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Entrevista a Antonio García, jefe militar del Ejército de Liberación Nacional de Colombia

El movimiento social debe gestar la nueva gobernabilidad en Colombia

Fuentes: La Jornada

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) reconoce que ha surgido un rasgo nuevo en Colombia: el cansancio por la política tradicional y, en contraste, un interés popular por ir a las elecciones y llevar a líderes sociales a cargos públicos. «Somos sensibles a una nueva realidad», dice Antonio García, el jefe militar de la segunda […]

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) reconoce que ha surgido un rasgo nuevo en Colombia: el cansancio por la política tradicional y, en contraste, un interés popular por ir a las elecciones y llevar a líderes sociales a cargos públicos. «Somos sensibles a una nueva realidad», dice Antonio García, el jefe militar de la segunda guerrilla de ese país.

«El movimiento social debe meterse a gestar una nueva gobernabilidad», agrega García, en extensa entrevista con La Jornada, una semana antes de las elecciones para las dos cámaras del Congreso colombiano. «El movimiento social ya se cansó de presentar pliegos de peticiones» sin respuestas.

«¿Hasta cuándo vamos a quedarnos viendo que otros tomen decisiones?»

El jefe de la delegación rebelde que ha dialogado aquí con el comisionado oficial Luis Carlos Restrepo, también revela que Andrés Valencia, el diplomático mexicano que actuó como facilitador entre el ELN y el gobierno entre 2004 y 2005, pidió a la dirigencia guerrillera un cese del fuego sólo para entrevistarse con él. La demanda y la facilitación fueron rechazadas. «Entendimos que México no estaba preparado para esa tarea».

García es uno de los cinco integrantes del Comando Central, la máxima dirigencia de la organización fundada por el sacerdote católico Camilo Torres. Ex dirigente estudiantil, de conversación pausada, gesticulación discreta y cabello bien recortado, parece más un académico que un guerrillero.

Ha vivido en la clandestinidad desde que en los años 70 abandonó los estudios de ingeniería eléctrica en la Universidad de Santander para unirse a las estructuras secretas del ELN. Sólo dos décadas después volvió a la superficie, cuando asistió en Caracas en 1991 a conversaciones con el gobierno del presidente César Gaviria.

«Tenemos que incidir más en la política»

-¿Hay que entender la tregua para las elecciones del próximo domingo como parte del diálogo con el gobierno?

-Es una actitud del ELN frente a un momento político del país, porque se va a elegir un Parlamento. Creemos que al Parlamento están llegando expresiones políticas alternativas, democráticas y eso nos parece saludable. Para el país es también una especie de motivación que la gente empiece a mirar este tipo de corrientes. Es también una forma de decir que el ELN acompaña y se siente interpretado con estos ejercicios de democratización que pueda haber, sabiendo que no son cambios sustanciales todavía. Pero nos alegra que el país pueda ir mirando en otra dirección, que otros actores políticos lleguen al Parlamento, y también, por lo tanto, las voces de los desconocidos, de los excluídos. Es un llamado de atención al país de que tenemos que incidir más en la política, que la gente tiene que tomar decisiones favorables al país, que tiene que romper con la vieja política.

-¿Significa que están teniendo ustedes cierta apertura hacia la lucha civil?

-En Colombia se han venido dando cambios importantes, así sean introductorios, que dan señas de que se puede marchar en un camino democrático. La gente muestra cierto interés por nombrar alcaldes que no sean de los partidos tradicionales, que expresen el sentir de movimientos regionales, de autonomías, que tengan inclinación por las problemáticas sociales, regionales. Ese nacimiento que existe en Colombia de que la política tiene que hacerse desde otro ángulo, nos parece que debe fortalecerse. Ya la opinión no está siendo orientada desde los grandes medios de comunicación. Ya la gente está aprendiendo a tomar decisiones sola.

-¿Es un rasgo nuevo en la situación colombiana?

-Sí, es un rasgo nuevo. Como si hubiese un cansancio de que la política sea servida desde el Partido Liberal, desde el Partido Conservador, desde el centro. Al examinar esa situación, el ELN trata como de acercarse también, de alumbrar un poco y de decir: «Hombre, nos parece importante eso». Qué bueno sería que el país fuese tomando un camino hacia la democratización, que lleguen nuevos liderazgos sociales a hacer política. Que desde el movimiento social se proyecte también la política. Somos sensibles a una nueva realidad.

