A partir de la Segunda Guerra Mundial, y muy particularmente después de 1960, la organización de la educación superior y de la investigación científica constituye uno de los objetivos básicos de la política exterior norteamericana. Mario Wschebor Introducción El Proyecto Simpático representó la continuación de un proceso de investigaciones socio-antropológicas de la década de 1960 […]
Introducción
El Proyecto Simpático representó la continuación de un proceso de investigaciones socio-antropológicas de la década de 1960 en América Latina, promovidos y financiados por Estados Unidos, iniciado con el Proyecto Camelot en Chile (1964-1965), que tuvo muchas semejanzas entre sí con los proyectos Colonia (Perú) y Conflicto y Consenso (Venezuela). De estos últimos hace falta una investigación rigurosa que dé cuenta del por qué, cómo y qué de estos. En un anterior artículo publicado por Rebelión, abordé algunos aspectos en torno a la polémica del Proyecto Camelot en Chile, en este caso veremos algunas notas sobre las reacciones que provocó cuando se difundió el Proyecto Simpático en Colombia en 1965.
I.
El Proyecto Simpático tenía algunas similitudes con el Proyecto Camelot; al mismo tiempo difirió en algunos aspectos. Al conocerse, los sociólogos, psicólogos y antropólogos colombianos tomaron una actitud firme en su contra. Lo difundieron y denunciaron sin temor a verse afectados, luego de que se dieron cuenta de la intención que perseguía. El grado de concientización política y social de los investigadores sociales y algunos funcionarios colombianos determinó en la denuncia y en el desprestigio que le provocaron a los promotores y financiadores del proyecto. La defensa a la soberanía de Colombia fue una de las posturas que se mostró en la discusión. Se opusieron a las intenciones que, a través del proyecto, establecían los Estados Unidos en Colombia.
La primera información sobre el Proyecto Simpático la publicó el diario El Tiempo el 27 de agosto de 1965. El discurso utilizado por la prensa colombiana buscaba generar un impacto social y político parecido al caso chileno, aunque se manifestó en menor grado. En ocasiones se mostró neutral, incluso, en algunos diarios, se notaba una cierta inclinación en la defensa del citado proyecto. A diferencia del Camelot, el gobierno colombiano tenía conocimiento del Proyecto Simpático. De hecho, el Estado colombiano había prestado ayuda a la investigación desde el primer momento en que lo habían planteado el gobierno estadounidense. Dicho proyecto, junto con el Proyecto Colonia, se distinguía por «estudiar las reacciones de la población nativa ante programas de acción cívica puestos en vigor con ayuda de organizaciones cívico-militares norteamericanas en Colombia y Perú, respectivamente».[1]
Al difundirse, generó rechazo en algunos sectores sociales colombianos, conocían la experiencia que se había dado en Chile poco tiempo atrás por el caso del Proyecto Camelot. Los que lo cuestionaron, casi siempre los relacionaron con éste. El senador estadounidense, J. William Fulbrigth, también se había sumado a estos cuestionamientos y manifestó su preocupación. Para la población común, sin embargo, la existencia del proyecto Simpático pasó inadvertido. Los que conocían el proceso de las investigaciones, sabían bien de qué se trataba y cuáles eran los propósitos.
La investigación y aplicación empezó en el mes de julio de 1965. El objetivo era «analizar los programas de acción cívica del ejército local y su efecto en la actitud del pueblo».[2] El Proyecto Simpático fue organizado por la Organización de Investigación para Operaciones Especiales (SORO) a través de la American University, la misma institución que había intentado aplicar el Proyecto Camelot en Chile. La polémica que se generó, no trascendió más allá de sus fronteras, como sí lo había sido el Proyecto Camelot. El apoyo del Estado y la posición ambigua de la prensa, creo ciertas condiciones que limitaron la discusión y las críticas, es decir, se manifestó sólo dentro de las fronteras de Colombia.
En julio de 1965 los investigadores estadounidenses, el psicólogo Norman Smith y el antropólogo Howard Kaufman, llegaron a Bogotá como representantes de la American University, ubicada en Washington, lugar de las operaciones de la SORO. Serían los encargados de llevar a cabo el Proyecto Simpático. No era la primera vez que participaban en este tipo de proyectos, habían trabajado en uno que se habían organizado y aplicado en Vietnam.
