¿El retorno de la política de consensos?

Hemos seguido de cerca la constitución del programa electoral de la Nueva Mayoría, enseguida la aplicación de las promesas electorales y su traducción en medidas, leyes, etc. al cabo de un mes (1), luego de cien días (2). Nos hemos alegrado de esos avances que nos parecen dirigirse en el sentido de las reivindicaciones de […]

Nos hemos alegrado de esos avances que nos parecen dirigirse en el sentido de las reivindicaciones de un gran número de chilenos.

Hoy nos interrogamos sobre el «incidente» del miércoles 9 de julio respecto a la reforma tributaria, vale decir, el acuerdo sobre un protocolo entre el ministro de Economía, Alberto Arenas, y los senadores miembros de la comisión de economía y hacienda, que se tradujo en ajustamientos de la reforma fiscal, y esto sin informar a cuatro partidos de la mayoría: PRSD, MAS, IC y PCCh (3).

Este acuerdo, que nos parece inadmisible (en su método, por supuesto, pero también en la palabra no cumplida), hace desgraciadamente pensar al retorno de la política de consensos conducida por los gobiernos de la ex-Concertación y fuertemente criticada en su tiempo.

Las primeras reacciones al anuncio de esta firma vinieron de representantes de las formaciones políticas de la Nueva Mayoría ausentes del acuerdo (4). Las dos jóvenes diputadas comunistas han rechazado la política de consenso practicada por la antigua Concertación (5). La reunión de los responsables políticos des los partidos de la coalición del gobierno con el ministro de Economía el lunes 15 de julio ha disipado las dudas, pues éste sostuvo que el corazón del proyecto no había sido desnaturalizado. G. Teillier, presidente del PCCh, ha indicado entonces que los comunistas iban a estudiar el informe y decidirían de su actitud en la Cámara (6).

La oposición no se ha privado de aprovechar la ocasión para declarar que el acuerdo constituía el primer fracaso político del gobierno (7).

Esperamos que los diputados PC/IC, que no veían por el momento que una debilidad en la forma, tengan razón y que no se trate de una traición.

Entonces, tema a vigilar…

Por otro lado, nos alegramos de las reacciones de los diputados ex-dirigentes estudiantiles de la bancada juvenil (8). Ellos hicieron parte al ministro de Educación de sus preocupaciones: no quieren que el proyecto de reforma de la educación sufra la mínima «distorsión» provocada por la presión o la negociación con los sectores de derecha. Previnieron que ellos no estaban disponibles para participar en la elaboración de una reforma que «no responda a los intereses de los ciudadanos».

Igualmente, Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT, rechazó las formas bajo las cuales este acuerdo fue firmado y espera que tales prácticas no se reproduzcan al momento de debatir acerca de las leyes relativas a las reformas educacional y laboral (9).

Habiendo considerando que la Nueva Mayoría era diferente de la antigua Concertación, no solamente por sus componentes sino también por la existencia de un real programa de cambios, después de esta «alerta», estaremos atentos a todo lo que ocurra en Chile, y más particularmente a la evolución de las reformas mencionadas más arriba. Y nuestra vigilancia será mayor respecto a una reforma que consideramos como fundamental: la de las instituciones. Tanto más cuanto los sectores de derecha de la Nueva Mayoría no han perdido la ocasión de avanzar, por la boca del senador Zaldívar, algunas nociones sobre la futura reforma constitucional, afirmando que solo el Congreso poseía el poder constituyente (10).

De toda evidencia la lucha para llevar a término las reformas debe vencer resistencias, incluso al interior de la coalición de gobierno.

NOTES :

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