario dar pasos hacia afianzar la unidad del bloque popular. El Encuentro Nacional de Unidad Popular (10-11 de Agosto), que ha definido tareas concretas y elementos metodológicos para que esa unidad de los de abajo se materialice, es un importante paso en ese sentido al declarar que:

«Frente a la afectación de derechos fundamentales de los colombianos y al crecimiento de los índices de desigualdad social y al incremento de la violación de los Derechos Humanos por parte de agentes Estatales y el paramilitarismo (…) demandan del movimiento social y popular avanzar en mayores escenarios unitarios de articulación de la movilización y la protesta (…). En procura de fortalecer y enaltecer los esfuerzos unitarios en construcción, acogemos y apropiamos una AGENDA DE ACCION POLITICA que incluye aspectos como Calidad de vida digna, Defensa y permanencia en los territorios, Derechos Humanos y lucha contra la impunidad, defensa de la soberanía nacional, confrontación y resistencia a los TLC, y a la implementación de bases militares gringas en nuestro país, Solución Política al conflicto social y armado, confrontación y resistencia al sector financiero; siendo estos aspectos la referencia básica de la acción política coordinada y conjunta de todas las plataformas nacionales y procesos en lucha en nuestro País.« [1]

El Cauca no es la excepción a esta política nacional de sembrar el divisionismo. Esta región es hoy uno de los escenarios más importantes para la lucha popular colombiana, donde más se concentran los esfuerzos contrainsurgentes del Estado; esta región será decisiva para el desenlace del conflicto social y armado en Colombia. Es por ello que el gobierno de Juan Manuel Santos ha sacado, como un as bajo de su manga, la vieja política de la zanahoria y el garrote para aplicarla a los caucanos con el objetivo de «pacificar» sus múltiples y legítimas resistencias.  

La zanahoria

Juan Manuel Santos, después de criminalizar, reprimir y estigmatizar a los procesos indígenas del Norte del Cauca tras las movilizaciones de Julio contra la militarización de los territorios [2] , diciendo él mismo (junto al Ministro Pinzón) hace apenas un mes que las FARC-EP eran las que estaban detrás de las movilizaciones para expulsar a la fuerza pública de las bases en la zona [3] , ha decidido, finalmente, guardar el garrote y sacar la zanahoria, a ver si el conejito menea la colita. Junto con hacer un par de promesas espurias al movimiento indígena, prometiendo estudiar sus demandas, se olvidó de sus señalamientos recientes y señaló que «Jamás hemos considerado a los indígenas unos guerrilleros, ni mucho menos aliados de la insurgencia« [4] . Recordó también su inauguración presidencial por parte de los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, para presumir de su amistad con ciertas autoridades indígenas cooptadas. También pidió disculpas por las violaciones que viven los indígenas en el marco del conflicto, sin especificar cuáles o por parte de quién, ni mucho menos que hará, en lo concreto, para evitar los atropellos del Ejército y la Policía, de quienes él es su máximo comandante. Para terminar de cerrar el círculo con un toque patético, se declaró a sí mismo en empatía con los indígenas por ser él mismo objetivo de las FARC-EP, como si los indígenas fueran de por sí objetivo de la insurgencia. Así, el representante máximo del Estado y de la oligarquía, verdaderos responsables del conflicto social y armado, (consecuencia directa de la violencia del Estado contra la protesta social, del modelo económico de acumulación de riquezas por despojo y de la secular exclusión económica y política de amplios sectores de la población, mal disfrazadas por mecanismos de cooptación y clientelismo) cínicamente, convirtió por acto de magia al victimario en víctima, en falsa simetría con la delicada situación de los indígenas [5] . El confusionismo de esta treta es evidente.

