El portal La Silla Vacía, a través del escritor Luis Guillermo Vélez Cabrera, descendiente directo del reconocidísimo “calpixque” del liberalismo antioqueño Luis Guillermo Vélez, quien pudo llegar a las alturas del Régimen gracias a su alianza matrimonial con los grandes latifundistas huilenses; según él lo escribe, aficionado a ver morir toros de lidia en esa bárbara distracción que nos heredó la colonización española; en un agudo análisis de la coyuntura actual colombiana, utiliza esta bonita palabra taurina (amorcillado) para referirse al presidente Petro ( 03.06.2023) https://www.lasillavacia.com/la-silla-vacia/opinion/articulos-columna/house-of-nari. Desde su altura, en la tan alta gradería desde donde observa los acontecimientos, ve al presidente moribundo, como un toro al que el estoque torero ha seccionado la vena pulmonar y empieza a tratar de respirar expulsando bocanadas de sangre y con la lengua fuera de sus fauces, camina lenta e instintivamente hacia el olor del toril para librar el último combate de su inminente muerte. Los sádicos espectadores contienen la respiración de su morbo, mientras oyen los clarines de la música del pasodoble que los distrae, apurando tragos de vino amarillo llamado manzanilla con el que refuerzan la exaltación emocional ante el espectáculo de ver morir al bello y potente animal: Petro está “amorcillado” y sus reacciones instintivas serán impredecibles :
Estimados lectores ¿habrán ustedes leído algo más analítico y objetivo, sobre lo que sucede en la Colombia actual que en este sugerente cuadro político, donde sale a flote el crudo pavor del bloque de poder dominante por lo que el literato llama “las soluciones para-constitucionales” (sic)? Dudo que lo encuentren en el mar de reacciones que ha desatado el culebrón judicial y ahora electoral entre la devota y sumisa sierva pentecostal y el coprolalico embajador en Venezuela quien entre improperios asegura tener altas conexiones en la DEA.
Entonces, cito en extenso la sugerente pieza del sr Vélez Cabrera:
…. “La autodestrucción de su coalición de gobierno y la purga de sus ministros más moderados lo confirma. Amorcillado como está, lo más probable es que el presidente empiece a repartir hachazos con sus astas. Esperar moderación y consensos es una ingenuidad. Su instinto lo llevará a la confrontación, a profundizar la calle, a radicalizar su discurso. Sobre todo, cuando quede claro que su agenda de contra-reformas será, en el mejor de los casos, un salpicón aguado.
No es un delirio paranoico pensar que las circunstancias lo puedan llevar a aventurar soluciones para-constitucionales. Ya lo dijimos en esta columna: el supuesto “Acuerdo Nacional” propuesto por Iván Cepeda –que es la misma Convención Nacional soñada por el ELN desde hace décadas– podría ser activado para hacer un remedo de asamblea constituyente soberana que con el pretexto de la “paz total” empiece a dictar normas imperativas. Otra alternativa, ésta promovida por el canciller Leyva, sería la de peticionar a la CIDH sobre lo divino y humano para que este cuerpo, que se abroga funciones cuasi-judiciales, empiece a presentar “recomendaciones vinculantes”, acomodadas a dichas peticiones, que le permitan al ejecutivo sobreponerse a la legislación interna.
Sin duda habrá otras ideas similares que por descabelladas ni siquiera se pueden imaginar, pero que en las actuales circunstancias distan de ser imposibles.
El peligro de acciones presidenciales de esta naturaleza es que forzarían necesariamente a una reacción institucional. Si el presidente anuncia lo que efectivamente es una asamblea constituyente de facto, por ejemplo, no quedará alternativa diferente a que la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes inicie un proceso de destitución del primer mandatario. Esto, quizás, sería la intención de quien lo provoca: nada mejor que probar con hechos que el denunciado “golpe blando” –ese que supuestamente ocurre con sentencias y no con cañonazos– no es más que una maniobra de la derecha recalcitrante encaminada a destruir el gobierno de las “nadies y los nadies”.
Arriba decía que el amorcillamiento presidencial no era para lanzar voladores. La debilidad del gobierno lo hace impredecible e irracional. La mera posibilidad de una crisis constitucional de grandes dimensiones, si ocurren escenarios como los descritos con anterioridad, es aleccionador. Razón tenía Hernando Santos cuando decía que los presidentes no se debían tumbar porque se le caían a uno encima.
