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Análisis de un editorial del "decano" de la manipulación informativa

«El Mercurio» reivindica el golpe de estado y pide amnistía para los asesinos y torturadores

Fuentes: Agencia de Noticias de Chile (ANCHI)

Es cuestionable la afirmación de que en Chile las diferencias ideológicas quedaron atrás o que no haya división «entre los chilenos». Uno de los factores ilustrativo de ello es que la derecha y su segmento ultraconservador persisten en argumentos desarrollados hace más de 30 años, de tono descalificador, desestabilizador e incuestionablemente intolerante frente a la […]


Es cuestionable la afirmación de que en Chile las diferencias ideológicas quedaron atrás o que no haya división «entre los chilenos». Uno de los factores ilustrativo de ello es que la derecha y su segmento ultraconservador persisten en argumentos desarrollados hace más de 30 años, de tono descalificador, desestabilizador e incuestionablemente intolerante frente a la izquierda, el progresismo o cualquier otro adversario a su proyecto.

Un ejemplo reciente es el editorial del conservador y empresarial diario «El Mercurio» sobre los sucesos ocurridos durante la presentación ante Tribunales de Justicia de exuniformados acusados, procesados y condenados por graves violaciones a los derechos humanos que costaron la vida o la desaparición de chilenas y chilenos. Escrito que incluyó cuestionamientos al alto mando del Ejército.

Vale la pena echar un vistazo a dicho editorial y analizar con otros ojos las aseveraciones del citado periódico. Dice el editorial de «El Mercurio» en el grueso de su contenido:

«El cúmplase de la primera sentencia que deja a firme la tesis del ‘secuestro permanente’ ha dado lugar al vejamen callejero de los oficiales condenados, al ingresar a notificarse. Ello y la previsible reiteración de parecidos hechos, al cierre ya próximo de otros 355 procesos, marca el término de una etapa jurídico-institucional que proyecta una imagen desfavorable del gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden.

«En 1973, ellas asumieron el poder en medio de una situación caótica y cuando se cernía la amenaza armada de la izquierda contra la continuidad del proceso democrático.

«En 1990, entregaron el gobierno convencidas de legar a todos los chilenos un país mucho mejor, cuya paz interna estaba consolidada, y pareció justificar su orgullosa proclama de ‘misión cumplida’.

«Se suponía que, como en otros trances de nuestra historia, una amnistía amplia y un olvido generoso habían dejado atrás las divisiones del pasado. Sin embargo, se abrió un proceso de revisión histórica y judicial que progresivamente fue haciendo olvidar quiénes declararon la guerra a la democracia, hasta llegarse al momento actual, en que los otrora guerrilleros y terroristas son ‘víctimas’ y los uniformados, ‘victimarios’. Los delitos sangrientos cometidos por los primeros han sido amnistiados o, cuando la fecha de su comisión no lo permitía, indultados, en tanto que los segundos han quedado al margen de perdones y olvidos. Para condenarlos se pasa por sobre leyes expresas e incluso por sobre la falta de pruebas directas, acudiéndose a meras presunciones. La izquierda ha conseguido, pues, la anhelada venganza contra las instituciones que le vedaron sus propósitos. Sus prosélitos lo celebran cubriendo de oprobio y atentado de hecho contra los ex oficiales convocados a los tribunales.

«Los vejámenes han provocado una tibia reacción del Ejército, que ha procurado evitar el escarnio público de sus ex miembros. Por cierto, los jueces y las autoridades a cargo del orden habrían podido evitarlo, pero en una sociedad como la nuestra actual, en que los protagonistas de desmanes imponen su veredicto sobre el acontecer y el Gobierno teme como a nada ser acusado de represión policial, puede anticiparse que los centenares de procesos próximos a terminar pronto darán lugar a la reiteración de los vejámenes.

«En suma, las FF.AA. y de Orden han terminado viendo cómo la historia la escriben sus adversarios y quienes, por conveniencia o pusilanimidad, cambiaron de bando.

«El socialismo se ha beneficiado del olvido de su pasado violento y antidemocrático. Tanto así, que una de sus figuras, la ex ministra de Salud y de Defensa, Michelle Bachelet (PS), aun perteneciendo a su ala más extrema, ha logrado posicionarse como favorita en las encuestas de opinión…»

-Desollando el editorial.-

No se puede obviar que el editorial «mercurial» usa un lenguaje amenazante, intolerante, sesgado e incluso mentiroso como se verá. Una joyita de cómo sigue pensando la derecha y segmentos ultraconservadores en Chile.

