Recomiendo:
0

El «pingüinazo» – Segunda parte

Fuentes: Crónica Digital

Como ocurre siempre con estos movimientos, obedeció a fuerzas muy poderosas, que transcurren de manera más o menos subterránea. Parecidas a aquellas que con cierta periodicidad nos remecen con terremotos de menor o mayor intensidad. Como agudamente las han descrito los autores clásicos, ellas se desencadenan cuando se produce la confluencia de tres factores relacionados: […]

Como ocurre siempre con estos movimientos, obedeció a fuerzas muy poderosas, que transcurren de manera más o menos subterránea. Parecidas a aquellas que con cierta periodicidad nos remecen con terremotos de menor o mayor intensidad.

Como agudamente las han descrito los autores clásicos, ellas se desencadenan cuando se produce la confluencia de tres factores relacionados: la incapacidad de «los de arriba» para continuar manejando las cosas como hasta ese momento, el convencimiento de «los de abajo,» acerca de la necesidad y justeza de producir los cambios y, su decisión de jugársela por que ello ocurra. Las dos primeras condiciones resultan por lo general bastante evidentes para cualquier observador informado. La última, en cambio, es completamente impredecible, puesto que resulta de la mas compleja y fascinante conjunción de factores, como bien saben los geofísicos y expertos en terremotos. Todas estas condiciones, dicen los clásicos, son «objetivas,» es decir, transcurren más o menos al margen de la capacidad de control de los actores mismos. El arte de estos últimos consiste no tanto en la capacidad de desatar estos acontecimientos – usualmente se inician de manera más o menos espontánea -, sino en su habilidad para conducirlos a buen puerto y ponerles feliz término. Esto lo sabe bien cualquier dirigente experimentado que haya logrado conducir una modesta huelga. En este aspecto, el llamado «factor subjetivo,» es decir, la organización que concientemente asume la conducción del proceso, en este caso, los dirigentes secundarios que han emergido, se han comportado de manera francamente excepcional. Por la sencilla razón que han sabido centrar el movimiento en una consigna fundamental, que apunta precisamente al corazón del problema, a la traba principal que es necesario remover. Como dice uno de las consignas en el frontis del Colegio Carmela Carvajal «Dra. Bachelet, No queremos más anestesia, queremos cura.» En esta materia, el movimiento secundario ya alcanzó un éxito espectacular. Triunfó, sin duda alguna. Es justo reconocer, asimismo, la actitud de la Presidenta Bachelet y del gobierno. Es verdad, como se les critica, que cometieron toda suerte de chambonadas en el curso del movimiento. Como bromea la misma Presidenta, el gobierno a veces es un poco hippie. Sin embargo, se trata de un hippie muy bueno para el judo. Puesto que lo principal es que, en este caso, se apoyó en el impulso del «pingüinazo,» para poner en jaque la LOCE. Es decir, para arremeter contra el enclave dictatorial en la materia, o al menos ponerlo en discusión. No se enfrentó al movimiento, sino que lo transformó en su aliado para enfrentar el problema de fondo, rehuido hasta ahora. Eso no lo habían hecho los anteriores gobiernos de la Concertación. Éstos, por regla general respetaron escrupulosamente los pactos y amarres de la transición. En parte no menor, ese fue el precio que pagaron por acceder al poder, by paseando entonces a las fuerzas más avanzadas, quienes condujeron en lo fundamental la resistencia masiva contra la dictadura. Mantener estos enclaves fue el compromiso explícito o implícito que asumieron a fines de los años 80. Y lo cumplieron a cabalidad. Al mismo tiempo intentaron, por todos los medios posibles, apaciguar y excluir al movimiento social, mientras mantenían la exclusión de las fuerzas políticas antes referidas. La mayor parte de los avances en la transición a la democracia se lograron gracias a procesos que transcurrieron en lo principal por fuera del sistema político. Por ejemplo, el mayor avance de la transición, que se refiere a los cambios ocurridos en las FF.AA., avanzaron principalmente gracias al movimiento de DD.HH., impulsado éste a su vez, grandemente, por la detención de Pinochet en Londres y la nueva actitud de la justicia, pero especialmente por el apoyo masivo, aunque discreto, de la población. Todo eso cambió con el «pingüinazo,» pero asimismo por una nueva disposición al respecto de las autoridades del gobierno del la Presidenta Bachelet, empezando por ella misma. Hay que comprender que la dinámica masiva del movimiento es objetiva y en este sentido lo que corresponde es estar atentos a su desenvolvimiento. Lo principal, consiste en apreciar la enorme potencialidad del mismo para avanzar en la dirección de remover las trancas principales que en este momento enfrentamos como nación. Es un desafío al cual no se le puede «hacer el quite,» es indispensable removerlas todas, de una u otra manera, para continuar nuestro camino de desarrollo. Hay que recordar que la crisis educacional es una de ellas, muy importante, pero hay otras de dimensiones tanto o mayores. Quizás la principal, por su relevancia socio económica general, la constituye el escandaloso saqueo de nuestra principal riqueza básica. La antinacional política minera vigente significa que este año, un puñado de grandes empresas mineras privadas se están llevando del país recursos que equivalen nada menos que al presupuesto del Estado, unos veinte mil millones de dólares, aproximadamente. La Presidenta ofrece a los secundarios un paquete de medidas cuyo costo estima en 130 millones de dólares anuales, mientras una sola empresa minera está remesando al exterior utilidades por 300 millones de dólares ¡a la semana! Eso es demasiado. Se les ha pasado la mano, No hay tonto que lo aguante. Otro tema archimaduro, consiste en reformar a fondo el sistema previsional basado exclusivamente en la capitalización, que en lo fundamental no es otra cosa que un mecanismo de traspaso de inmensos recursos, desde los bolsillos de los trabajadores y del fisco, a un puñado de grupos empresariales y una industria parasitaria de administración y seguros previsionales. Por añadidura ni siquiera provee pensiones mínimamente satisfactorias. Hasta ahora, no se ve que la comisión asesora que trabaja el tema se haya planteado, para nada, remover este obstáculo esencial para otorgar legitimidad al sistema previsional. Por el contrario la referida comisión parece más bien abocada a incrementar las obligaciones de ahorro en un sistema sin legitimidad. Los problemas principales en al ámbito socio-económico se relacionan todos ellos con el término del ciclo neo-liberal. Ese es el marco del conjunto de los problemas que enfrentamos. Para mirar el problema de fondo cara a cara, y decir las cosas por su nombre, todo Chile sabe que en definitiva todos los problemas se anudan finalmente en uno solo: la constitución política. En efecto, en la raíz de cada uno de estos problemas sectoriales, se encuentran las amarras dejadas por la dictadura, y de todas ellas, la principal es por cierto la constitución misma, que sigue siendo la de Pinochet, aunque Lagos le haya puesto su rúbrica. la transición a la democracia no se completará hasta que, por una u otra vía, posiblemente la elección de una asamblea constituyente, nos dotemos de una constitución democrática. Queda harto trecho por recorrer. El «Pingüinazo» ha abierto el camino.

El autor es economista del Cenda. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital y del Consejo Asesor Presidencial de Educación creado por la presidenta Michelle Bachelet.