Para comprender la reemergencia de la lucha Mapuche, es necesario hacer un balance del proceso, considerar hitos de importancia, acordar visiones y pareceres sobre los aportes y limitaciones de las experiencias. Pero, además, resulta de vital importancia rescatar, lo más legítimamente posible, el pensamiento y la acción de los actores en el proceso en marcha. […]
Para comprender la reemergencia de la lucha Mapuche, es necesario hacer un balance del proceso, considerar hitos de importancia, acordar visiones y pareceres sobre los aportes y limitaciones de las experiencias. Pero, además, resulta de vital importancia rescatar, lo más legítimamente posible, el pensamiento y la acción de los actores en el proceso en marcha. Sobre todo cuando intelectuales mapuche funcionales al sistema, intelectuales de izquierda y ONGs intentan suplantar las voces de las autoridades ancestrales, comunidades en resistencia, militantes y orgánicas que aún resisten desde territorio mapuche.
Ciertamente con la aparición del pensamiento de la CAM, se contribuyó a la radicalización política y la intensificación de las acciones del sector más autónomo en el movimiento mapuche. Acciones que se enmarcan en todos los ámbitos del quehacer mapuche, tanto político, económico, social como cultural. Sin embargo, el mayor aporte de la CAM, se encuentra en su acción, eminentemente, colectiva. Los planteamientos por la liberación nacional mapuche, proclamados por la CAM, significaron un cuestionamiento radical de la institucionalidad opresora y de las formas del quehacer político del mundo winka. A su vez, con esta acción colectiva expresada en la lucha concreta, se fue haciendo escuela, se fue explorando y experimentando caminos de expresión autonómica, en donde los verdaderos sujetos, para la acción, son las comunidades y nuestras autoridades tradicionales.
Existen varias premisas ideológicas en estos planteamientos que van desarrollándose con el transcurso del tiempo y la experiencia política. Diríamos que estas premisas van madurando y complejizándose. A su vez este pensamiento va mostrando sus límites en un contexto desfavorable o poco propicio para la continuidad de la deliberación y elaboración política interna. De hecho es del análisis de la CAM, que siempre se ha construido bajo una desventaja estratégica, la que no solo es impuesta por el Estado opresor, sino por referentes occidentales diversos que insisten en levantar alternativas políticas dentro del marco de la dominación.
Lo central, eso sí, está en comprender que nuestra organización si desarrollo un pensamiento emancipatorio, que posteriormente se transforma y que se plasmo en un programa político para el actual escenario. Al respecto, volvemos a reafirmar que este pensamiento ideológico, que se reconstruye en la lucha misma y tiene un ineludible sustento en nuestra cosmogonía, ad mapu ka ad mogen. En donde nuestra cultura y espiritualidad propician los principales cimientos para desarrollar definiciones con el sentido de asumir nuestra condición de Mapuche y de Pueblo-Nación. Este documento pretende presentar los ejes centrales que articulan dicho pensamiento emancipatorio. Teniendo como base referencial, precisamente, el proyecto político estratégico, y una serie de pronunciamientos que dieron cuenta, en su momento, de la propuesta de lucha de la CAM.
Sobre Autonomía
Si bien la CAM, aún no ha elaborado una propuesta-documento sobre autonomía, en sus planteamientos ha dejado claro que ésta, se asumirá en los hechos, a través de una praxis política que permita crear una nueva correlación de fuerzas a favor de un proyecto autonómico. El punto de partida, es la reapropiación del concepto de autonomía, en donde su uso implique independencia del movimiento mapuche, que en la práctica significa no más sometimiento a la mediación de los partidos políticos y de otras instituciones del Estado chileno. Entonces la independencia de partidos y demás influencias políticas winka, es el punto de partida, es la condición necesaria para la maduración de la lucha mapuche propiamente tal, como se la conoce hoy día. Es el primer paso en la búsqueda de la superación de la condición de pueblo oprimido. Esta forma de entender y hacer autonomía, representaría en los hechos, una de las características esenciales en la nueva forma de hacer política de la CAM. La autonomía significa independencia total frente al Estado, las ONG, los partidos políticos, etc. Independencia que se expresa en el ámbito del pensamiento y de la organización política. En este contexto se cuestionaba la relación de dependencia de los grupos mapuche respecto de los partidos políticos, lo que incluía aquellas organizaciones que de manera formal se declaraban «independientes o autónomas», pero que mantenían relaciones y posiciones ambiguas en cuanto a los partidos políticos, lo que a la larga, los llevó a tener un perfil negociador, asumiendo planteamientos reivindicativos contradictorios. Es por esto que para la CAM es prioridad la independencia de la organización mapuche frente a los partidos políticos y el Estado, como a su vez la re-significación de las formas de organización mapuche. Por tanto la autonomía para la CAM significa la negación al sometimiento político y organizativo winka, para pasar a ser insubordinación, rebeldía, pero sobre todo, resistencia.
Esta radical propuesta de autonomía política expresada en la separación de los partidos y otras influencias políticas winka, conlleva dos dimensiones. Por una parte expresa la autonomía política respecto de la institucionalidad opresora, representada por el Estado y el sistema de dominación, y en segundo lugar implica la revitalización e importancia de lo propio como parte fundamental del proceso de autoafirmación. La autoafirmación se presenta en el pensamiento de la CAM como una apuesta clara y concreta de dignificación de las capacidades propias, como sujetos, como colectivo, como Pueblo, como Nación. Es el rompimiento radical con las conducciones e influencias desde afuera. En el pensamiento emancipador de la CAM, es fundamental poner fin a la subordinación al ideario político y simbólico, partiendo por los winka, sean del Estado, del poder, como de derecha, centro o izquierda, ONGs, incluyendo organizaciones mapuche funcionales o pro capitalistas.
El proceso de dignificación de la identidad se hace más fuerte con el accionar político de la CAM, el cual tuvo su mayor expresión en los sectores más jóvenes, a través de procesos de resignificación de lo Mapuche, en donde cobra importancia la revaloración de contenidos culturales, teniendo como mayor expresión la relectura de la figura del Weichafe. Pero además, es posible reconocer en los planteamientos políticos de la CAM, en su pensamiento estratégico y en su elaboración política, la existencia de ciertas herramientas de análisis que pueden ser consideradas winka. De hecho la CAM reconoce esta cuestión y las asume dentro de un rol funcional a su estrategia general. Resulta necesario utilizar métodos de análisis e interpretación de la realidad que posibiliten una visión más amplia (el materialismo histórico) con el objeto de precisar la situación general y las condiciones por las que atraviesa nuestra lucha. Por tanto, en el pensamiento de la CAM se combinan algunos elementos provenientes desde la izquierda no ortodoxa en conjunto con la re-conceptualización y la resignificación cultural propia. Se trata de un esfuerzo por recoger lo mejor de la izquierda y al mismo tiempo establecer una separación radical y definitiva con los partidos políticos y el Estado. Esto conlleva una definición política de separación e independencia frente a la izquierda clásica y también ante la influencia e instrumentalización de los partidos políticos y la institucionalidad estatal. En nuestros planteamientos se establece claramente la necesidad de desarrollar un proceso de descolonización ideológica, como una vía que nos lleve a mejores expresiones de autonomía en el desarrollo práctico de nuestra política. Es por eso que hemos afirmado que este proceso nos acerca más hacia posiciones indianistas y de lucha anticolonial, como las expresadas en el pensamiento indianista-katarista de Fausto Reinaga y Felipe Quispe en el mundo Aymara, que a los proyectos emancipatorios del Zapatismo u otros procesos inspirados en la izquierda.
Como CAM reconocemos, en nuestros planteamientos, tres dimensiones sobre autonomía, una referida a la independencia organizativa y política, otra como autoafirmación de nuestra identidad y finalmente la autonomía de pensamiento, que como condición deben estar basadas en el desarrollo de un proceso de descolonización ideológica. La autonomía, para nuestra organización, es pensar y actuar desde criterios propios. Autonomía como independencia, autonomía como autoafirmación y autonomía como descolonización ideológica son, en síntesis, los elementos más relevantes del pensamiento emancipatorio de la CAM.
Es, ante estos elementos ideológicos que se marca la diferencia política con el resto del Movimiento Mapuche. Estas importantes discrepancias ideológicas se expresaron, concretamente, en una nueva forma de hacer política por parte de la CAM, la cual se caracteriza por la relevancia de la acción política que confronta a la institucionalidad opresora chilena y ante todo el entramado de poder que conforma la dominación capitalista. Son estos elementos ideológicos los que constituyen la base que fundamenta la posición radical de nuestro pensamiento y que permiten caracterizarla como una organización antisistémica. Por tanto, una cualidad fundamental de la experiencia llevada adelante por la CAM, más allá de la elaboración de un pensamiento emancipatorio, es su práctica política, lo que permitirá desarrollar un proceso verdaderamente autonómico, es decir, por la vía de los hechos. Es la autonomía que se va conquistando paulatinamente a través de un proceso de acumulación de fuerzas.
