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Gira en México

El Papa, J’Tatik y los indígenas (ambigüedades)

Fuentes: La Jornada

¿Qué tal la gira del Papa Francisco por México? Una «decepción», dicen unos. Un «incumplimiento», dicen otros. Y yo digo que son apenas unos eufemismos. O puesto de otra manera: francamente -recordando el histórico acomodo de Jorge Mario Bergoglio con la dictadura en Argentina a la cual como provincial de los jesuitas en aquel país […]

¿Qué tal la gira del Papa Francisco por México?

Una «decepción», dicen unos.

Un «incumplimiento», dicen otros.

Y yo digo que son apenas unos eufemismos.

O puesto de otra manera: francamente -recordando el histórico acomodo de Jorge Mario Bergoglio con la dictadura en Argentina a la cual como provincial de los jesuitas en aquel país le ofreció su silencio y su presente ambigua doble condición de jefe de Estado y líder religioso cuyo objetivo es restaurar el alicaído liderazgo político y espiritual de Vaticano y no apoyar la efervescencia social en el mundo (como esperan algunos)- no había que tener ningún tipo de ilusiones.

Aun así, ¿quizás haya algo para rescatar?

Según algunos críticos sí: la parada en San Cristóbal de las Casas («lo mejor y lo más concreto de su visita»).

Siento decepcionarlos (aún más).

Haciendo un poco de memoria histórica, separando el estilo del contenido y la realidad de la mercadotecnia (que hace verdaderos milagros posicionando a Francisco como «la principal voz de los excluidos») también ésta parte resulta discutible revelando a la vez una paradoja: todas sus ambigüedades -que datan en su mayoría de «cuando aún era Bergoglio»- son más visibles no en sus tropiezos (que igual no faltaron), sino en sus «mejores momentos» cuando parece «cumplir las expectativas».

• Un momento así fue la multitudinaria misa para los pueblos indios en el estadio municipal de San Cristóbal (15/2/16) que el Papa concelebró con los clérigos indígenas (incluyendo un salmo en tzotzil y otras referencias «locales») y concluyó entregando el decreto que autorizaba ceremonias en sus lenguas y ordenación de diáconos casados permanentes.

Todo «tal como se esperaba».

«Francisco reivindicó los pueblos indígenas y la Iglesia autóctona junto con su figura principal, Samuel Ruiz» –J’Tatik (1924-2011), ‘padre’ en tzotzil, antiguo obispo de la ciudad cuya tumba visitó posteriormente-, incluso «homenajeó a la combatida y perseguida Teología de la Liberación y/o India», coincidieron varios observadores.

 

Luis Hernández Navarro apuntó bien en este contexto a la historia de la «compleja dialéctica en que la Iglesia católica latinoamericana -en medio de guerra de exterminio contra los ‘nativos’- era herramienta de dominación y espacio de resistencia».

Recordó que esa entidad fue «un momento autocrítico de la conquista» (Bolívar Echeverría) y alabó -con razón- la Iglesia de Chiapas «que nació rebelde» (Andrés Aubry), el mejor ejemplo de esta tendencia, anotando que por lo visto durante su visita el Papa es «quizás» (¡ojo!) también parte de ella («El Papa Francisco y los pueblos indios«, en: La Jornada, 16/2/16).

¿Y qué tal si por lo mismo (o sea, por lo visto) cambiamos el «quizás» por el «no»?

Es que…

…su adjudicamiento a la Iglesia que cobijó y fomentó la lucha indígena es y puede ser solo ex post y superficial: no porque venga de otra realidad (urbana), sino de otra Iglesia (no «rebelde», sino acomodadiza con el poder).

¡Y qué decir ahora!

…su enfoque hacia los pobres y/o indígenas fue y sigue siendo «conservador y opuesto a la Teología de la Liberación/India» (Michael Löwy) que como provincial de hecho combatía y perseguía (para él son «objetos de atención», no «sujetos de su propia liberación»).

¡En el discurso en San Cristóbal les tuvo puras generalidades y banalidades!

…su «opción preferencial por los pobres» es ajena a la de J’Tatik para quién los indígenas eran «actores de su propia historia» y a quienes ayudó a «despertar la consciencia» usando entre otros la narrativa del Éxodo (y la «larga marcha hacia la Tierra Prometida» mediante la auto-organización y la auto-emancipación).

¡Francisco citó aquel texto (su «micro-política» de gestos, ¡puf!), pero como pura referencia «cultural»!

