No en vano han transcurrido 8 años de uribismo al mando de la Casa de Nariño, donde todos los medios y recursos han estado a discreción de la presidencia para terminar de torcerle el pescuezo a lo poco que queda de democracia en Colombia. Ese es el resultado de las elecciones del domingo 30 de […]
No en vano han transcurrido 8 años de uribismo al mando de la Casa de Nariño, donde todos los medios y recursos han estado a discreción de la presidencia para terminar de torcerle el pescuezo a lo poco que queda de democracia en Colombia. Ese es el resultado de las elecciones del domingo 30 de mayo.
Toda la maquinaria clientelista parapetada desde las trincheras de la corrupción, en los bastiones electorales abiertos y secretos del paramilitarismo, en la compra de votos, en la intervención descarada de Uribe, que ha hecho del primer cargo público el puesto de mando de una campaña para perpetuar el poder mafioso y paramilitar que hoy gobierna a Colombia.
Pese a las contundentes denuncias de la relación de este gobierno con crímenes de lesa humanidad y otros demonios como los mal llamados «falsos positivos», las «chuzadas del Das», la corrupción desaforada, la profunda crisis en la salud, el robo de las tierras a las comunidades, el despojo y el desplazamiento forzado, el calamitoso estado de la infraestructura vial y la persecución inclemente contra la oposición entre otros. El candidato del uribismo queda con la opción de disputar la presidencia en la segunda vuelta; sin duda que el millón de votos del PIN sumaron en estas cuentas.
De ganar Santos en la segunda vuelta seguirán otros cuatro años de lo mismo, y la vana pretensión de aniquilar a la insurgencia seguirá consumiendo los esfuerzos de un Estado que se empeña en la guerra como salida a la crisis que carcome al país. El año y medio que pronosticó Uribe, se convirtió en 8, y si gana Santos serán otros 4, o tal vez 8 más como lo sueña el uribismo. Pero Colombia por esa vía solo prolongará su crisis y no quedará otra opción que fortalecer la protesta, la lucha y la resistencia popular e insurgente, pues la negativa de una salida política al conflicto es parte del dogma de las fuerzas paramilitares y mafiosas que quieren perpetuarse en el poder.
Si bien los otros candidatos, no lograron presentar propuestas críticas y claramente distanciadas del guerrerismo uribista, en la segunda vuelta sería una buena oportunidad para hacerlo, llamando a la convergencia nacional y popular para proponerle al país un escenario que haga posible un camino de paz con justicia social, que permita la reconstrucción de la decencia y la democracia, que interprete el sentir mayoritario de los colombianos.
No hay que sentir temor por hacer planteamientos radicales contra la perversidad del uribismo, contra sus trampas, ¿qué es lo que tiene que mostrar este señor de las sombras? Nada, solo sus nexos con la mafia y los paramilitares. Colombia no se puede doblegar, hay que acerar todas las fuerzas para la lucha, mantenerse erguidos y no claudicar.
Colombia unida contra el paramilitarismo y la mafia, para construir equidad social, soberanía, decencia, paz y democracia, solo con ellas es posible un futuro digno y justo.
http://www.eln-voces.com/index.php?option=com_content&task=view&id=728&Itemid=1