Hoy, cuando de nuevo arrecian los ataques a la paz, encabezados por el presidente Santos, es necesario dar una contundente respuesta que reafirme, para Colombia, una Salida Política al Conflicto Social y Armado que la patria padece hace más de sesenta años. Para la clase dominante, no son suficientes seis décadas de brutal confrontación fratricida, […]
Hoy, cuando de nuevo arrecian los ataques a la paz, encabezados por el presidente Santos, es necesario dar una contundente respuesta que reafirme, para Colombia, una Salida Política al Conflicto Social y Armado que la patria padece hace más de sesenta años.
Para la clase dominante, no son suficientes seis décadas de brutal confrontación fratricida, agenciada desde el poder, y hoy, luego de inenarrables acontecimientos de guerra sucia que deja cientos de miles de muertos, heridos mutilados, desplazados, exiliados, huérfanos, viudas y pérdidas materiales incalculable, el presidente lee de nuevo la misma receta guerrerista y pacificadora.
¿Cuál es su lógica?
La oligarquía se acostumbró a gobernar, desconociendo las diferencias, pasando por encima de la ética, los Derechos Humanos, el Derecho Internacional Humanitario, y descartando las salidas dialogadas a los graves problemas sociales, económicos y políticos que padece Colombia.Hijos en fin de cuentas del General Santander, los gobernantes de la oligarquía han hecho de las leyes, un instrumento maniqueo y de uso exclusivo para los dueños del poder y cuando ello no les es suficiente, recurren a la ilegalidad sin el menor reato ni vergüenza. Si alguien desconfiara de esta categórica afirmación, solo baste remontarse a las mismas épocas en que el Libertador Simón Bolívar luchó y soñó con la Gran Patria Americana.
Si se quieren retomar los acontecimientos de los últimos cien años solo baste recordar la masacre de las Bananeras, el asesinato del Dirigente Popular Jorge Eliecer Gaitán y el periodo de la llamada época de la violencia de la década del 50 del siglo anterior. El asesinato sistemático desde entonces de cientos de miles de contradictores políticos pasando por el aniquilamiento brutal de la Unión Patriótica, A luchar, El Frente Popular, por la vía del más cruel y despiadado terrorismo de Estado que se conozca en la historia colombiana, incluyendo la mal llamada Retoma del Palacio de Justicia a sangre y fuego donde murieron los magistrados.
Es decir que ni siquiera por sus propios servidores de alta dignidad, la clase dominante ha tenido consideraciones, mucho menos por las gentes del pueblo que resisten y luchan en contra de sus políticas y el orden que han establecido en defensa de sus intereses.
Las matrices de opinión de los grandes medios de información, son macabras y maniqueas, son de doble moral y cabalgan en afirmaciones conductivas, creadas para desvirtuar la naturaleza de la lucha popular e insurgente, veamos:
Toda acción del Estado o gobierno es legítima por aberrante que sea y para los funcionarios públicos sean civiles o militares que las cometen, hay toda suerte de consideraciones, prebendas y garantías y la ilegalidad campea en todas las esferas del poder.
Un insurgente es narco-terrorista, asesino y criminal, los soldados y policías son los héroes de la patria.
Los presos políticos de la insurgencia o del movimiento de masas, son terroristas y delincuentes, los militares o policías hechos prisioneros por la insurgencia en el fragor de los combates, son secuestrados.
Un ataque guerrillero contra las fuerzas armadas gubernamentales, es un crimen de lesa humanidad, un bombardeo a una fuerza insurgente, es una acción brillante, legítima y valiente de los héroes de Colombia.
Los pobladores muertos en ataques indiscriminados de las fuerzas gubernamentales, son guerrilleros vestidos de civil o cómplices de los terroristas. No existen organismos oficiales para castigar tales delitos y los denunciantes son cómplices del terrorismo y asesinados por la osadía de hacer las denuncias.
Las acciones de fuerza provenientes del campo popular, sean del movimiento de masas o la insurgencia, son terroristas y la Constitución Nacional ha sido modificada de manera sustancial para actuar bajo dichos parámetros, barriendo física o políticamente a quienes se han opuesto a ello.
Los familiares de los militares y policías, pueden llorar sus muertos, para los familiares de los insurgentes es peligroso, les es prohibido.
Estamos claros que toda esta compleja realidad, descansa sobre dos ejes que caracterizan el régimen político colombiano, unir sus intereses a los del imperialismo norteamericano y defenderlos a como de lugar, bajo el concepto guerrerista de que hay un enemigo interno enquistado en el pueblo, que debe ser destruido a sangre y fuego.
Hoy el presidente Santos, encabeza tal postura y gobierna de la mano con una casta militar privilegiada por la oligarquía, que además de amasar inmensas riquezas acumuladas en los beneficios que les deja la guerra y sus vínculos con el narcoparamilitarismo, hace parte indisoluble del poder y actúa según los intereses y la concepción guerrerista del Pentágono.
En consideración de todo lo anterior, el ELN reitera su llamado a todo el pueblo colombiano, a los sectores demócratas y progresistas de la nación, a los gobiernos, sectores progresistas y pueblos del mundo, para levantar muy alto la bandera de la Salida Política al Conflicto, que encamine los destinos de esta patria ensangrentada y en una profunda crisis social, a una paz caracterizada por la justicia y equidad social, la democracia, la soberanía y la reconciliación de todos los colombianos y no a la paz de los sepulcros, que enarbola el Presidente Santos y su gobierno.