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El Pos-Caguán

Fuentes: Rebelión

Dicen quienes saben, que escribir sobre la historia de una palabra nunca es tiempo perdido. ¿Por qué la hermosa voz nativa «Caguán», con la que los indígenas de esa región del piedemonte amazónico del sur de Colombia llamaron en su mito de origen a ese río tormentoso, después de una intensa y larga campaña mediática […]

Dicen quienes saben, que escribir sobre la historia de una palabra nunca es tiempo perdido. ¿Por qué la hermosa voz nativa «Caguán», con la que los indígenas de esa región del piedemonte amazónico del sur de Colombia llamaron en su mito de origen a ese río tormentoso, después de una intensa y larga campaña mediática ha pasado a significar dentro de la llamada opinión publica propia e internacional, engaño y frustración? Pues porque allí durante el gobierno del presidente Pastrana (1998-2002) se adelantaron hasta su ruptura, los conocidos diálogos de paz del Estado colombiano con la guerrilla de las FARC.

¿Por qué razón después de 10 años de experiencias y vivencias de todo tipo, no existe un análisis serio que desde una mirada de las ciencias sociales, vaya más allá de la simpleza contundente o superficialidad dicha por las dos partes, de que se trató de un engaño mutuo y premeditado destinado desde su inicio a fracasar ?

¿Por qué razón o motivo, habiendo tantos y tan buenos análisis, también de todo tipo, que desentrañaron y disecaron minuciosamente la mayoría de elementos contradictorios (que los estructural-funcionalistas llaman «tensiones») del Plan Colombia, como una ley extraterritorial del Congreso de los EEUU y lograron no su desactivación total, pero si su repudio general, no hay un solo análisis que lo relacione íntimamente con otro de fenómenos sociales acaecidos simultáneamente como los diálogos de paz del Caguán, ni con el ascenso o captura posterior del Estado por parte del narco-paramilitarismo como salida impuesta a la crisis económica y de gobernabilidad del gobierno Samper, que como es obvio, constituyeron los fenómenos sociales más significativos vividos por los colombianos en aquellos años y determinaron posteriormente el desarrollo político social de Colombia?

Estas preguntas apuntan a tratar de establecer el hilo conductor directo (invisibilizado por la ciencia oficial) entre dos elementos:

1-La muy bien documentada y analizada crisis interna (económica y social) de Colombia, hecha evidente en el gobierno de Samper a raíz de la financiación de su campaña con dineros del narcotráfico y que fuera hábilmente utilizada por el gobierno de Clinton para adelantar el reordenamiento geoestratégico neoliberal e imperialista en la región andino amazónica, mediante el Plan Colombia /Iniciativa Regional Andina.

2- El asenso y captura del Estado colombiano por parte del narco paramilitarismo emergente como salida fascista a dicha crisis, y

3- Los diálogos de paz adelantados en la zona desmilitarizada del Caguán.

¿Por qué el gobierno de Pastrana desmilitariza y entrega a las FARC una zona tan grande como la del Caguán, cuando Manuel Marulanda a nombre del secretariado había pedido solamente la cabecera municipal de San Vicente? Era una pregunta que se hacían asombrados muchos expertos militares y en resolución de conflictos internacionales. Nadie sospechaba, porque era un secreto diplomático muy bien guardado que salió a flote 10 años después en una trifulca típica entre Uribe Vélez y Pastrana, cuando este debió declarar públicamente que había sido una imposición del gobierno Clinton, como una parte esencial del desarrollo del Plan Colombia. (1)

Entonces se hizo visible una especie de táctica bifronte colombo estadounidense, encaminada como los hechos posteriores lo demostraron: Por un lado, a tomar aire político y realizar la reingeniería militar urgente a las Fuerzas Armadas que se encontraban duramente golpeadas con las tomas guerrilleras de las bases militares en el sur del país, sintetizada en la consigna militarista de «ahora si los vamos a derrotar», y por otro, mostrar que las FARC no tenían la capacidad para dirigir una determinada zona territorial que sus victorias militares sobredimensionadas anunciaban y mucho menos, gobernar un Estado tan complicado como el colombiano.

Pero iba más allá: En caso (bien previsto) de que la guerrilla no aceptara convertirse en una «fuerza erradicadora de matas de coca» como se tenía planeado, o que los diálogos de paz desarrollados bajo la condición impuesta por Pastrana de dialogar en medio de la guerra fracasaran, como en efecto sucedió; se tenía la justificación política perfecta para iniciar una intensa campaña propagandística y mediática encaminada no sólo a satanizar moralmente la guerrilla, sino a criminalizarla y a convertir el secuestro en el peor delito de la humanidad, como sucedió. Peor que los hornos crematorios, los charcos de caimanes, o las fosas comunes usados por su aliado el fascismo para-Estatal, para desaparecer sus victimas civiles indefensas (falsos positivos) del terrorismo de Estado que hoy a una década de la experiencia del Caguán, pavoridos contemplamos.

¿Porqué razón una vez roto el procesos de paz del Caguán y concluido el gobierno Pastrana; el Partido Conservador por él dirigido, adhiere al candidato regional emergente Álvaro Uribe Vélez, quien después de haber perdido la primera vuelta electoral frente al candidato liberal Horacio Serpa caracterizado defensor de Samper, en la segunda vuelta logra inexplicablemente imponerse?

¿No existe acaso línea de continuidad muy fuerte (que no se quiere ver) entre Pastrana, Uribe Vélez, el partido conservador que lo ha sostenido durante todo el tiempo como parte de su gobierno y la línea militarista que se impuso hegemónica en Colombia sobre el fracaso del Caguán y con la monserga de la «pronta» derrota de la guerrilla, ha impedido el inicio de cualquier otro proceso de dialogo tendiente a encontrarle una solución política al histórico conflicto social armado colombiano?

Como conclusión resumida a todos estos interrogantes, me ha llamado mucho la atención la opinión dada personalmente a Camilo González Posso por el delfín López Caballero, el hijo dilecto de López Michelsen el más grande augur de la oligarquía cipaya y militarista colombiana, quien participó nombrado por Pastrana como parte del Estado en las negociaciones del Caguán y mejora (creo) la consigna de su padre y hace legible una década después la política del actual gobierno: «Hablar sin negociar y pararse a tiempo, para luego derrotarlos y volver a dialogar con los que queden».(2)

Citas:
(1) http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=108157
(2) Gonzáles Posso Camilo El Caguán Irrepetible. Párrafo 7, en http://www.indepaz.org.co

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.