¿Y cómo va el proceso? Es la pregunta frecuente de los amigos en estos últimos días. Se refiere el interrogante al proceso de negociaciones de paz de La Habana. «Bien, bien. La cosa es difícil pero va». Solemos responder. Y así decimos todo y no decimos nada. Pero analizando diferentes escenarios pareciera que el proceso […]
¿Y cómo va el proceso? Es la pregunta frecuente de los amigos en estos últimos días. Se refiere el interrogante al proceso de negociaciones de paz de La Habana. «Bien, bien. La cosa es difícil pero va». Solemos responder. Y así decimos todo y no decimos nada. Pero analizando diferentes escenarios pareciera que el proceso de negociaciones efectivamente va bien, mas no tanto el país. Las partes, delegados del gobierno y de las FARC, con las contradicciones propias existentes, parecen haberse amoldado al ritmo de discusiones y los roces dados en la instalación de Oslo no se han vuelto a conocer. Incluso se habla de distensión entre las partes y avances en acuerdos concretos como el de la realización del Foro Agrario, mecanismos de comunicación y otros menores. El presidente Santos pidió más agilidad en el ritmo. Iván Márquez respondió que las FARC están de acuerdo en acelerar el ritmo y buscar acuerdos concretos. Santos hizo público reconocimiento de la voluntad de paz de la guerrilla y del cumplimiento en general del periodo de tregua unilateral.
Pero por un lado van las negociaciones y por otro las acciones del gobierno en territorio colombiano. La tregua unilateral de dos meses decretada por la guerrilla y que culmina este domingo 20 de enero fue respondida con el incremento de las acciones ofensivas del Ejercito buscando sacar provecho de la pausa guerrillera. Varios campamentos guerrilleros fueron bombardeados y los muertos causados celebrados con estridente júbilo por parte del presidente, su ministro de defensa y los altos mandos militares.
Las mayorías oficialistas en el Congreso impusieron una reforma a la justicia que amplía el fuero militar, es decir garantiza a los militares impunidad frente a crímenes de lesa humanidad que serán consideradas como «actos propios del servicio militar». Aprobaron también una nefasta reforma tributaria. El salario mínimo seguirá siendo una vergüenza y la «locomotora del crecimiento», como se llama el plan de desarrollo económico de Santos sigue destrozando el ecosistema y generando desplazamiento forzado Amenazas, detenciones arbitrarias y asesinatos de líderes populares siguen al orden del día.
El gobierno de Santos aplica al pie de la letra el recetario israelí de «negociar como si no hubiera guerra y hacer la guerra como si no hubieran negociaciones». Por esta razón el país no siente que haya proceso de paz. No se respira en el ambiente porque en el ambiente siguen soplando los vientos de la guerra. La militar, la económica y la social.
El movimiento social y político colombiano de tan rica variedad y capacidad de movilización se moverá con todas sus energías para hacerse sentir en el proceso de negociaciones, para que sus históricas reivindicaciones sean tenidas en cuenta. Es consciente de que sin justicia social no habrá una paz real y duradera. La solidaridad y el acompañamiento internacional serán también importantes para un proceso que inició este 14 de enero en La Habana la tercera fase de negociaciones.
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