La CAM, como organización y expresión antisistema
Como fue expresado claramente en el documento político-estratégico, la caracterización que hacemos de nuestra condición de Nación oprimida es el primer paso para dar inicio a un pensamiento y una acción política con visión emancipatoria. Hemos planteado que la relación del Estado opresor y el Pueblo Nación Mapuche la caracterizamos como de Dominación, en donde se desarrolla un fuerte proceso de desestructuración del mundo Mapuche en todos sus aspectos, lo que resulta funcional para la mantención de los intereses fundamentales del sistema y donde la apropiación de las riquezas del territorio Mapuche es una de las consecuencias. Frente a esto, hemos levantado la idea y la práctica política de reconstruir nuestro mundo confrontando la situación de dominación. Esto es parte de un pensamiento Anticolonial en donde la relación de dominación es caracterizada como un régimen de ocupación territorial. Por lo cual expresamos en su momento; «somos un pueblo acosado, invadido, usurpado de territorio y que lucharemos como Pueblo, cultura y Nación».
Se caracteriza a la situación como Colonial, razón por la cual se cuestiona la institucionalidad de un sistema de dominación. Este desconocimiento de los marcos institucionales conlleva una desobediencia hacia el Estado, el cual se considera ilegitimo, opresor, ajeno e impuesto en un territorio y espacio ancestral. Hemos dicho como CAM que es necesario, por tanto, establecer una estrategia para «sobrepasar las lastimeras prácticas de hacer política dentro del marco de la dominación, más aún en los estrechos márgenes que el enemigo con su Estado de Derecho, le concede a nuestro Pueblo». Sobrepasar y desbordar los marcos de la dominación es insubordinarse frente al sistema. Las definiciones estratégicas, desarrolladas y llevadas adelante por la CAM, tienen su expresión más concreta en nuestra postura frente a la normatividad de la política de tierras. Porque más que una demanda de tierras, la CAM plantea el derecho al territorio. Levantamos la alternativa de la recuperación de tierras ancestrales e históricas que legitiman la concepción de los derechos políticos-territoriales. Esta desobediencia se hace extensiva y asume mayor claridad al confrontar la institucionalidad estatal. Esta institucionalidad es considerada ajena y opresora razón por la cual la vía electoral es desechada de plano. «No participamos en partidos políticos ni en elecciones. No respetamos la institucionalidad chilena porque es opresora». Son definiciones políticas que sitúan a la CAM por fuera del marco institucional de dominación y que se expresan como tácticas de acción colectiva y como basamento ideológico en el camino de la liberación nacional. En su momento expresamos; «entendemos que un proceso de acumulación de fuerzas no debe transitar sobre el andamiaje de la dominación establecida por el Estado opresor, porque pierde consistencia en las definiciones ideológicas, políticas y culturales de nuestro Pueblo, ya que estas se rigen por estructuras de dominación que niegan todos nuestros derechos fundamentales. Por lo tanto es necesario plantear y ejercitar una vía estratégica que garantice la autonomía, principalmente a través de la resistencia y la reconstrucción de nuestro Pueblo». Sin lugar a dudas, esta es una de nuestras definiciones políticas más potentes, ya que se relaciona con una propuesta mapuche de transformación social, es una definición política anti-capitalista. Es una postura que tiene concepciones y definiciones estratégicas decisivas y revolucionarias, en tanto que a través de la reconstrucción y la confrontación, se busca trasformar las estructuras de dominación.
Pasar de la insubordinación y la rebeldía hacia definiciones anti-capitalistas nos obliga a delinear las características de la negación del capital propuesta por la CAM, lo que implica plantearse seriamente el reforzamiento de los elementos identitarios étnicos ancestrales. Aquí cobra relevancia el tema del Ser Mapuche y la reconstitución de nuestra cosmogonía. El alejamiento del capitalismo significa la ruptura con las relaciones occidentales dominantes. En tal sentido hemos dicho: «que los elementos cosmovisionarios, es decir la forma de entender el mundo y el hombre desde una concepción mapuche, constituyen la base fundamental para reconstruir un pensamiento ideológico y político necesario para nuestra liberación». Al referirnos a los aspectos centrales de la Cosmovisión Mapuche no se puede dejar de señalar que esta concepción entra en contradicción insalvable con el pensamiento occidental. Es el gran legado de nuestros antepasados. Es por lo anterior que en nuestro «Planteamiento Político- Estratégico» la CAM expresa que «Cuando afirmamos que el pensamiento ideológico que se construye tiene como base nuestra cosmovisión, nuestra cultura y religiosidad, estamos haciendo definiciones en el sentido de reafirmar nuestra condición Mapuche y de Pueblo- Nación; definiciones que nos hacen contraponernos a un sistema que no es nuestro, que nos oprime y que más aún, nos condena al exterminio. Por lo anterior es que nos definimos Anticapitalistas».
Planteamos la reconstitución de un sistema de reproducción social Mapuche, como fue en antaño y del cual hay suficiente memoria histórica en nuestro pueblo. El referente es el modo de vida de nuestros Pueblos originarios, lo que nos hace críticos y contrarios de la economía de mercado y de la planificación estatal. Efectivamente, existe un planteamiento crítico del capitalismo en tanto sistema económico de tipo extractivista y depredador, pero también existe una postura crítica del Estado, en tanto este administra el poder de Dominación y es capitalista en su estructura. Es por esto que nuestra lucha es Anti-capitalista y Anti-estatal a la vez. Es de nuestra posición Anti-Estado que desprendemos nuestra postura de no participar en la política winka, en sus elecciones y demás procesos políticos limitados por los marcos institucionales de dominación, porque: «Llegar al gobierno no significa alcanzar el poder y mucho menos cambiar el capitalismo». Ideológicamente hemos ido configurando líneas radicales y novedosas que se han extendido al conjunto del Movimiento Mapuche, lo que ciertamente recrudece el conflicto entre nuestro Pueblo y el Estado. Al haber levantado una propuesta así, radical y combativa, se dio un salto cualitativo ideológicamente para la confrontación contra el Estado, el cual fue definido claramente como Estado Capitalista. Así se entiende, que el sistema de dominación haya definido como un peligro una propuesta como la nuestra, ya que ésta puede trascender y masificarse, en tanto se instala como una política Anticapitalista, Anti-colonial, Anti-Oligárquica y Revolucionaria. Más aún, los componentes étnico-identitarios se desenvuelven en un campo de conflictos de intereses estructurales, al cual nuestra organización sumó una confrontación entre nuestro Pueblo-Nación contra el capital nacional y trasnacional en el Wallmapuche.
Ahora bien, a este carácter de anticapitalistas nos vimos obligados a sumar otras definiciones ideológicas como «Anti-Oligárquicos» o «Anti-Imperialistas», que efectivamente complementan los parámetros de nuestro pensamiento emancipador el cual asumimos categóricamente como Mapuchista, cuya nacionalidad y etnicidad, no cabe duda alguna, está conectada con estructuras clasistas, pero que al poseer una identidad cultural diferenciada tiene sus propias demandas, que son de carácter históricas y fundamentalmente para nuestro Pueblo.
En síntesis, el carácter Anti-sistémico de la CAM no puede ser reducido al marco de un horizonte de izquierda o socialista, ni tampoco significa que por estas definiciones ideológicas se nos asigne la búsqueda de un cambio de estructuras que apunte hacia la construcción de un Estado Socialista; más bien, el planteamiento de la CAM debería ser entendida como un «Anti-capitalismo indianista», en el cual, el proceso de liberación hace referencia a la reconstrucción-reconstitución del sistema de reproducción social Mapuche, para lo cual es, absolutamente, necesario luchar por el territorio y la autonomía.
Sobre Liberación
Si bien la CAM aparece en el escenario socio-político como una organización mapuche que lucha por la autonomía, sus definiciones políticas asumieron mayor claridad cuando se hace público su «Proyecto Político-Estratégico». De hecho es posible identificar en esta propuesta un pensamiento de mayor complejidad con posiciones o líneas que marcan un antes y un después en la forma de hacer política en la realidad Mapuche. Un ejemplo de estas líneas políticas es el concepto de Resistencia. Es a través de este nuevo pensamiento expresado en la resistencia, que se materializa el desarrollo de un proceso de acumulación de fuerzas para la liberación, debido a que la resistencia significa en la práctica, poner freno a las relaciones de mercado por medio de la acción directa, ya sea a través de las recuperaciones de tierras, los sabotaje y/o boicot a la presencia del capital nacional y trasnacional en el Wallmapu. Esto implica una férrea oposición a la presencia de las relaciones de mercado en el territorio ancestral demandado, que pasa desde el discurso hacia una práctica política de lucha, decididamente, por los derechos territoriales y políticos. Por otra parte, se plantea crear un gran movimiento para la Reconstrucción Nacional como expresión paralela y combinada de la resistencia. En definitiva, con esta política la CAM plantea que no basta con resistir. Para una verdadera liberación es fundamental la reconstrucción de nuestro pueblo con un carácter Nacionalitario. «La reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche» se plantea entonces con un carácter autónomo política y territorialmente, en donde la rearticulación de comunidades permitirá mayores grados de organización. «El mayor grado de conciencia política se expresa en el derecho al territorio».
