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Las fabulosas utilidades de las transnacionales

El saqueo de Chile

Fuentes: Punto Final

El alza del precio del cobre produce una sensación de euforia en el gobierno y en los sectores dominantes, a pesar de relativas complicaciones para determinados exportadores. El alza de precio no parece un fenómeno coyuntural. Aunque la abundancia no se nota en la vida cotidiana de los chilenos, tres de cada cuatro esperan que […]


El alza del precio del cobre produce una sensación de euforia en el gobierno y en los sectores dominantes, a pesar de relativas complicaciones para determinados exportadores. El alza de precio no parece un fenómeno coyuntural. Aunque la abundancia no se nota en la vida cotidiana de los chilenos, tres de cada cuatro esperan que se refleje en mejoramientos de su nivel de vida. Todo parece bien. Pero una suerte de conspiración de silencio oculta algo fundamental. Quien gana más con el precio del cobre no es Chile, son las transnacionales que producen los dos tercios del cobre de la Gran Minería. Las transnacionales son las principales beneficiadas: pagan pocos impuestos y se llevan utilidades colosales.

Las cifras sorprenden. A un precio por libra de cobre de 2 dólares 60 centavos las utilidades que saldrían de Chile, correspondientes a la producción de 2006, serían de 16 mil millones de dólares. Más del doble de los excedentes de Codelco. Se trata de un verdadero saqueo, de la culminación de una política de manga ancha con las transnacionales que se inició con la dictadura y que se ha mantenido hasta ahora y que, al parecer, la presidenta Bachalet pretende seguir aplicando.

PF conversó con el economista Orlando Caputo, del Centro de Estudios Cetes, académico y experto en temas del cobre y de economía mundial.

¿Cuál es la situación de las utilidades de las transnacionales en la Gran Minería del cobre en esta etapa de precios altos?

«Las ganancias de las empresas extranjeras que controlan el 70 por ciento del cobre chileno son tan elevadas, que equivalen a más de dos veces los excedentes de Codelco. El Mercurio del 30 de abril informaba que en el primer trimestre las utilidades de Escondida representaron mil 136 millones de dólares, lo que significaría en todo el año más de 5 mil millones de dólares, incluyendo impuestos.

Es necesario hacer un panorama general, que podemos conformar con datos utilizados en trabajos recientes. No hay información de parte de las transnacionales pues no están obligadas a publicar balances. Podemos sólo hacer deducciones. Están las cifras de las ganancias remitidas al exterior correspondientes a inversión extranjera directa, ganancias que son utilidades después de impuestos. Las cifras significativas son las siguientes: 1999: 1.603 millones de dólares; 2002: 2.557 millones; 2003: 4.629 millones; 2004: 8.231 millones de dólares y 2005, 11.088 millones de dólares.

Esas cifras, que comprenden el total de la inversión extranjera directa, sirven para llegar a las transnacionales mineras. Si descontamos las ganancias de las empresas extranjeras que no son mineras, llegamos a las que son mineras, o sea cupríferas. A sus ganancias debemos sumar las remesas por concepto de depreciaciones aceleradas y otros ítems que consideramos utilidades. Hechas estas operaciones, concluimos que las utilidades de las transnacionales mineras fueron aproximadamente de 10 mil millones de dólares el año 2005.

Para este año, sin embargo, en que los precios y la tendencia es más alta, las utilidades de las empresas transnacionales del cobre están alrededor de los 16 mil millones de dólares. Una cifra que permitiría, por ejemplo, financiar durante 27 años el gasto del nuevo programa social anunciado por Michelle Bachelet.

Para apreciar lo que significan esas utilidades se pueden establecer otras relaciones.

Una es la que existe con las inversiones materializadas, que junto con el trabajo y el recurso natural constituyen la fuente de dichas ganancias. De acuerdo al Comité de Inversiones Extranjeras, en el sector minero en el período 1991-2004 -es decir el período democrático- fue, en cifras redondas, de 16 mil millones de dólares. La cifra es practicamente la misma de las utilidades de 2006. Solamente en un año las transnacionales ganarán la misma cantidad que invirtieron a lo largo de catorce años, y las inversiones en el período democrático representan más del 80 por ciento de las inversiones en la Gran Minería del cobre desde 1974″.

¿Hay perspectivas que se mantengan los altos niveles de precio del cobre? Hay opiniones que atribuyen a especulación hasta un dólar y medio de los actuales precios? ¿Cuál es su impresión?