Pese a los aplausos, a algunos chiflidos, a la agitación de bastones de mandos, a la entonación del himno de los indígenas, todo quedó en el aire. O mejor dicho, en mesas de trabajo que tienen aún algunos meses para sesionar, lo que viene siendo más o menos lo mismo. Difícilmente serán satisfechas demandas cruciales para los movimientos indígenas del Norte del Cauca, como son el desalojo del Ejército del Cerro Berlín en Toribío y la anulación de las concesiones mineras en territorios indígenas: «se despidió el presidente con un ‘voy a pensarlo’. Podrá haberlo pensado mientras regresaba a Bogotá en avión, pero nada hará. Nada, porque las demandas indígenas están atadas unas con otras, y todas subordinadas a los planes militares del Ejército. La respuesta de Santos es la clásica política de todos los gobiernos, que consiste en aplazar las soluciones hasta que los problemas estallan y entonces se puede disparar a discreción [6] Lo importante en realidad para su gobierno sí lo cumplió: «logró apaciguar la protesta, ganó tiempo valioso para afianzar un diálogo y mantuvo inamovible su postura frente a la presencia de la fuerza pública en la región«. [7] Es decir, un nuevo bluff del jugador de póker, que maneja al país como si fuera un casino lleno de crédulos.

El garrote

Pero esto fue un poco más que ganar tiempo. Como ya hemos dicho desde un comienzo, Santos ha buscado, en primer término, dividir al movimiento popular en el Cauca, al mismo tiempo que aspira a poder convertir la movilización indígena en una fuerza de contención (y eventualmente de choque) en sus programas contrainsurgentes, los cuales profundizarán la militarización de la región. Por eso es que a la vez que endulza el oído de los dirigentes indígenas y busca ganarse sus favores con «gestos magnánimos» -como lo repitió toda la prensa servil al régimen-, sacó el garrote para golpear con él al movimiento campesino en el Cauca. Los hechos recientes de violencia, denunciados por la Red de Derechos Humanos del Suroccidente Colombiano «Francisco Isaías Cifuentes» hablan por sí solos:

  1. El campesino Daniel Valenzuela Mosquera fue secuestrado el 14 de Agosto por la XXIX Brigada del Ejército en Cajibío, siendo luego asesinado y disfrazado de camuflado, en un nuevo caso de «falsos positivos» [8] . Los medios oficialistas (des)informaron que se trataría de alias «Perico», un supuesto miembro de la Columna Móvil Jacobo Arenas de las FARC-EP especializado en atentados contra la infraestructura eléctrica, que habría sido «dado de baja» en combate -hecho desmentido por los pobladores de la zona que se manifestaron masivamente a los pocos días denunciando este crimen [9] .
  2. El 17 de Agosto, en Caloto (vereda El Nilo y corregimiento El Palo) y en Santander de Quilichao, la Brigada XIV ha procedido arbitrariamente con una «pesca milagrosa» (arresto masivo) en la cual han caído once detenidos: Gerardo Barona Avirama, James Barona Avirama, Wilson Castrillón Candela, Francia Helena Valencia, Daniel Secué, Jhon Alonso Bonilla, Martha Lucía Piyinué, Idilvio Vitonas, Guillermo Urrea, Manuel Jesús Guetía Acué y Luis Enrique Bedoya [10] . Supuestamente, serían auxiliadores farianos, pero lo que sabemos es que estas personas serían miembros de FENSUAGRO, de la Red «Francisco Isaías Cifuentes» y de la Marcha Patriótica [11] .

Estos hechos represivos, prueba de la desesperación de un gobierno que, para mostrar «resultados» recurre a dar golpes de ciego, ocurrieron en los mismos momentos en que los medios oficiales celebran «el cambio de tono» del gobierno con los indígenas, comparando el estilo refinado de Santos con la prepotencia de finquero de Uribe [12] . Lo que pareciera explicar esta política aparentemente contradictoria, es que la violencia oficial, al buscar la conciliación con el movimiento indígena y afinar su puntería hacia el movimiento campesino, busca aislarlos al uno del otro.

Ni zanahoria ni garrote; a construir poder y unidad popular

El movimiento popular debe tener generosidad para estar así a la altura del momento y derrotar las tendencias al sectarismo y a vanguardismos nocivos. Es por ello que, ante las maniobras de cooptación para unos y de represión para otros, resulta imprescindible cerrar filas en el movimiento popular en torno a un principio básico: la solidaridad entre los sectores en lucha. Que el señalamiento o la amenaza a uno, se conviertan en el señalamiento o la amenaza contra todos. Es inaceptable el silencio de un sector del pueblo cuando otro es golpeado, reprimido, estigmatizado. La movilización de un sector del pueblo debe convocar el apoyo práctico de los otros sectores. Debemos saber identificar a los amigos y los enemigos del pueblo movilizado contra el actual modelo de despojo y muerte. Hoy de lo que se trata es de sumar para vencer.