Los investigadores visitaron la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes, sin encontrar el personal adecuado. En el mes de julio de 1965 se trasladaron a Cali para entenderse con un grupo de investigadores. Allí se contactaron con psicólogos, antropólogos y sociólogos colombianos para llevar a cabo la investigación. En una reunión con los investigadores colombianos, los estadounidenses señalaron al proyecto sólo en su carácter científico y supusieron que lo había solicitado el gobierno nacional.[3] Los investigadores se mostraron entusiasmados y aceptaron el trabajo. Por esos días todavía no se conocía el debate que se había generado en torno al Proyecto Camelot en Chile, por lo que los investigadores no se estaban influenciados por el contexto internacional.
Hicieron un primer trabajo de prueba en Boyacá y Cundinamarca; consistió en llenar formularios con información obtenida de la población de zonas rurales y urbanas. Sin embargo, los espacios de observación y análisis serían la Costa Atlántica y el centro (entre los que se encontraban Córdoba, Antioquia, Caldas, Tolima, Huila, Llanos Orientales y Selva, Amazonas y el Putumayo); que se caracterizaban por zonas de violencia y de operación de los movimientos guerrilleros; que desde un principio se consideraron importantes para los grupos de poder colombiano y estadounidense, por tanto, los que más interesaban a los principales financiadores y organizadores del Proyecto Simpático.
Sin embargo, la rapidez, el silencio y cautela con la que se quería llevar a cabo la investigación, provocaron sospechas y generó desconfianza en los investigadores e investigadoras colombianas (os). Los científicos colombianos se dieron cuenta de un cuestionario que sería aplicado a los cuarteles del ejército colombiano. Para entonces ya sabían lo que había pasado en Chile con el Proyecto Camelot, ya que se había criticado la aplicación de cuestionarios al ejército chileno.
En septiembre se inició el trabajo de investigación en las poblaciones seleccionadas, pero se dieron cuenta que la información obtenida era trasladada a Bogotá para luego ser enviada rápidamente a Washington sin notificar a ninguna autoridad colombiana. Los investigadores, entonces, hicieron una serie de protestas públicas para difundir cómo se estaban realizando la investigación. Pero no encontraron respuesta alguna, ni de los organizadores del proyecto, ni de otra institución ajena. Lo que provocó que los investigadores presentaran su renuncia; si bien, no afectó el seguimiento de la investigación, pues rápidamente contrataron un nuevo personal para sustituirlos.
Los investigadores que había renunciado, decidieron denunciar ante el Comité Internacional en Colombia, pero no obtuvieron una mejor respuesta. El 2 de octubre de 1965 redactaron una carta dirigida al Comité Intergubernamental, en la que denunciaron el carácter del Proyecto Simpático e intentaron demostrar que «podría servir a intereses que lesionarían la soberanía nacional».[4] Los investigadores firmantes de la carta, se conformaron por los psicólogos y psicólogas Jaime Zabala C, Elizabeth Acosta, Mary Cifuentes, Ligia Quintero, Jorge Medina y Alfonso Sánchez; el antropólogo social Manuel Zabala C., las trabajadoras sociales Nery Paz, Mercedes Guerrero, Bernarda Lasso, Rosa Helena Hidalgo, Nazaret Moreno de Cruz y Lucila Gutiérrez. Sin embargo, el Comité Internacional mostró indiferencia, e informó que se hacía una investigación pero sin dar detalles.[5]
A mediados de diciembre de 1965 dirigieron un manifiesto a la sociedad colombiana en el que denunciaban el objetivo del citado proyecto. Con el título «Manifiesto a la opinión pública» y declararon el carácter «perjudicial» a los intereses nacionales que tenía el Proyecto Simpático. En el cual se pueden distinguir los siguientes aspectos: 1) «El carácter secreto que los directivos daban a la investigación», 2)»El contenido de los cuestionarios sociológicos que permitía conocer los procedimientos gubernamentales, condiciones internas del ejército colombiano, tipo predominante del liderazgo, características económicas, políticas y sociales de las comunidades seleccionadas en la muestra, con fines de control y manejo de estas