Todo el esfuerzo de los estudiantes y las movilizaciones del 2011, cuyas legítimas demandas no prosperaron a pesar del masivo apoyo ciudadano que llegó a alcanzar más del ochenta por ciento de adhesión, tuvo su corolario en el Parlamento el jueves 19 de julio del presente año. Una de las peticiones fundamentales de los estudiantes: […]
Todo el esfuerzo de los estudiantes y las movilizaciones del 2011, cuyas legítimas demandas no prosperaron a pesar del masivo apoyo ciudadano que llegó a alcanzar más del ochenta por ciento de adhesión, tuvo su corolario en el Parlamento el jueves 19 de julio del presente año.
Una de las peticiones fundamentales de los estudiantes: no al lucro en la educación, que denunciaba el lucro en las universidades y colegios subvencionados, además de la falta de fiscalización de parte de las autoridades, veía una esperanza (por lo menos pensémoslo así), de ser corroborada «oficialmente» por el Parlamento. La comisión de la Cámara de Diputados que investigó el lucro en la educación superior emitió un informe donde se concluía que efectivamente existía lucro en esta instancia, lo que no está permitido por la ley. El hecho significaba un paso importe en la lucha de los estudiantes dentro de la sociedad establecida, pero vino lo «inexplicable», 11 parlamentarios de la Concertación no asistieron a la votación y el informe fue rechazado, alcanzando el triunfo la derecha.
Se podrá especular mucho sobre las razones de lo sucedido, pero hay una razón que es concreta e indesmentible. La Concertación es parte de la oligarquía política que controla el país y actúa como tal ante las demandas ciudadanas. Tras la asunción de Patricio Aylwin a la presidencia en 1990 la Concertación asumió como suyo todo el entramado neoliberal de la dictadura, incluido el lucro en la educación. Por lo tanto no es de extrañar que los parlamentarios de la Concertación protagonicen estos espectáculos. Numerosos dirigentes de la Concertación mantienen vínculos con el lucro, y no sólo en la educación, sino que en áreas estratégicas que no deberían tener fines de lucro, como son los recursos naturales y servicios básicos para la sobrevivencia del ser humano. En el fondo de su doctrina e intereses los dirigentes concertacionistas aprueban el lucro en todas sus formas, aunque públicamente digan lo contrario o propongan royalties ridículos para las empresas que profitan de nuestros recursos mineros embolsándose millones de dólares.
Chile es una República Oligárquica y lo ha sido desde siempre, una dictadura impuesta por la clase social heredera del colonialismo español y reafirmada con el triunfo de los ultra conservadores en la batalla de Lircay en 1830. Si no cambiamos nuestra estructura actual de República por una República Popular o República Ciudadana, las cosas no cambiarán en cuestiones de fondo y seguirá existiendo el gatopardismo, la usura crediticia, el saqueo de los recursos naturales, la destrucción del medio ambiente y la explotación del hombre por el hombre.
La Concertación es parte del lucro, lucra con la política y las necesidades de la gente. Los presidentes de la Concertación, Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet se condujeron, en lo de fondo, como una derecha más, una derecha que defendía los derechos humanos y pedía «justicia total» -concedámoselo-, pero derecha en lo político y económico. Favorecieron el privilegio a los militares, a los empresarios y a las transnacionales, practicaron el nepotismo partidario, ejercieron la represión policial contra el pueblo cuando éste protestó y convocaron a la justicia sólo «en la medida de lo posible». Frei y Lagos construyeron cárceles especiales para los pocos militares condenados por violaciones a los derechos humanos. En Chile no existe la igualdad ante la ley, eso es un mito más.
La Concertación ha terminado siendo nada más que un reducto de traguillas. Se hacen elegir parlamentarios por un pueblo que ha optado en las elecciones -salvo al entregar la presidencia a Sebastián Piñera- por el mal menor, temerosos de perder sus empleos y las míseras prestaciones estatales a las que pueden acceder. Luego de ser electos, los candidatos de la Concertación se olvidan de las promesas hechas durante sus campañas y hacen lo que les viene en gana. Si usted revisa las leyes aprobadas desde 1990 en adelante verá que la mayoría de ellas favorecen al empresariado. Puede acceder a éstas invocando la Ley de Transparencia. Hoy la Concertación quiere volver al poder, pero ¿Para qué? si ni siquiera tuvieron cojones para intentar cambiar la Constitución de 1980. Pinochet los manoseó como quiso, incluso lo rescataron de manos del juez Garzón, argumentando sobre la base de un discurso patriotero repugnante.
Es hora de pasarles la cuenta y exigir una Asamblea Constituyente de una vez por todas. Es hora de movilizarse de verdad, con mayor fuerza ideológica y sin temores. Comencemos por apoyar a la prensa alternativa, la única que dice la verdad en Chile, y hagamos que su voz se multiplique creando conciencia política: El Ciudadano, El Siglo, Punto Final, Radio Bío-Bío, El Periodista, Crónica Digital, El Clarín de Chile, El Rodriguista, Le Monde Diplomatique, Radio Universidad de Chile, Gran Valparaíso, Azkintwe, Fortín Mapocho, Radio 1º de Mayo, entre otros. Para acabar con el lucro y la usura debemos acabar con el Estado Oligárquico.