A regañadientes algunos medios masivos de comunicación vienen publicando entre líneas las continuas y gigantescas rechiflas de que viene siendo objeto el señor Álvaro Uribe Vélez en su egocéntrico interés de ser senador de la república. Tunja, Soacha, Cúcuta y seguramente próximamente Ibagué, el pueblo humilde y adolorido de tanta infamia por parte de este […]
A regañadientes algunos medios masivos de comunicación vienen publicando entre líneas las continuas y gigantescas rechiflas de que viene siendo objeto el señor Álvaro Uribe Vélez en su egocéntrico interés de ser senador de la república. Tunja, Soacha, Cúcuta y seguramente próximamente Ibagué, el pueblo humilde y adolorido de tanta infamia por parte de este terrible personaje al parecer agente de la CIA, ha salido y saldrá a rechazar su presencia ante tanta infamia cometida a lo largo y ancho de su procelosa existencia.
Pensaba el señor «Varito», como le solían decir sus compinches paramilitares, que el pueblo era totalmente desmemoriado y con una fuerte dosis de Valium publicitario de J.J. Rendón era suficiente para elevarlo nuevamente al estadium de «Mesías». Tacó burro. Se equivocó de cabo a rabo, como dice Gabo, porque son muchas las heridas que este «personaje de marras» le ocasionó a millones y millones de seres humanos, junto con el hoy presidente Juan Manuel Santos Calderón.
¿Cómo puede el pueblo colombiano olvidar la desaparición de más de 30 mil conciudadanos por el simple hecho de no estar de acuerdo con su pésimo gobierno? ¿Cómo puede olvidar miles de viudas, huérfanas, lisiados y lisiadas de la terrible implementación del denominado plan patriota y que incluyó la entrega de la soberanía nacional a los Estados Unidos para que instalara siete bases militares? ¿Podrán estar contentos los que sueñan con pensionarse cuando el malandrín aumentó en 250 semanas para concretar este anhelo?
Por donde se le mire, el señor Uribe expresa mal olor y profunda repulsa así use los perfumes más finos de la distante Francia. Subió el impuesto al valor agregado, Iva, al 16 por ciento; fue el único presidente latinoamericano que apoyó la masacre contra el lejano pueblo de Irak; fue ponente de la ley 50 aumentando el desempleo y como si fuera poco, fue el ponente de la ley 100 de 1993, que convirtió la salud en vulgar mercancía. ¡Cuántos colombianos vienen muriendo diariamente en las puertas de los hospitales y clínicas en este país por decisiones políticas tomadas por este peón del narcotráfico y del imperialismo norteamericano!
Es más: Volvió la constitución nacional ropa de trabajo para reelegirse, entregó las empresas nacionales a las multinacionales y transnacionales, caso de telecom, por ejemplo. Recordemos los más de 3.200 falsos positivos, es decir, asesinatos extrajudiciales, las tantas chuzadas, la tétrica aprobación de los leoninos tratados de libre comercio, la ralea de congresistas paramilitares y narcotraficantes, muchos de ellos en la cárcel y un largo etcétera.
Así las cosas, no es fortuito o accidental que el pueblo salga masivamente a rechazarlo con impoluto dolor de patria. Tiene razón. Sin embargo, resulta pertinente decir que Santos es la otra cara de la misma moneda. Uno representa el sector latifundista y el otro el sector financiero.
Por eso, la salida es por la izquierda. En ese contexto brilla inmaculada la candidatura presidencial de la compañera Aída Avella Esquivel por la Unión Patriótica, la senaduría del eximio director del semanario VOZ La verdad del pueblo, Carlos Arturo Lozano Guillén marcando Alianza Verde y el número 38, la compañera Lilia Solano al parlamento andino número 501. Con ellos, brillará la justicia más temprano que tarde y personajes de la talla de Uribe irán pero al senado de corte penal internacional a responder por sus crímenes de lesa humanidad.