Bajo los adoquines hay arena de playa decían en Saint Denis cuando en la búsqueda de las libertades negadas, las baldosas del suelo servían de medio para lanzar reivindicaciones y excavar hacia modelos más participativos y democráticos. Aunque ni mucho menos todos lanzaban adoquines, fue la foto que cautivo a medio mundo. Cientos de miles […]
Bajo los adoquines hay arena de playa decían en Saint Denis cuando en la búsqueda de las libertades negadas, las baldosas del suelo servían de medio para lanzar reivindicaciones y excavar hacia modelos más participativos y democráticos.
Aunque ni mucho menos todos lanzaban adoquines, fue la foto que cautivo a medio mundo. Cientos de miles de personas de todas las edades, proletarios, intelectuales, clase media y parados, en las calles de París. El objetivo: cambiar un modelo político económico anquilosado. La consigna: ¡Obreros y estudiantes, unidos y adelante!
Mucho ha llovido desde entonces y el mundo ha ido caminando en algunos sentidos zigzagueante en cuanto a derechos sociales, económicos y políticos se refiere. Las convulsiones internacionales han hecho mella en los sueños pero el empeño y la necesidad de ese otro modelo a conquistar sigue latiendo.
Burgos, invierno de 2014. Una ciudad se levanta. El bulevar es más que eso.
Días ininterrumpidos de protestas, manifestaciones de los dos tipos. Tranquilas y con disturbios, Policía llevándose a menores, hogueras, bancos que desahucian destrozados, y un mensaje común: «Queremos participar en las decisiones de nuestra ciudad».
Desde hace años, empresas asociadas al equipo de Gobierno del Partido Popular de Burgos se hacen cargo de las obras públicas, de la gestión de autobuses, de parkings municipales, de perdonar multas y dar licencias a establecimientos de su agrado, de duplicar tarjetas telefónicas del Ayuntamiento para uso profesional particular… En el último año, dos, pero sólo dos concejales del PP se han visto obligados a dimitir tras distintos escándalos sacados a la luz por el grupo municipal de IU. Aun así, muchos dirigentes siguen cobrando sueldos simultaneando trabajos imposibles de simultanear. Pongamos ejemplos: El actual vicealcalde Ángel Ibáñez ha llegado a ser al mismo tiempo jefe de la Unidad de Empleo de la UBU (35.000 euros/año), vicepresidente de Caja de Burgos(19.000 euros/año), ahora en Caixabank, y concejal de Fomento (unos 20.000 euros/año). La concejala María José Abajo percibió en el ejercicio 2012 una retribución de 31.817,40€ por una dedicación exclusiva pagada a tres cuartos por el Ayuntamiento burgalés, pero seguía por aquella fecha, y sigue aún, a pesar de la crítica, ejerciendo de profesora adjunta de la Universidad de Burgos. ─ ¿Será que sus días son más largos y sus noches más cortas? ─ bromearía uno si no supusiese del bochorno y de la denigración de las instituciones administrativas.
El hastío con los que ya se empiezan a llamar «los impopulares» llega a cotas burdas, seguramente, por las burdas actuaciones impopulares.
Con 160 millones de deuda municipal, el Consistorio sigue buscando obras faraónicas con las que tener un eco que resuene en las elecciones municipales de 2015, a costa, eso sí, de subir impuestos, tasas y precios públicos, hasta en tres ocasiones en dos años. Subir impuestos y jugar con cifras, porque si tenemos en cuenta la deuda que ha sido externalizada hacia organismos jurídicamente ajenos al Ayuntamiento pero de cuya deuda responde en última instancia el municipio burgalés, esos 160 millones se convierten rápidamente en cerca de 500 millones de euros, que suena peor.
En resumidas cuentas, un escenario ideal para comenzar una obra con la que harán el agosto, una vez más, las grandes empresas constructoras burgalesas, actualmente con dificultades para subsistir.
«El bulevar ─ dice uno ─ es la última gota. Llega un momento en que hay que plantearse ¿qué nos queda?. ¿Seguir aguantando hasta volver a Franco o al siglo XIX? ¡No! ─ grita ─. Tomemos en serio la necesidad de crear otro modelo más democrático y participativo que, con los adelantos técnicos, hoy es posible».
