Los socialistas no pueden olvidar jamás que el imperialismo norteamericano – de conjunto con las fuerzas más reaccionarias del país que hacen gárgaras con la palabra democracia -, financiaron y realizaron todo tipo de boicot y atentados dirigidos a generar las condiciones para derrocar al legítimo Gobierno de la Unidad Popular.
No puedo dejar de manifestar mi indignación por la ausencia de una actitud firme, resuelta, militante de la Dirigencia del Partido Socialista para rechazar y denunciar al mundo la política expansionista, intervencionista y chantajista del nuevo Gobierno de EEUU hacia América Latina, especialmente hacia el Caribe y Centroamérica.
Para los fundadores del Partido, en abril de 1933, el antiimperialismo constituyó uno de sus principios fundamentales, parte inseparable de la matriz que le otorgó identidad, la cual debería modelar el pensamiento político y la conducta permanente de nuestros militantes a lo largo de su historia.
Camaradas nuestros lucharon en 1935 en España junto a los republicanos, enfrentando al nacionalismo fascista de Franco; compañeros nuestros engrosaron las filas de las centenas de intelectuales, técnicos y trabajadores que viajaron a Cuba en 1959 y 1960 para cooperar en las enormes y nuevas tareas que demandaba la joven revolución, conducida por uno de los líderes más grandes en historia contemporánea de nuestro Continente: Fidel Castro.
Allí, en primera fila, estuvo nuestro Presidente Salvador Allende, quien nunca, jamás, dudó en apoyar en todas las formas al avance y consolidación de las transformaciones que llevaba adelante ese proceso revolucionario.
El Compañero Allende fue personaje clave, esencial en lograr rescatar en febrero del año 1968 a los guerrilleros cubanos y latinoamericanos, entre quienes también hubo camaradas socialistas que venían de Bolivia tras haber combatido junto al Comandante Ernesto “Che” Guevara. En aquel momento Allende era incluso Presidente del Senado.
Compañeros nuestros, profesionales y técnicos ejercieron su compromiso latinoamericanista en Nicaragua y muchos ofrendaron su vida en ese país luchando junto al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Compañeros técnicos y profesionales, militantes nuestros, viajaron a varios países de África y Asia, a entregar sus aportes y a ayudar a la reconstrucción de esas naciones sometidas durante siglos al saqueo por Estados imperialistas europeos que robaban sus recursos naturales y que nunca se preocuparon del desarrollo económico ni intelectual de esos pueblos.
Son muchos los ejemplos que existen de camaradas internacionalistas, solidarios, antiimperialistas, y muchos de ellos han permanecido anónimos y olvidados por nuestro Partido.
La falta de una clara y resuelta conducta antiimperialista de la dirigencia socialista en las últimas décadas, de educación y orientación a la militancia que entregue los antecedentes históricos de la política de saqueo, de intromisión, de invasión, de chantaje del imperialismo yanqui en contra de los países de América Latina, ha conducido a que, en la actualidad, muchos de nuestros compañeros, de nuevos militantes, carezcan del pensamiento antiimperialista, del conocimiento de su esencia, de sus características, de sus rasgos, tal como lo señalara nuestra matriz ideológica plasmada en la Declaración de Principios de 1933: la “creación de una política antiimperialista”, anti-yanqui.
Esto ha significado, insistimos, que surjan conductas y comportamientos confusos en algunos de nuestros militantes que incluso los conducen a planteamientos equivocados, criticando desde todo punto de vista las políticas de defensa de los intereses nacionales que realizan algunos gobiernos progresistas y revolucionarios en nuestro Continente.
Ello se manifiesta cuando compañeros se refieren de manera equivocada a los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, demostrando con ello que se hacen eco de las multifacéticas y millonarias campañas comunicacionales en todas sus formas que realizan las agencias comunicacionales norteamericanas, controladoras y manipuladoras de casi absolutamente toda la información.
Luego esta se retransmite en nuestros países a través de prácticamente todos los medios que, casi en su totalidad, pertenecen a las Fuerzas Sociales Económicamente Dominantes (FSED), para denostar y denigrar a los gobiernos revolucionarios.
De ahí que a veces se torna increíble que camaradas socialistas no atinen, no comprendan o no se den cuenta que las acciones realizadas por la propaganda pagada por las agencias norteamericanas en contra del Gobierno de Venezuela tienen un solo objetivo: denostar para deslegitimar a ese gobierno y así generar condiciones favorables que posibiliten al imperio norteamericano recuperar y apropiarse de un bien crucial, fundamental en estos momentos: el recurso del petróleo.
