Esta es la base desde la que se hace posible pensar que en 4 meses podremos hacer lo que nuestros y nuestras camaradas hicieron entre 1981 y 1984 para el Paro Comunal de Pudahuel.
El contexto del paro comunal se caracterizó por una crisis por arriba – instalación del neoliberalismo y su soporte constitucional – y por la resistencia y reanimación del movimiento de masas por abajo, ante las consecuencias que sobrevenían de esos procesos.
Las profundas reformas neoliberales en el mundo del trabajo jibarizaban a inmovilizaban al sindicalismo. Una masa de obreros desplazados de su trabajo se integraban al mundo poblacional, estableciéndose en el espacio popular de mayor resistencia a la dictadura y su modelo de sociedad.
El impulso de la lucha reivindicativa poblacional y su negación desde un modelo de mercado, más la contención represiva de las manifestaciones de masas por el Estado dictatorial, impulsaron la organización, la lucha y la conciencia reivindicativa hacia formas de organización, conciencia y lucha anti – neoliberal, anti – dictatorial y democrática, abriendo un horizonte a la conciencia, a la organización y a la lucha revolucionaria.
El sustento organizativo y reivindicativo de la lucha poblacional venían del Pliego de los Pobladores de Chile, acordado en el Congreso Poblacional de 1981, ratificado en el encuentro de dirigentes poblacionales del 5 de agosto de 1984 y entregado en la Oficina de Partes del Ministerio de la Vivienda el 9 de agosto de 1984, además de ser publicado como “Carta Abierta al Ministro de la Vivienda”. En este Pliego se identifican a los grupos poblacionales particulares con sus reivindicaciones específicas: “Familias sin casas y allegados”; “Campamentos”; “Asignatarios CORVI– SSS”; “Cités, conventillos y amenazados por lanzamientos y remodelaciones”; “Pequeños propietarios”; “Adquirentes por Asociaciones de Ahorro y Préstamos”. El Pliego está firmado por la Coordinadora Metropolitana de Pobladores, el Movimiento Poblacional Dignidad y la Coordinadora de Organizaciones Poblacionales COAPO. Se agregan alrededor de 23 organizaciones poblacionales territoriales.
El paro comunal del 26 de julio de 1984 resulta ser así el producto de un largo, extenso y denso trabajo de masas del MIR y sus organizaciones sociales poblacionales – COAPO, CPP – que se apoya en alianzas sociales y políticas con sectores de la izquierda de entonces.
Para llegar a ese momento. la COAPO avanzó en la resolución de 3 momentos a lo largo de todo el proceso: el de construcción y desarrollo de los pliegos o plataformas de lucha por localidad. El de fortalecimiento y articulación de las instancias de coordinación de las luchas poblacionales, es decir de las coordinaciones de agrupaciones poblacionales por localidad y, el de desarrollo de una dinámica de luchas ofensivas, de acciones directas de masas: la olla común, la marcha y la presentación de los pliegos.
El paro significaba así un salto cualitativo desde las luchas reivindicativas de los pobladores, negadas y reprimidas por alcaldes y fuerzas represivas, hacia un nivel de conciencia política antineoliberal, antidictatorial, democrática y en una perspectiva revolucionaria.
Sin embargo, la situación del MIR, ya entonces fuertemente conmovido por sus contradicciones internas, en una situación desfigurada de lo que fuera el FSLN antes de la victoria, hacía que este careciera de los cuadros necesarios para impulsar y mantener iniciativas insurreccionales en los territorios, y los pocos que quedaban fueran cooptados de acuerdo con determinados proyectos y caudillos.
Hoy, en el marco de la crisis de la institucionalidad política del neoliberalismo, en medio de los efectos desestructurantes del actual modelo en la conciencia y en la conducta de las masas empobrecidas, la centralidad de las confrontaciones políticas se dan en torno a la legitimación o ilegitimación social del empeño de refundación institucional del neoliberalismo, a través de su fraude constitucional, en diciembre de este año.
Para luchar en contra ello, no contamos hoy con un Pliego del Pueblo construido y legitimado desde el mundo social popular. Tampoco con una izquierda revolucionaria capaz de enhebrar los distintos momentos de la lucha, como se trabajó desde la COAPO en general y, en particular, en la comuna de Pudahuel. La izquierda que ayer llamábamos a la alianza política para impulsar la lucha por el pliego en los territorios, en su mayoría se ha ubicado en el campo del neoliberalismo.
¿Desde estas condiciones es posible el salto cualitativo desde lo reivindicativo hacia un nivel de conciencia política revolucionaria de clase en las masas? Creo francamente que no.
¿Es posible una salto cualitativo hacia una conciencia antineoliberal, antidictatorial, democrática que abra un horizonte de luchas hacia el socialismo? Creo francamente que sí, aunque para ello es necesario trabajar en la coyuntura desde una centralidad impuesta: el fraude constitucional.
Quizás la clave para ello sea tomar lo realizado por las y los camaradas de Pudahuel en julio de 1984, haciendo hoy en 4 meses lo que ellos hicieron en 3 años: resolver el momento de construcción y desarrollo de los pliegos o plataformas de lucha por localidad, del modo que lo hicieran en el “Pliego de los Pobladores de Chile” sin generalidades sino específicas, de acuerdo a la realidad de cada sector social poblacional o sector o localidad; el momento de fortalecimiento y articulación de las Instancias de coordinación de las luchas poblacionales, es decir de las coordinaciones de agrupaciones poblacionales por localidad y, el de desarrollo de una dinámica de luchas ofensivas, de acciones directas de masas, con la difusión de las plataformas de las demandas específicas de cada sector con aquellas exigidas por décadas y negadas por el neoliberalismo y sus instituciones, para apoyar en ellas la necesidad de votar en contra una constitución con la que se pretende mantener y profundizar la situación de inseguridad pública, laboral, alimentaria, educacional, previsional, de atención en salud, de bienestar del pueblo, sobre todo en su infancia y en su vejez. Yendo para ello a cada sector, con acciones de puerta a puerta, con mítines en ferias y salidas de colegios e industrias, con marchas locales y comunales, con cortes de calles, con actividades de autodefensa.
Para avanzar en esa dirección no somos tan débiles ni estamos aislados como se nos quiere hacer creer. 1 millón 300 mil personas, la segunda mayoría, votaron nulo, con rabia, con hastío, como respuesta a un modo de vida que les ha cuestionado todo: su confianza, sus certidumbres respecto de su vida, la de sus hijas e hijos, su salud, su vivienda, su educación, su trabajo digno, su posibilidad de estar felices con ellos mismos y con los otros. También miles de personas marcharon por las calles de Santiago llevando el recuerdo imperecedero de 119 personas que fueron torturadas, asesinadas por la dictadura y sus cómplices civiles, cuyos cuerpos fueron hechos desparecer. Hoy, cientos de grupos de personas, en barrios y poblaciones, se autoconvocan para organizar su firme a votar “en contra” la continuidad de este modo de vida que mata cuerpos y mentes.
Esta es la base desde la que se hace posible pensar que en 4 meses podremos hacer lo que nuestros y nuestras camaradas hicieron entre 1981 y 1984 para el paro comunal de Pudahuel.
Avanzando como cantaba Violeta “sin pasarse ni quedarse, medio a medio por la raya…”.
En esta dirección, los recientes procesos para la construcción de una Plataforma Anticapitalista y Popular constituyen, sin dudas, un aporte.