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El momento de tomar posiciones

Fuentes: Rebelion

Una fuerza político-social de carácter reaccionaria, con elementos fascistoides en su seno /1, irrumpió finalmente en las recientes elecciones. Pero no solo eso, sino que también se tornó hegemónica dentro de la derecha, preparándose para disputar la conducción del Estado al reformismo ciudadanista en la segunda vuelta presidencial. ¿Cómo se llegó a esta situación, siendo […]

Una fuerza político-social de carácter reaccionaria, con elementos fascistoides en su seno /1, irrumpió finalmente en las recientes elecciones. Pero no solo eso, sino que también se tornó hegemónica dentro de la derecha, preparándose para disputar la conducción del Estado al reformismo ciudadanista en la segunda vuelta presidencial.

¿Cómo se llegó a esta situación, siendo que se venía un estallido social (octubre 2019) que parecía exigir reformas progresistas al sistema político-social?

Parte de la explicación reside en el carácter y significación de aquel estallido.

En el campo de la izquierda se pensó que este fue el que desató la crisis política, viendo en el consecuente movimiento de masas una fuerza lo suficientemente compacta y esclarecida programáticamente para impulsar una transformación a lo menos progresista del régimen de dominación. No obstante, la crisis ya estaba desatada con anterioridad en las cumbres del aparato estatal, reflejándose en el debilitamiento del sistema de partidos y la institucionalidad burguesa. En ese sentido, el estallido ahondó la crisis del bloque en el poder, pero no la provocó.

El movimiento de masas pudo haber hecho tambalear al gobierno, pero nunca amenazó seriamente las bases de la dominación de clase. A pesar de sus vacilaciones, el campo burgués no solo conservó siempre la iniciativa política y la unidad del Estado, sino que además incorporó a sectores importantes de las clases medias para construir una salida a la crisis de dominación. Fue ello lo que finalmente estuvo detrás del acuerdo del 15 de noviembre y el establecimiento de la Convención Constitucional.

Así y todo, se abrió un período favorable para la politización de masas de la clase trabajador y amplios sectores populares, en donde estos pudiesen intervenir en la reconfiguración del régimen de dominación burguesa conforme a reivindicaciones programáticas propias.

Lamentablemente, las debilidades de las expresiones políticas de estas clases salieron a relucir. Faltó en ellas la puesta en práctica de una adecuada línea de intervención orientada a las masas. Primaron el voluntarismo y el ideologismo vacío que confunde deseos por realidad.

Se terminó finalmente en el desbande de la protesta, la apatía de las clases trabajadoras y el aislamiento de las clases medias del mundo popular, lo que permitió que las fracciones burguesas más reaccionarias comenzaran a levantar cabeza, presentándose como las más capaces de resolver la crisis en curso.

Esto fue subestimado por el reformismo ciudadanista, que aún no logra comprender el duro golpe de las elecciones. Su estrecho universo social anclado a las clases medias ilustradas le impide conectarse con clases populares, las cuales siguen ausentes como actor político.

El golpe alcanza también al resto de las expresiones de izquierda, que no han logrado insertarse en el movimiento de masas para intervenir en el escenario político y darle una dirección consistente a aquel.

Aun así, la situación sigue abierta. El momento político obliga a las fuerzas a asumir la realidad y tomar una posición sin ambivalencias.

La instalación de la burguesía filo fascista en la cabeza del aparato estatal sería a todas luces un duro retroceso para las perspectivas de desarrollo político de la clase trabajadora. En consecuencia, es necesario fijar una línea táctica clara para esta coyuntura: apoyar al candidato Boric en la segunda vuelta presidencial. Esto no significa generar ni depositar esperanzas en su programa -de hecho, un eventual triunfo de Boric dejaría aún sin resolver una serie de puntos críticos de la dominación burguesa como son actualmente el conflicto en el Wallmapu y la migración) sino que es la única opción política frente al complicado escenario y a los riesgos que enfrentan la clases trabajadoras y la izquierda.


Por ello, junto con definir una acción política para esta coyuntura, el sector de la izquierda revolucionaria debiese asumirla como tarea militante. Aún con la poca fuerza e incidencia que tenga el sector, su decisión e intervención política puede ser un elemento que -junto con otros- evite un retroceso aún mayor.

1/ Véase; https://revistaconfrontaciones.cl/2021/11/23/la-amenaza-fascista/

https://revistaconfrontaciones.cl/2021/11/24/editorial-13-el-momento-de-tomar-posiciones/