[Nota de contexto: El grupo armado ilegal conocido como «Los 12 Apostoles» operó en el norte de Antioquia, donde la familia Uribe Vélez tiene propiedades rurales. Testimonios vinculan al hermano del ex presidente Uribe con esta organización. La Fiscalía lo investiga por su presunta responsabilidad en la creación de ese grupo paramilitar que operó en buena parte del norte de Antioquia y tuvo como base de operaciones el municipio de Yarumal, así como en la muerte de un ciudadano de esa localidad cuyo asesinato se habría cometido en la finca La Carolina, de propiedad de la familia Uribe Vélez. Las acusaciones contra Santiago Uribe involucran secuestro, extorsión y homicidio, cometidos por el grupo de ‘Los Doce Apóstoles’ entre los años 1993 y 1994 en las poblaciones de Yarumal y Santa Rosa de Osos].
SEMANA entrevistó en Venezuela a uno de los testigos más polémicos y escandalosos que se han presentado ante la Justicia colombiana: el mayor retirado de la Policía Juan Carlos Meneses, quien desde 2010 acusó a Santiago Uribe, hermano del expresidente Álvaro Uribe, de ser el jefe del grupo paramilitar Los 12 Apóstoles, responsable de docenas de homicidios en Yarumal, Antioquia.
La entrega a la Justicia colombiana del mayor (r ) Juan Carlos Meneses, protagonista principal del caso de Los 12 Apóstoles, es inminente. Está acusado de homicidio agravado por la Fiscalía.
SEMANA: ¿Por qué está prófugo de la Justicia?
JUAN CARLOS MENESES: No le estoy huyendo a la Justicia. Salí del país porque vi amenazada la vida mía y la de mi familia. Estoy dispuesto a presentarme a las autoridades, a la Fiscalía, en el momento indicado. Estaba esperando resolver primero unos asuntos de una solicitud de refugio que solicité ante el gobierno de Venezuela para solicitar protección hacia mi vida, porque en Colombia corría peligro.
SEMANA: ¿Por qué está escondido en Venezuela?
J. C. M.: Por la cercanía, por costos escogí Venezuela. Era la más cercana, la más rápida para salir. He tenido bastante vínculo familiar con el país.
SEMANA: ¿Se piensa entregar a la Justicia?
J. C. M.: Sí, yo me voy a entregar a la Justicia de Colombia. Eso se va a dar, es lo más lógico. No voy a estar toda la vida huyéndole a las autoridades. Mi entrega es inminente. SEMANA: Dice que no es un delincuente, pero es un prófugo acusado de homicidio agravado.
J. C. M.: Sí. No evado esa determinación que ha tomado la Justicia colombiana pero tienen que escucharme, evaluar mi grado de participación en todos los homicidios. Voy a asumir mi responsabilidad pero no como determinador de homicidios, porque eso no es cierto.
SEMANA: ¿Qué tan inminente es su entrega?
J. C. M.: Prácticamente ya. La decisión está tomada.
SEMANA: Pero lo suyo no es una simple complicidad. Usted está señalado de ser el determinador como parte del grupo Los 12 Apóstoles del homicidio de un conductor de bus, en Yarumal, llamado Camilo Barrientos.
J. C. M.: Esa acusación está basada en lo que dijo Alexander Amaya, un exagente de la Policía nacional investigado varias veces por homicidio, incluso pagó alguna condena por homicidio. Tengo entendido que ha ido a la Fiscalía a tratar de desvirtuar las afirmaciones que yo en un principio hice contra Santiago Uribe Vélez. Este señor es una persona muy poderosa en Colombia, por su hermano. Ellos le pudieron haber llegado, haber contaminado este testigo. Yo creo que por eso él trata de hacerme ver responsable a mí de unos hechos que no son, unos hechos que tengo cómo rebatir, pues no soy el asesino como dice Amaya.
SEMANA: Pero el agente Amaya era de su total confianza cuando usted fue comandante de Policía en Yarumal.
J. C. M.: Amaya se acogió a la Justicia y aceptó que hacía parte de Los 12 Apóstoles. Este grupo venía actuando antes de que yo llegara a Yarumal. Estuve como comandante tres meses y este grupo siguió asesinando personas después de que yo salí. Es cierto que yo lo llevé a Yarumal, pero no lo conocía con anterioridad. A mí el que me pide que lo saque del municipio de Campamento para Yarumal es Santiago Uribe, porque es un agente que viene trabajando de la mano de Los 12 Apóstoles. Prácticamente es un sicario al servicio del grupo. Lo traigo para que esté en una disposición de colaboración, o sea que no haga turnos, que no preste servicios de vigilancia para que esté más de la mano de Santiago Uribe.
SEMANA: Usted en varias declaraciones ha mencionado a Santiago Uribe Vélez. ¿Cómo comenzó su relación con él?