Hagamos repaso: Largo tiempo de movilizaciones pacíficas desatendidas desde noviembre de 2011. Un modelo de bulevar que privatiza servicios municipales, que ha supuesto un recorte en los servicios públicos, que endeuda a las arcas de la ciudad, que deja sin aparcamientos públicos a los burgaleses, que embotellará la circulación debido a sus sólo dos carriles y un alcalde diciendo que las obras siguen.
Altercados que incluyen bloqueos de calles, fogatas, actuaciones policiales desmedidas, detenidos incluyendo a menores, heridos… y un alcalde diciendo que las obras siguen.
Varios miles de burgaleses de todas las edades, tranquilos, manifestándose nuevamente… y un alcalde diciendo que las obras siguen.
Tachar de autoritarios por esos altercados a los que se oponen al bulevar cuando el equipo de Gobierno no ha hecho ningún esfuerzo por consensuar con la población burgalesa si el bulevar, tal y como está diseñado, responde a las necesidades de los burgaleses, o si se quiere o no, es jugar con el lenguaje.
¿Ha consultado el equipo de Gobierno a los burgaleses? No.
¿Ha buscado el equipo de Gobierno un diálogo? No.
¿Ha tenido en cuenta los errores técnicos de cálculo en cuanto a atascos, falta de parkings, endeudamiento municipal, etc. que han ido transmitiendo muchas organizaciones y plataformas? No.
A eso sí se le llama ser autoritario y gobernar de modo autoritario. Como en los tiempos de las monarquías absolutistas: «Todo para el pueblo pero sin el pueblo».
A alguno se le hinchará después la boca hablando de ciudadanía cuando lo que realmente buscan son súbditos. Es este oxímoron de democracia autoritaria el que nos aleja de formas democráticas superiores y es éste también el que provoca frustraciones y disturbios como los aquí vividos, donde cada uno, libremente, se manifiesta de un modo distinto en las protestas contra el bulevar. El nexo aglutinador obvio es: No se quiere este bulevar a golpe de decreto. A la vista de los hechos, hemos exigido al alcalde Francisco Javier Lacalle reunirse de urgencia con los agentes sociales para tratar el tema. El alcalde no lo ha hecho.
Un ciudadano común que observe la falta de escucha del Ayuntamiento ante las manifestaciones pacíficas, las reivindicaciones, las reuniones de vecinos y las quejas de las plataformas, se cuestiona.
Un ciudadano común que ve la imposibilidad de acuerdos y que además presagie la posibilidad de que estas obras estén asociadas a algún lucro personal; no porque lo estén, que ya se verá, sino porque no sería la primera vez ni la cuarta, se cuestiona.
Un ciudadano común, que se cuestiona y que se observa ninguneado democráticamente, arde en cólera y frustración, y pese a todo, es a él y no al equipo de Gobierno a quien se achacan los disturbios.
Contextualizando: lógicamente, un pueblo de ovejas no crea disturbios y es sano por eso para la salud del régimen que nos gobierna y que nos retrotrae a leyes educativas que acaban con la filosofía, a leyes de seguridad ciudadana que restringen el derecho de expresión y a leyes de trabajo que obligan a ser sumisos por miedo a perder lo poco que aún se tiene.
El bulevar de la calle Vitoria es el bulevar. Pero es más que eso. Es otro ejemplo de la política impositiva frente a la política participativa y es necesario no aislar las luchas cuando estas tienen una repercusión global.
Y en clave de globalidad: con 18.000 desempleados en la ciudad de Burgos, ¿es lógico que ese dinero no se destine a más protección social? ¿Acaso logrará este bulevar arreglar, y no digamos parchear, la situación?
Seamos claros: el bulevar dará bien de comer a los orondos y las migajas a los obreros, pero resulta que las migajas y el gran plato vienen de las arcas municipales. De esas arcas municipales que pertenecen a todos los burgaleses ¿Puede moralmente un Ayuntamiento «de todos» emprender acciones legales contra los detenidos en este contexto?
Posiblemente sería difícil imaginar la rabia de este escenario de protestas sin valorar, como dice algún vecino ─ la bota de hierro que lleva años aplastando nuestra dignidad, decisión tras decisión. El futuro no depara nada. El futuro traerá lo que los vecinos construyamos─.
Raúl Salinero, portavoz de la Asamblea de IU en el Ayuntamiento de Burgos.
Joaquín Sánchez, miembro del Consejo Político Provincial de Burgos.