Más que una muestra de la «comunión de ideas» todo esto se vislumbra como la siguiente de sus simulaciones ideológicas (véase: » Las simulaciones ideológicas del Papa Francisco «, en: La Jornada, 7/11/14).

Más que un acto de «reconocimiento» o «justicia tardía», hay que verlo como parte de su política de «guiños» a diferentes alas de la Iglesia y de su estrategia de disciplinamiento y de «cerrar filas» (luego en Morelia hizo uno ojo a sectores más retrogradas y canonizó un mártir cristero).

No es que la Iglesia autóctona -o la «ala izquierdista»- le sea particularmente cara o cercana, pero es útil e instrumental en sus «jugadas» para imponer la hegemonía conservadora sobre los sectores ultra-conservadores (en este caso sobre la Conferencia del Episcopado Mexicano y el grupo del cardenal Norberto Rivera a quiénes la Iglesia de Chiapas siempre les sacaba ronchas).

Esto -desde luego- no quiere decir por ejemplo que el decreto que entregó no sea importante (además de varias lenguas chiapanecas, se autorizaron las liturgias en náhuatl, la lengua indígena más hablada en México).

Los indígenas chiapanecos, agradecidos con el Papa, también lo nombraron «J’Tatik» (Tabasco Hoy, 16/2/16).

Sin embargo con esto Francisco solo revertía la (mala) decisión y arreglaba el error de su predecesor -y principal autoridad teológica- Benedicto XVI que en 2006 prohibió el uso de lenguas indígenas y la ordenación de diáconos indígenas casados desconociendo así el fundamento pastoral de J’Tatik Samuel y décadas de su trabajo (además de ser una medida sumamente pragmática -incluso desesperada- ante el avance de las Iglesias evangélicas).

 

• Otro momento así -«esperado» y aclamado- en que como sombras se veían lo conservador de su presente y lo incómodo de su pasado fue cuando durante el mismo acto Francisco pidió «perdón» a los pueblos indígenas por ser «incomprendidos y excluidos de manera sistemática de la sociedad».

Ya hizo algo así durante su viaje a Bolivia, un país mayoritariamente indígena: «Les digo, con pesar: se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios» (Telesur TV, 9/7/15).

Si bien el gesto fue celebrado -ayer y hoy- como «un gran acto de justicia», la práctica de los «perdones» en realidad es opuesta a la justicia (y a la política) y sirve como algo «en vez de ella».

A la Iglesia la introdujo Juan Pablo II -a quién Francisco emula no solo en este aspecto (véase: » Canonizar y disciplinar «, en: La Jornada, 9/5/14)- que pidió «perdón» por más de 100 crímenes y/o «errores» de ella (también por la conquista), sin que se haya hecho la más mínima justicia a sus víctimas (y/o sus descendientes).

Es más: apremiando también a los gobiernos «a aprender a pedir disculpas» Francisco se situó en los antípodas de los teólogos de la liberación, que no hacían gestiones ante los de arriba «en nombre de los pobres», sino apoyaban sus luchas y construían alternativas desde abajo.

«Hacer gestiones personales», «interceder ante los poderosos/ricos» siempre fue la estrategia de Bergoglio hacia los marginados o perseguidos, como cuando pedía clemencia ante la junta militar por dos de sus jesuitas (los mismos que había delatado anteriormente).

Pero -conociendo la «compleja dialéctica bergogliana» (aunque en su caso este sinónimo de «ambigüedad» suena demasiado noble…)- lo peor está por venir.

Después del «histórico encuentro» y «perdón» en Bolivia, Francisco se fue a los Estados Unidos y canonizó a Junípero Serra (1713-1784), monje franciscano y «gran evangelizador de los indios» en cuyas misiones en California -campos de concentración pre-modernos y centros de trabajo esclavo- por cada convertido morían dos «candidatos» (véase: Tony Platt, « Sainthood and Serra: It’s an insult to Native Americans «, en: Los Angeles Times, 24/1/15).

Según las organizaciones indígenas estadunidenses con este acto «se canonizó el genocidio y el colonialismo» (véase: « Native Groups Protest Pope Francis’ Canonization of Junípero Serra over Role in California Genocide «, en: Democracy Now!, 23/9/15).

Después del «histórico encuentro» y «perdón» en San Cristóbal, ¿quién será el siguiente agente del exterminio indígena declarado santo por el Papa Francisco?

*Periodista polaco

Twitter: @periodistapl

Una versión ampliada del texto: http://www.jornada.unam.mx/2016/03/04/opinion/018a2pol

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.