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El Partido Comunista y Michelle Bachelet

Fuentes: Red Seca

En una entrevista realizada al histórico dirigente comunista brasileño Luiz Carlos Prestes, el Caballero de la Esperanza, quien, entre 1925 y 1927, dirigió una columna de 1500 soldados rebeldes por más de 25 mil kilómetros en el interior de Brasil, éste fue cuestionado por el apoyo que realizó en 1945 al dictador Getúlio Vargas cuando […]

En una entrevista realizada al histórico dirigente comunista brasileño Luiz Carlos Prestes, el Caballero de la Esperanza, quien, entre 1925 y 1927, dirigió una columna de 1500 soldados rebeldes por más de 25 mil kilómetros en el interior de Brasil, éste fue cuestionado por el apoyo que realizó en 1945 al dictador Getúlio Vargas cuando declaró la guerra a la Alemania nazi. Vargas no sólo mantuvo encarcelado a Prestes por 7 años, sino que además deportó en 1936 – cuando aún Vargas coqueteaba con el fascismo y como una forma de agradar a Hitler – a su mujer, embarazada de 7 meses, Olga Benário, comunista de origen judío y fugitiva del régimen nazi. Prestes respondió sin titubear: «Yo no hago política basado en mis resentimientos personales, yo hago política basado en los intereses del pueblo brasileño y en la situación concreta que estamos enfrentando». Para Prestes la rivalidad política y personal con Vargas estaba en un segundo plano frente a la amenaza mundial que significaba el nazismo, en otras palabras la táctica debería ser flexible en función del objetivo principal: la derrota del nazismo.

Saco esta anécdota a colación, porque retrata notablemente un rasgo de la cultura organizacional de los comunistas presente también en las actuaciones de sus pares chilenos, tal como cuando en la primera elección presidencial tras la dictadura apoyaron a Patricio Aylwin, obviando sus posiciones favorables al Golpe de Estado, o cuando votaron en segunda vuelta, hace cuatro años, por Eduardo Frei, a pesar de su anterior gobierno de corte gerencial y privatizador. La misma lógica está presente en las palabras de Guillermo Teiller al oficializar su apoyo a Michelle Bachelet: «Haciendo el análisis de la realidad que estamos viviendo, hemos llegado a la conclusión que la única candidatura que puede concitar en torno suyo a esta nueva mayoría que nosotros venimos proponiendo de hace tiempo, y que lo pueda hacer en torno a un programa de transformaciones profundas, es Michelle Bachelet. Nuestro partido va a apoyar a Michelle Bachelet como su candidata a las primarias».

Y es por esa lógica que no tiene mucho sentido preguntarse cómo es posible que el Partido Comunista apoye a una candidata que en su anterior gobierno se mantuvo en gran medida distanciada de la línea programática que el PC defendió durante la post-dictadura, particularmente en lo concerniente a las demandas estudiantiles. ¿Por qué un partido que ya antes votó por Aylwin, y en segunda vuelta por Lagos (sin apoyo oficial del PC), la propia Bachelet y Frei no podría determinar la nominación de Bachelet como candidata propia en las primarias de la oposición? En todos esos casos, el PC estuvo dispuesto a sacrificar posiciones en función de un «interés mayor», por lo que más sentido tiene escrutar las razones que llevaron al PC a esta proclamación. Los comunistas chilenos han empleado principalmente dos argumentaciones para definir sus posicionamientos en materia presidencial: crear una nueva mayoría para derrotar a la derecha y que su candidato es el programa.

Derrotar a la derecha no parece ser una justificación suficiente si se considera la crítica situación que vive la misma actualmente. El gobierno de Sebastián Piñera ha llegado a niveles de popularidad inferiores a los mostrados por la Dictadura Militar en sus peores momentos, sus principales partidos se encuentran enfrascados en una disputa fratricida y su más disciplinado partido da señales de dispersión. Un segundo gobierno de derecha parece improbable y la creación de «una nueva mayoría» para vencerla, innecesaria. Ahora, ¿qué entender por «nueva mayoría»? Ésta no puede ser una simple agregación de sectores que se oponen al actual gobierno, más aún si se considera que dentro de este espectro se encuentran elementos comprometidos con el ideario económico-social que la derecha defiende. Pareciera, por tanto, que la derecha a vencer se encuentra en las propias filas de la oposición. ¿En qué medida la definición del PC puede contribuir a la derrota de la derecha ideológica que permanece en la oposición?

Para muchos, con la proclamación de Bachelet, se ha echado por tierra la principal definición defendida por el PC en relación a las presidenciales: «Nuestro candidato es el programa». Bachelet no cuenta con uno y en materias estratégicas, como la educación gratuita, se ha mantenido titubeante. Por el contrario, Juan Antonio Gómez, el candidato del Partido Radical, que mostraba mayor coincidencia programática con el PC, no recibió el apoyo comunista. ¿Al PC ya no le importa el programa? A mi juicio, la determinación del PC obedece también a una cuestión de programa. La candidatura de Gómez tiene una buena probabilidad de ser derrotada ampliamente en la primaria (incluso con un hipotético apoyo comunista), por lo que una factible derrota electoral de Gómez podría significar una derrota programática de las posiciones proclives a los cambios que el PC defiende. La disyuntiva era apostar por una posición programática testimonial apoyando a Gómez o buscar influir en las decisiones programáticas que el comando de Bachelet defina, aumentando las posibilidades de concreción de estos cambios. La disputa de contenidos se traslada desde las primarias presidenciales a las definiciones estratégicas de la candidatura con más chances de ser electa. Adelantar el apoyo a Bachelet podría permitir al PC mejorar su influencia en un futuro gobierno, así como invertir en la aceleración de las definiciones programáticas que hasta ahora Bachelet viene postergando.

¿En qué medida el PC sobrestima su capacidad para torcer el curso de las definiciones que actualmente el comando de Bachelet viene realizando? De la misma manera, ¿en qué medida el PC subestima la inercia programática de 24 años de gobiernos neoliberales? Si al final del gobierno de Bachelet se concreta la realización de los ejes programáticos que el PC defiende: Asamblea Constituyente, Reforma al Código Laboral, Reforma Previsional, Educación Pública Gratuita, etc.; poco importarán las críticas que hoy su decisión suscita y menos las lecturas negativas del anterior gobierno de Bachelet. En contraste, si fracasa en su intento de izquierdizar las definiciones programáticas los costos pueden ser significativos. Ahora bien, el apoyo a Bachelet no necesariamente debe ser visto con un viaje sin retorno: ¿Cuáles son los límites de ese apoyo?, ¿hasta qué punto el PC está dispuesto a seguir a Bachelet, en otras palabras, cuál es el punto de retorno a una estrategia propia? Las respuestas a estas preguntas por parte del PC son más importantes que la definición misma de apoyo a la candidata en las primarias.

– Alexis Cortés es sociólogo y Editor General de Revista Red Seca

– Fuente: http://www.redseca.cl/?p=4135