instituciones por parte de quienes financiaban el proyecto», 3) «Las pruebas psicológicas proyectivas, basadas en láminas y figuras que expresaban la vinculación del pueblo a instituciones como el ejército, clero, gobierno, en situaciones de violencia acción cívico militar, pruebas que una vez aplicadas revelan la intimidad inconsciente y el sentimiento de nuestra gente», 4) «El especial interés de medir variables tales como «machismo», «violencia», «depresión», «confort físico», «frustración», con el fin de captar la reacción de pueblo ante la realidad institucional y normativa, así como frente a la explotación de propios y extraños», 5) «La traducción al inglés y remisión de todos los materiales a Washington, donde serían tabulados sin la participación de los técnicos colombianos. La publicación se haría en esa ciudad sin que fueran conocidos los resultados por la opinión pública nacional de donde eran emanados», 6) «La vinculación nuestra a la empresa fue como personal de manejo con la posibilidad de realizar un trabajo profesional. Pero al plantear la inconformidad ante ciertos hechos y querer profundizar en el sentido de la investigación se nos quiso tratar manifestándolo explícitamente -como a simples ejecutores materiales», 7) «El sistemático impedimento de sus funciones a los asesores técnicos colombianos quienes no podían participar activamente en la integración de las diferentes etapas del estudio conforme se había estipulado».[6]
La indiferencia que encontraron los investigadores en las autoridades colombianas, motivó a que organizaran una reunión con los diputados para darles a conocer sus preocupaciones en torno al Proyecto Simpático, además de dar a conocer los obstáculos que tuvieron por parte de los legisladores porque habían decidido denunciar el proyecto que el gobierno colombiano había ocultado. La mayoría de los grupos de poder del Estado colombiano les había incomodado la denuncia de los investigadores, recurrieron a la amenaza y afirmaron que serían tachados de comunistas si seguían con sus críticas hacia el proyecto o si publicaban sus desacuerdos. Sin embargo, los investigadores no se dejaron intimidar y continuaron con su denuncia. Al reunirse con los legisladores, lograron que fueran tomados en cuenta y llegaron a acuerdos para darle un seguimiento a la denuncia. Uno de los acuerdos fue que un diputado iniciaría un debate en la Cámara. Entregaron documentos con el fin de probar la existencia del citado proyecto. De esa manera demostraron también la relación del Proyecto Simpático con el Camelot y Colonia de Chile y Perú respectivamente.
El mes de enero de 1966, el diputado Ramiro Andrade, del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), presentó una petición en la Cámara de Representantes para que se citara a los ministros de Relaciones Exteriores, de Gobierno y de Defensa para que explicaran sobre la existencia de una investigación titulada «Proyecto Simpático». El diputado consideró que dicho proyecto lesionaba la soberanía nacional, además reclamaba que se informara sobre los siguientes puntos: 1) «La existencia de una investigación de tipo psicosocial denominada «Proyecto Simpático», adelantada por una oficina con sede en Bogotá, conocida como National Research of Colombia»; 2) «la similitud de este plan con el «Camelot», denunciado en su momento por el Parlamento chileno como lesivo de la soberanía nacional», y 3) los fines completos, destinación y resultado de este plan y el uso que se haya dado a los informes obtenidos en todo el país».[7]
La petición se estudió y se aprobó el 26 de enero de 1966. Al día siguiente el personal de SORO negó toda relación con el Simpático y con algún otro proyecto. Afirmó que consistía en un estudio para conocer los efectos «ocasionados sobre ciertos segmentos de la población colombiana por obras de servicio público rendidas por las fuerzas armadas, como construcción de carreteras y escuelas, y el suministro de atención médica».[8] Por su parte el ejército colombiano a través del general Jaime Fajardo, justificó el proyecto diciendo que los objetivos del programa tenían un carácter de acción social y quienes se encargaban de la investigación era personal colombiano.[9]
