Ha concluido el primer Congreso de la Farc, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, con un estimulante y vigoroso acto popular y musical en la Plaza Mayor de Colombia, la Plaza de Bolívar de Bogotá. Fueron casi ocho días de intenso trabajo colectivo de 1100 delegados escogidos por las bases guerrilleras en un proceso de genuina […]
Ha concluido el primer Congreso de la Farc, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, con un estimulante y vigoroso acto popular y musical en la Plaza Mayor de Colombia, la Plaza de Bolívar de Bogotá.
Fueron casi ocho días de intenso trabajo colectivo de 1100 delegados escogidos por las bases guerrilleras en un proceso de genuina democracia social y política.
Han ocurrido los primeros pasos del nuevo Partido constituido en los términos del Acuerdo final para acabar con la guerra fratricida y del Acto Legislativo que le dio curso a los consensos de paz en dicha materia.
Son, en estricto sentido, los momentos iniciales de la política sin las armas, con la sola palabra argumentada y el voto transparente, ajeno a los vicios del clientelismo, la coacción armada y la compra venta electoral.
La Farc ha deliberado y el fruto es una nueva subjetividad política con unos principios, un programa, una estrategia, un plan de alianzas y unos símbolos de identidad, como la rosa y la estrella roja.
El desenvolvimiento de las actividades del evento se ha dado dentro de los códigos clásicos conocidos para los partidos revolucionarios y socialistas de izquierda.
Se presentaron grandes controversias y han salido a flote radicales diferencias que no deben derivar en fracturas y disidencias innecesarias y disfuncionales.
El nombre del nuevo Partido y las referencias ideológicas pertinentes pusieron en evidencia naturales discrepancias que algunos, tal vez por no entender el valor de la palabra civilizada, pretendieron utilizar para aplastar y desaparecer a otros que, como en el caso de Jesús Santrich, ha sido estigmatizado de manera grotesca y absurda mediante seudo columnas de G. Ángel, tan afín a Londoño, Lozada, Alape, y Granda o Téllez. Clouster desafortunado que hizo de aplanadora brutal frente a la diferencia anidada en la profundidad de la insurgencia. Desde la X Conferencia del Yari se echó a rodar tan funesta aglomeración ocasionando graves daños en cuadros y militantes abnegados de las fuerzas guerrilleras. No se ahorraron epítetos (troskos, ultras, disidentes) en su desgraciada estrategia para destruir y aplastar a los otros.
Por fortuna el Congreso que acaba de terminar los ha colocado en el sitio que les corresponde.
No ha sido la Nueva Colombia el nombre adoptado y promovido por Londoño en las redes sociales mediante consultas abiertas.
Quedó Fuerza Alternativa Revolucionaria del Comuna, como lo propuso Márquez, para rescatar la memoria histórica de la resistencia agraria heroica. Es la memoria que las elites dominantes se empeñan en erradicar para impedir la lucha por la emancipación.
Será un Partido-movimiento.
Representación y movilización social al tiempo, tal como lo sugieren los tiempos de la post política.
Será un Partido-movimiento sustentado en el pensamiento crítico y libertario donde cabe la herencia del pensamiento heterodoxo y revolucionario, incluido el marxismo, el socialismo, el leninismo, el bolivianismo, la escuela de Frankfort, el postmodernismo crítico, pero sin los dogmatismos y rigideces ideológicas del sectarismo de Manual agenciado por izquierdas obsoletas, ultra minotritarias y autoritarias.
Como el voto ha sido el instrumento utilizado para dirimir democráticamente los dilemas y propuestas, los escrutinios han arrojado unas mayorías que deben ser acatadas y respetadas por aquellos que quedaron en franca minoría.
Dicen los resultados que Márquez, Catatumbo y Santrich son las votaciones mayoritarias y lo lógico es que asuman, sin mayores reticencias, la conducción y el liderazgo de la nueva agencia política.
El que ganó ganó y el que perdió perdió, por amarga que sea la realidad. Tal circunstancia no debe, de ninguna manera, afectar la unidad y cohesión de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
Quienes no han sido favorecidos por el voto mayoritario no deberían demorarse, arropados en un falso y antidemocrático hermetismo, en reconocer su condición minoritaria. Por eso tan necesaria una manifestación de Rodrigo Londoño por las redes sociales, donde se muestra tan activo, admitiendo su importante quinto lugar. O de Lozada y Alape corrigiendo sus rabietas que pretenden escamotear los resultados porque siguen empeñados en destruir a Santrich y su fértil creación política; cuyo cadáver político querían arrastrar, en caso de no contar con la votación que ahora registra, sin vergüenza alguna, por los medios de comunicación, para escarmentar a los otros discrepantes. O del señor Granda admitiendo lo contraproducente de su matoneo y altanería, que arrastra los vicios de campamento y de la escuadra militarista.
Hay que saber perder, señores. Así es la política, la gallardía como noble gesto es parte de la misma.
Ahora la consigna debe ser la unidad de todos los matices para asumir los desafíos que han surgido.
Por ejemplo, el de superar la soledad y el aislamiento político que se hizo notar a lo largo del Congreso por la ausencia de los candidatos invitados y de otros líderes convocados, que la presencia del doctor Samper no suple dados sus graves antecedentes en el proceso 8000.
Explicable, claro está, el silencio de los candidatos y los medios de comunicación de la mediática hegemónica. No quieren la competencia y la disputa que el nuevo partido plantea.
Obvio que en adelante no habrá silencio. Vendrá la arremetida y la guerra sucia contra la Farc.
Ojala no sea así si es verdad que estamos entrando en los territorios de la democracia ampliada, acordada en La Habana.
Pero eso es pedirle peras al olmo.
El ataque será a fondo y con los métodos de la postverdad.
Veremos de todos. La retórica uribista es un anuncio de lo que nos espera.
Mentiras, violencia, sangre, trucos, mansalva, de todos contra la Farc.
Guerra política, en suma, para impedir que las Farc conquisten las mayorías populares.
Pero cada día trae su afán y de lo que se trata es de eso. De disputarle a la oligarquía dominante un poder que debe ser canalizado en favor de los intereses mayoritarios sociales de Colombia.
Por supuesto, el otro reto es trascender la rémora del santísimo que algunos se empeñan en promocionar, desde adentro y desde muy arriba, como alternativa. Craso error. No faltan los imbéciles que, de salir adelante con sus disparates de Tercera Vía, aportaran, de esa manera, a una hipotética extinción del nuevo partido político tal como lo sugiere alegremente su eminencia don Herrando Gómez Buendía como parte de sus frecuentes ocurrencias políticas.