El presidente Sebastián Piñera, agobiado por la constante caída en las encuestas, ha estado recabando opiniones en forma pública -pero también muy reservada- sobre cómo efectuar un nuevo giro en su gobierno y proponer al país un paquete de reformas destinado principalmente a los estratos medios de la población. En 2011, el mandatario debió asumir […]
El presidente Sebastián Piñera, agobiado por la constante caída en las encuestas, ha estado recabando opiniones en forma pública -pero también muy reservada- sobre cómo efectuar un nuevo giro en su gobierno y proponer al país un paquete de reformas destinado principalmente a los estratos medios de la población.
En 2011, el mandatario debió asumir que se equivocó al intentar gobernar sólo con técnicos y académicos «de excepción» y, en un primer gran viraje, convocó a su gabinete a políticos avezados como Andrés Allamand, Evelyn Matthei, Pablo Longueira y Andrés Chadwick. Estos dos últimos en particular, se transformaron en los principales motores del gobierno. Longueira apuntó a la defensa de los consumidores y al control de los abusos cometidos por los grupos económicos y las grandes empresas, que tanta indignación provocaron el año pasado. Chadwick, en tanto, le dio prestancia y peso a la vocería y se transformó, en la práctica, en el verdadero ministro del Interior, aquietando a la UDI y mejorando las relaciones con RN. Allamand y Matthei, por su parte, reforzaron la asesoría política del presidente y -al igual que Longueira y Chadwick- emplearon sus múltiples contactos para ordenar y coordinar el trabajo de gobierno. En septiembre, Allamand pudo transformarse en el jefe de gabinete, reemplazando a Rodrigo Hinzpeter, pero prefirió abstenerse y mantener incólumes sus expectativas de candidato presidencial.
Ahora, frente al nuevo calendario de 2012, Piñera -quien afirma que sus mejores habilidades aparecen en los malos momentos- pretende sorprender a los chilenos, repuntar en las encuestas y pavimentar el camino de la Coalición por el Cambio hacia un nuevo triunfo en las elecciones municipales del 28 de octubre. Para ello decidió lanzar en las próximas semanas los primeros esbozos de una reforma tributaria, una proposición de cambios al sistema político, un programa de apoyo a las pymes, gruesas correcciones al mercado de la salud y una serie de proyectos de ley para mejorar la justicia y la seguridad ciudadana.
La guerra de Hinzpeter
El debilitado ministro del Interior, quien para muchos también debió haber abandonado a fines de año el gabinete, ha mantenido una creciente pugna con el Poder Judicial y con el Ministerio Público, en particular con el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, a quienes ha culpado de no proceder con suficiente rigor en contra de la delincuencia. Hinzpeter no ha logrado revertir los indicadores sobre el tema, una prioridad entre las promesas de campaña de Piñera. Por el contrario, la seguridad ciudadana ha vuelto a ubicarse, junto con la educación y la salud, entre las principales preocupaciones de la ciudadanía. El Poder Judicial, en tanto, ha insistido en que la responsabilidad sobre prevención, control y rehabilitación de la delincuencia corresponde al Poder Ejecutivo. El desgaste de Hinzpeter, así como su falta de experiencia en la lucha contra la delincuencia común, el narcotráfico y el crimen organizado, lo mantienen pendiendo de un hilo en el gobierno, sujeto sólo por su lealtad a Piñera, circunstancia que en nada contribuye a mejorar la imagen del presidente.
La salida de los ministros Felipe Bulnes y José Antonio Galilea, y su reemplazo por Harald Beyer Burgos y Luis Mayol Bouchon, en Educación y Agricultura, respectivamente, fue insuficiente para dar nuevo impulso a la administración del gobierno. Los propios partidarios del oficialismo esperaban una cirugía mayor en La Moneda. El presidente, tozudo como es, «toca de oído», según uno de sus más cercanos amigos, consideró que el verano podía darle más tiempo para afinar la estrategia definitiva de 2012, que deberá empezar a poner en práctica en marzo, momento, quizás, para un nuevo ajuste de sus colaboradores, sobre todo de cara a los amenazantes vaivenes del panorama económico mundial. Entrevistado por La Tercera, Piñera afirmó el último día del año que «la crisis es más grave y profunda de lo que la gente cree».