En su momento indicamos que «nuestro objetivo fundamental es volver a ser Nación Mapuche, lo que implica un tipo de sociedad de acuerdo a nuestra concepción identitaria y cultural, en la que la visión colectiva predomina por sobre la individual. Un tipo de sociedad que recoja los elementos más sólidos de la vida comunitaria que desarrollaba nuestro Pueblo anteriormente. Esto será posible a través del refortalecimiento de la identidad y la cosmovisión Mapuche». Ahora bien, este discurso no puede ser definido como fundamentalista étnico, porque no hay implicancias de orden racial o hacia la negación del «otro chileno». Lo que existe es la negación y la insubordinación frente a las relaciones de opresión y dominación del Estado y del Capital nacional y trasnacional. Es un discurso antagónico con las relaciones de Mercado y estatales que nos oprimen como Pueblo-Nación. Nuestra lucha es contra el sistema de dominación imperante, no contra la sociedad chilena en su conjunto. Sin embargo, hemos expresado que «Somos anti-sistémicos porque no aceptamos la dominación occidental como modelo de vida y lo hacemos principalmente a través de la lucha territorial». En el fondo de nuestra argumentación se deduce que la reconstrucción nacionalitaria viabilizará el horizonte de la liberación. Y es a través de las recuperaciones de tierras, más bien del Control Territorial, que se hará posible todo nuestro pensamiento y acción política emancipatoria, razón que explica nuestra definición de trabajar en la base y desde las comunidades, ya que es de éstos procesos de lucha territorial y política que depende el conjunto del horizonte de reconstrucción nacional. Así se explica nuestra intransigencia y radicalidad en la lucha territorial. «Es a través del control territorial que se generan las condiciones, tanto materiales como simbólicas, que posibilitan y dan continuidad a la reconstrucción nacional» «. Al respecto la CAM sostuvo: «El territorio ancestral es la plataforma básica, absolutamente esencial para la reconstrucción de la Nación Mapuche. La no existencia de un territorio propio, lo único que generaría sería el logro de autonomías relativas, de tipo simbólico, cultural e inclusive folklórico, que resultan funcionales al sistema de dominación, que a la larga nos condenaría a la desaparición física e ideológica. Sin una base territorial y sin los derechos políticos inherentes, es imposible la autonomía real y se imposibilita el desarrollo de una política de liberación nacional».
La lucha por el territorio expresada por la CAM, efectivamente generó un punto de quiebre al interior del Movimiento Mapuche. Esto se explica porque muchas agrupaciones no dieron y no dan prioridad a la lucha por el control territorial, privilegiando la búsqueda de participación política al interior de la institucionalidad opresora y la consolidación de sus estructuras políticas, para desde allí recuperar el territorio. Sin embargo, la CAM siempre ha dado prioridad a la recuperación y reconstitución territorial, como base fundamental para la reconstrucción de nuestras propias estructuras políticas y para la revitalización, en definitiva, de todo el tejido económico, social y cultural mapuche. Por eso es que consideramos que la recuperación de tierras y el control territorial constituyen la plataforma básica de la reconstrucción de nuestra Nación. Es por lo anterior, que para comprender el pensamiento y la acción de la CAM, debe ser bajo una mirada de territorialidad, en la defensa y la recuperación territorial autonómica. Para lograr el control territorial efectivo la CAM ha planteada la acción directa, porque «solo el control territorial posibilitara un mayor poder político, pero este debe estar sostenido en el desarrollo de una cada vez mayor base económica autónoma. Ambos, poder político y base económica, generarán las condiciones para sostener el Poder Mapuche». Ahora bien, la reconstitución del territorio ancestral (Wallmapuche) representa al mismo tiempo la reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche. Así, Territorio y Pueblo-Nación Mapuche están entrelazados, como también la visión de un pasado independiente con la mirada emancipadora actual. Liberarse es reconstituirse y reconstituirse es liberarse. La liberación implica la posibilidad de dotarse de muchos elementos y así reconstruir las estructuras propias para auto-gobernarse. La reconstrucción nacionalitaria implica la recuperación de las estructuras y prácticas tradicionales. «El proceso de reconstitución implica el ejercicio de prácticas comunitarias, ceremoniales y organizacionales como el mingako, ngillañmawun, nguillatún, machitún, palín, trawün, kamarikun, nutram, a la vez ir rescatando y fortaleciendo nuestra estructura organizacional tradicional y los roles que cumplen determinadas personas dentro del mundo mapuche como los longko, werken, machi, wewpife, kona, weichafe, dugunmachife, ngenpin, la revitalización de nuestro rakiduam, kimun, espiritualidad, mapudungun». Además de la protección y recuperación de los espacios vitales, como ngillatuwe, paliwe, tren-tren, winkul, trayeko, menoko, mawida, eltun entre otros. Esto nos sitúa en una política de reconstitución de los Lof, Rewe y los Aillarewe, recomponiendo territorial y políticamente espacios cada vez más amplios (Poder Mapuche) como base para la reconstrucción de la Nación Mapuche. La acción de reconstituir los Lof no puede ser definida como Autárquica-Comunitarista, ya que es el primer paso es el restablecimiento de un proyecto político de rearticulación de comunidades cuyo objetivo es un proceso de reconstrucción étnica de mayor alcance. Es bajo esta comprensión general que deben entenderse acciones como las recuperaciones productivas, las acciones de autodefensa y particularmente los procesos de control territorial, los que en definitiva deberán ser asumidos por las comunidades bajo estructuras políticas autónomas y en perspectiva para la liberación.
Así también, es en este marco de análisis que deben comprenderse y situarse las acciones de resistencia. Deben entenderse como parte de un conjunto de quehacer político y movilización social que se orienta al logro de «zonas de control Mapuche autónomo», dando viabilidad a la dimensión de la Autonomía, en tanto autonomía material, económica, cultural y organizativa real y efectiva. Todo esto, como antesala para la reconstitución nacionalitaria. Es así como las posiciones antisistema y anticapitalistas de la CAM están articuladas hacia el logro de una autonomía real, lo que significa resquebrajar y destruir las relaciones de dominación que nos oprimen como pueblo. Hay por tanto en la propuesta de la CAM, un tipo de liberación que abarca las distintas formas de opresión, tanto en su dimensión física-geográfica, económica, ideológica, cultural y política. Para la CAM la forma de asumir y construir autonomía es por la vía de los hechos, una autonomía de facto, en donde la recuperación de los derechos territoriales y políticos es la base de la propuesta.
Hoy día podemos afirmar que la autonomía en los hechos, grafica claramente la acción colectiva planteada por la CAM, expresada concretamente en lo que se establece como Control Territorial. Es precisamente este planteamiento del logro de la autonomía (de facto), el que nos distancia teóricamente y en la práctica, de otras agrupaciones mapuche, que han dado prioridad a propuestas de autonomía en el marco de reformas legales del Estado-Nación. Para la CAM la autonomía no es solo una propuesta o un objetivo estratégico, más bien expresa una forma o lógica central de nuestro pensamiento emancipatorio, que se debe conquistar desde ya. Es desde la base y frente a nuestros enemigos estratégicos que debemos conquistar la autonomía y no en contra-sentido de las comunidades movilizadas o del movimiento mapuche autonomista. Por tanto la conquista de la autonomía en los hechos y no en el derecho (opresor) es nuestra propuesta desde y hacia las comunidades. Ahora bien, esta autonomía debe desarrollarse en el marco de una lucha decidida en contra del capitalismo neoliberal y en contra del Estado chileno. «Unir dos vías que hasta hoy caminaban en direcciones separadas y cuando no contrarias. La lucha por la reivindicación nacional y la lucha contra el capitalismo». La lucha por la autonomía de facto forma parte de la lucha anticapitalista. Es así como en el amplio espectro de definiciones anti-sistema, la CAM hace converger tres elementos fundamentales en su pensamiento: Autonomismo (en las dimensiones anteriormente señaladas), Anticapitalismo (expresado concretamente en la acción directa) y el Pensamiento Revolucionario. Ya que en la medida en que nuestras comunidades van practicando su cultura, desarrollando el mapudungun y su religiosidad, haciendo nguillatún, trawün, kamarikun, nutram, bajo formas especificas de quehacer político propio; se van organizando y luchando por la espacialidad territorial, en el desarrollo cotidiano del ejercicio de la justicia, administración y economía propia. Esto significa una confrontación directa con la institucionalidad del Estado, e implica lograr cambios y transformaciones. Es liberarse sobre la base de ir acumulando y reconquistando. Eso es revolucionario.
Es por lo anterior que la CAM desde un principio ha planteado la acción política reflejada y plasmada en lo que se conoce como control territorial, alejándose de aquellas iniciativas que buscan la negociación enfocada en la entrega de tierras, porque esta siempre significa integración y subordinación. Siempre se ha privilegiado avanzar hacia el desarrollo de la autonomía en los hechos, antes que la construcción de un plan teórico al respecto. Por tanto, se prioriza la revitalización cultural y la reconstitución de las costumbres ancestrales y las autoridades tradicionales, por sobre iniciativas políticas de reformas en el ámbito legislativo. Este énfasis en la recuperación territorial, como hemos señalado, tiene por objetivo el desarrollo de nuestras bases que sustenten el proceso de reconstrucción de lo propio. En la historia de la CAM nunca se ha puesto énfasis político en la reforma del Estado. La CAM siempre ha propuesto el desarrollo de un proceso de Liberación Nacional, que aunque lento y complejo, supera con creces las potencialidades de un proceso de negociación con la institucionalidad opresora. Es por todo lo anterior que en nuestro Planteamiento Político-Estratégico hemos sostenido que nuestra propuesta de autonomía es de carácter revolucionario, para así diferenciar nuestro pensamiento emancipador con aquellas propuestas que tienen por objetivo un régimen autonómico acordado, negociado u otorgado por el Estado opresor. La autonomía se conquista, se lucha por ella, no llega por concesión ni por negociación, que terminan siendo funcionales al sistema de dominación.
