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Una de las últimas reservas de biodiversidad en la IX Región de Chile

El lago Budi en peligro

Fuentes: Punto Final

El lago Budi es una de las últimas reservas de biodiversidad en la IX Región. Alberga 180 especies de flora y 156 de fauna, algunas vulnerables y otras en peligro de extinción. El Sistema Nacional de Areas Protegidas (Snaspe), lo declaró «sitio de alta prioridad». Hasta 1960, el lago convivía con el mar, que renovaba […]

El lago Budi es una de las últimas reservas de biodiversidad en la IX Región. Alberga 180 especies de flora y 156 de fauna, algunas vulnerables y otras en peligro de extinción. El Sistema Nacional de Areas Protegidas (Snaspe), lo declaró «sitio de alta prioridad».

Hasta 1960, el lago convivía con el mar, que renovaba sus aguas. Pero el maremoto de ese año cambió brutalmente la geografía, rompiendo la unión entre el único lago salado de Chile y el mar. El Budi posee un área de 65 kilómetros cuadrados y la acción del hombre ha agudizado el desequilibrio ecológico. Cada invierno, sus aguas destruyen las cosechas mapuches y el estancamiento de ellas lo transformará en pantano. Cada vez hay menos cisnes y peces. En abril, la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) destinó siete millones de pesos para recuperar peces nativos en el Budi. En 2003 implementó un Plan Estratégico para la Conservación de la Biodiversidad, que en la Araucanía permitió identificar once sitios prioritarios que albergan biodiversidad única, entre ellos el lago Budi. El Fondo de Protección Ambiental (FPA), aprobó el proyecto que -se dice- busca proteger y restaurar la biodiversidad: una especie nativa de peces, el huaiquil, se extingue. El Instituto de Educación Rural (IER), la Municipalidad de Villarrica, la Universidad Católica de Temuco y sindicatos de pescadores, quieren repoblar de peces el lago. El proyecto incluirá un centro de reproducción artificial en el río Imperial, y la idea es trasplantarlos al lago Budi. Para las autoridades, el Budi atesora un importante potencial turístico, ecológico y étnico, pesca y producción de semillas de papa -el cultivo más importante de la zona, pues se producen 45.000 toneladas anuales, la mayoría en los lof mapuches-. Pero en las comunidades hay preocupación por la salinidad de las tierras alrededor del Budi. «Las comunidades del lago Budi viven del cultivo de la papa, el ganado de subsistencia y, en menor medida, de la pesca. Se pesca para subsistir o hacer trueque. La explotación intensiva y el monocultivo erosionan la tierra y sedimentan el lago. Los peces mueren cada vez más rápido. El huaiquil y la lisa prácticamente han desaparecido. Los proyectos de repoblamiento no han resultado y lamentablemente el gobierno local sólo piensa en turismo. Hablan de ‘etnoturismo’, pero nadie sabe qué es eso. Creemos que el enfoque debe ir por otro lado», dice Jacqueline Caniguán, profesora, lingüista y dirigenta del Consejo Territorial Lafkenche. El lof es un territorio con una característica que lo define, por ejemplo, un grupo de familias que provienen de un mismo tronco. El lof Huincul, en Puerto Saavedra, se define en cambio por un cerro. Hace unos diez años, se comenzó a dividirlos por comunidad a instancias de Conadi. En los lof que rodean el Budi persiste la economía de subsistencia, mediante el cultivo e intercambio de productos como papas, trigo y legumbres, y la crianza de ovejas, chanchos y vacunos. En la zona del Budi operan innumerables ONGs y consultoras. «Levantas una piedra y aparecen ONGs. Hay más de setenta instituciones y eso nos ha dividido. En un lof hay veinte organizaciones con sus directivas, porque se arman organizaciones diferentes para obtener proyectos y financiamiento. Desde que la zona fue declarada Area de Desarrollo Indígena hay más recursos asignados, por el alto nivel de pobreza. Después del programa Orígenes, las consultoras sólo vienen a ganar proyectos», dice Jacqueline Caniguán.

