A continuación, transcripción de la segunda parte de una entrevista concedida por Marcel Claude, economista chileno y director de la Fundación Oceana, a Elsa Arenas, conductora del programa ‘Contacto Internacional’, que transmite Radio Universidad de Guadalajara en México. En la primer parte de la entrevista, el economista chileno nos refería al histórico movimiento estudiantil que […]
A continuación, transcripción de la segunda parte de una entrevista concedida por Marcel Claude, economista chileno y director de la Fundación Oceana, a Elsa Arenas, conductora del programa ‘Contacto Internacional’, que transmite Radio Universidad de Guadalajara en México. En la primer parte de la entrevista, el economista chileno nos refería al histórico movimiento estudiantil que exige reformas a la Ley Orgánica Constitucional de la Enseñanza (LOCE) (ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=33070). En la oportunidad también nos platicó sobre la verdadera situación social y económica que persiste en el país del cono sur: el no derecho a la huelga, la prensa restringida, desinformación sobre la crisis, etc.
«Lo que pasa es que una de las cosas que han manejado muy bien los gobiernos de la Concertación ha sido los equipo comunicacionales y además cuentan con el aporte, el apoyo y la complacencia de las grandes corporaciones multinacionales. Lo que nosotros tenemos que entender, los latinoamericanos, es que Chile es el paradigma, el paraíso de un territorio donde las multinacionales y el capital tanto nacional como extranjero pueden hacer exactamente lo que quieran, no pagar impuestos, dar malos y pocos empleos, no pagar royalty por los recursos naturales que extrae, no pagar los costos ambientales que genera. En Chile pueden hacer las corporaciones multinacionales y el capital nacional, lo que exactamente quieran. Financian a los partidos políticos, todos los partidos políticos en Chile son financiados por el capital privado, todos los medios de comunicación son financiados por el capital privado, las universidades son financiadas por el capital privado. Es el paradigma del capitalismo neoliberal más extremo, ese es Chile de verdad. Tenemos un millón de trabajadores -nosotros somos en total más o menos seis millones de trabajadores- que trabajan 15 horas diarias. Ese millón de trabajadores no tiene contrato, además, trabajan por el sueldo mínimo. En Chile sólo un 30% del empleo es decente, el resto son trabajos indecentes, largas horas de trabajo, maltrato interno. Hay mujeres en Chile que tienen que usar pañales desechables porque no les permiten ir al baño en el período en el que están trabajando, porque a algunas les descuentan del bono (se les paga bajos salarios y para no pagarles las leyes sociales se les complementa el sueldo con un bono que no es imputable para efectos de estimar el descuento para seguridad social y para seguridad en salud) una cantidad cada vez que van al baño. Incluso se han recibido denuncias de mujeres que trabajan encadenadas a sus puestos de trabajo. La realidad social en Chile es de una precaridad espectacular, gigantesca. El motor de la economía chilena son las exportaciones, este país crece porque exporta, exporta cobre, celulosa, salmones, rollizos forestales. Bueno, el 96% de esas exportaciones las realiza nada más que un 1% de las empresas, que son las corporaciones multinacionales, el capital privado, la gran empresa, y es la que da muy poco empleo. Menos del 10% lo da este sector. Entonces, cuando dicen que Chile crece, lo que crece son 1% de las empresas, nada más, ellos se llevan prácticamente el 90% del crecimiento económico en Chile. El empleo es precario, está subestimada la desocupación, hay mucho empleo de baja calidad, de pocas horas de trabajo, hay gente que está trabajando con cuatro jornadas laborales. En Chile es habitual tener por lo menos dos jornadas de trabajo si se quiere tener los ingresos necesarios, y en el caso de la educación la situación es dramática. Por estudiante público, que va al sistema público -que es de muy mala calidad porque hay un período largo en la historia, 30 años, que se ha venido deterirando la educación pública-, se invierte 30 mil pesos por cada estudiante en el sector público y en el sector privado se invierte promedio 150 mil pesos, cinco veces más. Y los estudiantes que van a escuelas privadas, que son la elite, son un 8% de los estudiantes. El 92% de los estudiantes recibe una muy baja inversión en educación, con mala infraestructura, con malos colegios, con profesores que están mal pagados, con exceso de número de alumnos por profesor. La situación social en Chile es gravísima, es tan grave que permite explicarnos que solamente un 5% de la población puede considerarse que satisface de manera adecuada sus necesidades. Cerca del 90, 95% de la población no está en esas condiciones. Y eso no se expresa más porque hay un manejo comunicacional muy torcido, porque el gobierno, más las corporaciones multinacionales, más el capital privado interno y la prensa privada interna, están en acuerdo, en complicidad, para mostrar la imagen de un país exitoso, de un país al que le va bien, que resuelve sus problemas de pobreza, que resuelve sus problemas de indigencia y que está invirtiendo, etc. Hay un discurso muy consistente y coordinado, pero la realidad dice otras cosas. Los números, analizados desde una perspectiva coherente, seria, honesta, hablan de un país empobreciéndose, yendo hacia el subdesarrollo, deteriorando sus recursos naturales, deteriorando su capital humano, deteriorando sus relaciones humanas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Santiago es una de las ciudades en el mundo con más atención psiquiátrica, con más problemas emocionales, violencia intrafamiliar, prostitución infantil, trabajo infantil. Es decir, los elementos de la realidad son realmente alarmantes y esto no se sabe afuera porque la política del Estado chileno es mostrar una imagen diferente para atraer la inversión extranjera, y también porque a la inversión extranjera le interesa que este país sea un paradigma, sea un ejemplo para el resto de América Latina, para que otros lo sigan. Ya Alan García está planteando que admira el modelo chileno. Alan García no sabe, parece, muy bien respecto a cuál es el modelo chileno. Pero si el modelo chileno se aplica a toda América Latina, el futuro latinoamericano, si ya el presente es precario, el futuro va a ser aun más precario».