El análisis objetivo de una coyuntura político social en una sociedad determinada, busca en primer lugar encontrar la contradicción principal que la mueve o dinamiza, así como las contradicciones secundarias que la contextualizan. En una palabra, desentrañar la ESENCIA del fenómeno y aislarla de su presentación o apariencia, para actuar sobre ella.
A primera vista, el culebrón judicial y electoral que tiene en ascuas a la sociedad civil colombiana, es la puntica de un iceberg gigantesco más poderoso que el que destruyó al orgulloso y grandioso Titanic y más deletéreo o mortal que el estoque del torero. Es apenas una muestra más del “amorcillamiento”(perdón por la apropiación de la palabra) de la Sociedad Política que dirige a la sociedad colombiana en su conjunto. No es solo el amorcillamiento del poder ejecutivo o presidencial, sino la larga y cruenta descomposición o PUDRICIÓN el régimen imperante en el país, de esa relación de dominación y explotación llamada Estado, con sus materializaciones o “instituciones” que se conformaron en el llamado posconflicto (que como tantas veces lo he dicho y lo han confirmado las diferentes ciencias sociales) después de la conclusión impune de la llamada Violencia Bipartidista de los años 50 del siglo XX, que el pacto de Sitges/ 1957 denominó Frente Nacional y desde ese entonces, bajo la presión y auspicios del gobierno de los EEUU (misión secreta del general Yarborough), adoptó la ideología contrainsurgente como cemento cohesionador del bloque de clases creado.
Sesenta y seis 66 años de escándalos “institucionales” (ojo de todas las instituciones del Estado sin excepción ninguna) terminados el 99,5% de ellos en impunidad absoluta, sin ninguna aplicación de justicia terrenal, que llevaron a esa rama del Poder público a una postración absoluta, agravada con lo que se suponía sería una solución como la creación en 1991 del monstruo burocrático “tragadólares” de la Fiscalía General de la Nación. Si a lo largo de esos 66 años se revisa cada uno de los que Althusser denominó Aparatos Ideológicos de Estado, vemos por ejemplo, la crisis de corrupción y paulatino sometimiento al Narco, y de descomposición lenta de cada uno de ellos con sus respectivos escándalos de impunidad y cinismo. El aparato armado con las atrocidades y la barbarie de su guerra contrainsurgente, el corrompido aparato bipartidista, el aparato judicial y hasta las altas cortes, el aparato escolar y universitario, el aparato electoral, el Parlamento y la parapolítica, el Poder presidencial (¿quién sancionó y a quienes, por el robo de las elecciones de 1970?), y si me apuran (así por encima) hasta los internados infantiles del aparato eclesiástico.
Así tenemos entonces que la contradicción principal que dinamiza la tragedia colombiana actual es entre la Sociedad Política o Estado actual creado en 1957 y maquillado y blindado en 1991 con nuevas instituciones, y la Sociedad Civil. De donde se desprende una contradicción anexa: La contradicción entre el bloque de clases que el pacto de 1957 conformó con la ayuda del gobierno de los EEUU como poder dominante (los 46 miembros de la oligarquía empresarial trasnacional que según el investigador Julio Silva Colmenares son los actuales dueños del país), contra el resto de las clases explotadas del pueblo colombiano, sometidas por un régimen implacable de disciplinamiento contrainsurgente y para-estatal.
Contradicción que a lo largo de todos estos años se ha tratado de resolver inútilmente (resalto inútilmente) desde las alturas del Poder, con una estrategia bifronte de “ Guerra/ Reformas en el Parlamento”, que un escritor tan avisado y anticipado (premonitorio) como William Ospina, ha denominado en una muy interesante columna 04.06.2023 “el banquete agrio desde hace 50 años” (Favor leer en despacio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/william-ospina/el-banquete/ ) donde entre otras cosas importantes dice:
……” No se le puede encender a un país la esperanza de un cambio en grande, y salirle con que las reformas dependen del Congreso, con que la transformación del campo depende de los terratenientes, con que la paz depende de los insurgentes y de las bandas criminales, y con que la paz de las calles depende del pie de fuerza policial. No pueden ofrecerle a uno un banquete nunca visto, y venir a servirle un plato que ya estaba agrio hace cincuenta años.
Lo que paraliza a Colombia es el Estado, lo que la extenúa es la corrupción, lo que la confunde es la politiquería, lo que la arroja a la violencia es la falta de una economía legal e incluyente, lo que la frustra es la falta de oportunidades, lo que la anula es el desprecio, lo que la mantiene con las manos atadas es la ignorancia, lo que la borra es que los únicos que tienen protagonismo son los políticos y los violentos; lo que la pierde sin descanso es no tener rumbo, ni confianza en su gente, ni memoria, ni conciencia de sus posibilidades” ….”