J. C. M.: A mí Santiago Uribe me lo presentó en esa época el capitán Pedro Manuel Benavides Rivera. Me da las instrucciones cuando yo le estoy recibiendo el comando y me dice: «Mire, aquí hay un grupo que le colabora a la Policía en cuanto a información, en cuanto a hacer trabajos de ‘limpieza social’, que es exterminio a personas delincuentes, secuestradores, integrantes de la guerrilla y el jefe de ese grupo es Santiago Uribe Vélez». Él me da la bienvenida, me hace la reseña del grupo y me dice que la intención de ese grupo es una colaboración directa con las fuerzas militares y de Policía en cuanto a información y segundo, una colaboración en cuanto a desterrar algunos delincuentes y más que todo a la guerrilla del ELN y de las Farc. Santiago Uribe, él me hace mención de que tiene a un jefe urbano y un jefe rural. El jefe urbano es Pelo de Chonta y el jefe rural es Rodrigo, y ellos tienen comunicación permanente con él. Había un conducto directo, que no era yo, con Rodrigo o con Pelo de Chonta. Para eso estaban los agentes de la Sijín que eran los que venían trabajando de tiempo anterior con los grupos, entonces yo les transmitía datos a ellos y ellos a Rodrigo, quien le transmitía la información a Santiago. Santiago evaluaba y ordenaba lo que había que hacer. Esa era la mecánica. Lo que supe yo con Santiago era que él tenía control sobre las autodefensas que operaban en Puerto Valdivia, en Caucasia. Santiago me decía que él tenía control, que en caso de que yo requiriera el apoyo él podía hacer subir las autodefensas.
SEMANA: ¿Santiago Uribe hablaba con usted directa y abiertamente de esos temas?
J. C. M.: Sí. Yo estaba entre la espada y la pared. O me echaban de la Policía o me asesinaban, el tema era o colaboraba o colaboraba.
SEMANA: ¿Por qué no lo denunció en ese momento y esperó más de una década para hablar?
J. C. M.: En ese momento yo veía que, como el mismo Santiago me lo mencionó: si usted no colabora pues el grupo va a seguir, nosotros tenemos el apoyo de los generales, de la Policía y del Ejército, tenemos el apoyo del gobierno nacional y de los senadores. O sea yo era como una hormiga ante un monstruo que copó toda la instancia política, de comerciantes, de empresarios. SEMANA: ¿Quiénes eran exactamente Los 12 Apóstoles?
J. C. M.: Eso era un grupo de limpieza social. Tenía sus jefes rurales, su jefe de finanzas, estaban sus colaboradores que eran algunos comerciantes, algunos ganaderos de la región, unos paperos que colaboraban. Cuando se empezaron a conocer los muertos, los medios lo bautizaron como Los 12 apóstoles, pero no es porque hayan sido 12 personas específicas. SEMANA: ¿En ese periodo cuántas veces se pudo reunir con Santiago Uribe?
J. C. M.: Yo creo que unas cuatro o cinco veces siempre en la hacienda La Carolina. En una oportunidad él me enseñó una pista de entrenamiento para hombres. Había hombres armados con fusiles, me mostró los radios de comunicaciones porque él tenía comunicación con sus frentes paramilitares
SEMANA: ¿Cuándo fue la última vez que habló con Santiago Uribe?
J. C. M.: Cuando la Fiscalía inicia las investigaciones por los muertos, en 1994 o 1995, personalmente voy a la oficina de Santiago Uribe Vélez en el Edificio del Café en Medellín. Fui con el coronel Benavides, capitán por esa época. Le dijimos: vea, ya empezó la investigación. Le pedimos colaboración a Santiago porque veíamos que la Fiscalía se estaba acercando a nosotros y que iba a descubrir el accionar del grupo Los 12 apóstoles. Nos dijo que estuviéramos tranquilos.
SEMANA: ¿Hace cuánto fue eso?
J. C. M.: Eso fue en 1996. La segunda vez Álvaro Uribe ya era presidente. Me iban a hacer un traslado para el municipio de Dagua cuando yo estaba de comandante en Buga. Lo busqué por intermedio de un amigo en común que tenía una finca en Rionegro, Antioquia, y era vecino con Santiago. Le pedí el favor de que le dijera que intercediera con Álvaro Uribe, que ya era presidente, para que no me hicieran ese traslado. Que yo era el mismo de Los 12 apóstoles, el que estuvo en Yarumal. Santiago me manda a decir que esos temas no se los tocaba a Álvaro. O sea la razón fue la siguiente: que Álvaro le había prohibido a los hermanos tocar cualquier tema de traslado de oficiales, o favores, que no le fueran a tocar esos temas.
SEMANA: ¿Cuantas personas pudieron haber matado Los 12 apóstoles?
J. C. M.: Incalculables. Es que las muertes venían desde 1992. Y siguieron hasta 1997.
SEMANA: ¿Y en los tres meses que usted fue comandante de Policía?
J. C. M.: No sé. Es una cifra que uno no puede estimar.
SEMANA: Es su palabra contra la de Santiago Uribe. ¿Tiene pruebas?
J. C. M.: Siempre han tratado de ocultar las denuncias que yo he hecho sobre eso. Mi abogado, Gerson Emilio Perea, fue abordado por un coronel que le ofreció 200 millones de pesos para que me enlodara. A él lo abordan a raíz de las denuncias que yo hago en Argentina en 2010. No aceptó el dinero y denunció ante la Fiscalía estos hechos. En la Policía del Valle, donde yo trabajé mi último grado de mayor, yo tenía un agente que era mi escolta personal, Juver Díaz. También lo abordaron con la misma petición: «Usted tiene que salir a decir de Juan Carlos Meneses que es un narcotraficante, que es un delincuente. Si no, sabe lo que le va a pasar». Él se asustó e instauró una denuncia.
SEMANA: ¿Por qué creerle y no pensar que eventualmente está tratando de eludir su responsabilidad acusando a Santiago Uribe?
J. C. M.: Porque me voy a entregar y me estoy autoincriminando, dispuesto a aceptar cargos ante la Fiscalía por mi participación y mi complicidad.
SEMANA: ¿Tiene pruebas?
J. C. M.: Tengo en mi poder unas pruebas que voy a presentar a la Fiscalía. Pruebas documentales, pruebas fotográficas, pruebas incontrovertibles que me las he reservado por muchos años.