Los críticos del proyecto lo relacionaban con el espionaje, los efectos sobre la soberanía nacional y con la intención de invadir el país. En los mismos términos en que se había rechazado en Chile cuando se conoció el Proyecto Camelot, se presentó en el debate del Proyecto Simpático en Colombia. Los investigadores y diputados colombianos vincularon regularmente al Proyecto Camelot, Simpático y Colonia como parte de la misma política. Otro diputado del MLR, Indalecio Liévano Aguirre, manifestó que lo que pretendía Estados Unidos por medio del Proyecto Simpático, era conocer «determinados datos para saber en qué momento deben desembarcar los marines en cualquier país de América Latina».[10]
Luego de la polémica en torno al Proyecto Simpático, se empezó a hablar del proyecto en el país y relativamente poco fuera de Colombia. La actitud de la prensa colombiana fue ambigua. Por un lado, salió en defensa del proyecto; y por otro también criticaba las intenciones del mismo. El diario El Espectador mantuvo una actitud firme en la defensa de quienes habían cuestionado y denunciado el proyecto. Publicó una nota bajo el título «El Plan antipático», en el que, por un lado, festejaba la firmeza del diputado Ramiro Andrade al denunciar el Proyecto Simpático; por el otro, mencionaba el carácter intervencionista del mismo en los asuntos internos de Colombia.[11]
En tanto, el diario El Tiempo tuvo una actitud contraria. Defendió el objetivo del Proyecto Simpático y condenaba a Cuba y otros países socialistas al decir que también organizaban proyectos similares.[12] El periódico La Nación tituló una nota que decía: «Colombia no estima lesivo a su soberanía el Plan Simpático», en el que mencionaba que el ministro de relaciones exteriores Castor Jaramillo Arrubla afirmó que el gobierno colombiano no pedirá al gobierno estadounidense la suspensión del Proyecto Simpático porque la investigación es de máxima importancia para el país.[13]
No obstante de los debates y la crítica que se generó en el país, no impidió su continuación. Los investigadores que se movilizaron no consiguieron cancelar el proyecto, aunque sí provocaron que se llegara a conocer y se generara un debate nacional que desprestigió la política estadounidense y la complicidad del gobierno colombiano en la organización y aplicación del Proyecto Simpático.
A manera de conclusión
El Proyecto Simpático fue un contínuum en el proceso de investigaciones socio-antropológicos promovidos por Estados Unidos. La polémica del Proyecto Camelot en Chile había generado un estado de alerta en Colombia, por lo que una vez que se supo de los propósitos que perseguía el Proyecto Simpático, los investigadores colombianos, que habían sido contratados en un primer momento para tal investigación, promovieron la denuncia y difusión del mismo. La mayoría de las críticas contra el proyecto, lo relacionaron con el espionaje, los efectos sobre la soberanía nacional, y con el propósito de invadir el país. Los antropólogos, sociólogos y psicólogos colombianos que se movilizaron, no consiguieron anular la investigación, pero si desprestigiarlo; lo que tendría consecuencias posiblemente sobre proyectos como Marginalidad en Argentina. Aunque habría que ver qué pasó con el Proyecto Colonia en Perú y el Conflicto y Consenso en Venezuela. Sobre estos, hace falta una investigación.
Fuentes consultadas
El Tiempo, Bogotá, Colombia, diciembre-febrero de 1965 y 1966.
La Nación, Bogotá, Colombia, enero-febrero de 1966.
Selser, Gregorio, Espionaje en América Latina. El pentágono y las técnicas sociológicas, Argentina, ediciones Iguazú, 1966.
Vidal, Ernesto, El «plan simpático» en colombia, Bogotá, Ediciones MRB, 1966.
[2] Gregorio Selser, ob. cit. p. 9.
[3] Ernesto Vidal, El «plan simpático» en colombia, Bogotá, Ediciones MRB, 1966, p. 30.
[4] Ernesto Vidal, ob. cit., p. 41.
[5] Ibid.
[6] Gregorio Selser, ob. cit., pp. 168- 172.
[7] Ibíd., p. 164.
[8] El Tiempo, viernes 28 de enero de 1966, p. 13.
[9] Gregorio Selser, ob. cit., p. 166.
[10] Ibíd., p. 172.
[11] Ernesto Vidal, ob. cit., pp. 51-54.
[12] El Tiempo, lunes 7 de febrero de 1966, pág. 4.
[13] La Nación, lunes 14 de febrero de 1966, p. 55.
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