Harald Beyer llega al segundo empleo de su vida luego de 24 años en el Centro de Estudios Públicos (CEP). Columnista de El Mercurio y analista en ocasiones de otros medios de prensa, ha integrado cuanta comisión han creado los últimos gobiernos. Sus pares le reconocen gran conocimiento del ámbito educacional y su tarea será elaborar proyectos para mejorar la calidad y equidad en el sector. La elección de Beyer, un reputado técnico en las diversas áreas de la enseñanza, a diferencia de sus dos antecesores -Joaquín Lavín y Felipe Bulnes-, indica que el presidente decidió reservar para sí o para alguno de sus otros ministros, la responsabilidad política de las eventuales nuevas movilizaciones estudiantiles que puedan producirse este año.
Mayol, en tanto, nuevo encargado del agro, era el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, el principal organismo empresarial del rubro.
El caldero social
Las casi 160 marchas que encabezó en 2011 el movimiento estudiantil fueron un claro indicio de un malestar social creciente cuya verdadera magnitud aún no se logra medir con precisión. Se sabe, eso sí, que las manifestaciones y protestas revelaron un amplio rechazo, de todos los pelajes y colores, al sistema político y económico y a sus principales actores y protagonistas. Hay certeza de que el fastidio expresado por los jóvenes se sostuvo con el respaldo de los adultos y que el domicilio de los indignados locales cruza transversalmente, de sur a norte y de este a oeste, el entramado ciudadano del país.
Los que marcharon y se manifestaron pertenecen, principalmente, a los sectores medios, esa cada vez más brumosa y espesa masa humana que aspira a tener mayores ingresos y mejores condiciones de vida, pero que el modelo de desarrollo imperante los circunscribe a un consumo limitado de bienes y servicios. En los últimos veinte años muchos de ellos se educaron, y han visto crecer sin control a los grupos económicos y a los sectores más acomodados de la población. Observan las desmesuradas ganancias de la banca, de las mineras, de las AFPs, del retail, de las Isapres, de las inmobiliarias, de los importadores de automóviles y de otras esferas económicas. Han visto también cambiar el paisaje de las comunas más ricas y el nivel de vida de los que en ellas habitan. Leen en revistas de papel couché los precios que se pagan por la ropa de marca o por ocupar una mesa en un restaurante de moda. Miran en Internet que una residencia en los faldeos cordilleranos de Santiago puede costar varias veces más que una mansión en Europa o Estados Unidos. Observan a diario, además, la conducta de las elites, entre ellas la de los políticos -oficialistas y opositores- unos al lado de otros en las páginas sociales de los grandes periódicos.
Y mientras, ellos y sus familias siguen casi donde mismo, con ingresos que apenas alcanzan para comer y vestirse, aunque acudan a buenos colegios y reciban algún tipo de enseñanza superior. La desigualdad de oportunidades y de formas de vida ya les resulta intolerable y están cada vez más dispuestos a hacer algo para cambiarlo. La peculiar democracia de los últimos veinte años permitió que en un país como Chile unos pocos alcanzaran niveles de vida semejantes o mejores que los existentes en las naciones más desarrolladas del mundo. La mayoría, sin embargo, no tiene acceso a ello y debe soportar la ostentación de quienes lo poseen. De allí la bronca que está surgiendo de la frustración y el desaliento, alimentada por abusos como los cometidos por La Polar, las farmacias, los supermercados, los malls, los bancos, los productores de pollos, de leche y quizás cuántos más.
Ha cundido, a su vez, la ambición por obtener ganancias rápidas sin importar cómo. De allí la proliferación de saqueos, robos, asaltos y la casi constante inseguridad en barrios y poblaciones. Nadie se siente seguro, nadie confía en nadie.
