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El reto electoral que se avecina

Fuentes: Rebelión

El próximo 28 de octubre, en las elecciones de gobernadores, alcaldes, concejales y ediles, el mapa político del país soportará cambios importantes. El pasado 2 de agosto, en aquella histórica cita de dos tiempos en la Plaza de Bolívar -en privado y en público- del presidente Uribe con el profesor Moncayo, la prensa escrita omitió […]


El próximo 28 de octubre, en las elecciones de gobernadores, alcaldes, concejales y ediles, el mapa político del país soportará cambios importantes. El pasado 2 de agosto, en aquella histórica cita de dos tiempos en la Plaza de Bolívar -en privado y en público- del presidente Uribe con el profesor Moncayo, la prensa escrita omitió las airadas respuestas del Presidente a aquellos espontáneos que, desde la muchedumbre, le gritaban «paramilitar», de retarlos -a esos anónimos- a esperar los resultados de las elecciones de octubre. Dejó entrever, al resto del país, que su intención es convertir dicho proceso electoral en una especie de plebiscito a su favor. Es decir, nos debemos preparar como testigos de ese afán politiquero y clientelista que caracteriza a la mayoría de los gobernantes de turno en el uso del poder para inclinar la balanza electoral, pese a la supuesta prohibición para los funcionarios públicos de participar en contiendas partidistas y electorales.

Los Consejos Comunales serán más contundentes y de mayor despliegue mediático a favor de las listas y de los candidatos de sus afectos. Ya lo hizo, y no ha pasado nada, cuando participó abiertamente de aquella famosa convención de Cambio Radical, que tanto molestó, incluso, al Procurador General, quién solicitó investigación disciplinaria. Los medios de comunicación de cualquier índole: escrita, televisivos o radiales, deberán soportar su presión o la de sus áulicos, para la utilización de sus distintas franjas. Se tratará de olvidar por completo que muchos de sus amigos y de sus aliados, tanto de la primera como de la segunda campaña, están en la cárcel o van en camino, por aquellas oscuras alianzas con el paramilitarismo que, a punto de terror y tiros, obligaron a humildes pobladores a votar por sus candidatos o sus listas. La opinión pública nacional e internacional sabe que esos «bultos» de votos, con los que aparecen los tradicionales gamonales o barones electorales, son, en su mayoría, fruto de oscuras componendas con el terror, las amenazas, la compra de conciencias o el engaño.

Para el POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO -PDA-, la contienda que se nos avecina constituirá los pasos para su consolidación como fuerza política de oposición y del afianzamiento de un proceso de unidad de todas aquellas expresiones políticas y sociales que, en torno a su plataforma filosófica y política, creen que es posible cambiar el modelo político y económico, que nos ha regido hasta el momento, por otro que nos garantice una verdadera satisfacción de las necesidades colectivas.

Avanzamos con pasos firmes. El exitoso Congreso de Unidad, realizado en el mes de diciembre del año pasado, nos ha marcado claramente el derrotero. Por medio de asambleas departamentales y municipales de delegados, conformamos las respectivas direcciones que hoy conducen el proceso de presentación de candidatos a gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales, concejos municipales y juntas administradoras locales, con mecanismos limpios y transparentes. Los avales o certificaciones de militancia se han otorgado a quienes han acogido el ideario y los estatutos del partido, a diferencia de aquellos festines que a última hora se armaron en otros supuestos movimientos o partidos, que expidieron certificaciones, a diestra y siniestra, a aquellos que lo único que han sabido es montar maquinarias para conseguir votos y lograr cargos en el legislativo o el ejecutivo a favor de sus propios intereses; o a aquellos que mediante sugestivos métodos de mercadeo, con elegantes muchachitas en patines o ropa deportiva, regados por toda una ciudad, llenaron planillas con nombres y firmas de ciudadanos en su apoyo; o a aquellos que, a última hora, aparecieron de «ecologistas» o «indígenas», simpatizando y defendiendo causas que nunca han sido las suyas. El PDA, por el contrario, agotó la más transparente selección de aspirantes y todos se disputarán los votos con los demás de sus listas, sin recelos y sólo motivados por la consolidación y crecimiento del partido. No sólo porque las leyes electorales lo ordenen, sino que hace parte de nuestra vocación y formación política debatir en torno a propuestas y programas, como táctica principal.