«Pienso que no hay que sobrestimar la especulación, que existe, sin duda. Y tampoco hay que pensar que las perspectivas que puede tener el precio constituyen un misterio absoluto, aunque muchas veces los analistas se han equivocado. Hay fenómenos más profundos. Las alzas de precio en las materias primas -incluyendo el petróleo y otros energéticos- corresponden a una escasez relativa, que es un fenómeno objetivo. Sinultáneamente hay una mayor demanda de China, la economía norteamericana, Japón, India -en grado aún pequeño-, Europa occidental, todas economías en curva dinámica, reactivadas.

En la economía en los inicios del siglo XX, publicado en 2004, planteo que estamos al comienzo de un cambio estructural de mediano y largo plazo de alza de precios de materias primas, que puede ser muy positivo para los países atrasados del Tercer Mundo.

La economía norteamericana muestra una fuerza notable, en que el capital productivo pasa a ser más importante que el capital financiero. Fenómeno que es compartido en otros países centrales. Mientras, en América Latina el capital financiero y productivo siguen entrelazados. En los últimos veinte años los recursos naturales han pasado a ser propiedad privada de las transnacionales. Por otro lado, el movimiento y crisis cíclicas han generado una nueva relación entre las condiciones de la producción y el mercado mundial. Se produce una sobreproducción de productos industriales y servicios, de alta tecnología muchos de ellos, y un nuevo período de subproducción o escasez de materias primas y productos energéticos.

Todo esto no significa que no pueda, en algún momento, ocurrir una crisis que desarticule el sistema globalizado de la economía mundial. Pero eso no está a la vista. Y sí lo está un período de bonanza relativa que deberíamos ser capaces de aprovechar.

Lo que se llamó royalty resultó una caricatura. No se ha avanzado en el aprovechamiento de la posición clave que tiene Chile en la producción mundial, que le permitiría jugar un papel muy activo en el mercado, como hace la OPEP en el campo del petróleo.

Aunque no soy particularmente optimista respecto de la política minera de la presidenta Bachelet, creo que se imponen algunas cosas, por las características de la situación. Se trata de una coyuntura nueva, que cambia el cuadro. Las transnacionales están obteniendo ganancias que nunca imaginaron, ni tampoco el Estado se las imaginó cuando les dio franquicias y privilegios. Por razones de equidad hay que buscar soluciones, que podrían ser la renegociación del régimen jurídico y tributario de que disfrutan las transnacionales y un royalty que verdaderamente capte la renta que pertenece al país. Hay precedentes, incluso en la legislación norteamericana, en que se han aplicado impuestos especiales a utilidades excesivas que desequilibran los términos de los contratos. Una parte de las ganancias debería destinarse a la instalación de fundiciones y refinerías para que el país no exporte más concentrados».

– La nacionalización de los hidrocarburos por el gobierno de Bolivia ha sido criticada por la derecha y las transnacionales. En Chile ha ocurrido lo mismo. Personeros de la Concertación lo han hecho, poniendo, además, explícitamente en tela de juicio la nacionalización del cobre, en 1971. ¿Se justifican las críticas?

«No, en absoluto. En el caso de Bolivia, ese país recupera su riqueza petrolífera por decisión de un gobierno constitucional. Se ajusta a la legislación boliviana y es una expresión de soberanía. Pone fin a un saqueo que ha durado años y, entre otras cosas, se manifestaba en la venta de gas a Argentina y Brasil a ‘precios solidarios’, que en primer lugar beneficiaban a los consorcios Repsol y Petrobras, o sea, a precios muy inferiores a los precios internacionales.

La resolución 1803 de Naciones Unidas reconoce el derecho de los Estados a disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales. Nadie discute la legitimidad de una nacionalización en función de los intereses del país y su pueblo.

En cuanto a lo que ha significado la nacionalización del cobre para Chile: seguramente es la medida estructural más importante del siglo XX. Durante 35 años Codelco, que en términos generales ha sido bien administrada, ha entregado sus excedentes al Estado: entre 35 y 40 mil millones de dólares. Constituye un aporte fundamental para el presupuesto fiscal. Fue decisivo para el funcionamiento del país durante la dictadura y hasta para la compra de armamento, a pesar de que en este rubro ha habido muchas exageraciones. Ahora mismo, miles de millones de dólares de esos excedentes servirán, según se ha anunciado, para constituir reservas para un fondo de pensiones. Finalmente, que Codelco sea estatal abre posibilidades inéditas de desarrollo que no han sido aprovechadas por los gobiernos democráticos».