Los nuevos votantes
Este año, de no haber sorpresivos contratiempos, deberán estar en condiciones de acudir a las urnas para las elecciones municipales casi 4,5 millones de nuevos votantes, los que se sumarán a los poco más de ocho millones ya inscritos. En los últimos comicios para elegir alcaldes y concejales, en 2008, la derecha se impuso con el 40,6% de los votos contra un 38,43% que obtuvo la Concertación.
La magnitud de los nuevos electores puede cambiar el escenario político y alterar los equilibrios y contrapesos conseguidos por los dos grandes referentes partidarios que hasta ahora se han repartido la torta de los sufragios. No obstante, para que ello ocurra, es necesario que surjan nuevos referentes ciudadanos y, al mismo tiempo, liderazgos capaces de diseñar y conducir los proyectos políticos que irrumpan. Por ahora, sólo se aprecia el deseo de algunos dirigentes universitarios por avanzar en la búsqueda de consensos con otros sectores sociales en ámbitos como educación, salud, trabajo, vivienda y participación. Algunos de esos líderes juveniles han expresado su interés porque a esos esfuerzos se sumen los académicos universitarios, cuyo potencial creativo podría ser determinante en la elaboración de nuevos modelos de desarrollo social y económico para el país.
En las próximas semanas el presidente Piñera reunirá a sus ministros en un encuentro de varios días en Cerro Castillo. De allí debe emanar una parte fundamental de la guía de navegación del gobierno para el resto del año.
Entre abril y mayo los partidos de la Alianza así como los de la Concertación, renovarán sus directivas, excepto el Partido Radical Socialdemócrata. Luego, deberán realizar primarias o llegar a consensos para la inscripción de sus candidatos a alcaldes y concejales, proceso que se cierra el 30 de julio. En algunas comunas -las más disputadas- la campaña electoral da sus primeros balbuceos o se prepara para hacerlo apenas se produzca el retorno de vacaciones.
La otra gran interrogante del año -la eventual candidatura de Michelle Bachelet a la reelección- podría despejarse en noviembre, en el consejo nacional del Partido Socialista, luego que la ex presidenta haya cumplido su periodo al frente de ONU Mujer. Ese mismo mes, deberán bajarse del gobierno quienes deseen postular al Congreso en 2013 y ya debiera haber claridad también sobre los presidenciables de la UDI y RN. En el intertanto, las fuerzas sociales que transformaron a 2011 en el año del descrédito político, ya habrán mostrado si fueron sólo un exabrupto o reúnen las condiciones para emprender desafíos mayores.
Willy Sabor y sus modelos
En los análisis y balances del año efectuados en el Ministerio Secretaría General de Gobierno, el ministro Andrés Chadwick comprobó que han existido gruesos errores en las comunicaciones con el país real. La mayoría de los encargados de esa área en las diversas reparticiones públicas han privilegiado las relaciones con los grandes medios, en especial con los canales de televisión. En algunos ministerios, incluso, las preocupaciones por Twitter y la información de las elites, han superado con largueza el interés por informar a las mayorías ciudadanas.
Profesionales de la Segpres consideran que el gobierno ha carecido de una política de comunicaciones coordinada, de equipos humanos y técnicos calificados y de estrategias de mediano y largo plazo. Los equipos que programan y preparan actos públicos han venido observando cada vez con mayor inquietud las dificultades que enfrentan para convocar gente. En varias ceremonias efectuadas incluso en La Moneda, debieron acudir a funcionarios del palacio para disimular las ausencias.
En la última entrega masiva de subsidios habitaciones en la Avenida Bulnes, en pleno centro de Santiago, llamó la atención entre los funcionarios del Serviu la presencia de Willy Sabor, acompañado de exhuberantes modelos ligeras de ropa, en un show muy subido de tono para las familias beneficiadas asistentes. El ministro del ramo, Rodrigo Pérez, abandonó el acto antes de que se iniciara el espectáculo programado por sus «expertos comunicacionales».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 750, 6 de enero, 2012
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