Así se entiende que nuestra elaboración ideológica resulta también una estrategia política desde y para las comunidades, distanciándonos de elaboraciones teóricas que provienen «desde arriba» y sostenidas por pseudo-intelectuales. La CAM siempre ha enfocado sus esfuerzos en contribuir a un proyecto autonómico «desde abajo». Es por eso que ha tomado distancia de las otras propuestas de autonomía ya elaboradas. Es por lo anterior, que la CAM se aleja de las propuestas autonómicas levantadas por otras organizaciones mapuche (Wallmapuwen) porque ésta en tanto propuesta teóricaabstracta y de carácter elitista, está encaminada irremediablemente a un proceso de negociación con el Estado, en momentos que aún se mantiene vigente nuestra desventaja estratégica, que no solamente afecta al movimiento mapuche autónomo, sino al conjunto del pueblo Mapuche. Y lo que es más significativo, para nosotros, desde el punto de vista moral y político, porque estas organizaciones poco o nada hacen por cambiar las condiciones en las que encuentra nuestro pueblo para sustentar la autonomía y más bien, parecen esperar que otros se esfuercen y sacrifiquen en aras de acumular fuerzas para viabilizar sus propuestas. Entonces, para la CAM lo realmente central es un proceso de acumulación de fuerzas para lograr autonomía. Por ahora son más importantes los caminos de lucha, planteando con claridad que la autonomía no se obtiene por concesión, sino que se conquista. Es por esto que la CAM siempre ha estado más enfocada en hacer colapsar las relaciones injustas de dominación y no centra su atención en participar en pactos y/o negociaciones. Ahora, si al interior de nuestra experiencia de lucha, por territorio y autonomía, hay sectores que plantean bajar la guardia y negociar reafirmando al sistema, se produce un rompimiento casi natural de posiciones por la disidencia establecida.
«Por eso nuestra lucha no es solamente de resistir y buscar un reacomodo. Nosotros lo que proponemos es destruir las estructuras de dominación, principalmente aquellas que dañan a nuestro Pueblo; destruirlas y de ahí re-instalar las nuestras. No se trata tan sólo de resistir, sino de disputar territorialmente al enemigo para que al menos las forestales dejen de existir en nuestros espacios. Es lo que llamamos transformar, desde aquello que es depredador y capitalista, que es estructura de dominación que sustenta otras estructuras de dominación, hacia un espacio territorial nuevo, para el desarrollo de otros aspectos sociales, económicos, culturales y políticos nuestros, donde el tema de la justicia y la dignidad se restablezcan, sean un hecho».
Lo central en nuestra propuesta es la transformación de las relaciones dominantes, de ahí nuestra postura acerca de las acciones de resistencia y autodefensa. Por tanto el carácter revolucionario de la propuesta se impregna de confrontación, de proyecto de Liberación Nacional, que se produce a través de la lucha concreta. Efectivamente hay un rompimiento con la relación colonial, en tanto ésta relación se expresa, hoy, en el Capital nacional y transnacional, en el Estado y su institucionalidad, que conforman el conjunto de la cultura occidental hegemónica. De aquí también se entiende las diferencias ideológicas y políticas con otras agrupaciones que no se definen como mapuche anticapitalistas y revolucionarios, sino más bien como políticos pragmáticos, que actúan en los marcos de las relaciones dominantes.
Es en este marco que las acciones de resistencia deben ser reafirmadas, ya que al ser observados sólo en su carácter antagónico y/o confrontacional, tienden a confundir, asignándosenos posiciones «militaristas», sin comprender, a cabalidad, nuestro pensamiento emancipatorio. De partida, debemos dejar en claro que nunca se ha planteado desde la CAM una vía insurreccional y revolucionaria (a secas) orientada hacia la toma del poder, lo que si se plantea es desarrollar un proceso de acumulación de fuerzas en todos los planos, que implica descolonización que viabilice una propuesta coherente de Liberación Nacional. De hecho, nuestra organización planteo en su momento: «Estas expresiones de resistencia van desde mínimas acciones de desobediencia, con resistencia cultural e ideológica, pasando por la autodefensa de masas, hasta la construcción de órganos de resistencia territorial que garanticen un tipo de accionar ofensivo y estratégico, que incluso nos desafía a hacer esfuerzos mayores para la construcción de una fuerza cualitativamente superior en el plano material y militar, que permita enfrentar la beligerancia de un enemigo sistémico y poderoso, sostenido por la oligarquía y el imperio».
Hasta ahora hemos sostenido que desde la autonomía pasaremos a la liberación definitiva, que más allá de la autonomía tiene lugar la liberación Mapuche de la dominación expresada en la relación de subordinación colonial. Es por eso que la CAM ha manifestado así su posición: «Es la restitución de la autonomía del pueblo Mapuche, el autogobierno, la construcción de una economía interna, el control de las relaciones sociales, el respeto a la cultura y a la lengua. Hemos comenzado un proceso de acumulación de fuerzas, proceso necesario para conseguir el objetivo de la autonomía y posterior liberación». Entonces, para mayor comprensión, debemos dejar claro también, que la CAM no es separatista, no hemos planteado la creación de un Estado separado del chileno, por tanto la demanda separatista no aparece en nuestro pensamiento y discurso. Lo que si se expresa es la demanda territorial para desarrollar un proceso de autonomía y liberación nacional. Podría parecer claro que la demanda de recuperación total del territorio ancestral abre la posibilidad de una posición separatista, pero al respecto no tenemos una posición definida. Lo que sí está claro, es que en los objetivos de nuestra lucha no nos planteamos la posibilidad alternativa de incluirnos dentro del Estado de Chile, mientras la esencia misma de la estructura de dominación que posee el Estado- Nación chileno, sostiene un modelo neoliberal capitalista pro-imperialista. Por tanto existe una radical negación de todas las formas de opresión y dominación sistémica y de Estado- Nación, en tanto éste sirve a los intereses del Capital transnacional.
Si bien en nuestras definiciones no está la idea separatista, siempre hemos dejado un margen para un replanteamiento de nuestra postura de acuerdo a las exigencias del proceso. Esta es una de las razones por la cual no hemos planteado cabalmente una propuesta de autonomía a futuro (al menos como documento), ya que ésta debe ser elaborada más adelante, cuando constituyamos las condiciones para su viabilidad definitiva. El sustento de nuestro proyecto autonómico está en la base comunal y esto es sumamente claro. Se apoya en un quehacer coherentemente anticapitalista y en base al control territorial, en donde, como se ha señalado, se revitalizan las prácticas culturales y las estructuras socio-políticas tradicionales. Estas definiciones son puestas en práctica través de un proyecto de rearticulación de comunidades, creando mayor poder Mapuche y autonomía, instancias que tendrán que resolver un tipo de funcionamiento mayor que puede generar condiciones o no hacia la independencia total. Por ahora nuestro norte es la liberación nacional, lo que no quita la necesidad de seguir deliberando al interior de nuestra organización, en particular y con el movimiento mapuche autónomo en general, a pesar de las dificultades producidas por la represión, la dispersión y las diferencias sufridas. Aún en las actuales condiciones, y de acuerdo a nuestras definiciones político-ideológicas, no es pretensión nuestra construir propuestas de características demasiado abstractas. Estamos por acumular fuerzas en el movimiento mapuche real, desde las comunidades y desde abajo, sin elitizarnos y separarnos de las comunidades. Por eso nuestros esfuerzos actualmente están dirigidos hacia un mayor debate y hacia una mayor formación en la base, con el objetivo de contribuir hacia una mayor politización e ideologización en todos los niveles, sobre todo en aquellas instancias que sostienen el proceso: las comunidades en resistencia, sus estructuras político tradicionales, sus pu weichafe y militantes.
Nuestro proyecto político-estratégico está inconcluso. Podríamos señalar que ha sido bloqueado en cierta forma por la acción del Estado y otras fuerzas winka que nos confrontan. Sin embargo nuestro pensamiento emancipatorio se encuentra enmarcado en un proceso de largo aliento, que implica la reconstitución y la re-emergencia de la identidad, como una forma de defensa y preservación ante los procesos desestructurantes provocados por la transnacionalización económica capitalista y las relaciones opresivas de parte del Estado de Chile. Apostamos por un gran proceso de autoafirmación étniconacional que de calidad y capacidad a nuestro proyecto de Liberación Nacional, el cual seguirá sustentado en un proyecto de reconstrucción de nuestro Pueblo-Nación, hoy anclado en las experiencias de control territorial y en la revitalización de nuestras expresiones culturales y valóricas, propias del ideario Mapuche. La Reconstrucción de nuestro Pueblo-Nación es la base ineludible para la Liberación Nacional. Es por lo anterior que la reconceptualización del WEYCHAN reemerge. Es la autoconvocatoria para luchar, como fue en el pasado, así como lo hicieron nuestros fütake kuyfike che yem, hoy cobra vigencia, así nos están diciendo nuestros pu longko, así lo vamos asumiendo.
Parte II
La Práctica Política del Proyecto de Liberación Nacional Mapuche.
Estrategia y Táctica de la CAM.
Sobre la acumulación de fuerzas Mapuche : De la recuperación de tierras y las siembras productivas al Control Territorial.