-Ustedes muestran cierta simpatía por el Polo Democrático Alternativo (coalición electoral de izquierda), o al menos por el concepto «alternativo», que parece un concepto «bisagra»…

-Es un concepto «bisagra», exactamente, porque lo que quiere decir es «algo diferente a», que es una opción nueva; que hay otra alternativa, un camino diferente; que no es lo mismo, que puede marchar paralelo, que puede marchar en otra dirección. Eso queremos expresar con «alternativo». La expresión alternativa venía desde lo social, desde las masas, desde la soberanía, la democratización y el ELN la saluda. En este caso, por supuesto que el Polo Democrático representa también parte de esa nueva visión. A lo mejor también hay otras expresiones regionales que no cazan exactamente con el bipartidismo. No es solamente el Polo Democrático.

-¿Ustedes le dan importancia al hecho de que sectores sociales participen en elecciones, asuman responsabilidades en las instituciones del Estado en una nueva forma de hacer política…?

-La visión exacta del ELN es que el movimiento social debe meterse a gestar una nueva gobernabilidad. Ese es el punto. El movimiento social ya se cansó de presentar pliegos de peticiones que no se quieren negociar por parte de las autoridades. Es el mismo movimiento social el que tiene que ascender a la gobernabilidad regional, local, parlamentaria y ojalá nacional.

Si estas expresiones sociales se vinculan a expresiones políticas alternativas, que les permitan acceder a la gobernabilidad, nos parece que vamos por un camino mejor.

-La clave es la participación social…

-La participación de las organizaciones sociales en la toma de decisiones. Si esta toma de decisiones se mejora estando en el gobierno local, regional o parlamentario, nos parece perfecto, porque es la misma organización social, el mismo pueblo, las mismas masas quienes están accediendo a la gobernabilidad para ellos mismos tomar decisiones o hacer parte de la toma de decisiones mayores. Estar de marcha en marcha ya no tiene sentido. Eso no quiere decir que las marchas no se sigan haciendo. Por supuesto que hay que hacerlas, pero también hay que decidir. ¿Hasta cuándo vamos a quedarnos viendo que otros tomen decisiones? Al fin y al cabo los votos son de la gente. Si los votos propios se los damos a otros, también podemos colocar a un dirigente social. Lo mejor es que llevemos a un dirigente social que nos permita tomar decisiones junto con él.

La gestión mexicana

García relata que el facilitador mexicano inició su trabajo hablando con las autoridades colombianas y con el vocero del ELN, Francisco Galán. Cuando el Comando Central del grupo guerrillero quiso tener un contacto directo «empezamos a ver que se nos exigían condiciones».

«Al principio pudimos tratar de disminuir un poco la confrontación», recuerda el comandante rebelde. «Al final el embajador nos pidió un cese al fuego… ¡para vernos con él!»

«Dijimos: No. Si eso es lo que nos pide un facilitador, tenemos que poner un facilitador para que facilite nuestra relación con el facilitador. El no lo entendió así. El pensó que su gestión necesitaba este tipo de gestos. Dijimos: Bueno, si se necesita un cese al fuego para verse con un facilitador, cuando vayamos a hablar con el gobierno ¿qué nos van a pedir? El desarme o la desmovilización de una vez…»

«Con todo respeto se le dijo: Hombre, embajador, nos parece que no nos estamos entendiendo».

«Hoy estamos hablando con el gobierno colombiano y no fue necesario un cese al fuego. Eso deja ver que aquello no era correcto. Se le estaba pidiendo demasiado al ELN».

A ese desencuentro, dice García, se añadió el voto de México en favor de una resolución sobre Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en abril de 2005.

«Las presiones que nos estaba haciendo para ir a un cese al fuego, las veíamos en el plano de la política internacional. Entendimos que México no estaba preparado» para la facilitación.

Sin embargo, el líder rebelde considera que aquella gestión de cerca de un año fue una introducción al actual mecanismo de diálogo. «Eso fue positivo. No podemos decir que todo fue negativo».