Bogotá y su administración hacen un gran esfuerzo para erradicar un esquema obsoleto y perjudicial al medio ambiente en la recolección, transporte y disposición final de las basuras y residuos sólidos. Desde el 18 de diciembre entró a funcionar un nuevo modelo de aseo que incluye otra cultura de separación en la fuente, el trabajo […]
Bogotá y su administración hacen un gran esfuerzo para erradicar un esquema obsoleto y perjudicial al medio ambiente en la recolección, transporte y disposición final de las basuras y residuos sólidos.
Desde el 18 de diciembre entró a funcionar un nuevo modelo de aseo que incluye otra cultura de separación en la fuente, el trabajo digno de miles de recicladores y la participación de las entidades pública en el manejo directo de más de 7000 mil toneladas de residuos, que hasta la fecha era un negocio de operadores privados con mafias paramilitares infiltradas, como ya está demostrado ampliamente. Situación que es normal en el resto de entidades del Estado colombiano, en todos sus niveles, desde el largo periodo del señor Uribe Velez, que significo la captura absoluta del estado por la parapolítica y el narcotráfico.
El esquema de aseo de las mafias ha opuesto una potente resistencia a las medidas adoptadas. Parte de su arsenal es la manipulación y la guerra de los medios de comunicación pagados por poderosos capos de cuello blanco.
En este episodio ha salido a relucir un periodismo basura, que al margen de todo profesionalismo y ética, ha mostrado un comportamiento sucio, no cívico y delincuencial, por decir lo menos.
Grandes medios de comunicación, pertenecientes a reconocidos conglomerados financieros y bancarios, han orquestado por estos días una turbia campaña para desinformar y desacreditar los componentes del nuevo modelo ambientalista y comunal para el manejo de las basuras de la Capital.
En nombre de una fementida libertad de prensa, que opera cual ley del embudo, los directores y periodistas de Caracol, El Tiempo, El Espectador, Semana, RCN, Blue Radio, la W y otros, han promovido una acción publicitaria para generar pánico y sobredimensionar problemas normales en la implementación de la estrategia de aseo «basuras cero». Todo con el fin de satanizar el Alcalde Gustavo Petro y obligar el regreso de los operadores mafiosos.
La pregunta que surge aquí es ¿Quién investiga este oscuro e ilegal proceder de los medios de comunicación que afecta el bienestar comunal de más de 8 millones de personas? ¿Qué autoridad judicial, disciplinaria y de la justicia debe proteger nuestro derecho a estar informados de manera objetiva y transparente?
Lo digo porque parte de la manipulación de las maquinas comunicacionales hegemónicas es inducir un desempeño no pertinente de ciertas autoridades públicas respecto de quienes desde la administración distrital adelantan sus labores en los términos de la ley y del interés público comunal.
¿Quién le pone el cascabel al gato?, es la pregunta a propósito de este periodismo basura que no respeta a la ciudadanía y se da la licencia de omitir normas y leyes mínimas de convivencia ciudadana.
Similar comportamiento tienen con el proceso de paz que se adelanta en La Habana. Mienten y mienten porque de la mentira algo queda. Es fascismo mediático.
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