Lo que «El Mercurio» llama «vejamen callejero» fue la protesta airada de ciudadanos, familiares y amigos de detenidos que fueron desaparecidos y ejecutados por esos «oficiales condenados». Les lanzaron huevos, latas de bebida, escupos y les gritaron «asesinos». Entre los insultados estaba, por ejemplo, Manuel Contreras, jefe de la DINA, responsable de varios miles de casos de desapariciones, arrestos, torturas y ejecuciones, de acuerdo a cientos de procesos en curso o terminados. Esos «oficiales condenados» se ganaron el desprecio de la mayoría de la sociedad chilena por sus actos y el «vejamen» no pasó de ser una reacción esperada y justa de decenas de personas que, por cierto, jamás atentaron contra la vida o el debido proceso de esos ya considerados criminales actualmente presos, como lo hicieron los militares y la derecha con los opositores a la dictadura.

Aquello de la «amenaza armada de la izquierda» es el argumento de los ultraconservadores y de la derecha desde que asumió el gobierno de Salvador Allende para descalificar a la izquierda. Llevan más de 31 años hablando de «amenazas» sobre situaciones que nunca ocurrieron. Claro, «El Mercurio» olvida que los dos altos jefes militares asesinados entre 1970 y 1973 fueron víctimas de comandos de la derecha; tampoco habla de la organización fascista «Patria y Libertad» y de los «Comandos Rolando Matus» y sus actos terroristas.

Sobre la «misión cumplida» y la paz interna. Primero, la dictadura llegó hasta 1990 porque el país -a quien cita «El Mercurio»- decidió en un plebiscito decirle NO a su continuidad. Segundo, la dictadura dejó a más del 45% de la población bajo el nivel de pobreza; el desempleo rebasó el 25% real; el país quedó entre los diez primeros lugares a nivel mundial de desigualdad en la distribución del ingreso; había cientos de presos políticos; dejaron al país con casi 4 mil personas ejecutadas y desaparecidas y más de 30 mil torturadas; como nunca había países que no tenían relaciones diplomáticas con Chile y el repudio a Pinochet era generalizado. Ése fue el «país mucho mejor» del que habla el editorial.

El cuarto párrafo es de antología. Tergiversaciones, mentiras, arbitrariedades. Frente a los más de 35 mil ejecutados, desaparecidos y torturados, «El Mercurio» insiste en invocar «una amnistía amplia y un olvido generoso». La antítesis del Derecho, del debido proceso, de la aplicación de Justicia. Dejar amnistiados y en el olvido a los responsables de esos crímenes. En un lenguaje agresivo, «El Mercurio» pretende endosar a los opositores a la dictadura la declaración de «guerra a la democracia», cuando fue la derecha, los militares, los empresarios y diarios como el citado quienes promovieron el derrocamiento de un gobierno constitucional, evitaron un plebiscito para que la gente decidiera el curso de los acontecimientos, cerraron el Congreso, declararon ilegales los sindicatos, clausuraron cientos de medios de comunicación, detuvieron a decenas de miles de personas, etc. Hay que ser osado para omitir esos hechos de la historia. Y además, vuelve el editorial, como en los mejores tiempos de la dictadura, a calificar de «guerrilleros y terroristas» a las víctimas de violaciones a los derechos humanos, lo que sienta un precedente muy peligroso para un sector de la ciudadanía. También el diario insiste, como lo hace la derecha, en homologar las acciones de resistencia y rebeldía con crímenes contra opositores. En una situación de existencia de una dictadura hasta las Naciones Unidas aprueba las acciones de resistencia, que son, a todas luces, distintas a acciones criminales que produjeron torturas, detenciones ilegales, desapariciones y ejecuciones.

Llega más allá «El Mercurio» y lanza sus dardos -como lo ha venido haciendo hace unos meses- contra el jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre. «Los vejámenes (contra los criminales que «El Mercurio» defiende) han provocado una tibia reacción del Ejército». Podría parecer absurda la queja del periódico ya que en la detención y traslado de detenidos y acciones de ciudadanos contra ellos, nada puede hacer el Ejército. Pero lo absurdo se torna peligroso, amenazante. Seguramente el diario -y a quienes representa- buscaba una reacción no tibia del Ejército, es decir, dura. Como en el pasado. Actuar con fuerza, firmeza, violencia, represión, hostilidad. Habría sido la única manera de impedir las manifestaciones ciudadanas y evitar la detención de los «oficiales condenados». Así no le habría parecido al diario «tibia» la actitud del Ejército.

