Que es uno de los partidos comunistas más antiguos del mundo, y también uno de los partidos políticos más viejos de nuestro país, es cierto. Y también, que ya eso solo constituye un mérito, en la medida que en su larga trayectoria ha mantenido el apego y fidelidad a sus principios esenciales. Es el caso […]
Que es uno de los partidos comunistas más antiguos del mundo, y también uno de los partidos políticos más viejos de nuestro país, es cierto. Y también, que ya eso solo constituye un mérito, en la medida que en su larga trayectoria ha mantenido el apego y fidelidad a sus principios esenciales.
Es el caso del Partido Comunista de Chile, fundado por Recabarren hace ya 100 años, que se cumplirán, estrictamente hablando, en el cercano 2012. Pero es el caso, también, que el PC se apresta a celebrar su vigésimo cuarto Congreso Nacional, a mediados de diciembre, y ese torneo será, indudablemente, el que marcará la política de la colectividad por los primeros años de su nueva centuria.
La historia de este centenario partido se inicia bajo la inspiración y la inteligencia de su fundador, el obrero tipográfico Luis Emilio Recabarren, en cuya personalidad y programa vital hallamos los elementos que lo han constituido desde entonces hasta nuestros días, pasando por etapas y condiciones que han sometido a prueba la solidez de sus convicciones y la fortaleza de quienes, sus miles de militantes a través de un siglo, lo han encarnado en sus individualidades irrepetibles.
Efectivamente, se da desde un inicio la síntesis feliz de las formas, manifestaciones o «momentos» que adquiere la lucha de clases, al decir de uno de los clásicos, Federico Engels: la económica, la política y la ideológica. Para responder a cada uno de esos requerimientos, despliega Recabarren su prodigiosa actividad en las esferas de la organización de los trabajadores en el terreno sindical, en el político y en el ideológico. Es así cómo su nombre se vincula tanto a las incipientes como a las cada vez mayores organizaciones de los trabajadores en lucha por su salario y condiciones de vida; se esfuerza y lucha por la construcción de un Partido para la clase trabajadora; y en el terreno de la lucha ideológica sus esfuerzos por elevar la conciencia lo llevan a prodigarse tanto en la creación de una verdadera red de periódicos obreros como en la fundación y animación de conjuntos teatrales y toda forma de expresión cultural de su clase.
Así como pudo, o tuvo, Sartre que decir que toda la historia del pensamiento humano desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días no ha sido sino un largo «diálogo con el marxismo», sería aventurado o imposible comprender nuestro siglo XX sin la presencia de los trabajadores y, con ellos y en medio de ellos, del Partido de Recabarren.
Cualquiera mirada mínimamente objetiva, no podrá sino reconocer esa presencia, que no fue, huelga decirlo, ni exclusiva ni excluyente. Pero cierto es que así como en la formación y fortalecimiento de sindicatos, federaciones y centrales sindicales, la presencia de los comunistas ha dejado huellas imborrables, lo propio es de destacar en los terrenos del arte y la cultura.
En los campos de la literatura, de las artes plásticas y musicales en la variedad de sus expresiones, del teatro tanto a nivel de la dramaturgia como de sus espléndidos intérpretes, de la danza, de la investigación y el cultivo de nuestro folklore, de la fotografía y de la investigación histórica así como en la docencia, están las huellas de los que abrazaron el cauce abierto hace pronto un siglo por Luis Emilio Recabarren y sostenido con fervor por quienes se han esforzado por sucederlo en la multiplicidad de sus tareas.
En el terreno de la política, comprendida en un sentido si no estrecho al menos «específico», el Partido Comunista ha estado siempre y sin condiciones en las trincheras democráticas, bregando por ampliar los espacios de los derechos del pueblo, por su participación y por ensanchar los cauces de la libertad y los derechos de todas y de todos, con especial predilección por los jóvenes, de lo que es expresión su destacamento juvenil, la Jota, Juventudes Comunistas de Chile, en cuyas filas han militado figuras eminentes de nuestra historia.
Pero si hay otro rasgo que identifique a este Partido que pronto celebrará su Congreso Nacional en las difíciles condiciones de un Chile conculcado por la derecha empresarial y sus estrechas pretensiones, es su adhesión indestructible al derecho a sostener en sus manos, y su vocación de convidarla a todos, la posibilidad cierta de un mañana de respeto por los valores esenciales de nuestra condición humana. Entre ellos, de manera eminente, la defensa de una utopía, la que se identifica con la felicidad de una sociedad sin clases antagónicas y que en su programa y en su acción recibe el nombre bello e imposible de manchar: socialismo.
El camino es largo y hermoso; la meta, al alcance de los esfuerzos y voluntad de las mayorías.
A eso llama este XXIV Congreso del Partido Comunista de Chile.
¡Feliz Chile, siglo XXI!
Fuente: http://www.pcchile.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=2457&Itemid=2