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El Parlamento en Chile: Prometer y no cumplir

Fuentes: http://lavquen.tripod.com

El Parlamento en Chile, no difiere mucho de lo que es el mal mundial de quienes los integran en los distintos países: Prometer y no cumplir. En otras palabras, burlarse de los electores durante las campañas políticas. Una vez elegidos, los senadores y diputados, salvo excepciones (tres o cinco del total), demuestran toda su arrogancia […]

El Parlamento en Chile, no difiere mucho de lo que es el mal mundial de quienes los integran en los distintos países: Prometer y no cumplir. En otras palabras, burlarse de los electores durante las campañas políticas. Una vez elegidos, los senadores y diputados, salvo excepciones (tres o cinco del total), demuestran toda su arrogancia y desidia para solucionar los problemas del pueblo, generando leyes que en su generalidad favorecen a los empresarios y transnacionales. Los proyectos de ley, que algunos pudieran presentar a favor de los trabajadores, duermen en las estanterías durante años ¿Qué explicación le dan a esto? Un parlamentario gana varios millones de pesos, por lo tanto jamás se verá afligido por sacar una ley social con prontitud. Poseen privilegios superlativos en comparación al resto de los trabajadores. Y más encima el sueldo se lo pagan gracias al sudor de esos mismos trabajadores a los cuales perjudican con sus actitudes apoltronadas. Eso sí, para ser justos, habría que decir que hay parlamentarios que se perciben serios y responsables, me parece que es el caso de Alinco, Marco Enríquez, Álvaro Escobar, Alejandro Navarro, Aguiló, Hales, Ávila.

Hay que recordar a los parlamentarios algo obvio y de perogrullo, pero que es necesario recalcar. Ellos están para servir al pueblo, no para servirse del pueblo. Ellos deben gestionar y aprobar leyes que sean las que el pueblo desea, no las que a ellos se les ocurra que deben ser. Un parlamentario no se manda solo, debe obedecer a sus electores. Por ejemplo, la inmensa mayoría de los chilenos es partidario del divorcio, pero el parlamento sólo aprobó un divorcio al estilo chilensis: pechoño e hipócrita. Otro ejemplo, el aborto es una opción personal de cada mujer y se debe legislar sobre eso y permitirlo, luego cada señora o señorita será dueña de hacerse o no hacerse un aborto. Lo mismo corre para la eutanasia y el casamiento entre homosexuales o el uso de anticonceptivos; es inquisidor que el Parlamento pretenda imponerse en el campo de las libertades personales de cada ciudadano; y es medieval dejarse manipular por la Iglesia Católica, que es cínica en sus cimientos. Las leyes deben existir para favorecer las libertades del pueblo, no para mantenerlos cautivos. Chile necesita una nueva Constitución, es una vergüenza que nos rijamos por una carta creada por un tirano cruel y sólo modificada a modo de parche para que parezca democrática. Los presidentes Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet, se han comportado ante la Derecha pinochetista (no existe otra derecha en Chile) de la misma manera que los timoratos que en 1814 firmaron el Tratado de Lircay, y los parlamentarios han sido sus cómplices ¿Cuándo comprenderá el Parlamento, y por extensión el Gobierno?, que ellos están allí para gobernar para todos, no para los plutócratas. Recomiendo a los diputados y senadores leer el Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau.

Finalmente, quisiera mencionar el caso de las AFP, ISAPRES, Agua, Luz, Teléfono, Locomoción Colectiva, Recursos Naturales, Créditos Bancarios y otros, y preguntar ¿Hasta cuándo los parlamentarios permitirán que se siga robando a los trabajadores, saqueando sus recursos y el poco dinero de los sueldos míseros que ganan mes a mes? ¿Cuándo darán la cara en una Asamblea Nacional y Popular para rendir cuentas de porqué actúan como lo hacen? A la ansiedad descarada por el poder, los diputados y senadores no deberían agregar la de la cobardía de no sentarse de igual a igual con el pueblo, o acaso razonan como Pedro Montt, que cuando fue presidente de Chile, escribió a su colega argentino en nombre del «Gobierno», la «sociedad» y «el pueblo chileno», marcando una clara referencia de clase. La respuesta, decía a nombre «Del Gobierno y pueblo argentino». Definitivamente en Chile es necesario un Areópago donde los parlamentarios comparezcan ante «el pueblo chileno».

NO PASARÁN

(Poema de Alejandro Lavquén)

No vencerá

el fuego imperial

a la hoja escrita

con sangre proletaria.

Siempre habrá nuevo papel

en el camino de la historia.

No matarán

el verbo acusador

que se agita en la boca fría

de los cementerios.

No nos atarán

las manos con el óleo

divino crucificado

en nuestras frentes.

No acallarán

el sonido mineral

de los ríos del mundo

ni detendrán a las flores

en su juventud.

No pasarán por la puerta

de mimbre y arcilla

que construyó el artesano.