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El negro Matapacos nunca mató a nadie

Fuentes: Rebelión

¿Saben cuál es el principal crimen del perro Matapacos? Saltar sobre los chorros envenenados que disparaban los carros lanzaaguas de los carabineros. El otro delito: Estar presente en todas las ciudades del país en poleras, en brazaletes, en pegatinas, en mochilas, en las murallas de Chile y del Wallmapu. Es decir, en el imaginario del pueblo rebelde, ese que se levantó cuando nadie lo esperaba.

El negro Matapacos jamás mató a nadie, ni siquiera mordió a algún carabinero. Falleció tranquilo en su casa, hace ya varios años. De hecho, ni siquiera participó en el denominado Estallido, pues murió en 2017. Dicen los que saben -que no son pocos- que ladraba como un gigante y que salía en las mañanas de su casa, cerca de la Universidad de Santiago, cada vez que olía manifestaciones. Era un perro con conciencia. Por ello es repudiable que el presidente Gabriel Boric señale de «ofensiva» y «denigrante” la imagen de este icono popular que surgió precisamente en las marchas estudiantiles del 2011 cuando él era uno de los principales dirigentes. Otra cabriola o corcoveo de un presidente que, la verdad, no debería ya sorprendernos, pero que posee una capacidad asombrosa para hacerlo.

Dijo que jamás militarizaría La Araucanía, no obstante, allá están las Fuerzas Armadas, siendo, además, el Estado de Excepción renovado ya 25 veces. Asumió sin vergüenza alguna el discurso de Seguridad de la Derecha y, lo peor, centra su aversión contra un perro callejero -que por lo demás no lo era. Lo cual indica que le falta calle, porque ni siquiera sabe que para el Estallido el negro Matapacos original ni siquiera existía. Asimismo, nuevamente respalda incondicionalmente a Carabineros, sin decir una palabra acerca de los asesinados, los torturados, las y los abusados sexualmente, los que perdieron sus ojos -cuatro de ellos ya se han suicidado. Nada sobre reformar a Carabineros. Nada.

El diputado Jorge Guzmán, de Evópoli, sostuvo que “a través del perro Matapacos, lo único que consiguieron fue promover la violencia, la inseguridad y dar espacio a quienes quieren atacar a los encargados de nuestra seguridad, como son los carabineros». Lo cierto, como indicamos Sr. diputado, el perro Matapacos jamás estuvo en el Estallido. Sí se transformó en un símbolo popular, tanto así que este quiltro de todos los portes, orejas y dientes, se hizo acreedor al inconfundible pañuelo rojo. Otro símbolo de la resistencia. ¿Saben cuál es el principal crimen del perro Matapacos? Saltar sobre los chorros envenenados que disparaban los carros lanzaaguas de los carabineros. El otro delito: Estar presente en todas las ciudades del país en poleras, en brazaletes, en pegatinas, en mochilas, en las murallas de Chile y del Wallmapu. Es decir, en el imaginario del pueblo rebelde, ese que se levantó cuando nadie lo esperaba. Fue el Matapacos reencarnado, revivido una y mil veces, espontáneamente, sin que nadie se lo propusiera, porque así son las leyendas: emergen de la memoria colectiva, de la historia, de la tierra, del mar, de boca en boca, de improviso. Así surgieron también los pañuelos rojos, y el negro Matapacos, que murió de muerte natural, salió desde las alturas o desde las bajuras para ser el simple quiltro que siempre fue y que ahora ya es parte de la historia social, guste a quien le guste. Porque, un Estallido puede durar un segundo o quizás tres meses, pero las leyendas y los mitos pueden ser eternos. Porque esto también es una guerra de símbolos.