En esa línea, manifestar que «las FFAA y de Orden han terminado viendo cómo la historia la escriben sus adversarios» supera toda lógica y racionalidad. Primero, porque las Fuerzas Armadas, con el apoyo de la derecha política, de los medios de comunicación, de los empresarios y de poderes fácticos, tiene hoy todas las herramientas para escribir «su historia» y se han encargado de desfigurar la realidad histórica reciente en Chile, enalteciendo, entre otras cosas, la «obra» de Pinochet.

Hay una frase del editorial de «El Mercurio» que tiene cierta similitud con las usadas durante el gobierno de Allende, una frase que apunta a pretender introducir ideas de la realidad nacional que llamarían a la necesidad de imponer «cierto orden». Dice que en el Chile actual «los protagonistas de desmanes imponen su veredicto sobre el acontecer» nacional. O sea, los violentistas, los que hacen desmanes, imponen el curso de los acontecimientos en el país. Ciertamente que quienes se manifiestan en contra de los «oficiales condenados», asesinos ya encarcelados, no son ni lo uno ni lo otro. Y pretender que supuestos protagonistas de desmanes están moviendo el escenario chileno, es una exageración, peligrosa viniendo de quien viene. Por algo, seguidamente, «El Mercurio» habla de que el «gobierno teme» usar la «represión policial». Un llamado tácito del vocero de la derecha.

-La amenazante descalificación de Bachelet.-

De improviso, el editorial «mercurial» da un salto y liga todo con la candidatura presidencial de Michelle Bachelet, del Partido Socialista, y parte haciendo la peligrosa y antojadiza afirmación de que «el socialismo se ha beneficiado del olvido de su pasado violento y antidemocrático». Y acto seguido indica que Bachelet sigue «perteneciendo a su ala más extrema».

Pasan los años y es lo mismo. Ni «El Mercurio» ni los ultraconservadores cambian. Quieren repetir la receta de antaño lanzando acusaciones intolerantes y antojadizas y buscando mostrar un supuesto perfil violentista y antidemocrático de los candidatos socialistas, progresistas. La receta añeja, pero agresiva y peligrosa. Ubicar a Michelle Bachelet en un lado extremo, violento, del pasado. Precisamente la postulante socialista que supera el 50 por ciento de casi todas las encuestas y que ya dejó atrás al candidato de la derecha Joaquín Lavín.

Puede ser el anuncio de un arma propagandística de los partidos Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente que impulsan a Lavín, al igual que «El Mercurio». Otra «campaña del miedo». Otra campaña para enrarecer las elecciones.

Así las cosas, el Ministro del Interior, José Miguel Insulza, declaró que «me parece peligroso» el editorial de «El Mercurio» y el Comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, envió una carta al matutino en la que señaló que «mi responsabilidad, independiente del calificativo que le dé ese medio al proceder de la institución, es que cada chileno tenga la seguridad de contar con un Ejército fiel al mandato del orden constitucional vigente».

-Seguramente «El Mercurio» espera que Lavín haga realidad su editorial.-

«El Mercurio» no es un ente abstracto. Tiene dueños, director, editores, consejeros editoriales, partidarios, seguidores. «El Mercurio» es quizá el diario más importante de la gente de derecha en Chile. En el se representan. Y el los representa. «El Mercurio» es el diario del candidato presidencial de la derecha, Joaquín Lavín, quien fue editor de ese periódico, empleado de sus dueños y que no ha manifestado estar en contra del editorial. Es el diario donde tiene gran influencia, por ejemplo, el senador Jovino Novoa, presidente de la UDI, el partido de Lavín.

No es aventurado entonces pensar que en el fondo y en la forma, pese a campañas mediáticas y clientelares, la derecha y su segmentos ultraconservadores, persisten en argumentos de sumo peligrosos, intolerantes y desestabilizadores que pueden dañar al país y pueden agudizar las confrontaciones ideológicas y políticas.

Insistir en la defensa de oficiales torturadores y ejecutores, descalificar a quienes defienden procesos de derechos humanos, instar al uso de la represión policial y de una postura más dura del Ejército y descalificar a quien va adelante en los sondeos presidenciales, sigue siendo en la derecha y sus medios un método antiguo pero altamente peligroso y desestabilizante. Además de reprochable.

Quizá este tipo de análisis y consideraciones debería estar presente en la campaña presidencial, ya que seguramente «El Mercurio» aspira a que su candidato Lavín haga realidad su editorial. Editorial, por cierto, que contribuye a dividir a los chilenos.