De acuerdo al proyecto político estratégico de la CAM, lo fundamental para retomar las demandas históricas de nuestro Pueblo-Nación (Autonomía y Territorio) es dar inicio a un proceso de recuperación de tierras.
Cuando se reivindica un predio, más bien un fundo y/o propiedades de las corporaciones forestales o de terratenientes, se hace sobre la base de la legitimidad de tal acción, desde una perspectiva histórica, cultural y política. Enseguida se define su ocupación en los hechos, estableciendo una diferenciación clara con las llamadas «recuperaciones simbólicas» y la lógica de las «demandas legalistas«, que caracterizaban el accionar de las organizaciones Mapuche conocidas hasta entonces.
Para la CAM el primer paso es la ocupación de una propiedad, que de acuerdo al derecho y la legislación dominante es «propiedad privada». Por lo tanto con esta acción se pretende generar un quiebre con toda la institucionalidad estatal opresora. Entendemos que esta institucionalidad, en las actuales circunstancias sólo defiende los intereses de los poderosos, como instrumento funcional a la dominación colonial que sufrimos los mapuche hasta los días de hoy. Así se expresa una lucha efectiva que implica la insubordinación en las relaciones de poder, dando inicio a una ruptura real y al surgimiento del verdadero antagonismo que fundamenta el llamado «conflicto Mapuche«. Más allá de un acto de desobediencia que provoca cambios sustantivos tanto en las relaciones de poder como en la propia comunidad que ha decidido tal acción, es la forma la que da contenido a una práctica política de nuevo tipo, generando a su vez nuevas condiciones para la formación y crecimiento de los militantes Mapuche en la perspectiva de la liberación nacional.
Desde sus inicios la CAM planteo ingresar a los fundos y establecer las recuperaciones productivas, lo que en la práctica significaba nuevas condiciones para la organización de esta forma de lucha. Se produce entonces un reordenamiento desde la base para asumir las distintas tareas que este proceso implicaba. De hecho, la mayoría de las acciones colectivas en el marco de las recuperaciones de tierras asumen la forma de siembras productivas y/o tala de bosques, (en un contexto de conflictividad ascendente frente a las forestales), acciones en las cuales se hace necesario despejar los terrenos para re-instalarse en ellos. La recuperación expresa la necesidad de reconfigurar el espacio a través de la siembra o la edificación de casas-ruca y otras infraestructuras, como a su vez, delinear y establecer los lugares que representan a nuestra cultura y religiosidad propia. Por lo tanto debe comprenderse que la acción política no se reduce a su componente material o de conquista económica, sino que asume la perspectiva de contribuir al desarrollo de otras formas de relación productiva desde una posición Mapuche de respeto y equilibrio con la naturaleza. Esto se hace posible a través de la recomposición identitaria. Las recuperaciones territoriales desde los planteamientos políticos de la CAM, son parte de un proceso que permite la revitalización de la cultura y la religiosidad Mapuche.
La legitimidad de estas acciones colectivas se relaciona con la necesidad de crear una nueva conciencia desde la base Mapuche, que retome el componente histórico de las formas de lucha Mapuche. Porque la historia nos da la razón. Una historia que nos habla de soberanía, resistencia y despojo. Por tanto para la CAM las acciones de recuperación territorial se fundamentan en componentes que nos entrega la memoria histórica de nuestro Pueblo-Nación. Memoria que aún pervive en las comunidades Mapuche. Esto explica porqué se asumió con gran rapidez el concepto de «recuperación» antes que «toma». Uno pervive en nuestra memoria histórica y el otro nos es ajeno.
Nuestra dirigencia siempre ha explicitado la legitimidad de las recuperaciones de tierras a través de una clara argumentación política, cultural e histórica. Las comunidades Mapuche al llevar a cabo estas acciones políticas como expresiones de resistencia y de lucha anti-sistémica han desarrollado mayor conciencia y compromiso al asumir las posibles consecuencias de este tipo de manifestación. Para la CAM es fundamental comprender que este tipo de acciones de recuperación emergen de la constante deliberación-discusión presente en las comunidades, al amparo de un profundo proceso de revitalización cultural que se manifiesta en la práctica del Trawün, Palín y Ngillatun. Por otra parte, como en todo proceso político, es evidente que este tipo de decisiones no siempre han sido compartidas por todos los sectores Mapuche. De hecho hay sectores que se restaron del desarrollo de estas acciones colectivas, situación comprensible considerando los grados de dominación y atomización que han generado inmovilismo y dispersión en el Movimiento Mapuche.
Sin embargo las recuperaciones productivas tuvieron una buena acogida en muchas comunidades porque vieron en estas acciones una forma concreta de resolución de las necesidades materiales y económicas inmediatas, al mismo tiempo que significaban un acto político de protesta frente a la injusticia y discriminación que sufre nuestro Pueblo. Para las comunidades las recuperaciones son actos de insubordinación frente al abuso directo efectuado de forma cotidiana por parte de las empresas forestales y los sectores latifundistas. El registro en la memoria histórica de los abusos de colonos y terratenientes estaba y está fresco entre los Mapuche, cuestión que debe sumarse al hecho contingente de la actividad forestal y otras inversiones capitalistas que han agudizado la disposición y voluntad de lucha de los Mapuche a través de estas acciones colectivas radicales.
Al hacer un balance de la trayectoria de esta forma de lucha mapuche, la CAM reconoce el contenido económico de las recuperaciones productivas y sitúa parte importante de su legitimidad en el efecto material decisivo para la mayoría de las comunidades. Las acciones radicales de ocupación y recuperación productiva expresan una salida concreta para un problema socio-económico particular, que implica la falta y el agotamiento de las tierras para el desarrollo y revitalización del Pueblo-Nación Mapuche. Efectivamente existen problemas sustantivos de subsistencia de las familias Mapuche empobrecidas y es ante estas situaciones que, principalmente sectores de jóvenes de las comunidades, plantean abordar con seriedad los posibles caminos que aporten en la superación de su condición crónica. Esto explica porqué estos sectores han asumido con mayor vigor y dinamismo la lucha bajo la propuesta estratégica de la CAM, lo que a su vez ha permitido una resignificación de la condición mapuche, con relectura y reafirmación de los roles en el ámbito político, social y cultural Mapuche.
Ahora bien, cuando las recuperaciones productivas son contra las empresas forestales, la disputa resulta básicamente material, por lo cual es plausible desarrollar acciones que se orientan a detener, obstaculizar y deteriorar las formas productivas de éstas empresas. Así se entienden las talas de bosques, madereo y extracción de leña, de estacas, de alambre y cualquier insumo que se encuentre dentro de estos predios. Estas acciones son legitimadas bajo un prisma político-estratégico que considera a las empresas forestales como enemigos, no tan sólo por los enormes beneficios y riquezas que obtienen expoliando el territorio Mapuche, sino que por los profundos daños materiales e inmateriales que producen al Pueblo Mapuche desde la perspectiva socio-cultural e identitaria. La lucha contra las empresas forestales posee mayor sentido cuando están dirigidas hacia el logro de la Autonomía y Liberación de nuestro Pueblo-Nación, es decir, cuando se desarrollan sobre la base de demandas territoriales y políticas. Para la CAM estas acciones eminentemente colectivas de recuperación productiva aportan en la extensión de las dimensiones de nuestra lucha. Se avanza desde una lucha por la tierra hacia a una estrategia de tipo territorial, en donde va quedando definido un enemigo de mayor complejidad: el Capital expresado principalmente en las actividades forestales y en menor medida en otras inversiones de tipo capitalista.
Ciertamente, nuestro planteamiento agudiza un conflicto de intereses que se expresa en un antagonismo real entre Comunidades Mapuche y empresas forestales, como manifestación del entramado de inversiones del Capital nacional y trasnacional. Con esto se busca el protagonismo de las comunidades Mapuche y la masividad de las acciones colectivas en torno a demandas de tipo territorial que sustenten un proceso de carácter Nacionalitario. Si bien el conflicto se presenta como un problema de tipo distributivo y socio-ambiental que emerge producto del despojo y la usurpación territorial, éste se agudiza producto de la urgencia económica, que es una realidad transversal en la mayoría de las comunidades. Así, en pos de los derechos territoriales y políticos, se sientan las bases para una propuesta de reconstrucción nacional.
La existencia de la dimensión «distributiva» en las acciones de recuperación productiva, llevo a ciertos sectores a caracterizarnos como un movimiento «etnoclasista» o como una organización mapuche de izquierda que aplica métodos de lucha propios de los marcos de las relaciones etnia-clase. Como CAM siempre hemos rechazado dicha caracterización, sin desconocer esta dimensión presente en la recuperación productiva, ya que entre nuestros métodos está el planteamiento de agudizar las contradicciones para la generación de un antagonismo mayor y complejo. Hemos planteado la «recuperación de la madera» como un acto concreto de reapropiación de los productos de las forestales para la sobrevivencia de las familias Mapuche y para la generación de nuevos insumos en esta compleja lucha que requiere recursos para sustentarse en el tiempo. Ahora bien, se hace necesario reafirmar la validez y la legitimidad de estas acciones, en tanto cuanto nacen de un proceso de discusión y deliberación al interior de las propias comunidades Mapuche y que fruto de estos procesos se legitima la acción colectiva radical que dio prioridad a esta dimensión en la propuesta de lucha. En efecto, la tala de bosques es parte del método para la agudización de contradicciones sociales y así avanzar en la resolución de las injustas relaciones de poder que se desenvuelven entre las empresas forestales y el Pueblo Mapuche principalmente. Entonces lo que para algunos sectores constituye una pura dimensión de justicia distributiva, en nuestro planteamiento se transforma en un método de lucha, en donde las forestales y el entramado del poder de dominación se veían obligados a responder con la tala definitiva de sus bosques y la posterior entrega de tierras a comunidades, o con la utilización de la fuerza represiva con el objeto de frenar los procesos de recuperación territorial, lo que en nuestra perspectiva, contribuye aún más en la agudización del antagonismo.
