Allí en las afueras de la ciudad de Temuco celebró una misa, en la Base Aérea de Maquehue, un ex centro de detención y tortura de la dictadura de Pinochet. Es el mismo lugar por el cual pasaron tantas víctimas y entre ellas cuatro sacerdotes y ex sacerdotes que padecieron la encarcelación, la tortura y dos de ellos la desaparición.
De todos los recuentos hechos sobre los viajes del Santo Padre Francisco, ya sean estos de la prensa escrita o audiovisual, no se señala la visita en enero 2018 a Chile. Lo que nos ha llevado a reparar este «olvido».
El 28 de mayo 2014, el Papa Francisco recibió en una audiencia en la plaza San Pedro, a una delegación de familiares y víctimas, de América-Latina, de las dictaduras de Argentina, Chile, Uruguay y El Salvador. Por la representación de Chile se encontraba María Paz Venturelli hija del ex sacerdote ítalo-chileno Omar Venturelli, detenido desaparecido en Temuco (octubre de 1973). También en ese encuentro con el Papa se encontraba un expreso político Mapuche Jeremías Levinao. Este último entregó al Santo Padre un documento de nuestro «Collectif Droits de l’Homme Au Chili (Francia)», que es un informe detallado sobre la represión en la región de La Araucanía después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
Jeremías Levinao explicó muy brevemente al Papa el contenido del documento diciéndole que este informe se refería de manera especial: a) la represión a los hombres de Iglesia, de cinco casos de sacerdotes y ex sacerdotes encarcelados, torturados y dos de ellos desaparecidos sin saber jamás donde quedaron sus cuerpos y b) en segundo lugar la represión al pueblo Mapuche.
Este informe contaba además con dos anexos. Por una parte, los bandos militares, emitidos por las autoridades militares de la Junta Militar en Temuco. Y por otra parte, la lista completa de las víctimas entre ejecutados y de presos políticos desaparecidos; documento confeccionado por el Centro de investigación y Promoción de los Derechos Humanos (CINPRODH). De esta lista un tercio de las víctimas son Mapuches.
Durante el transcurso de casi cuatro años, nunca tuvimos noticias o respuestas respecto al documento entregado en el Vaticano. Hasta que, en enero de 2018, el Papa Francisco en un viaje a Chile, se dirigió a la IX región en La Araucanía. Allí en las afueras de la ciudad de Temuco celebró una misa, en la Base Aérea de Maquehue, un ex centro de detención y tortura de la dictadura de Pinochet. Es el mismo lugar por el cual pasaron tantas víctimas y entre ellas cuatro sacerdotes y ex sacerdotes que padecieron la encarcelación, la tortura y dos de ellos la desaparición.
Creemos y pensamos que la respuesta a nuestro petitorio del 2014 en Roma, el Papa la dio en la Base Aérea de Maquehue, con la celebración de una misa donde participaron más de 200.000 personas. En esta ocasión, el Papa Francisco fue directo y claro, rompiendo la impunidad. En su homilía, concerniendo las violaciones de Derechos Humanos ocurridas en dictadura, expresó: «En este contexto de acción de gracias por esta tierra y su gente, pero también de pena y dolor, celebramos la Eucaristía. Y lo hacemos en este aeródromo de Maquehue, en el cual tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos. Esta celebración la ofrecemos por los que sufrieron y murieron, por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. Y recordando estas cosas nos quedamos un instante en silencio ante tanto dolor y tanta injusticia».
El 21 de abril de 2025, el Diario Austral de Temuco dedicó un artículo sobre la visita del Papa Francisco en 2018, cuyo título es evocador: «Cuando el Papa Francisco dedicó su misa a las víctimas de la dictadura de Pinochet». Según el diario: «La elección del lugar no fue casual. Maquehue representa una herida abierta para muchas familias del sur de Chile». Y agrega al final de este artículo: «Tras la reciente muerte del Pontífico, su misa en Maquehue sigue siendo recordada (en La Araucanía) como uno de los gestos más importantes de su visita a Chile: una liturgia celebrada en un espacio de horror transformado en altar, donde la Iglesia reconoció a las víctimas de la dictadura».
Después de permanecer en Santiago, donde tomó contactos con personeros religiosos y de la sociedad civil, el Papa Francisco partió a Iquique. En esta ciudad, el Papa después de oficiar una misa, ante 50.000 personas celebrada en la defensa de los inmigrantes, asistió a la capilla de la Casa de Retiro del Santuario Nuestra Señora de Lourdes. En este lugar, el Papa Francisco se reunió con Héctor Marín, cuyo hermano fue víctima de las violaciones a los derechos humanos realizadas durante la dictadura militar, quien le entregó una carta en nombre de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos y Detenidos Desaparecidos de Iquique y Pisagua.
En dicha carta agradecen «a la Iglesia Católica chilena por su gran labor de promoción y defensa de los derechos humanos, de la que fuimos testigos, principalmente durante los años de dictadura«. Luego, la Agrupación le manifestó que«somos sobrevivientes del terrorismo de Estado», indicándole, además, que«la represión más cruel y dolorosa y la desaparición forzada sufrida por nuestros seres queridos, significa una tortura permanente a la que somos sometidos como familiares, que, a pesar de los años, no cesamos en la lucha permanente por encontrar sus restos».
Le solicitaron que en su rol de jefe de la Iglesia hiciera un llamado a las FFAA para que terminen con el pacto de silencio. Igualmente le pidieron que extendiera el llamado al gobierno para que colabore ya que, según indican: «el perdón y la reconciliación se construyen en base a la verdad y la justicia».
Entre las preguntas que se pueden hacer ahora, hay una que sobresale, se destaca. ¿Habrá un nuevo Papa que tendrá el coraje, como el Papa Francisco lo hizo, de reconocer las víctimas de tantas injusticias en el mundo? El Cónclave de Cardenales que tendrá lugar el 7 de mayo, deberá responder a la pregunta al elegir un nuevo Papa, en un contexto internacional difícil, donde las fuerzas ultraconservadoras, tanto políticas como religiosas, han ganado ya un espacio inmenso que nunca habían tenido.
La última foto del Papa, un día antes de su partida pareciera resumir la encrucijada en que se encuentra la Iglesia Católica: continuar la obra y el pensamiento del Papa Francisco, hacia los desposeídos, los pobres, los marginados, los humildes, haciendo valer el respeto a los Derechos Humanos. O bien ceder a la presión de las fuerzas retrogradas y oscurantistas del no respeto a los valores de humanidad.
El vicepresidente de Estados Unidos J.D. Vance, no solamente apareció en el Vaticano un día antes del fallecimiento del Papa para sacarse una foto con el Santo Padre, sino también para ejercer una fuerte presión contra los eventuales seguidores del Papa Francisco. El vicepresidente Vance es uno de los ideólogos más importantes del actual gobierno de Trump, quien estaría por borrar la obra del Papa Francisco. Según un artículo del diario Le Monde del 21 de abril pasado, «el catolicismo que promueve J.D. Vance identitario y radical está en una oposición frontal con la doctrina llevada por el Papa Francisco de más compasiones y abierta».
Carlos López Fuentes y Héctor Zavala Leiva — Collectif Droits de L´Homme au Chili (France)
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