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El legado del movimiento fariano a 56 años de su surgimiento.

Fuentes: Rebelión

El legado del movimiento fariano está más allá de lo que fue la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Partido Político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC); su trasegar tiene desde sus raíces el vínculo con el Partido Comunista Colombiano (PCC), sin embargo la fuerza guerrillera desde Marquetalia tenía vida propia, y después de la ruptura con el PCC, del seno de esa fuerza surgieron el Partido Comunista Clandestino Colombiano (PC3) y el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia.

El movimiento fariano se constituye entonces como síntesis de la unidad del legado comunista, marquetaliano y bolivariano, lo que se expresa en concreto en una lucha por el socialismo, en una perspectiva que parte de nuestra propia historia, particularmente de las luchas agrarias desde la década de 1930, y del internacionalismo, con una fuerte impronta de la unidad de NuestrAmérica, por la autodeterminación de nuestros pueblos y contra la injerencia imperialista estadounidense en la región.

Las insurgencias armadas han sido una expresión de las insurgencias sociales y políticas, no son un fin en sí mismo; desde antes del hito histórico del surgimiento de las FARC, el 27 de mayo de 1964, el movimiento que surgía propendía por la paz, y por la posibilidad de transformaciones sociales democratizadoras, pero ante el accionar contrainsurgente no había otra alternativa consecuente en ese momento histórico.

El proceso de paz en general, y el Acuerdo de Paz entre las antiguas FARC-EP y el Estado colombiano, abrieron un nuevo escenario para la lucha de clases. En la actualidad estamos viviendo en Colombia un momento profundamente contradictorio, las clases dominantes siguen parcialmente divididas, aunque en su esencia económica mantienen unidad; la movilización social en torno a la defensa de la vida, contra el denominado “paquetazo neoliberal” y por el cumplimiento del Acuerdo de paz, evidencia la necesidad material de la unidad en la lucha por la paz con justicia social, soberanía y democracia, lo que se vuelve un imperativo mayor en la crisis detonada por la pandemia del Coronavirus (Covid-19).

En esta coyuntura necesitamos recuperar las diversas experiencias de las luchas en Colombia, y también de NuestrAmérica, aquí el legado del movimiento fariano tiene mucho para contribuir, no desde una apuesta vanguardista, pero sí con convicción de la justeza de su lucha y del significado histórico de lo que fue una lucha armada de más de 50 años, de hombres y mujeres dispuestos a dar la vida por esa causa, con sus aciertos y errores.

El hoy Partido FARC es una de las expresiones de esa herencia, no es la única, hay que asumirlo, tiene como gran desafío histórico ser consecuente con una perspectiva revolucionaria comunista, marquetaliana y bolivariana, recuperar la historia de lucha y el pensamiento de dirigentes como Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas y Alfonso Cano, para analizar y pensar el momento que estamos viviendo, así como decidir sobre el qué hacer y el rumbo del Partido.

Las luchas del pueblo trabajador tienden a la unidad, pero las fuerzas sociales y políticas seguimos fragmentadas, pareciera que no aprendemos las lecciones de la historia; sin embargo, las gentes del común están tomando cada vez más consciencia en la propia lucha de esa necesaria unidad; la decisión fundamental del Partido FARC, y de todas y todos quienes nos asumimos como herederos del movimiento fariano, debe ser poner nuestras energías en fortalecer los procesos organizativos populares y estas luchas.

Es ahí donde encontraremos la base para la unidad también de defensa del Acuerdo firmado, de la necesidad de retomar el diálogo con el Ejército de Liberación Nacional, e incluso de que quienes decidieron retomar las armas en lo que denominan “La segunda Marquetalia” también vuelvan al proceso de paz.   

Necesitamos con urgencia forjar los caminos para la unidad de todas las fuerzas sociales y políticas que están dispuestas a luchar por la paz, porque no podemos dejar que nos arrebaten esa posibilidad histórica, quienes son los verdaderos responsables de los más de 50 años de una guerra que aún no termina; porque no habrá paz si siguen asesinando exguerrilleros y exguerrilleras firmantes del Acuerdo de Paz y a sus familiares, porque no habrá paz si siguen asesinando a dirigentes, líderes y lideresas sociales, defensores y defensoras de derechos humanos; porque no habrá paz mientras continúe la barbarie producida por la crisis del capital y la ofensiva neoliberal.

Todas y todos quienes nos reconocemos como parte del legado del movimiento fariano, estando actualmente en el Partido FARC o no, necesitamos encontrarnos en las calles y en otros escenarios, seguir forjando la Nueva Colombia, y tal vez en el futuro, ojalá no tan lejano, podamos lograr la unidad del movimiento fariano, de las fuerzas comunistas, de quienes se reconocen en el ideario bolivariano; para esto necesitaremos mucha capacidad de crítica y autocrítica, de humildad, y de creatividad.

La potencia del legado del movimiento fariano todavía no se ha expresado en toda su plenitud, lograrlo no será producto del acaso sino de la acción consciente y consecuente, para continuar la lucha por la construcción de poder popular y la toma del poder, por y para el pueblo trabajador.

En esta coyuntura, vale reiterar nuestra disposición a encontrar salidas políticas al conflicto como está consignado desde Marquetalia en 1964, pero también, reiterar que nuestra decisión de entregarlo todo por los cambios y los intereses populares es irreductible, sin importar las circunstancias, obstáculos y dificultades que nos impongan.

Alfonso Cano.