Es necesario dejar en claro, que en los planteamientos de la CAM, las recuperaciones no se realizan como una medida de presión con el objetivo de establecer negociaciones por tierras. Es con esta postura, de mayor radicalidad, que la CAM se fue distanciando de otras organizaciones que plantearon propuestas enmarcadas en la institucionalidad de dominación. Las recuperaciones productivas expresan una vía de resolución directa y efectiva de las urgencias materiales de las comunidades Mapuche, pero no se reducen sólo a este esquema, ya que a través de otros componentes propios, producen un nuevo camino, una línea política orientada hacia una verdadera propuesta de autonomía. Para la CAM esto es lo fundamental. La recuperación productiva es la redistribución de la riqueza material, es la acción directa para la subsistencia familiar, es una acción que pone freno a las empresas forestales y es un método orientado hacia una estrategia de Control Territorial. Pero más aún, para la CAM es el punto de partida para un proyecto político de Autodeterminación con perspectiva Nacionalitaria; constituye la base inicial fundamental para la propuesta emancipadora de la Liberación Nacional Mapuche.
Para mayor comprensión se debe indicar que de las recuperaciones productivas, la acción que reafirma de mejor manera el sentido mapuche, es la siembra de tierras. Estas siembras se efectúan de una vez o son posteriores a la recuperación de bosques y a la preparación del terreno. Las siembras (trigo, papas, porotos, etc), contribuyen a la recuperación y reconstitución del tejido social y cultural mapuche. Lo sustenta y proyecta. Le da continuidad al proceso.
La lucha Mapuche a través de las recuperaciones productivas permite sustituir la acumulación de Capital en el espacio social intervenido, por experiencias que no se basan en el valor de cambio. Se transforma la explotación controlada por las empresas madereras ligadas a la inversión capitalista, por nuevas formas de control basadas en lo colectivo-comunitario Mapuche. Es una transformación integral y radical que favorece sustancialmente la recomposición del ecosistema local en tanto corresponde a la biodiversidad necesaria para la revitalización de las expresiones culturales del Pueblo Mapuche. Es una transformación sustantiva desde la comprensión del espacio territorial como agente productor y reproductor de capitales hacia una perspectiva cualitativamente diferente de la relación hombre-naturaleza. De aquí la importancia de las experiencias de Control Territorial, porque a través de éstas se va reconfigurando la forma de reproducción social Mapuche, en donde cobra esencial importancia la mirada colectiva en los ámbitos de la solidaridad y la reciprocidad, es decir en aquellos aspectos fundamentales de lo propiamente Mapuche.
La recuperación productiva llevada adelante por una Comunidad, aunque basada en necesidades locales, al ser articulada con las experiencias de lucha de otras comunidades cercanas, cobra validez en una suerte de estrategia que hemos definido de «Control Territorial», en donde a través de un poder Mapuche cada vez más autónomo, se nos permite reconstruir territorial y políticamente a nuestro Pueblo. Es a través de recuperaciones de tierras de forma productiva, que se logra acumular y empujar socialmente hacia la reconstrucción territorial y avanzar hacia un proceso de mayor amplitud que es la Liberación Nacional.
«La CAM con su política de ocupar materialmente en forma efectiva y permanente los espacios territoriales en disputa, utilizando de paso los recursos existentes, señala una alternativa superior de lucha, lo que implica llevar a la práctica el control político y social efectivo de zonas de conflicto. Esto como base elemental para la reconstrucción de nuestra Nación Mapuche…Lo más valioso de estas experiencias de «recuperación productiva» fueron las siembras en zonas de conflicto, ejecutando actos de posesión por parte de las propias comunidades».
Es por lo anterior que a la CAM hay que entenderla más allá de sus acciones de resistencia, que por cierto, continúan siendo estratégicas. Son las recuperaciones productivas de tierra y el control territorial los ejes principales de la acción política de nuestra organización. Es a través de estas experiencias que se reinstala el conflicto entre el Estado capitalista y el Pueblo-Nación Mapuche, permitiendo viabilizar nuestro proyecto de Liberación Nacional. Sin embargo, ante estos procesos emanados desde la base Mapuche, el Estado de Chile respondió con la aplicación sistemática de una violencia política represiva indiscriminada, orientada hacia la defensa de los intereses de los grupos económicos que confrontan con las comunidades Mapuche. Se comenzó con cruentas acciones de desalojo policial y permanentes allanamientos a comunidades movilizadas. Además se configuró el escenario para la judicialización del conflicto, orientándolo hacia la generación de nuevas condiciones en las cuales las empresas forestales y los grandes terratenientes retomaran la iniciativa de continuar explotando y usurpando indiscriminadamente las tierras Mapuche.
Para dar continuidad al proceso de recuperación territorial, se dio inicio a nuevas deliberaciones para hacer frente de manera digna a los costos y consecuencias que este nuevo tipo de lucha implicaba. Es en este contexto que se definen acertadamente las acciones de autodefensa y las acciones de resistencia, que por supuesto elevan el nivel de la confrontación. Para dar saltos cualitativos en este sentido, se vuelve a los planos del debate a través de los Pichi Trawün, instancias de discusión permanente, con el objeto de definir con mayor claridad las características de nuestro enemigo e identificar potenciales aliados y detractores.
Para el efecto de la resistencia se hace necesario crear un discurso político coherente, que incluya no sólo el malestar acumulado producto de una historia de agravios e injusticias, sino que la construcción de un cuerpo teórico-ideológico orientado hacia la resignificación identitaria y la elaboración de un método de análisis-acción que reafirme el proceso político-ideológico en marcha. Es decir se trata de establecer una disposición de lucha basada en aspectos idearios e ideológicos, enlazados a entramados culturales y comunitarios, que contribuyan en la generación de una voluntad de lucha en los militantes Weichafe y en todos aquellos que cumplen un rol en la concepción del Weichan Mapuche.
Si bien es dable reconocer que en sus inicios las acciones de resistencia Mapuche tuvieron un fuerte componente de «espontaneísmo», producto principalmente de la acumulación de malestar social en las comunidades, hoy en día estas acciones poseen características político-estratégicas, además de un gran valor ritual y cultural que se sitúa dentro de un proceso de resignificación socio-cultural mayor. Estas experiencias son asumidas consecuente y coherentemente por los Weichafe, ya que el avance del proceso de lucha generó una ampliación de la represión y la violencia estatal, lo que a su vez produjo un mayor nivel de radicalización, el cual fue sostenido desde la base, permitiendo hasta los días de hoy sostener un basamento doctrinario y de expresión concreta en los órganos de resistencia territorial. Este mayor nivel en los enfrentamientos, producto de la represión y persecución política e ideológica por parte del Estado de Chile, ha permitido que vastos sectores del Movimiento Mapuche asuman o se involucren en acciones de mayor envergadura y riesgo, cobrando vigencia las acciones incendiarias en contra de las forestales y contra nuevos procesos de inversión capitalista en el Wallmapu, que amenazan y ponen en peligro la continuidad de Comunidades Mapuche.
Acerca de la resistencia y la violencia política en la lucha Mapuche
Del proyecto político-estratégico de la CAM y de su expresión concreta en la lucha por Territorio y Autonomía, se puede desprender que lo fundamental de la propuesta gira en torno a tres formas-métodos de acción, que combinadamente caracterizan una lucha de tipo antisistémica, anticolonial y revolucionaria. Hacemos referencia a las recuperaciones de tierra y territorio a través de formas productivas y en contra de la propiedad privada que sustenta el sistema de relaciones económicas construido luego de la usurpación y despojo del territorio Mapuche; que implica la reapropiación de recursos para constituir Poder Mapuche. En segundo lugar hacemos referencia a las acciones de autodefensa, las que se plantean como acciones comunitarias para hacer frente a la acción violenta de los agentes del Estado y/o representantes de los grupos económicos, expresados en grupos paramilitares anti-mapuche. Aquí cobran legitimidad los enfrentamientos y las acciones menores en contra de las fuerzas policiales, orientadas principalmente hacia la defensa de las comunidades ante la violencia estatal y en defensa de los procesos de recuperación territorial productiva, para consolidar conquistas en materia territorial y política. En tercer lugar nos referimos a las Acciones de Resistencia que en su mayoría son acciones incendiarias que están orientadas a la destrucción de maquinarias, infraestructura, transporte e insumos de propietarios privados (empresas forestales) que confrontan directamente contra las comunidades movilizadas por derechos territoriales y políticos.
Estas formas-métodos que pueden ser definidos como las expresiones concretas de acción directa, representan el nuevo quehacer de la lucha Mapuche, y son las expresiones que siempre han caracterizado a nuestra organización, bajo definiciones de la táctica política. Sin embargo, es necesario volver a resituar que son las experiencias de Control Territorial las que le otorgan calidad y sustento ideológico a nuestra propuesta de Liberación Nacional. Por tanto, es necesario comprender que la manifestación de estas formas de acción política tiene como objetivo inmediato y mediato, el establecimiento y defensa de experiencias de Control Territorial.
Sobre las acciones de autodefensa y de resistencia de las comunidades Mapuche frente a los desalojos y allanamientos perpetrados por las fuerzas de seguridad del Estado de Chile, no es mucho lo que hoy podemos agregar. Para la CAM estas acciones están legitimadas en sí mismas y serán de carácter permanente y continuo en el tiempo mientras no se resuelvan los problemas estructurales que adolece nuestro Pueblo. Así lo ha comprendido claramente nuestro pueblo y así lo han asumido las comunidades movilizadas, independientemente de la presencia nuestra. Por ahora, abordaremos con mayor énfasis a las acciones políticas de resistencia realizadas por la CAM y que en el último tiempo, producto de la represión y la persecución política direccionada por los organismos de seguridad del Estado, son asumidos por los Órganos de Resistencia Territorial (ORT), compuestos exclusivamente por los Weichafe más destacados en las distintas zonas de conflicto. Las acciones de resistencia, como se ha señalado, son en su mayoría de carácter incendiario y tienen por objetivo afectar la economía del enemigo, más bien el circuito productivo de la inversión capitalista nacional y transnacional en el Wallmapu, siempre y cuando éste confronte y ponga en riesgo la vida Mapuche. Este método de lucha en sus inicios tuvo el carácter de una acción eminentemente colectiva, pero la maduración desfavorable del contexto político en cuanto a la represión y persecución, las transformó en la actualidad, en acciones elaboradas por grupos reducidos que actúan necesariamente en la clandestinidad y con rigurosos métodos de seguridad. Son acciones que efectivamente persiguen un daño o destrucción, pero que fueron definidas sólo hacia objetivos materiales. Esta cuestión es estricta en el planteamiento de la CAM. Por tanto las acciones de resistencia poseen el objetivo primario de generar pérdidas económicas a la producción capitalista, o al menos, producir una interrupción al circuito productivo que daña directamente el hábitat y la vida Mapuche.
Es necesario señalar que en el contexto de la lucha Mapuche basada en la acción directa, son las acciones incendiarias, sobre todo de sabotaje productivo, las que han generado mayor polémica, incluso al interior del Movimiento Mapuche. Más allá de que estas acciones son consideradas ilegales o incluso terroristas por parte del Estado de Chile, éstas se continúan instalando en el imaginario colectivo Mapuche con razones que fundamentan no sólo la protesta y la rebeldía, sino la resistencia frente a tanta injusticia y es por ello que cuentan con el aval de las masas Mapuche más consecuentes.
En la CAM, cuando se planteó la realización de este tipo de acciones, se tomaron en cuenta muchos factores para su legitimidad. Lo fundamental fue circunscribir estas acciones a una orientación política de lucha territorial y por tanto situarlas bajo una concepción de boicot hacia las actividades económicas de nuestros enemigos directos, representados en las forestales principalmente. Porque si bien son acciones destructivas, se debe comprender su componente colectivo, originado en la consideración desde las comunidades Mapuche, de que estas acciones son justas y expresan una propuesta estratégica que política y socialmente posee validez en el seno del Pueblo Mapuche, siempre y cuando sean desarrolladas por sus órganos de representación y en sus demandas de mayor justicia para el Pueblo-Nación Mapuche. De hecho, en la memoria histórica de nuestro pueblo, la violencia como autodefensa posee un marcado carácter de masas, situación que permite su aplicación sin necesariamente formar milicias armadas u organizaciones militares. Es todo un pueblo el que se defiende. Es todo un pueblo el que resiste.
Es por lo anterior que debemos señalar las antagónicas interpretaciones de las acciones anteriormente descritas, para reposicionar los conceptos y sus usos en el marco de la expresión política CAM. Mientras para el Estado de Chile las acciones «ilegales» que pueden ser de recuperación, de autodefensa o resistencia, quedan caracterizadas como actividades radicales al margen de la institucionalidad opresora; para el Pueblo Mapuche estas acciones son denominadas como «Chem», que en mapuche significa un quehacer. El «Chem» surgió de la deliberación política comunitaria. Fue en los Trawün, más bien en los pichi Trawün, donde se dio curso a la validez de estas formas de lucha. Se propuso este tipo de formas de acción y muchos decidieron su realización, como muchos han participado directa e indirectamente en ellas. De hecho fueron los propios Mapuche CAM quienes denominaron «Chem» específicamente a las acciones incendiarias contra maquinarias, el transporte y la infraestructura de las empresas forestales. Para la militancia CAM estas acciones pasan a ser parte de nuestra resignificación cultural, de nuestra religiosidad y nuestra cosmovisión como Pueblo-Nación. Es a través del «Chem» que muchos militantes Mapuche pasan a concebirse como weichafe, dando vigencia a la relectura de este concepto en la lucha por territorio y Autonomía.
En el marco de los planteamientos políticos-estratégicos, estas acciones de resistencia siempre han seguido un patrón común de actuación. Nunca hay que situarlas como hechos aislados, al menos aquellas acciones que han sido ejecutadas por los Órganos de Resistencia Territorial. Son acciones que necesariamente están vinculadas a los procesos de lucha que llevan adelante las comunidades en torno a una política de reconstrucción territorial y nacionalitaria. Ya sean acciones que expresan una defensa territorial frente a la agresión permanente de la actividad forestal o acciones que buscan generar un efecto político que permita avanzar en conquistas parciales; las acciones de resistencia obedecen a una demanda territorial amplia de las comunidades y se circunscriben al ámbito de la confrontación entre nuestro Pueblo-Nación y el sistema colonial de dominación. Son acciones que deben comprenderse como un «acompañamiento» a los distintos procesos de recuperación. Están dirigidas principalmente en contra de las empresas forestales, en tanto estas representan el verdadero sistema de propiedad emergido desde la usurpación territorial que condena a nuestro Pueblo. Otras acciones menores están dirigidas en contra de los propietarios privados caracterizados como latifundistas y terratenientes, quienes, eso sí, deben ser propietarios de vastísimas extensiones de tierras y que por su ascendiente de colonos realmente representen dominación e injusticias hacia las comunidades.
Es parte de las definiciones de la CAM no presentar ni ejecutar acciones en contra de individuos, sean estos agricultores, transeúntes o vigilantes. En este sentido hemos sido categóricos. Las acciones no buscan como objetivo el daño físico o el ataque a personas. Tan sólo cuando se produce un enfrentamiento contra fuerzas policiales y en un contexto de autodefensa, pueden validarse este tipo de hechos. Aún así, estas acciones no son buscadas y no se corresponden con nuestro planteamiento político-estratégico. El trasfondo de las acciones de resistencia es generar cambios y provocar una nueva correlación de fuerzas, más favorable para las demandas territoriales y políticas. A su vez son acciones que deben desarrollarse combinadamente con otras formas y métodos de lucha que permitan vislumbrar un horizonte para la reinstalación de las bases de una propuesta de Liberación Nacional, expresiones que pueden ser políticas, de revitalización cultural, rituales e incluso simbólicas. Con las acciones de resistencia se busca contribuir en el proceso de acumulación de fuerzas Mapuche en los marcos de un proyecto Autonomista y para la Liberación. Estas acciones deben regirse bajo definiciones Anticapitalistas, Nacionalitarias y Revolucionarias, y deben ser desarrolladas por una orgánica bien compuesta, dispuesta a asumir el compromiso que esto conlleva.
Las acciones son definidas políticamente por las distintas estructuras que están ligadas a los procesos de lucha en las zonas de conflicto y siguen un patrón de actuación que desarrolla altos grados de planificación y de rigurosidad. Así se entiende que sean ejecutados en las noches, para evitar daños a personas o evitando enfrentamientos y otros efectos colaterales. El objetivo es la propiedad material y se utiliza el factor sorpresa como método que asegure la acción de los Weichafe. No existe una preparación militar profesional como pregona el discurso oficial emanado de los organismos de seguridad del Estado. Tampoco es real la existencia de cuantiosos recursos para las «operaciones». Las acciones de resistencia en las cuales se involucra la CAM se realizan con los mínimos elementos, muchos de ellos de origen «casero». Son elementos básicos y no hay utilización de armamento convencional (sólo rudimentarias escopetas de caza), ni gran logística e infraestructura. Lo que sí existe es mucho compromiso expresado en sagacidad, inteligencia y valentía por parte de los weichafe. En este sentido, es necesario volver a reafirmar que la concreción y éxito de las acciones se debe en gran parte a la cobertura que dan las propias comunidades, más bien los sectores más conscientes y organizados del Movimiento Mapuche, que son en definitiva los que ofrecen y generan las condiciones básicas para la actuación.
Es por todo lo anterior que la legitimidad de las acciones solo es posible cuando las comunidades a nivel local así lo estiman. La legitimidad se relaciona con que las áreas donde se circunscriben las acciones de resistencia son zonas de conflicto real y permanente, y donde existe una conciencia de que los Mapuche y sus comunidades se encuentran en desventaja frente a un enemigo (Estado-Capital) definido de cruel e injusto. Las acciones de resistencia y de autodefensa siempre se han desarrollado de forma acotada a las áreas de influencia de la CAM y siempre han estado vinculadas a demandas concretas de restitución territorial.
«El ataque a instalaciones para causar daños materiales, se sitúa dentro del marco de una lucha social reivindicativa, táctica de presión política y para acumular fuerza revolucionaria Mapuche. Es impulsada por los Weichafe de la CAM en el contexto del conflicto entre comunidades Mapuche con el Estado y las corporaciones forestales».
Si bien han existido acciones desarrolladas por otros grupos, presumiblemente Mapuche, es con la ideología anticapitalista de la CAM que se ha definido un antagonismo concreto frente a las empresas privadas, principalmente forestales. Esta ideología anticapitalista se sustenta por una memoria histórica que resalta el despojo, las injusticias y continuos maltratos que ha sufrido nuestro pueblo y que hoy día tienen su continuidad por la inversión capitalista en la territorialidad Mapuche ancestral. Es en la CAM que se ha desarrollado una conceptualización de mayor elaboración acerca de las acciones de resistencia e incendiarias, entendiendo a éstas como acciones de fuerza y en el marco de un proceso de acumulación de fuerzas, razón por la cual estas son claramente definidas dentro de contenidos y objetivos políticos. Por lo tanto el uso de la violencia será siempre bajo definiciones y parámetros políticos y muchas acciones responden a una táctica política concreta de acumulación de fuerzas Mapuche para la resistencia y posterior liberación.
Es efectivo también que se han desarrollado definiciones acerca de la ética en el uso de la violencia política Mapuche. Estas definiciones son extensivas al conjunto del quehacer político de la CAM. En tal sentido, hemos planteado una ética de la acción política referida a las recuperaciones, la defensa territorial y las acciones de resistencia. Planteamos una ética de la acción política para fortalecer la ruptura con las estructuras de dominación, que significan formas de sometimiento y colonialismo necesarias para la reproducción económica al servicio del Capital. Por lo tanto incorporar el elemento de la violencia política de la forma más legítima posible, se vuelve absolutamente necesario para ir creando una correlación de fuerzas a favor de la causa Mapuche. Es por el componente ético en la utilización de la violencia política Mapuche, que no se realizan acciones indiscriminadas, hoy definidas de erráticas y/o contraproducentes. Nuestras acciones, que pueden ser definidas de violencia revolucionaria, son parte también de un proceso de resignificación y reafirmación como Mapuche, en donde los valores, la cultura y nuestra cosmovisión cobran nuevamente importancia y vigencia. Se lucha por el restablecimiento de las relaciones sociales y culturales Mapuche en base a la justicia y buenos valores del mundo Mapuche.
Para la CAM es fundamental enfatizar que las acciones de resistencia son tan solo una parte del conjunto de nuestra práctica revolucionaria colectiva. Son estas prácticas que realizan las comunidades movilizadas las que permiten dotar de un carácter multidimensional a nuestra estrategia política, con fuertes componentes para un desarrollo integral, que posibilitarían sentar las bases para plantear un proceso de liberación nacional. Las recuperaciones de tierras y recursos, la autodefensa y las acciones de resistencia incendiarias, expresan la verdadera confrontación de la CAM y su búsqueda de un cambio que viabilice un proceso de reorganización Mapuche a través de la reconstitución del hábitat-mundo Mapuche, hábitat no sólo negado sino también amenazado por los diversos mecanismos que el Capital y el Estado utilizan para la dominación y la opresión de nuestro Pueblo. Es fundamental desarrollar todas las expresiones de lucha y resistencia Mapuche: las económicas, las políticas, las socioculturales; que se direccionan para la liberación.
El planteamiento de la CAM es rupturista y radical al momento de hacer uso de la acción directa en su sentido más amplio, en donde entiende y asume que todas las formas de lucha son legitimas. La combinación de las distintas acciones emprendidas masifica la actitud de desobediencia colectiva presente en las comunidades, desobediencia que está dirigida principalmente contra la propiedad privada de la tierra y los bienes de los grupos económicos que persisten en la explotación indiscriminada de nuestro territorio ancestral. Es a través de los diferentes actos de autodefensa en contextos de enfrentamientos frente a la represión policial que se ha legitimado la resistencia Mapuche en su dimensión táctica, constituyendo las experiencias necesarias para el aprendizaje y fogueo de los futuros militantes y Weichafe de la Causa Mapuche. Son las acciones de sabotaje y boicot, comprendidas como el daño material y la obstrucción a la actividad productiva capitalista, las que contribuyen estratégicamente hacia una acumulación de fuerzas con el horizonte de una lucha por la Liberación Nacional.
Todas las acciones antes descritas (recuperaciones, autodefensa y resistencia) se circunscriben al ámbito de la acción colectiva. Esto significa que no existen hechos o acciones desvinculados del sentir de la masa Mapuche. Es de un carácter colectivo que surge su aprobación y acompañamiento. Esto representa genuinamente el planteamiento de la confrontación desde la CAM, una nueva forma de hacer política que ha contribuido decididamente en el cambio de rumbo del Movimiento Mapuche en la actualidad.
Sin duda que la utilización de estas formas de lucha ha tenido logros importantes, sobre todo cuando dichas acciones son combinadas y responden a un plan de recuperación territorial y política ampliamente asumido por las comunidades. Es la combinación de todas estas formas de acción y su expresión concreta la que ha transformado sustancialmente el escenario del conflicto. Hoy ya no se habla de un conflicto específico de tierras, sino de la lucha y resistencia de un Pueblo. Ahora bien, más allá de tener conciencia de los costos y consecuencias que esta forma de lucha conlleva, hay elementos que han reflotado en la perspectiva de dar saltos cualitativos en el proceso. Sin duda que luego de cada acción se expresa una dignificación entre los Mapuche. Podríamos decir que dignifica el descontento, al identificar claramente al enemigo y su actividad destructiva del mundo Mapuche, razón por la cual se va asumiendo una capacidad superior, sumado al orgullo de luchar por la reconstrucción de nuestro Pueblo-Nación. Por lo tanto el antagonismo planteado por la CAM no es solo una declaración de tipo anticapitalista y revolucionaria en el discurso, sino que se vuelve una práctica política consecuente.
En la actualidad y producto de la represión del Estado al servicio del Capital, se hace necesario crear nuevas condiciones para seguir luchando de forma más directa y decidida. De hecho, tanto nuestra organización como otra parte del Movimiento Mapuche autónomo, han debido desarrollar formas clandestinas de organización y lucha, buscando no perder la estrecha relación entre estas formas y el movimiento comunitario colectivo. Es aquí donde cobra mayor vigencia la figura del Weichafe, como un actor fundamental en la organización del proceso, asumiendo a la vez, un rol político-histórico en el Movimiento Mapuche.
Es evidente que, a más de una década del desarrollo del Movimiento Mapuche autónomo, en donde la CAM ha cumplido un rol fundamental, las contradicciones se han agudizado y el escenario socio político ha ido variando. Muchas de las acciones basadas en las recuperaciones de tierras han sido contenidas por la acción de los agentes del Estado y otros interventores de tipo occidental. Sin embargo las acciones de resistencia no se han detenido, incluso han aumentado tanto en su cantidad como en su calidad. Este ascenso y multiplicación se ha hecho efectivo incluso en zonas en donde la CAM ya no posee presencia pero sí influencia parcial, razón que explica por qué algunas acciones son de otro tipo y orientación. Ahora bien, si este nuevo tipo de acciones contribuyen o no a un proyecto Mapuche autonomista y de Liberación Nacional, es una discusión y debate que aún está pendiente.
Sin duda que la criminalización estatal se ha dejado caer básicamente sobre las acciones de resistencia, en donde la influencia y organización de la CAM ha sido evidente, independientemente de que algunos grupos reprimidos luego renieguen de esta condición. Lo cierto es que el accionar de la CAM ha sido transversal, convirtiéndose en un referente político e ideológico para algunos sectores que también han asumido luchar más definida y decididamente. Pero a su vez, también es cierto que esta influencia ya no es tan comunitaria y de masas como en sus inicios, por lo que el impacto real de los componentes político-ideológicos ha decrecido, cuestión que nos obliga a debatir y a reafirmar los principios y la línea política e ideológica para la liberación.
A todas luces, la lucha Mapuche continúa y existen muchas fortalezas al interior de la CAM en particular y en el Movimiento Mapuche en general, para dar continuidad al proceso de Liberación Nacional. Hay aportes que generan una proyección de la CAM, no solo basados en la acción directa, sino que basados en planteamientos circunscritos a su proyecto político de tipo anticapitalista, anticolonial, por la autonomía y la liberación nacional. Estos aportes dicen relación también con el proceso de autoafirmación étnica nacional en marcha y con el salto cualitativo que va dándose en la nueva militancia Mapuche, lo que a la larga permitirá un recambio generacional con mayores potencialidades, así como de las formas organizativas y de lucha, siempre con un horizonte de Liberación Nacional Mapuche.
Por territorio y Autonomía, avanzamos hacia la Liberación Nacional Mapuche.
Comisión Política CAM.
Héctor Llaitul Carrillanca, Preso Político Mapuche CAM
*NOTA: Los párrafos que estén entre comillas, son planteamientos vertidos por la CAM, en diferentes etapas de su existencia, a través de documentos y entrevistas a dirigentes o vocerías.