Respecto a Bachelet, pues prometió muchas cosas y nos han presentado un modelo de este nuevo gobierno que parece tener muy buenos augurios. En su opinión, ¿cree que la Presidenta cambiará en algo la situación social y laboral en el país?
«Yo no tengo ninguna expectativa en la señora Bachelet. Ella pertenece a un gobierno de continuidad de los gobiernos de Ricardo Lagos, de Eduardo Frei y de Patricio Aylwin, que es un gobierno inserto en la actual institucionalidad que fue negoiciada con la dictadura, donde no se quieren hacer transformaciones importantes, donde se ha aceptado el modelo económico, se ha considerado que es bueno para el país este modelo económico, y la única diferencia que podría hacer Bachelet respecto a otros, es la percepción que tiene la ciudadanía. La percepción que tiene la ciudadanía de Bachelet es que genera menos miedo. Lagos era un autoritario, un autócrata, un intolerante con el cual era imposible llegar a negociar cualquier cosa. La imagen de él generaba temor y miedo, la imagen de ella genera menos miedo y, en consecuencia, probablemente la gente se atreva a expresarse más, pero eso no quiere decir que como consecuencia de ello vamos a tener políticas más condecendientes o más aceptadoras del desconteto social y de los problemas sociales. De hecho el ministro de Hacienda, de finanzas, Andrés Velasco, es un hombre de los grupos económicos, es un hombre del Fondo Monetario Internacional (FMI), un hombre del Banco Mundial, un hombre del Consenso de Washington; el ministro del Interior, el primer ministro en Chile, Andrés Zaldívar, es un hombre del grupo Angelini, que es el grupo económico más poderoso en Chile, que tiene inversiones en todos los sectores, incluso en la educación; y el ministro de Relaciones Exteriors, el señor Alejandro Foxley, es partidario de los tratados de libre comercio con los Estados Unidos, con Europa, con China, con Corea, y además un ministro que ha dicho públicamente que Pinochet es un hombre que la historia le reconocerá la gran labor y el gran aporte que hizo al desarrollo del país. Esos son los hombres claves de la señora Bachelet. ¿Qué podemos esperar de ella cuando no tenemos un pueblo, el pueblo chileno, organizado, activo, informado, conciente de los problemas que vive?».
En torno a los resultados del último análisis del diario conservador británico ‘The Economic’, el mejor país latinoamericano clasificado para la inversión fue Chile. También el año pasado, un organismo no gubernamental encuestó a ciudadanos de varios países sobre el mejor lugar para vivir, y en América Latina Chile fue escogido por la imagen que se tiene de crecimiento y estabilidad. Respecto a esto Claude aclara de qué tipo de paraíso se trata.
«Bueno, eso es así y habría que ver quién hace esa publicación y quién produce esos indicadores. Por ejemplo, el indicador sobre corrupción. Chile es un país tremendamente corrupto, la influencia del dinero en la política es grotesca, es insolente, es además evidente y nadie le llama a eso escándalo en Chile. Sin embrago cuando se hace la estadística del nivel de corrupción en América Latina, ¿a quién le preguntan en Chile, quiénes son los interlocutores para referirse respecto a la corrupción en Chile?, los empresarios. No le preguntan a los intelectuales, no le preguntan a los estudiantes, no le preguntan a los profesores, no le preguntan a líderes sociales. Los únicos referentes para determinar la percepción sobre la corrupción en Chile son los empresarios, quienes están obviamente involucrados en la corrupción, son parte, son la oferta y los políticos son la demanada. Y entonces obviamente ellos nunca van a reconocer que la percepción que hay en Chile sobre la corrupción es alta, y Chile aparece dentro del contexto latinoamericano con uno de los indicadores mejor en términos de corrupción porque, además, hay un problema mayor: en Chile la corrupción es legal. Aquí se puede legalmente actuar en contra de la ética y en contra de la moral. En otros países no es así, pero en Chile se puede hacer y como es legal, aunque sea inmoral, no es considerado corrupción. Y como estos indicadores además son hechos por institutos claramente interesados en mostrar a Chile como un país excelente, de primer nivel, de primer grado, porque Chile es el modelo para el FMI, es el modelo para las grandes corporaciones multinacionales, es el modelo porque así quisieran que se comportaran todos los países del mundo, es el modelo para Estados Unidos, es el modelo para América del sur respecto a los tratados de libre comercio, respecto a los acuerdos bilaterales, respecto a las garantías y granjerías que tiene el capital norteamericano en Chile, es el modelo respecto a un país donde hay paz social, pero eso es porque no hay derecho a huelga, porque las empresas tienen el derecho a expulsar a sus trabajadores por las razones que quieran y cuando quieran, es el paraíso para estas corporaciones que construyen estos grandes indicadores, es el paraíso para el FMI que quisiera que todos los países latinoamericanos se comportaran como Chile, porque de esa manera la tasa de ganancia de ellos, la rentablidad de sus negocios, se incrementaría al 60 ó 70%, que es lo que nosotros tenemos estimado que ganan en Chile las grandes corporaciones. Esa es la tasa de rentabilidad de los negocios, cuando en economía una tasa del 15% ya es un gran negocio, en Chile la tasa de ganancia de los negocios privados es cercana al 60 ó 70%. No tienen restricciones para extraer los recursos, donde son capaces de crear enormes impactos ambientales negativos para la salud de la población y no hay ninguna autoridad que les exija revertir esos impactos. La situación realmente es muy complicada, la información no se conoce, no se quiere dar a conocer y además cuentan con esta complicidad del capital trasnacional»