Cierto es que los indígenas y todos los sectores del movimiento popular tienen derecho a reclamar y negociar sus reivindicaciones particulares. Pero ningún sector social está solo ante la militarización de sus territorios, la persecución oficial y el despojo de sus tierras por parte de una oligarquía terrateniente estancada en la época de la Colonia y de empresas multinacionales dispuestas a lo que sea para adelantar sus inversiones minero-extractivas o agroindustriales; la suerte de cada sector depende de los demás. No es sensato para ningún sector del pueblo colombiano hacerse el desentendido ante la opresión de otros sectores populares, menos aún prestarse para agudizar contradicciones objetivas entre ellos; el modelo que se implementa a sangre y fuego es total, no da tregua y si hoy vienen por el vecino, mañana lo harán por ti [13] . Es por ello que cualquier escenario de negociación parcial, como el impulsado por las organizaciones indígenas en el Norte del Cauca con el gobierno depende, necesariamente, de la suerte de procesos de lucha y organización más amplios, nacionales. Por lo mismo, no pueden realizarse con un ánimo excluyente y con plena conciencia de las limitaciones de cualquier escenario de negociación parcial.

De ello es consciente el propio movimiento indígena que no se deja engañar con cantos de sirena, por hermosos que parezcan, como lo revela un reciente comunicado de la ACIN:

«Queda claro que en Colombia, la guerra es una excusa para que continúe imponiéndose el ‘Modelo Colombia’ – Plan Colombia. Una combinación específica de terror, propaganda y políticas (tratados al servicio del Libre Comercio). La razón de ser del Estado en Colombia es impulsar esta ‘liberación’ de territorios, riquezas, mercados, ahorros y trabajo para las transnacionales (…)  Siempre imponiéndose con el terror.

  La resistencia indígena del Cauca sigue pero no podemos caer el juego de los discursos y promesas falsas   del gobierno colombiano porque las políticas del capital se imponen año tras año y cada vez se agudiza más el monstruo del saqueo de las trasnacionales que quieren adueñarse de nuestros territorios, de nuestros planes de vida, de nuestros sueños y de la vida toda « [14] .

Pero no es la resistencia indígena la cual sola derrotará a las políticas del Capital que se imponen mediante la guerra contra el conjunto del pueblo: se necesita del concurso de todas las resistencias populares. A la vez que se dan pasos acertados a nivel nacional mediante espacios como el Encuentro de Unidad Popular, es importante también fortalecer espacios regionales de convergencia desde abajo y desde la lucha, espacios que no se desentiendan de los esfuerzos que deben unificar las luchas en todo el territorio nacional, sino que respondan a los ritmos, particularidades y dinámicas propias de un país tan diverso y rico como lo es Colombia. Por ello es importante valorar esfuerzos como el llamado de organizaciones campesinas como la Mesa Agraria del Cauca y ANZORC a las organizaciones indígenas CRIC y ACIN para conformar, junto a las negritudes, una mesa de concertación «para armonizar el acceso a la tierra para todos y todas, defender los derechos humanos y mitigar los embates de la guerra y sus impactos en el Cauca« [15] .

El gobierno busca dividir y ganar tiempo, para arrollar a las comunidades en el Cauca con las locomotoras descarriadas de la agroindustria y la megaminería. La oligarquía ya está aceitando los engranajes del terrorismo de Estado y la guerra sucia para profundizar este modelo socio-económico: el santismo y el uribismo ya se han dado la mano para ampliar y fortalecer el fuero militar [16] . Las organizaciones populares en lucha deben converger hacia propuestas comunes, armonizar sus intereses, implementar plataformas de lucha por las demandas claves y para enfrentar el avance de esta ofensiva del «neoliberalismo armado». Este es un proceso que tiene su ritmo propio, en el que hay que ganar confianzas, pero la oligarquía no da tregua y es preciso acelerar el tranco.