Ya lo hicieron en Libia e Irak y ahora quieren repetirlo en la Franja de Gaza, corazón del territorio árabe, donde se encuentran la segunda reserva planetaria de ese combustible después de Venezuela.
Quien controla hoy día el petróleo, prácticamente controla el mundo.
Nuestro Partido se formó cuando el imperialismo norteamericano aplicaba a sus anchas la Política del Garrote, lo que significó la invasión de los “marines” norteamericanos en la casi totalidad de los países de América Latina, incluido Chile, cuando el 12 de junio de 1932 en nuestro país se proclamó la República Socialista, invasión que aborto sólo cuando el embajador norteamericano, Mr. William Culbertson, comunicó que el 16 de junio había caído el Gobierno Socialista.
Como deben saber los socialistas, los principales dirigentes de la República Socialista participaron diez meses más tarde, el 19 de abril de 1933, en la fundación de nuestro Partido. Esa es la razón de fondo del antiimperialismo de los socialistas, el cual se reflejó con la imagen de nuestra América Latina en la bandera partidaria y con un hacha de lucha y de combate al centro.
Ese anti-yanquismo se acrecentó aún más cuando se supo que, por instrucción del embajador norteamericano en Nicaragua el 21 de febrero de 1934 el traidor Anastasio Somoza asesinó al General de Hombres Libres, César Augusto Sandino, quien había derrotado a los invasores marines norteamericanos en lucha sin cuartel con su “pequeño ejército loco”, como lo bautizó nuestra Premio Nobel Gabriela Mistral.
Nuestro antiimperialismo no es resultado de emociones. Nuestro anti-yanquismo se funda en razones, en hechos históricos, en la verdad, en las acciones reiteradas por EEUU durante toda nuestra existencia.
Los socialistas no pueden olvidar jamás que el imperialismo norteamericano – de conjunto con las fuerzas más reaccionarias del país que hacen gárgaras con la palabra democracia -, financiaron y realizaron todo tipo de boicot y atentados dirigidos a generar las condiciones para derrocar al legítimo Gobierno de la Unidad Popular.
Son responsables directos de miles de asesinatos de hombres, mujeres y jóvenes de nuestro pueblo, de cientos de camaradas y la muerte de nuestro Presidente Allende. Son miles los asesinados, miles los desaparecidos, torturados, expatriados.
En el terreno económico, protegieron y asesoraron a las FSED para aplicar un neoliberalismo salvaje, provocando la destrucción prácticamente de todo el patrimonio nacional construido durante toda nuestra historia. Y uno de sus representantes no dudó de insertar la bandera de Chile en una esquina de la norteamericana para convertirnos en la estrella 51 del emblema de EEUU, en una clara muestra de su vasallaje.
¿Es acaso nueva la política expansionista de EEUU en contra de América Latina?
Hoy, bajo nuevas condiciones históricas, se redobla y reafirma el carácter intrínseco del imperialismo norteamericano: el expansionismo y el control planetario bajo sus normas, bajo sus principios, bajo su cultura: “El Destino Manifiesto”. El surgimiento y desarrollo exitoso de nuevas economías que enfrentan al unilateralismo norteamericano ha significado su debilitamiento.
Hoy, el “imperio contraataca” y no permite el multilateralismo. Es, prácticamente, su dilema de vida o muerte. Esa es la esencia de la política y estrategia de la nueva administración yanqui. Se trata prácticamente de una dictadura mundial abierta, terrorista del capital transnacional norteamericano, lo cual supone , ante todo, asegurarse los puntos estratégicos que permitan el control casi absoluto de los recursos naturales y de los mercados, puntales esenciales que viabilizan, que hacen posible ese objetivo: la existencia misma del imperio.
En ese objetivo, para posibilitar el cumplimiento de esa meta, están los recursos naturales de América Latina y de sus lugares estratégicos, de sus rutas que permitan fluir esos recursos naturales hacia el territorio norteamericano.
Todo lo que realiza Trump en contra de América Latina, no es nuevo. Un ejemplo; “De Cuba, la espléndida bahía de Guantánamo, ocupa la situación más ventajosa respecto del Canal (de Panamá). La conclusión resulta inevitable. Sin la posesión de Guantánamo el canal jamás llegará a estar seguro en manos de los Estados Unidos”.
Estos lineamientos ya los había señalado Alfred Mahan en uno de sus libros escrito en 1897, “Interés de EEUU en el poder naval”. El capitán, estratega e historiador Alfred Mahan es uno de los más grandes geopolíticos norteamericano contemporáneos. Su mencionado libro es lectura obligatoria para los estrategas y cientistas políticos yanquis y se encuentra en la cabecera de sus alcobas, en las bibliotecas, en los escritorios de todo oficial de las FFAA norteamericanas y de toda la dirigencia política, no importando que sea Republicano o Demócrata.
Para Mahan y para todos los cabecillas de la política norteamericana está completamente claro; es el ABC del conocimiento que, sin los recursos naturales de América Latina y de sus puntos estratégicos les resulta imposible llevar adelante la política global de EEUU. En otras palabras: sin el control de los recursos naturales de América Latina y de sus puntos cardinales estratégicos de comunicación es imposible para EEUU mantenerse como Imperio.
“Tenemos” – dijo abierta y reiteradamente la General Laura Richardson, Comandante del Comando Sur de EEUU (SOUTHCOM) en su intervención del 27 de agosto del año pasado de visita a Chile, sin un ápice de vergüenza -, “el petróleo en Venezuela, en primer lugar, el Canal de Panamá como punto estratégico central, el cobre chileno, el litio de Perú, Chile y Bolivia, el agua de los complejos acuíferos bajo tierra en el Amazonas, las tierras o minerales raros, el hierro”, etc., etc.
Todo, todo lo nuestro está en la mira de EEUU. Así de simple. Resulta un chiste macabro cuando su visita se realizó justo cuando se discutía en nuestro Congreso la política nacional sobre el Litio.
Así de simple, pero así de tremendamente complejo, difícil, existencial también es para el futuro de los pueblos de América Latina. Que nadie peque de ingenuo, nadie diga desconocer lo que se avecina si no se llevan adelante acciones urgentes, decididas, militantes.
Ya no sólo cambiarán el nombre histórico al Golfo de México, ya no sólo queda avisada la intervención directa, ya no sólo bastará el chantaje de matón del barrio, tal como el que aplicó contra Panamá y que ha significado la repulsa del pueblo panameño que exige la renuncia del Presidente José Raúl Mulino quién – ante la cobardía demostrada frente al Secretario de Estado Marcos Rubio el día 5 de febrero enviado urgentemente por Trump -, caducó los contratos ya desarrollados y financiados por los chinos para modernizar el tránsito por el canal.
Suma y sigue, pero es claro que nada, absolutamente nada debe ser obstáculo para que el imperio siga siendo imperio.
Insistimos, en la hora presente, sin pausa, se requieren acciones concretas. Nuestro partido debe promover mítines, foros, charlas, declaraciones, acciones unitarias, exigencia al Gobierno de acciones más decididas, claras, sin tapujos, de denuncia, de unidad con los gobiernos otros países de nuestro continente para forjar resoluciones de conjunto en contra de la política anti-latinoamericana de EEUU.
Pero, ¿por qué los socialistas, más que nadie debemos encabezar esta lucha en contra del recrudecimiento del expansionismo, de la intervención, del chantaje, de la humillación en contra de los pueblos de América Latina de parte del imperialismo norteamericano?
En primer lugar, porque las FSED coinciden, por su esencia, con los principios de la política expansionista norteamericana. Se desarrollan bajo su alero. Se sienten protegidos. La mayoría de ellos, históricamente, han tenido un comportamiento anti-patriota. No les interesa lo público, solo lo privado, odian lo solidario, lo colectivo.
Provocaron una guerra civil en contra del Presidente José Manual Balmaceda en 1891 por su decisión de querer recuperar el salitre para nuestro país, y mandatados por el imperialismo inglés, la guerra significó la muerte de 10.000 chilenos. Lo hicieron también contra el Gobierno de la Unidad Popular, por el sólo hecho de haber aplicado medidas nacionales y democráticas, entre ellas nacionalizar nuestro cobre, hacer la reforma agraria y entregar medio litro de leche gratis a los niños de Chile, entre varias otras.
Pero esencialmente debemos encabezar esta lucha porque respondemos a nuestro objetivo histórico, a nuestra matriz teórica, de principios, al legado que tenemos de nuestros compañeros que dieron todo, hasta la vida, por la defensa de la justicia, la libertad, de nuestro patrimonio, nuestros recursos, nuestras culturas, nuestras visiones, nuestros sueños.
Nuestra América Latina se encuentra también frente a un dilema histórico, casi existencial: o nos doblegamos frente al imperialismo norteamericano y prácticamente dejaremos de existir como pueblos independientes, soñando nuestro futuro en paz y en unidad, o seremos parias, esclavos del capital transnacional norteamericano.
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