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El pensamiento de los pájaros

Fuentes: Rebelión

«Hasta en el pienso en el pensamiento de los pájaros es necesario y vital el pienso-el pensamiento.» (ng) Por arriba, por en medio y por abajo en el follaje de los pinos y los encinos el pensamiento que es el cántico de los pájaros en la incertidumbre y en la desesperanza (Agamben citado por Zizek), […]

«Hasta en el pienso en el pensamiento de los pájaros es necesario y vital el pienso-el pensamiento.» (ng)

Por arriba, por en medio y por abajo en el follaje de los pinos y los encinos el pensamiento que es el cántico de los pájaros en la incertidumbre y en la desesperanza (Agamben citado por Zizek), posado en las ramas de la condición humana que es la naturaleza o revoloteando en las hojas del bosque que es el ser humano en la fotosíntesis solar de arriba, el cielar de en medio y de lo terrenal abajo, el pensamiento de los pájaros fue siempre el primer pensamiento de los pájaros en la poesía de Mario Luzi como en la música de Ottorino Resphigi.

Sí, el primer pensamiento, sobre la faz de la tierra, ha sido el de los pájaros, esperando en la incertidumbre y en la desesperanza, ¿cuál será el último pensamiento de los seres humanos ante, para, por qué, dónde, cuándo?

Slavoj Zizek, en «En la nueva lucha de clases -los refugiados y el terror-«, piensa y escribe al final del ensayo lo que Michel Foucault pensó y escribió al final de «Las palabras y las cosas», lo cual, al no ser el mismo pensamiento, anticipa lo que es hoy un rostro dibujado a la orilla de una playa con los inmigrantes en el Mar Mediterráneo, a lo que de Zizek se cita: «Quizá la solidaridad global sea una utopía, pero si no escuchamos por ella, entonces estamos realmente perdidos, y merecemos estar perdidos.»

Así como en la calenturas de las hormonas y en las frialdades de las neuronas, el desnudo paradójico, se ambigua porque se confunde, la condición humana y el ser humano, se tocan y no se reconocen porque uno es el otro y la una es la otra, desnudos o vestidos, no se atraen, se contrarían y chocan peleándose el espacio supuestamente íntimo y privado, exhibiéndose en lo público para el público: primero, los tatuajes; después, el desnudo paradójico, no reconociéndose en nada, en nadie y en alguien, quedándose más solos que un selfie en una playa desolada con cabezas decapitadas, y al fondo, entre la tierra y el cielo, un atardecer crepuscular sangriento, dominando el mundo de arriba, y al no haber el amor que desdomine al mundo de arriba, el sexo y la pornografía en el publipropagandístico Eros del desnudo paradójico, es más una paradoja-paradoxal donde la sabiduría de Maquiavelo y del Marqués de Sade ha sido secuestrada y sodomizada, no en la literatura ni en la cinematografía, acaso allí, en la obscenidad del poder político, en los centros comerciales (Paco Rabanne-2017) y en los antros expuesta en los aparadores de las novedades y los descuentos primavera-verano y otoño-invierno: Eros Ella y Él.

Como si todos diéramos vuelta en el reciclaje de la futurología presentánea, lo inmediato-de-lo-mediático está aquí, ahora y mañana porque nada se re-produce en vano en la vanidad instantánea de la moda hasta transgredir con el pasado de lo pasado cuando Warhol-Basquiat están en las latas de los supermercados y en las paredes de las calles donde Banksy nos advierte donde sí o donde no quedarnos a contemplar la advertencia vial en los arroyos de la vida sin ser atropellados y arrollados por la muerte desde Disneyland a Medio Oriente, porque la banalidad del mal es la vanidad del bien: ennoblece al ser humano con el disfraz de la condición humana, por aquello del lobo o el cordero o el hombre es el lobo del hombre, a lo que Bauman sintió más solidaridad por el lobo que por el hombre.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.