EJEMPLOS DE ESFUERZO

Un liceo técnico se abrió en la zona. La percepción es que la educación sigue siendo un comercio, sobre todo en sectores rurales. «Es muy fácil instalar un liceo. Se pelean a los alumnos, regalando ropa y una canasta familiar. Los establecimientos tienen pésima infraestructura, mobiliario y servicios higiénicos, para no hablar de la educación», dice Caniguán. Cada cinco años, un alumno entra a la universidad y la mayoría fracasa. Para el Estado, la educación intercultural es vista como folclor: vestir a niños con prendas tradicionales, niñas que preparan comida, que se juegue palín o se baile al son del cultrún. Según la Sociedad de Profesores Kimeltuchefe, la Fundación Magisterio de la Araucanía -dependiente de la Iglesia Católica-, comete irregularidades, prácticas antisindicales y despide a profesores mapuches. «Nos llama enormemente la atención la arbitrariedad de los despidos de nuestros profesionales, considerando que son de una alta competencia académica y que reúnen las condiciones para ejercer en comunidades mapuches. La trayectoria y compromiso político, social y cultural que estos profesores poseen, así como su alto desempeño docente para formar a nuestras futuras generaciones, es corroborada por las familias y dirigentes de las comunidades». Un ejemplo del esfuerzo de los profesores es Estela Nahuelpán, profesora rural, creadora del software mapulafkenche. Su escuela Sol Naciente se emplaza a orillas del lago Budi, en la comunidad Antonio Cayún, de Romopulli. Mapulafkenche significa «gente del lago y de la tierra» y es un software que enseña a contar, reconocer los sonidos, colores y palabras en mapudungún. Nahuelpán obtuvo una mención honrosa en el concurso «Tus recursos con tecnología, 2004». A pesar de las dificultades, mantiene su espíritu de esfuerzo y sigue trabajando por los niños del lof. «Desde 1999 estoy trabajando en Romopulli. Estoy feliz con lo que ha significado el software para los niños y la comunidad. En la muestra comunal la gente quedó muy contenta, porque era un recurso que en la escuela se necesitaba. Siempre tuve la idea de crear un material didáctico sobre la cultura lafkenche, que guarda innumerables tradiciones», dice. Jorge Calfuqueo, de Kimeltuchefe dice: «Los mapuches hemos sido relegados por el Estado. No existen políticas para promover nuestro ser cultural. Al defender nuestros derechos, en la educación nos enfrentamos a la discriminación y al racismo. No podemos seguir soportando despidos de docentes que intentan enseñar nuestra lengua». Otro ejemplo en la zona es el que levantan los jóvenes de Radio Isla Llepo (107.9 FM). El impulsor, un profesor de Santiago, Néstor Chávez Guerra, atraviesa cuatro regiones para llegar a Puerto Saavedra y luego recorre varios kilómetros por tierra y agua hasta la isla Llepo. «Acá uno vuelve a la vida, empieza a respirar mejor. En el sector abierto del lago el viento es más fuerte». Cuatro jóvenes mantienen la radio. Ninguno vive en la isla y trabajan por turnos. Viajan en bote varios kilómetros y cada semana dos de ellos pernoctan ahí. Trabajan gratuitamente. Juan Pidén, dice: «Soy de isla Huapi, que queda aquí al frente. Vine a la radio porque me gustó». Pidén atraviesa el lago Budi y luego camina varios kilómetros. Cuando hay mal tiempo, las olas lo obligan a quedarse en la isla Llepo. «Se entregan avisos y noticias que a la gente le importan». La Voz del Budi se inició en marzo de 2005. César Faúndez, quien trabaja en una asociación indígena, apoyó el proyecto desde el principio: «Necesitábamos un espacio de comunicación que conectara a las comunidades y sectores que rodean el lago Budi». Las islas del Budi no tienen servicios públicos o privados. Si sus habitantes necesitan hacer un trámite o atención médica, viajan a Puerto Domínguez, Puerto Saavedra o Temuco. Clara Valencia vende tortillas, mote, pescado y harina tostada en Domínguez. Escucha a diario La Voz del Budi: «Me acompaña. Sé lo que pasa en las islas. Escucho las noticias de las comunidades», dice. En isla Nahuelhuapi -una de las seis islas del lago Budi- viven 46 personas de once familias lafkenche. Sólo se accede en bote y muchas veces, la única manera de recibir noticias es a través de La Voz del Budi. Experiencias similares existen en Carahue, Padre de las Casas, Teodoro Schmidt, Ercilla, Vilcún y Nueva Imperial. La radio sin embargo corre el riesgo de desaparecer.

INTERVENCION ESTATAL

En 2005 Michelle Bachelet inauguró en Nueva Imperial el primer hospital intercultural. Costó 8.600 millones de pesos y atiende a la población de Nueva Imperial, Carahue, Puerto Saavedra, Teodoro Schmidt y Toltén. Su tecnología de punta contrasta con la extrema pobreza en que viven los mapuches. Labranza, Puerto Domínguez y Licán Ray luchan por ser declaradas comunas. El aislamiento obliga a sus habitantes a desplazarse para acceder a un consultorio o a una repartición pública. Los habitantes de Licán Ray prefieren caminar a Villarrica, los de Puerto Domínguez se desplazan a Carahue, y los de Labranza, a Temuco. La Intendencia de la IX Región reconoce estar preocupada por la conectividad vial de los sectores apartados. Se anunció que en Liucura se construirá el complejo fronterizo Pino Hachado, a sólo cuatro kilómetros del límite con Argentina. Se invertirán más de dos mil millones de pesos. Otro proyecto es la carretera de la costa, que cruzará varios lof del Budi. Pero ninguna de esas obras beneficiará a sus pobladores. El dirigente Domingo Raín dice: «No queremos una carretera. Quieren construir una estructura de treinta metros de ancho. Será el inicio de la extinción de nuestra cultura. Dividirá nuestro territorio en tres partes y nos quita el acceso al mar, que es lo que nos hace lafkenches. Será una barrera artificial entre el mar y nosotros. El gobierno se empeña en decir que la carretera va a sacarnos de la pobreza pero sólo beneficiará a transnacionales. No cumple sólo una función económica, sino también militar y geopolítica. Reconocen que un objetivo de la carretera es ‘romper con las fronteras internas’. El lafkenche es el único territorio mapuche menos intervenido. Acá no hay regimientos y todavía somos capaces de controlar nuestro territorio». Julio Chehuín, werken de Pu Budi, dice: «Muchos están temerosos de sacar su palabra. No queremos que este megaproyecto exista en el lafkenmapu, pues significará en menos de veinte años la destrucción de nuestra identidad, de nuestro territorio y la pérdida del patrimonio que tenemos como lafkenches».