Hoy todos debemos exigir la liberación inmediata de las personas arrestadas y condenar este nuevo falso positivo en el Cauca. Hoy todos debemos desear éxito a escenarios como la mesa de concertación en el Cauca. Hoy todos debemos rodear procesos como la Marcha Patriótica para impedir un nuevo genocidio. Hoy todos debemos exigir la solución política al conflicto social y armado, espacio en el cual deben converger todas las resistencias de Colombia. Hoy todos debemos tener nuestra vista puesta en el llamado del Encuentro de Unidad Popular a la «Semana Nacional de Indignación» del 5 al 12 de Octubre, con miras al Paro Cívico Nacional que se planea para el año próximo. El éxito de nada de esto está escrito en las estrellas; dependerá de nuestra voluntad, esfuerzo y de nuestro amor por esa Colombia libertaria, en la que haya espacio para todos y todas, por la que apostamos.

NOTAS:

[1] http://www.redcolombia.org/index.php/regiones-mainmenu-62/centro-mainmenu-67/cundinamarca-mainmenu-71/1905-caminos-de-unidad-para-la-movilizacion-social-y-politica.html  
[2] http://www.anarkismo.net/article/23480
[3] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-361108-santos-farc-son-promueven-salida-de-fuerza-publica-del-cauca Ver también http://www.latarde.com/colombia/91-notas-nacionales/63662-mindefensa-confirma-infiltracion-de-las-farc-en-movimientos-indigenas-del-cauca-.html  
[4] http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-368386-cauca-de-uribe-santos  
[5] http://www.semana.com/nacion/malicia-indigena-santos/182920-3.aspx  
[6] El mismo Molano plantea que «Quizá lo único que el Gobierno pueda hacer es liquidar a la OPIC, una organización de esquiroles y paniaguados creada por Uribe y su ministro Valencia Cossio.» http://www.elespectador.com/opinion/columna-368650-acuerdos  
[7] http://www.semana.com/nacion/malicia-indigena-santos/182920-3.aspx  
[8] http://www.reddhfic.org/index.php?option=com_content&view=article&id=455:cp-17-de-agosto-de-2012&catid=101:comunicados-2012&Itemid=217 y http://www.nasaacin.org/noticias/3-newsflash/4588-cauca-nuevo-caso-de-ejecucion-extrajudicial  
[9] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-367737-abatido-guerrillero-responsable-de-atentar-contra-infraestructur  
[10] http://m.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-368395-golpe-farc-cauca  
[11] http://www.reddhfic.org/index.php?option=com_content&view=article&id=455:cp-17-de-agosto-de-2012&catid=101:comunicados-2012&Itemid=217  
[12] http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-368386-cauca-de-uribe-santos  
[13] No podemos permitir que se repitan hechos deplorables y lamentables como los enfrentamientos entre campesinos a indígenas por tierras ocurridos en Junio en Cajibío. Ver http://prensarural.org/spip/spip.php?article8469 y http://www.cric-colombia.org/index.php?option=com_content&view=article&id=882:problematica-de-indigenas-y-campesinos-en-los-municipios-de-totoro-y-cajibio-ocasionada-por-compra-de-tierra-e-inconsulta-por-parte-del-incoder  
[14] http://www.nasaacin.org/noticias/3-newsflash/4597-se-disculpan-por-las-victimas-pero-nos-siguen-matando  
[15] http://prensarural.org/spip/spip.php?article8876  
[16] http://www.semana.com/politica/fuero-militar-santos-acepta-recomendacion-uribe/182817-3.aspx


(*) José Antonio Gutiérrez D. es militante libertario, residente en Irlanda donde participa en los movimientos de solidaridad con América Latina y Colombia, colaborador de la revista CEPA (Colombia) y El Ciudadano (Chile), así como del sitio web internacional www.anarkismo.net. Autor de «Problemas e Possibilidades do Anarquismo» (en portugués -Faisca ed., 2011) y coordinador del libro «Orígenes Libertarios del Primero de Mayo en América Latina» (Quimantú ed. 2010).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

NOTAS RELACIONADAS: