Guilia Willig ha realizado une entrevista a los universitarios Sergio Grez y Franck Gaudichaud sobre la situación actual de Chile (1). Nos ha parecido necesario aportar algunas pequeñas precisiones a fin de otorgar a los lectores una aproximación un poco más ajustada a la realidad. Estimamos que el análisis de los dos especialistas mencionados, basado […]
Guilia Willig ha realizado une entrevista a los universitarios Sergio Grez y Franck Gaudichaud sobre la situación actual de Chile (1). Nos ha parecido necesario aportar algunas pequeñas precisiones a fin de otorgar a los lectores una aproximación un poco más ajustada a la realidad. Estimamos que el análisis de los dos especialistas mencionados, basado a veces en falsas premisas, además de ser incompleto, es un poco tendencioso, divulgando así la idea errónea, a nuestro parecer, que la situación política y social en Chile no ha cesado de empeorar desde la toma de funciones del gobierno de la Nueva Mayoría en 2014.
Las luchas de los estudiantes y los movimientos sociales
Efectivamente, las luchas de los estudiantes del 2011 han modificado la coyuntura e inaugurado una nueva dinámica tanto social como política. Para los entrevistados, el gobierno de M. Bachelet ha «recuperado en parte algunas grandes reivindicaciones» en una perspectiva «social-liberal que no rompe en absoluto con la democracia neo-liberal y la educación de mercado «.
Creemos que todo movimiento social se fija un objetivo mínimo: que sus reivindicaciones sean tomadas en cuenta por los responsables políticos. La incorporación de las demandas de los estudiantes, entre otras aspiraciones populares, en el programa de la Nueva Mayoría ha puesto en evidencia el éxito de estas movilizaciones por un lado y la voluntad del equipo de gobierno de aplicar medidas muy esperadas por amplios sectores de la población por otro lado. Programa de reformas, recordemos, destinad o a atacar los aspectos fundamentales de las instituciones heredadas de la dictadura de Pinochet. Los autores fingen no saber que arremetiendo contra el sistema electoral binominal, al lucro en la educación, a la fiscalidad y la constitución misma, el gobierno busca mejorar las condiciones de vida de los chilenos respondiendo a las aspiraciones del movimiento popular, en su estado actual de desarrollo. En ninguna parte en su programa se plantea remplazar el sistema social-liberal actual, como lo pretenden los universitarios entrevistados, sino únicamente colocar las bases de futuros avances en vista de una democratización política y de mayor justicia social. Desgraciadamente, la sociedad chilena está aún profundamente impregnada de la nefasta ideología neo-liberal. El dramático asesinato de dos jóvenes estudiantes durante las manifestaciones en mayo último en Valparaíso, por un ciudadano «apolítico», ilustra perfectamente esta afirmación (2).
La reacción de la derecha y otras oposiciones
Si los autores fingen ignorar u omiten los progresos realizados en el desmantelamiento del legado pinochetista, la derecha y los sectores conservadores son muy conscientes del peligro que amenaza sus poderes. Y emplean, como de costumbre, tod a s las palancas de los poderes fácticos, que después de l inicio de la transición, dominan la vida política chilena.
Así, la derecha ha sistemáticamente desarrollado una feroz oposición, bajo formas de campañas, buscando entrabar la puesta en práctica todas las reformas impulsadas por el gobierno. Campañas que han estado coordinadas por sectores patronales, apoyadas de manera muy juiciosa por intervinientes externos tales como periódicos estadounidenses y británicos, e incluso por el embajador de los Estados Unidos. Hoy mismo la derecha roza la sedición afirmando que el país se encuentra al borde de la ingobernabilidad (3). Entonces afirmar que la derecha no tiene «mucho que temer del gobierno de Bachelet», como lo señala el profesor Grez, no tiene mucho fundamento.
Aun más, se ha asistido a un cruce de espadas entre el gobierno y los jefes de Carabineros, con relación de su feroz represión. Estos últimos se han permitido desobedecer al subsecretario del ministerio del interior mismo (4), prueba suplementaria, si fuese necesaria, que los poderes fácticos amordazan aún el país. Y contrariamente a los lamentos de F. Gaudichaud, no nos parece en nada inútil que la CUT y otros movimientos populares llamen a manifestar en apoyo a la continuación de reformas gubernamentales.
Si es verdad que actualmente el país vive una crisis política mayor, debido a los actos de corrupción en los cuales está implicada buena parte de los políticos, no solo es falso afirmar como F. Gaudichaud que «el conjunto del personal político» está comprometido, sino que es también peligroso.Falso, pues el sistema de corrupción y de financiamiento ilegal recientemente descubierto no toca mas que una parte de los hombres políticos, esencialmente de derecha, pero también de la Nueva Mayoría (5). A nuestro conocimiento, ningún representante del Partido Comunista de Chile es culpable de este tipo de malversaciones, y sin embargo, las búsquedas en ese dominio se acentúan. Última tentativa: la calumnia publicada por el diario «La Segunda» acusando la diputada Camila Vallejo (6). Peligroso, porque a fuerza de meter toda la clase política en el mismo saco, se logra siempre el mismo resultado en todas partes: un desinterés generalizado, un hastío de la cosa pública, una taza siempre m á s elevada de abstención en los comicios electorales, si acaso no es esta la opción de ciertos sectores extremistas.
Anotemos sin embargo que esta crisis no ha bloqueado, como lo habría deseado la derecha chilena, el avance en la realización de las reformas, como testimonia el reciente voto por la cámara de diputados de la reforma les leyes laborales (7).
El origen del problema de la unidad de la izquierda
La incorporación de esta reforma de leyes laborales, según la petición de las organizaciones de trabajadores, muestra, por otro lado, que las reivindicaciones populares son tomadas en cuenta cu a ndo proposiciones concretas son presentadas a los legisladores. La capacidad de incidencia de los movimientos sociales sobre las reformas, cuyo rol es inédito desde el principio de la transición, es mucho más importante cuando actúan de manera unitaria. Recientemente el movimiento de los ex prisioneros políticos descubrió los beneficios de la unidad para el éxito de la lucha (8). Tratar los dirigentes comunistas en los movimientos sociales de una «quinta columna», no es más que un exabrupto que revela una ausencia de lucidez incompatible con la calidad de historiador del profesor Grez. Igualmente, el calificativo de «montón de engaños» con el cual el historiador designa las políticas fomentadas por el Partido Comunista en el seno de la Nueva Mayoria no revela más que su gusto por el insulto, bastante alejado de una cierta ética de izquierda. El anticomunismo no ha jamás, en el movimiento popular, sido un útil de construcción. Al contrario, éste ha sido siempre la plataforma de base de los regímenes reaccionarios. En ese tema se ha podido ser testigo de la actitud de un comentador que se permitió el lujo -equívoco-, de poner en duda la voluntad y el coraje de los actuales dirigentes comunistas, al momento de excluir el propietario de El Mercurio del Colegio de Periodistas (9).
Reforma de la Constitución
Independientemente del método, la reforma constitucional por la cual uno de los autores dudaba de las intenciones de gobierno hasta no hace mucho tiempo (10), será una gran innovación en la historia de Chile. En efecto, por la primera vez la elaboración de un texto crucial será participativa y democrática y no reservada a una élite. El método más democrático es sin duda el establecimiento de una Asamblea Constituyente. Sin embargo, incluso en esta perspectiva, no hay que crearse falsas ilusiones. Una nueva constitución, no es una panacea. La sociedad chilena, lo repetimos, permanece profundamente conservadora, individualista e indiferente. Las cifras de la abstención en las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias tanto como la débil participación en instancias directivas incluso entre los estudiantes lo demuestran. En esas condiciones, la única manera de interesar, de recuperar para la vida política y de incorporar a la participación ciudadana a grandes sectores sociales pasa por la abertura de un debate sobre la significación y la importancia de la carta fundamental en la vida de un país. Será también la ocasión de impedir los sectores conservadores de ser mayoritarios en la elección de representantes a la asamblea constituyente. La reforma constitucional no es entonces, como todo el programa de la Nueva Mayoría, más que una etapa y no un fin en si, en la lucha por la democratización del país y el remplazo de un sistema social liberal, en la búsqueda de más justicia social.
NOTAS :
(1)
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=200277
http://www.cetri.be/Le-Chili-apres-les-luttes
(2)
(3)
http://www.cronicadigital.cl/2015/06/19/cuidado-el-mercurio-siembra-el-odio/
(4)
http://resumen.cl/2015/01/declaracion-frente-a-la-impunidad-que-ampara-al-carabinero-agresor-de-periodista-grafico/
(5)
http://www.diarioreddigital.cl/politica/6141-listado-completo-de-aportes-reservados-recibidos-por-senadores-y-diputados-exigen-aclarar-cu%C3%A1les-de-ellos-provienen-de-las-pesqueras.html
(6)
http://www.diarioreddigital.cl/politica/6328-vallejo-la_segunda.html
(7)
http://www.diarioreddigital.cl/laboral/6260-reforma-laboral_votacion.html
(8)
(10)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.