Estamos de acuerdo con el editorial del periódico El Colombiano del día 10 de agosto de 2007: «Todavía quedan unos 80 días para que los electores locales, regionales y nacionales analicen en profundidad el perfil, el talante, las amistades, el programa de gobierno, las ideas, la financiación, las convicciones, la formación y todos aquellos otros detalles que conforman un candidato» o, como agrega, que muchos candidatos se quedarán con los colores y los eslóganes, bien manejados por los publicitas, para llegar a las gentes de la calle, con el poder atronador de la plata.

Con respecto al POLO, en el caso de Medellín, el aspirante a la Alcaldía Luis Guillermo Pardo ha sido conciso: La defensa del patrimonio público, esto es nada de privatizaciones, en especial con la mira que tienen sobre EPM; el monopolio de las armas por parte del Estado, en oposición a aquella velada o abierta connivencia con el paramilitarismo; el mínimo vital, es decir, el ingreso básico de todo ciudadano que le permita gozar de esas condiciones mínimas del bienestar; la salud pública, sin el paseo de la muerte, es decir, aquel modelo que tan sólo habla por el aseguramiento o de la «cobertura del siniestro, antes que la vida», para citar solamente cuatro puntos. Por su parte, Rodrigo Saldarriaga Sanín, aquel teatrero de 32 años en tablas e intelectual, que se dejó seducir por la política, propone sembrar y construir democracia, que no es más que hacer realidad el Estado Social de Derecho, haciendo efectivo los derechos políticos, económicos, sociales y culturales (apoyar los derechos laborales, asegurar educación para todos, dotar de agua potable a todo el territorio, garantizar la salud a todos los habitantes, estimular la construcción de vivienda popular, impulsar la investigación, el arte y la cultura, alentar a los sectores productivos); y, en la coyuntura actual, reparar a todas las víctimas de la violencia. Como expresión común de todos nuestros candidatos, será la defensa del patrimonio público.

Hacemos parte, con Rodrigo Saldarriaga Sanín, de los cinco aspirantes a la Gobernación de Antioquia; con Luis Guillermo Pardo Cardona, uno de los siete para la Alcaldía de Medellín; con 16 de los 530 candidatos a las Alcaldías de los 125 municipios; con 13 de los 338 aspirantes a la Asamblea, y con 362 de los 8.436 aspirantes a los Concejos. En Medellín contamos con 117 aspirantes a juntas administradoras locales (JAL). Todos los 16 aspirantes a Alcaldías revisten nuestro mayor interés y expectativas. Pero resaltamos nuestra presencia en Apartadó, región cruelmente azotada por el paramilitarismo en los últimos años, o en San Francisco donde, en medio de la intolerancia de grupos armados, aspiramos a que nos dejen expresar, al igual que en Vigía del Fuerte. También en el municipio de Bello, en donde históricamente ha campeado la corrupción administrativa; así como en Envigado, cuna de gamonales electores y poderes mafiosos; Itagüí, ciudad obrera que hoy sufre el cierre de las empresas; Amagá en donde la salubridad pública por la explotación inhumana a los trabajadores del carbón en un serio problema; el Carmen de Viboral azotado por la pauperización del pequeño campesino agrícola y la quiebra de las artesanías, y otros municipios que esperan y ven en el POLO una opción de cambio.

Es decir, con pasos firmes participamos en Antioquia. A nivel nacional, sucede igual. 25 candidatos a gobernaciones, 296 para alcaldías, 252 para asambleas departamentales, 4.608 a concejos municipales y 1.194 para juntas administradoras locales. En total, hemos puesto a consideración de los colombianos a 6.375 de nuestros militantes, apoyados por más de 500.000 activistas.

Así le jugamos a los espacios que aún nos permite nuestra maltrecha democracia.