Estamos pues frente a una tercera contradicción, la existente entre Guerra y Reformas que el pensamiento escolástico imperante ha reducido a ver cuál de los dos contrarios se debe solucionar primero. Algo así como el cuento de sí primero fue el huevo que la gallina: ¿Paz y luego reformas? (esquema de chuki Santos que se pretende seguir en el actual gobierno) o ¿Reformas y luego Paz? (esquema de Cesar OEA Gaviria y anteriores). En donde “reformas” significa la expedición de algunas leyes de papel mojado sin cambios significativos en la Constitución y, la tan cacareada palabra “paz”, significa nada más ni nada menos que “acuerdos” firmados entre el Estado y las guerrillas insurgentes, para luego incumplir o traicionar .
El culebrón va sacando a flote más contradicciones, habidas NO en el seno del pueblo, sino dentro del mismísimo Estado amorcillado: Entre el Poder Ejecutivo con la Fiscalía; con la Procuraduría y con el Consejo de Estado, institutos dominados por los adversarios “democráticos” del presidente. A lo cual ahora se le agrega el Consejo Nacional Electoral, que deberá investigar el asunto de la financiación de la campaña presidencial de Petro y sus financiadores. El papel de su hijo Nicolas con estos ingenuos y nobles donantes; los 15 mil millones de los “ NO emprendedores” mencionados por ese lumpen burgués de apellido Benedetti, el origen de los millones de dólares que se encontraban en el maletín robado en el apartamento de la devota asesora del presidente, que la llevaron a mover su poder en el Estado, para aplicarle legalmente en los sótanos del palacio presidencial “la “maquinita de la verdad” a la trabajadora de su hogar , etc. Poniendo nuevamente a los colombianos ante la pesadilla de los procesos de corrupción/ impunidad: El 8000 del presidente Samper (1995) y el escándalo Odebrecht Colombia (2014) sobre la financiación de las campañas presidenciales de “carecólico” Zuluaga y del conocido premio nobel de la paz chuki Santos. En fin….
Pero hay más, hay comentaristas que afirman que la llegada al “Pacto Histórico” de los varios tránsfugas Santistas, incluido el lumpen-amigo-de-la-DEA y de los paramilitares de la Costa Atlántica, fue obra de un plan premeditado de infiltración política con conocimiento de organismos de inteligencia estadounidenses interesados en Venezuela (ojo infiltración en toda su extensión) habida cuenta de la experiencia práctica de ese partido en infiltraciones, por ejemplo, dentro de movimientos políticos de la insurgencia para derrotarlos y obligarlos a firmar acuerdos de paz.
Así las cosas, para finalizar, y dar tiempo al lector para limpiar sus ojos de alguna salpicadura de tal pudrición; se debe destacar cómo y de qué manera, el culebrón en comento ha favorecido a los medios de comunicación que deben estar aumentando en miles sus ganancias; pero además, la caída como anillo al dedo a otros escándalos en las alturas del poder para ocultar o encubrir, por ejemplo, las importantes y comprometedoras declaraciones de Mancuso; el caso judicial del expresidente Uribe Vélez; el caso del Fiscal Daniel Hernández; el caso de las condenas a Zuluaga y Santos por la financiación de Odebrecht, etc, que no debe detenerse en la multa impuesta 09.06.2023 por la Procuraduría un a segundón como Roberto Prieto, sino que se debe llegar judicialmente a las cabezas beneficiadas con tal financiación ilegal ¿Actuará el sr Fiscal Barbosa en ese sentido?
Como conclusión vuelvo al escrito del sr Luis Guillermo Vélez y a la conclusión a la que llega aterrado ante el pavor de que el “presidente amorcillado”, en medio de un proceso de paz con los grupos insurgentes, pueda convocar una Asamblea Constituyente , la que ya ronda en la cabeza de muchos colombianos:
…”A estas alturas lo mejor que podría pasar es que Petro nos desgobierne por tres años más, evitando que se implemente lo más dañino de sus llamadas reformas y que, después de este experimento fallido, el país retome el camino de progreso lento pero seguro que ha transitado durante los últimos treinta años”. LGVC.
Fuente imagen: Internet. Lleras Camargo y Laureano Gómez. Sitges 1957.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.